Partida Rol por web

Algorímedes utiliza sus poderes mágicos para dominar el polvo que lo rodea y dirigirlo contra la cara del gato que comienza a toser y a echarle las patas a la cara intentando librarse de él, lo que le da al lutín unos preciosos segundos. Será cosa suya decidir cómo aprovecharlos mejor.

- Tempus fugit, que decía mi abuelo! - dice Algorímedes sin tener muy clara la aplicación de la frase. De repente, las patitas del lutín son como un remolino de velocidad.

Algorímedes corre poniendo distancia entre Lucifer y él y sin más dificultad, atraviesa la sala de la trampa para luego cruzar la puerta que lleva a la mohosa sala de lutines por la que llegaron a la torre. Allí todo parece estar tal cual lo dejásteis.
 

- Hooolaaasaaa. Hay alguien ahí? Muchachos, dónde os habéis metido?

Tan solo el eco producido por las paredes de la propia habitación, ahora vacía a excepción del baúl por donde salieron los lutines, un armario y una mesa, respondió a la los gritos del lutín. Allí no había nadie. O eso parecía.

- Pues mira qué cosas que me han entrado ganas de merendar. Voy a ver si puedo acercarme al almacén a pillar algo de comida. Para ello, intentaré ir oculto. Buscaré un librito por si puedo esconderme debajo de él abriéndolo un poco.

Sin mayor dificultad, encuentras varios libros en la habitación contigua; la de la trampa, que por lo que puedes ver, sigue desactivada. Y respecto al mencionado almacén, no has visto nada hasta el momento que responda a tal descripción, aunque sin duda, podrías encontrar algo de comer en el huerto.

Pues al huerto voy, escondido bajo el libro.

Un libro se mueve sobre el suelo de la planta baja de la torre de Rudesindus. Agazapado bajo él, se encuentra Algorímedes.

Al llegar al distribuidor de la planta baja, desde tu escondrijo, puedes ver al gato que da buena cuenta de la comida que le dejaste. Debes pasar por su lado para llegar al jardín, que queda hacia tu derecha. A tu izquierda están las escaleras que llevan a la primera planta. Y de frente, debe haber otra habitación, que desconoces.

Oyes voz de mujer proveniente de las escaleras al primer piso que te parece concordar con la de aquella que gritaba al otro lado de la puerta cerrada en la primera planta

-Vamoshombrehabrasevistosemajantedesfachatez...

Y en concordancia con aquella voz, ves recortarse una sombra de mujer contra las paredes de la escalera e incluso un pie de mujer que asoma bajando las escaleras. No sabes mucho de estas cosas, pero dirías que el zapato que lo cubre, que bien podría ser de cristal, debe ser bastante caro.
 

La mujer sigue caminando y se aleja hacia la puerta exterior de la torre de Rudesindus, que sigue abierta.
 

- Ops, si sigo a esta señora podré llegar al exterior sin esfuerzo!

La puerta al exterior está abierta. La mujer cruza por la antecámara donde se encuentra aquella imponente báscula y el mecanismo de apertura de la puerta para luego cruzar el rastrillo que da lugar a los jardines del castillo. Parece dispuesta a abandonar los dominios del mago Rudesindus.

La sigues desde una distancia producencial. Si te ha visto, no parece preocuparle lo más mínimo tu presencia.

- Algorímedes, viejo estúpido! No creo que al Amo le haga la más mínima gracia que esta señora marche de la torre así, sin más. Hay que detenerla!

Desde debajo del libro, Algorímedes se dirije a la mujer.

- Pst! Pst! Señora, se puede saber qué hace?

La mujer se gira hacia ti, pequeño Lutín y arquea una ceja.

-Me voy, por supuesto ¿No es obvio acaso?-dice con tono condescendiente-.

Es toda la atención que le presta al lutín antes de seguir caminando hacia la puerta exterior del jardín de Rudesindus.
 

Sin más, la princesa Madina se aleja perdiéndose de vista.

Algorímedes, a pesar de saber que dejar salir a aquella mujer, lo más seguro es que no fuera la acción correcta, decidió seguirle la pista y, quizás, convencerla para no dejarla marcha. Así que continuó cubierto por el libro haciendo preguntas a la joven dama.

- Pero dígame, tantas ganas tiene de marcharse? Me han dicho que en esta misma torre vive un interesante príncipe capaz de convertirse en rana a su antojo. Ciertamente señora, tiene mucha gracia verlo representar su espectáculo. Más de una vez nos ha entretenido buenas tardes a mis compañeros y a mi.

La mujer está lejos ya y nada de lo que digas parece hacer que cese en su empeño de marcharse.

-Ya he tenido diversión suficiente por aquí, pequeñuelo. No me quedaría un minuto más por nada del mundo. Y menos aún por ver a un estúpido príncipe convertirse en rana. ¿Sabes? Mi hermana se casó con...

Sus palabras te llegan como poco más que un susurro que se va apagando, pues ni siquiera se ha girado para que la oyeses bien. Simplemente ha seguido andando, sin mirar hacia trás. Como si fuese algo que dice para sí, más que con el fin de contestarte.

- Pues muy bien - piensa Algorímedes - he hecho lo que he podido.

El lutín vuelve a entrar hacia el interior de la torre y sigue buscando a sus compañeros. Ya no tiene muy claro qué queda por hacer así que se guiará por lo que digan sus compinches. Una vez dentro de la torre, grita para ver si alguien responde. Si no es así, subirá a la primera planta a ver si hay alguien allí.

Nadie parece responder a tus gritos, así que subes a la primera planta. Nada, tampoco hay nadie allí. Te parece percibir un olor como a chamuscado procedente del piso de arriba. Estás dudando qué hacer cuando de repente escuchas una explosión en el piso de arriba. ¡PUM! No es que sea una explosión terrible, pero resulta preocupante.