Partida Rol por web

Cada vez entiendo menos lo que pasa, no entiendo quien es esa tal Lilith o como se llame. Por lo menos la idea de "quedate con el niño y aguanta" es simple... aunque asusta.

-¿Quien es Lilith? No te puedes referir a la primera mujer de Adam ¿Verdad?.- pregunto sin mucha idea de lo que esta pasando.

- ¿y como vamos a resistir?¿Rezando?.- pregunto algo preocupada por si se refiere a que esas cosas que nos atacaron la noche anterior vuelvan.

-orar.... orar... orar.... una noche y mi vida se vino al carajo ahora no tengo ni idea que debo hacer, fui elegido para algo ¿para cuidar a un crió de fuerzas sobrenaturales? suena sacado de una película de ficción ¿pero como voy hacer eso?- Ingrid había hecho unas preguntas interesantes -si que esta chica se esta tomando esto en serio... bueno al menos creo que ya se metió en el papel de niñera mmm sera mejor hacer lo mismo y empezar a creer que esto en verdad esta pasando-
-si, al menos dinos que y como debemos cuidar a este niño, ¿con que armas vamos a enfrentar a eso que debemos resistir?-

-Vayan con Gérard. Protejan a Alex.

Dice Ángella y sale con Kato sin dar más explicaciones. Algo en el aire da a entender que la pregunta de Ingrid está siendo contestada con un silencio afirmativo.

-Yo voy a abrir un portal.

Contesta Methos.

-Gérard está en la habitación con Alex. Yo estaré ausente un tiempo, mientras contacto con seres superiores. Suerte... o lo que sea que nos pueda auxiliar.

¿Abrir un portal?.- pienso pero no digo nada, son demasiadas cosas extrañas.

- No dejare que toquen al niño, aunque no entienda nada... no dejaria que le pasara nada a un niño bajo ninguna cirsustancia pero aparte de rezar no se que mas podre hacer... espero que sea sufiente.- admito recordando aquellas cosas infernales. Miro a mi alrededor y resoplo. Creo que lo logico es que fuera a ver al niño en cuestion.

Aparte de rezar? puedes comenzar a tener fe en las cosas qeu puedes hacer, todos tenemos una capacidad, pero pocos logran desarrollarla - Sonrios Methos quien miro a Angella - Vienes? - Pregunto el dueño del club.

Ángella partió con Katos y Lucas a buscar a Constantine. Ingrid, Haziel y Methos entraron en donde Gérard estaba con el pequeño que dormía plácidamente.

El joven francés se sobresaltó al abrirse la puerta pero comprobó que se trataba de sus compañeros. La brújula que hasta hace un momento estaba como loca, se queda en su sitio.

Ingrid estaba preguntándole a Methos sobre las órdenes de Ángella, pero el semiángel, semidemonio le hizo un Shhh con sus dedos para que no despertaran al pequeño. Él tenía un objetivo, abrir ese portal y averiguar qué estaba pasando. Los otros tres: Gérard, Ingrid y Haziel, debían cuidar al niño.

Esa era la misión. Parecía algo relativamente fácil, ¿o no?

entramos donde se encontraba el pequeño niño, quien dormía plácidamente junto a Gérard, que se sorprendió al vernos entrar a la habitación. observe al pequeño unos instantes y algo en el me conmovió. Mi pensamiento escéptico se había quedado de lado al contemplar al joven, un pensamiento profundo lleno mi cabeza "debía proteger a ese chico con mi vida" no entendía por que sentía esto, mi razón no quería hacerlo solo me aconsejaba que debía volver a casa, pero algo mas poderoso si deseaba proteger al crió. - No lo entiendo... he estado agitado todo este tiempo por lo ocurrido... pero al entrar a esta habitación y ver a ese niño mi alma se ha tranquilizado se ha llenado de paz ¿por que?-

Volví a fijar la vista en la brújula que sostenía en mi mano tras ver, para mi alivio, que quienes entraban a la habitación eran ellos. Me encogí de hombros como toda respuesta a la pregunta de Haziel. No tenía respuesta para lo que a mí me sucedía y menos las iba a tener para él.

-Hasta hace un instante esta brújula estaba como loca, igual como se ponen cuando les acercas un imán, pero ahora se calmó -miré a Methos y extendí la mano para que él la cogiera, si quería-... Me pregunto por qué.

Kato sube al coche de Ángella junto con Lucas. Él se sienta a su lado mientras que el otro muchacho ocupa el asiento trasero. A medida que la chica enciende el coche y comienza a manejar, le explica a ambos.

-Tenemos que encontrar a Constantine. Él tenía un asunto con el tipo que le hace las armas, Beeman.

La joven sigue conduciendo muy atenta a la ruta.

-Llegaremos en unas diez horas de viaje, así que si queréis que ponga algo en la radio, es momento de pedírmelo.

Dice con una sonrisa.

Gérard tiende la brújula a Methos. Éste la mira y no ve más que un aparato común pero luego percibe un tipo de energía celestial en el mismo. No puede decir su origen o propósito pero le queda claro que el objeto pertenece a las fuerzas del bien. Ahora es tiempo de abrir ese portal pero él solo puede hacerlo. Debe salir del santuario además, o sea de su propio bar, para ello.

Mientras los demás se quedan con el pequeño que sigue profundamente dormido. Ya van a ser las ocho de la madrugada del martes. Tienen que proteger al pequeño hasta el lunes que viene, cuando sea su cumpleaños y tenga seis años.

Esa es la misión. Seguramente las trabas serán muchas. Por algo, sin embargo, han sido elegidos.

Methos finalmente salio del bar en direccion a la calle, desde su bolsillo extrajo una pequeña piedrita blanca con la cual hizo un simbolo en una baldoza y luego puso la piedrita sobre la marca. - Bien es hora de hacer esto.... las cosas estan empeorando y esto debe cumplirse - Suspiro y se concentro en el portal que pronto se abriria.

La falta de sueño, el cansancio y el hambre, porque con toda la actividad que habíamos tenido durante la noche sí que tenía hambre, estaban haciendo mella en mí. Saqué del bolsillo de mi chaqueta la petaca, pero ya estaba vacía. Necesitaba un trago tanto más que descansar. Y encima mi vejiga...

-Tengo que ir al servicio -comenté contemplando disimuladamente al niño- y voy a ver qué hay para comer...

Señalé a Alex con la cabeza.

-No lo dejen solo.

Methos salió fuera del local. No había mucha gente a esas horas pero de todas maneras, sabiendo lo que estaba por hacer, prefirió ir al callejón trasero detrás de su antro. De hecho se fue al fondo del lugar para estar lo más lejos que podía sin meter en problemas a otros y cerró ambos ojos. Entró entonces en un estado de meditación y relajación. Se concentró en las cosas buenas que aún tenía la humanidad, cosas por los cuales valía la pena salvarla.

Y fue en ese momento que...

Abrió su ojo azul y delante de sí, se encontraba un paraíso hermoso. 

En medio de un cielo de otros colores, que cambiaban durante el día, había varias lunas. Un mar rodeaba las entradas a un castillo elevado. Todo era tan precioso como en una pintura.

Éste era un cielo de tantos, Methos sabía que cada persona podía crear su cielo.

Aquí moraban los arcángeles que el semidemonio semi ángel más conocía: Miguel y Uriel. Aunque ellos también cambiaban de lugar constantemente.

Por lo pronto estarían en el castillo.

Gérard sale del cuarto y se dirige al baño. El silencio reina por todo el bar, y el servicio es igual. Consta de una entrada, en mármol oscuro que se divide en dos: Damas a la derecha y Caballeros a la izquierda. El muchacho se dirige allí y se encuentra con los vejitorios, todo muy limpio, y un espejo de pared enorme en donde su rostro, algo cansado pero no tanto considerando lo que ha vivido en estos días, se refleja.

También están los cubículos con los retretes y varios grifos con toalla y jabón de costado, arriba de una pileta larga que se extiende lateralmente al enorme espejo. Los azulejos que adornan el lugar son rojos en la pared y negros en el suelo.

Es una decoración "infernal" pero que extrañamente no queda mal, menos en este sitio.

Gérard y Methos han salido de la habitación, dejando a Haziel e Ingrid en compañía del crío. Éste sigue durmiendo con una expresión de placidez en su joven y redondo rostro. El silencio reina en el cuarto, ni siquiera se siente el volar de una mosca. Ambos jóvenes se miran: tan extraño y a la vez natural parece la seguidilla de hechos que los han llevado a este punto que el cuidar a un pequeño de las fuerzas del mal... no parece tan malo.

Ingrid se sienta en la punta de la cama y Haziel trae una silla cerca, en donde se sienta a descansar un poco. Por ahora están aquí en paz, por lo pronto no hay demonios cerca pero algo en el interior de ambos les dice que la guerra recién está empezando y que esa criatura de 5 años es la clave de vencer o ser derrotados.

Miré el lugar de cabo a rabo y finalmente me encogí de hombros.

-Una decoración acorde para el local de un semidemonio.

Usé el retrete, tenía que usarlo y ya habiendo hecho lo que tenía que hacer, me lavé las manos, me mojé la cara y salí. Necesitaba un trago y lo necesitaba ya.

Gérard terminó de usar el servicio y salió nuevamente, pero no directamente hacia la habitación: ahora estaba en la parte del bar y había una barra larga y detrás muchas bebidas alcohólicas puestas en las estanterías. También había muchos asientos redondos donde sentarse y varias mesas en donde la gente también comía algo o hacía otras cosas. Después de todo éste era un sitio diferente a un bar común.

La cuestión era que el muchacho sabía que si quería tomar algo, nadie iba a decirle que no.

Un ojo abierto y el otro cerrado era como jugar a la ruleta rusa con su propia vida pero de eso se trataba en cierto modo, camino por un puente hecho de oro y plata, observo el apisaje mas qeu majestuoso y esto parecia reconfortarle de cierto modo inexplicable; donde estaban ellos? Haciendo cosas de Angeles asumio por un momento hasta que llego a la gran puerta del castillo la cual golpeo tres veces.

- Estan alli?-  Pregunto con su voz a medio tono.

-Bar abierto -pensé al ver la barra ahí, completa a mi disposición.

Todas esas botellas de licor a mi disposición me animaron, y mucho. Me fui directo a las botellas de vodka, había marcas que no conocía y las probé todas hasta decidirme por cuál habría de rellenar mi petaca.

-Vodka es lo mejor, no deja olor -me dije y no porque fuera un descubrimiento reciente sino porque no quería que el niño me sintiera olor a alcohol cuando se me acercara.

Busqué también cosas para comer, habían bolsas de maní salado, palomitas de maiz y gran variedad de snacks. No alimentaban mucho pero al menos servían para engañar al estómago. Pude haber tratado de prepararme algo más, algún tentempié facilón, pero no vi la necesidad, con lo que había encontrado tenía de sobra.

No hizo falta que Methos dijese más: las puertas dobles se abrieron y se mostró un interior de pisos alfombrados y columnas de jade que sostenían techos de algo similar al oro. No es que fuese oro en verdad, a Dios le venía tan bien un palacio así como una casa de adobe o un material que aún se desconociese en la tierra. No le importaba al gran creador la materia y de hecho todo lo real era indiferente a ella.

Methos estaba observando el lugar cuando bajo delante suyo el Árcangel Miguel. Estaba sin sus alas, pero si las necesitara, saldrían de atrás de su espalda en un abrir y cerrar de ojos.

-Siempre es bueno verte, amigo Methos - preguntó -¿Qué te trae por aquí?