Partida Rol por web

Ricardo no pudo evitar enarcar una ceja al escuchar a Silvia, la forma en que se soltaba de su mano y lo miraba,m dejaba claro que lo decía muy en serio y eso lo dejaba algo confundido... Lo que dijo fue solo una broma por lo que dijo Pepa antes, no esperaba que ella reaccionara de esa forma aunque por otro lado, con lo que pasó puede que Silvia estuviera mucho mas tensa de lo que parecía.

Solo es un broma... Estas muy tensa Silvia, creo que te vendrá bien un masaje si me dejas intentarlo.

Le terminaba diciendo buscando sonar amable e incluso, esforzándose por sonreír un poco a pesar de aquello, realmente no vio venir aquello y parecía que Silvia era bastante orgullosa, pero lo que realmente pensaba era que esa reacción era por todo el asunto de ese sujeto. Claro que no era idiota, no iba a hacer una broma o un comentario parecido a aquel nuevamente, de lo contrario iba a ser una noche demasiado larga y no del buen sentido.

De todas formas, cuando ella le confirmaba que era mejor avisarles, él solo pudo asentir mientras seguía caminando a su lado notando como Silvia guardaba sus manos en los bolsillos. No se imaginaba como pudieran reaccionar, puede que quisieran ir con ellos, algo que ella no iba a querer o quisieran juntarse de nuevo... Pero si era realmente el mismo sujeto. ¿Que es lo que iban a hacer? Lo mas sensato es ir a la policía y no estaba seguro de que Silvia quisiera ir.

Puede que quieran verte cuando se los digamos... 

Comentaba haciendo que vea esa posibilidad, ella misma le dijo que no deseaba ir a lo de Xabier, aunque él siempre puede convencerlos de dejar la posible reunión para otro día y al parecer, le iban a tocar unos dias largos si pretendía estar atento a ese asunto y no aflojar en la panadería.

Solo es una broma...

Silvia pestañeó un par de veces y sus mejillas se tiñeron con un tono rojizo. Quizás Ricardo tenía razón y estaba demasiado tensa... Desde que aquella mañana se había levantado, no había parado de tener tropiezos con el pasado, un pasado que intentaba olvidar. 

Tragó saliva y sus labios se torcieron en una tenue sonrisa avergonzada. - Lo siento... - Murmuró, disculpándose y sin dejar de caminar. - ¿Tú sabes hacer masajes...? - Le preguntó, intentando poner de su parte y romper el hielo que ella misma había creado. Le miró a los ojos, elevando ligeramente las cejas. 

Pero su expresión se volvió algo taciturna cuando Ricardo le comentó que quizás la gente quisiera verla. - Si hubieran querido verme que hubieran ido al pub... Saben donde trabajo y no se pasan nunca, así que les dices que estoy bien y que no se preocupen... - Le comentó arrugando ligeramente el ceño. En aquellos tres años habían cambiado muchas cosas. En el fondo todavía les quería y les echaba de menos, pero tenía la sensación de que se habían decantado por Álvaro y, casi sin darse cuenta, había sido ella la que había ido distanciándose. Durante unos minutos se mantuvo en silencio, aunque no paraba de darle vueltas a su propio comportamiento...

De repente se detuvo y se volvió para mirar a Ricardo. Sacó ambas manos de los bolsillos y buscó las del joven. Ella las tenía heladas, casi parecían témpanos de hielo.

- Oye.... Siento haber sido tan borde... Quizás tienes razón y estoy algo tensa... No me lo tengas en cuenta, ¿vale...? - Le pidió, entrelazando su mirada de color avellana con los ojos azules de Ricardo.

AL notar como ella lo miraba y hasta se sonrojaba, Ricardo se sintió mas calmado y tranquilo, sobretodo cuando ella se disculpaba, estaba claro que se dio cuenta de que sus intenciones no eran malas e incluso, en el instante en que Silvia le preguntaba aquello sobre los masajes, él no dudó en asentir con una renovada sonrisa en sus labios.

De todas formas, antes que pudiera decirle algo para que no se preocupara, que comprendía perfectamente que no era el mejor de los días que pudo haber tenido, ella lo sorprendía soltando aquello acerca de los amigos que compartían. La verdad es que las veces que se reunió con Xabier nunca la vio ni escuchó que la mencionara, la verdad es que no era algo bueno y aún así, solo podía tenerlo en cuenta para no actuar de esa forma.

Tranquila, cuando lleguemos a tus casa y hablaré con Xabier, dejemos que ellos hablen del tema mientras vemos algo en la tv.

Le terminaba diciendo antes de sentir como le tomaba las manos, la manera en que lo miraba y se disculpaba nuevamente, la verdad es que no podía negar que sonó bastante borde, pero en cierta forma también fue su culpa por no saber como animarla con su broma...

No te preocupes si? No pasa nada, no tuviste un buen día... Pero aun puedo darte un masaje si quieres, puede que eso te ayude un poco.

Le terminaba diciendo dispuesto a continuar con ella caminando por aquel lugar y dejando su oferta de darle un buen masaje mientras que su mano, buscaba despacio entrelazarse nuevamente con la de ella. Estaba todo de vuelta tan bien como le gustaba, al menos Silvia ya no parecía molesta con él.

Una sonrisa sesgada se formó en los suaves labios de Silvia y asintió con un leve movimiento de cabeza. No creía que llegara a hacerle aquel masaje, pero la idea hasta podía ser atractiva. 

Volvieron a ponerse en marcha y él buscó de nuevo entrelazar su mano con la de ella. Silvia le lanzó una mirada de soslayo, pero no hizo nada para evitarlo, dejando que sus dedos se enlazaran. Continuaron caminando, ella no vivía muy lejos de allí, aunque era un buen paseo. 

Volvió a lanzarle otra mirada de soslayo. La verdad es que se sentía un poco extraña. Ricardo era el joven al que solía ver cuando se pasaba por su panadería. Tampoco es que fuera mucho y bueno, alguna vez, cuando había tenido que estudiar tranquila, había decidido ir allí. Tenía una mesita en un rincón, donde no molestaba a nadie y nadie la molestaba a ella. Pero de eso a llevarlo a su casa... En realidad aquel había sido un día muy extraño.

No te comas la cabeza... No es la primera vez que llevas a un desconocido a casa... Aunque no era lo mismo y en el fondo ella lo sabía. 

- ¿Qué película te apetece ver...? - Le preguntó finalmente para romper el hielo. Se sentía tan rara que no sabía ni de qué hablar.

Ricardo buscaba mantenerse calmado, no quería quedarse pensando en lo que había pasado cuando todo se arreglaba mientras que por otro lado, estaba teniendo la oportunidad de ver en donde vivía ella... En cierta forma es extraño, con Silvia no han hablado realmente, siempre eran algunas palabras que en la mayoría de las veces era por cortesía, incluso si a veces le dejaba ayudarla con alguna duda de sus trabajos. Pero lo cierto es que luego de que hablaron en aquel lugar, ella realmente empezó a agradarle mas aunque en esos momentos, no entendía porque se ponía a pensar justo en eso.

De todas formas, no pasó mucho tiempo para que llegaran al lugar en donde ella vivía y la verdad es que le gustaba, tenia un aspecto acogedor si lo pensaba. Pero Ricardo no miró mucho el lugar mientras buscaba evitar que en realidad, ellos estaban allí sin nadie mas, de noche y... No, realmente no deseaba pensar en algo que seguramente no pase, ella no parecía ser "esa" clase de chicas y además, lo que pasó seguramente no era algo que alentara a esa clase de situaciones.

La verdad no lo pensé, pero es una oportunidad de buscar algo nuevo, puede que encontremos algo interesante en la tv... Te ayudo en algo? Puede que un café nos venga bien.

Le comentaba mientras caminaba un poco para terminar acercándose de nuevo a Silvia, ver si ella necesitaba que la ayudara a preparar algo... Si se quedaba quieto en un lugar simplemente esperando y sin saber que decir, iba a ser un poco incómodo.

Tras un buen paseo llegaron finalmente al domicilio de Silvia. Éste se trataba de un estudio que se encontraba en la zona vieja de Santiago. 

Abrió la puerta y encendió las luces. Se encontraban en un pequeño hall, el suelo era de parquet y un enorme espejo ocupaba la pared de la izquierda. Tanto delante como a mano derecha habían sendas puertas. Silvia se sacó la chaqueta y la dejó colgada de un perchero que había junto a la puerta de entrada. 

- Bueno... Aquí es donde vivo... - Comentó, haciendo un gesto con las manos, que señalaban un poco el entorno. Abrió la puerta de la derecha, ésta daba a un salón-comedor bastante amplio. 

El suelo de todo el apartamento era de parquet y las paredes combinaban varios colores. Por ejemplo, en esa sala se podía ver el color granate, junto al gris y al café con leche. 

La joven volvió a mirar a Ricardo y asintió con un suave gesto de cabeza. - Entonces... ¿Te apetece un café? - Le preguntó mientras empezaba a encaminarse hacia la cocina. 

Ésta era toda de madera y era bastante amplia. Se notaba que Silvia no solía utilizarla mucho, o eso, o es que era una maniática de la limpieza, ya que no se veía ni gota de grasa en ningún lado. 

La joven caminó hasta donde tenía la cafetera. La cogió y los restos del café de la mañana los tiró por la pica, para poder hacer café nuevo.

- Yo no beberé café, como lo haga no duermo en toda la noche... - Dijo mientras abría un armario y sacaba un pote de cerámica con margaritas dibujadas. Limpió el filtro de la cafetera y lo rellenó de café molido. Comprobó que el depósito de agua estuviera lleno y finalmente enchufó el aparato. 

Se dirigió hacia la nevera y sacó una cerveza. Ricardo había podido comprobar que los armarios que abría estaban prácticamente vacíos, al igual que la nevera. - Si quieres, mientras se hace el café podemos ir a la salita, allí estaremos más cómodos... - Le dijo mientras abría la lata de cerveza y se la llevaba a los labios.

El teléfono del piso de Silvia comienza a sonar...¿quién será a estas horas?

La casa de Silvia no estaba nada mal, era acogedor aunque Ricardo no tardaba en notar lo ordenado que estaba, en su experiencia eso no parecía ser un piso de universitario, claro que Silvia parecía ser mucho mas que solamente eso, sin mencionar que la verdad es que los primeros años solo le costó mucho ganar la costumbre del orden y aún así, siempre tenía sus "detalles".

Es un lugar agradable... Hace mucho que vives aquí?

Le preguntaba mientras la acompañaba a la cocina, riendo al escuchar su comentario del café, era cierto que ella seguramente prefiera mas descansar luego de lo que pasó, fue algo inconsciente lo de pedir un café y a pesar de eso, no dudó en asentir cuando Silvia le preguntaba si quería que le preparara aquel café. Ricardo no es alguien que suela cambiar mucho en las elecciones hechas, ademas ella ya estaba en la cafetera. Pero en el momento en que escuchaba esa, tampoco tuvo que pensar mucho la respuesta.

No es mala idea, además.. Aun tenemos que decidir que queremos ver.

Le terminaba diciendo mas que dispuesto a ir a la salita con ella, olvidándose por un momento el llamado que debía hacerle al resto para hablarles sobre lo que pasó. Pero en el momento en que escuchaba como el teléfono de Silvia sonaba, no pudo evitar recordarlo aunque prefirió guardar silencio para dejar que ella atendiera... Pero tampoco podía evitar pensar que nadie llamaría a esas horas, era... Era algo que le causaba un mal presentimiento.

Silvia le acababa de dar un buen trago a la cerveza, cuando escuchó el teléfono. Enarcó una ceja extrañada... A esas horas normalmente no solía estar en casa y la gente más cercana a ella lo sabía. Bueno, la verdad era que el teléfono no solía sonar casi nunca, la gente prefería llamarla al móvil. Si fuera más temprano pensaría que eran los de jazztel, los muy pesados a veces llamaban dos y tres veces al día para ofrecerle sus ofertas.

Caminó hasta la sala y fue a coger el teléfono, pero antes de responder, le señaló el sofá a Ricardo.

- Ponte cómodo... - Le dijo con una suave sonrisa. Tras eso respondió la llamada. - ¿Sí...? ¿Dígame...? -

Una voz varonil con un acento neutro te pregunta desde el otro lado de la línea.

- ¿Qué tal la muñeca?

Al escuchar la voz al otro lado del teléfono, el corazón de Silvia dio un vuelco y su rostro palideció. Enseguida se dio cuenta de quién se trataba y un ligero temblor empezó a sacudir su cuerpo. Apretó con fuerza el aparato y tras unos segundos de silencio consiguió recuperar la voz para responder.

- ¿Qué es lo que quieres...? -

- Veo que me has reconocido. Me pareció ver como te desmayabas hace un rato en la calle, pobrecita... - te lo imaginas sonriendo mientras dice esa frase - te llamaba para decirte que he vuelto y tengo una cuenta pendiente con vosotros. Mi señor no se tomó bien mi fracaso anterior y pienso resarcirme. Así que ya nos veremos.

¡CLICK!

Tras decir esto último ha colgado la llamada.

Durante unos segundos Silvia se quedó en silencio, escuchando la voz del otro lado de la línea. Miró a Ricardo, sus pupilas se habían dilatado y sus pestañas aleteaban ligeramente, presas del pánico. Colgó el teléfono y, como si fuera una autómata, lo dejó de nuevo en su base. 

- Era él... - Le dijo al joven mientras se dirigía hacia el sofá y se sentaba. Apoyó sus manos sobre las piernas y bajó la mirada. - Dice que tiene una cuenta pendiente con nosotros... - Al hablar sentía un nudo en la garganta, tragó saliva y volvió a mirar a Ricardo. - A vuelto para vengarse... - 

Ricardo no dijo nada cuando ella le pidió que se pusiera cómodo, la verdad es que aquella llamada le daba un mal presentimiento y a pesar de eso, en vez de decirle que no atendiera, terminaba por sentarse en el sillón sin apartar la mirada de ella. Puede que se viera controlador o sin modales al intentar prestar atención a lo que estaba pasando con esa llamada, pero no podía evitar sentir que quería saber que pasaba en realidad... 

Lo sabía, el presentimiento de Ricardo empezaba a ser algo mucho más real a medida que notaba como Silvia parecía ponerse nerviosa, la expresión de su rostro, sus palabras y al final, la manera en que colgaba el teléfono. Era algo malo, algo muy malo y por mas que quisiera no pensarlo, luego de lo que pasó cuando salieron a comer algo, escuchar sus palabras mientras se sentaba a su lado solo reafirmaba lo que quiso no pensar... Era ese hombre, era el hombre que ella creía que era y no un simple desvarío de la mente producido por una paranoia ante las últimas noticias del nuevo secuestro.

...Debemos avisar a la policía y a los demás... 

Era lo lógico, lo que ella vio, esa llamada que era una amenaza en toda regla sumado a lo que pasó hace poco y que con todo eso demostraba que había una relación con lo que ellos vivieron hace un buen tiempo, no podían no avisarle a la policía para que tomara las medidas necesarias. Pero el primer impulso de Ricardo no fue tomar el móvil para avisarle a Xabi o a la policía, su primer impulso fue rodear a Silvia con sus brazos mientras su mirada no se apartaba de ella, buscaba darle su apoyo, intentar calmarla o al menos, hacerle ver que no estaba sola.

Ricardo pasó sus brazos alrededor de Silvia y ésta no hizo ningún gesto de acercarse. Se quedó rígida como estaba, con la mirada prendida en él y el miedo ahondando en su corazón. 

Poco a poco la realidad de la situación fue abriéndose paso en su mente. Él sabía dónde trabajaba y dónde vivía... Sus pupilas se dilataron y, de repente, su mano agarró el brazo de Ricardo casi con desesperación. 

- Llama a Xabier, ellos tienen que saberlo... - Respiró profundamente, intentando calmar los latidos de su corazón. Se levantó, liberándose del abrazo del joven y se acercó a la ventana. - Él sabía donde trabajo y también sabe donde vivo. Ha debido seguirnos, si no... ¿Cómo sabía que estaba en casa...? - Le dijo con un hilo de voz. Sentía una presión en el pecho y no podía parar de recordar lo ocurrido hacía tres años. No, no quería volver a vivir aquella pesadilla. ¿Por qué ha vuelto...? Ella había creído que todo aquello podría dejarlo atrás, pero de nuevo estaba allí y esta vez sabía quienes eran... Se mojó los labios resecos con la lengua y tras haber estado unos minutos mirando a través de la ventana, se volvió a mirar a Ricardo. - Sí, llama a Xabier... Su tío es poli y está al corriente de lo que ocurrió, habla con él... - Le suplicó con un nudo en el estómago.

Silvia estaba realmente abrumada, asustada por la situación debido a como su intento de reconfortarla había pasado casi inadvertido, Ricardo mismo no podía negar que la llamara a esa hora como si supiera que estaba en su casa indicaba que no solo era una amenaza, que la estaba siguiendo y lo que pasó en la calle pudo haber formado parte de algún desquiciado plan...

No vi que nadie nos siguiera pero...

No era normal, Ricardo tampoco prestó mucha atención al caminar con Silvia, pero realmente hubiese sospechado si alguien actuaba de forma sospechosa, puede que no estuviera solo y eso era un problema... Pero era mejor no asustarla mas, lo mejor es no pensar en esas cosas y al notar como ella insistía con avisarle a Xabier, claro que lo que dijo sobre su familiar lo motivaba mas a hacerlo.

Lo hare... Tranquila, no te dejaré sola... Estamos juntos en esto.

Quería decirle que la cuidaría o protegería, pero la ultima vez que dijo algo así en broma la situación se puso tensa, por lo que incluso, cuando ella se apartaba para abrir la ventana buscando mas aire, el se limitaba a buscar su móvil para llamar a Xabier, esperaba que le prestara atención al teléfono y no solo a la play.

- Yo tampoco vi a nadie... Pero... No sé, tienen el teléfono de mi casa y sabían que me encontrarían aquí... - Silvia volvió a dirigir su mirada hacia la ventana. Se había quedado junto a ella, apoyada en la pared y apartando con un par de dedos la cortina para poder ver el exterior. 

Sus ojos castaños recorrieron la calle... Sentimientos encontrados se adueñaron de ella. Estaba casi segura de que acabaría viéndole, allí parado, observándola con esa sonrisa que erizaba el vello de sus brazos. Deseaba encontrarlo, ser capaz de enfrentarse a él y decirle que no tenía miedo... Pero en realidad estaba realmente acojonada y en su interior rezaba porque no estuviera allí... ¿Qué haría si de repente lo veía...? Se mordió el labio con nerviosismo, pero sin poder dejar de mirar a la calle. Detrás suyo escuchó como Ricardo cogía el teléfono móvil y empezaba a llamar a Xabier. Menos mal que él está aquí... Pensó, olvidando los reparos que había tenido cuando caminaban hacia su casa.

- ¿Sí? - responde Xabier. Podéis escuchar de fondo el ruido de los mandos y de gente riendo.

Puede que haya sido solo suerte... Quien no esta en su casa a estas horas?

Le replicaba Ricardo no para indicar que no le creía, pero el notaba como Silvia estaba nerviosa, bastante asustada por la situación y aunque eso no le estaba gustando nada, Ricardo buscaba calmarla, intentar hacer que piense en otras posibilidades mientras el teléfono sonaba al llamar a Xabier...

Xabier! Tengo malas noticias... Pero mantén la calma, Silvia esta bien, estoy con ella... Ella vio al hombre del secuestro, incluso la llamó recién diciendo que se iba a vengar... Deberías avisarle a tu tío.

Le terminaba diciendo mientras se giraba unos momentos para darle la espalda a Silvia, buscando alejarse unos pasos como si no quisiera ponerla mas nerviosa o asustarla mas con la conversación. Claro que tampoco perdió tiempo y le dijo todo eso en pocas palabras, aunque por lo que escuchaba, estaba claro que le cortaría la fiesta.

Silvia escuchó como Ricardo empezaba a explicarle a Xabi lo que había ocurrido y se volvió a mirarle. Sentía el corazón en un puño y sus pupilas estaban ligeramente dilatadas. Se apartó de la ventana y se dirigió al sofá, recuperando de nuevo la cerveza y llevándosela a los labios para darle un buen trago. 

En ese momento recordó el café de Ricardo. - Voy a por tu café... - Susurró, intentando no interrumpir la conversación y se volvió a levantar para dirigirse a la cocina. Estaba de los nervios y no podía estarse quieta, necesitaba estar haciendo algo...