Partida Rol por web

-Todo tiene su lado negativo, aunque me quedo con la cremación -afirmó Edward tras escuchar al abogado.

Definitivamente era la opción que más ventajas le producía. Si su cuerpo era cremado, su esposa e hijos siempre podrían tenerlo en casa, subido en alguna repisa, o arrojar sus cenizas a algún lugar que le agradara. O incluso guardar su urna en un nicho en el cementerio. Siempre le había asqueado la posibilidad de que alguien tuviera que verlo en estado de descomposición y ahora más que nunca.

-No, no me importa. Ed está bien -dijo el cineasta, cuando Cletus le preguntó si podía llaamrlo Ed. Al fin y al cabo, era el nombre con el que se le conocía en el mundillo. Al escuchar la sugerencia del abogado, se encogió de hombros-. Llévenos a dar ese paseo, pero preferiría no tener que volver a ver el cuerpo de mi primo. Por respeto a él, sobre todo. -Se volvió hacia Cletus, esbozando al escuchar la pregunta que le hacía-. De terror puro como tal no he hecho ninguna, aunque mi primera película fue un remake de una película de zombies de los setenta -recordó, con nostalgia, rememorando la que para sus haters siempre había sido su mejor película. A menudo alababan al guionista, únicamente para criticarlo a él-. Un grupo de personas acababan dentro de un centro comercial durante un apocalipsis zombie. ¡Stephen King dijo hace poco en Twitter que los diez primeros minutos eran lo más terrorífico que había visto en una película del género!

El mayordomo nota las miradas sobre él, y toma aire lentamente por la nariz. Parte de ese profesionalismo que le ha caracterizado toda su vida bajo las órdenes de los Bartou parece desaparecer un poco, pero no llega a derrumbarse ni a relajar la postura. En vez de eso, mira firmemente a los tres presentes. -Por favor, os pido que toméis asiento.- Dice, señalando hacia los varios muebles y sillones del salón. Una vez está seguro que los tres se encuentran medianamente cómodos, ya sea porque hayan obedecido o hubiesen preferido quedarse en pie, volvió a hablar.

-Señora Bartou, esta tarde me hizo unas preguntas que tuve que responder con algo de... precaución.- Dirige una breve mirada a la puerta, se acerca a ella, la abre y mira fuera del pasillo, antes de volver a cerrar. Vuelve a su posición anterior, con las manos a la espalda. -La enfermedad del señor Bartou fue diagnosticada como dijo la señorita Charity, sin embargo no fue ella quien le encontró esta madrugada. Él... me temo que el suceso ocurrió días antes. Pero de haberse filtrado esa información, las acciones de la empresa habrían caído en picada. El señor Bartou ha dejado una serie de instrucciones en caso que algo así sucediera, para proteger el patrimonio que está dejando a su familia. La señorita Charity se ha encargado de cumplir con estas, incluso las de mantener en secreto el deceso. De hecho, nadie más que aquellos que nos encontramos en este momento dentro de la mansión lo sabemos. Por eso no fue llamado el Padre George. Nadie en el pueblo sabe la verdad. Y esta no será revelada hasta saber quién heredará la empresa del señor Bartou.-

Toma de nuevo silencio, a la espera de posibles nuevas preguntas, pero también dejándoles un momento para procesar aquella información.

-Bueno, bueno. Al salón de la terraza no, entonces.- Dice el abogado, divertido de ver la visceral reacción que los dos hombres han tenido de solo pensar en volver a toparse con el cadáver. -Una pena, en verdad. Es una de las salas más espaciosas e iluminadas de la mansión, pero luego de esta noche dudo que vuelva a ser visitada sin traer malos recuerdos.-

El hombre apaga la punta del cigarrillo con la uña del pulgar, toma una de las linternas y abre la puerta. -A ver, estamos en el ala oeste del segundo pasillo. Mas que todo habitaciones, tambien está el segundo piso de la biblioteca, el cuarto de música, y un estudio.- Patrick se dirige sobretodo a Cletus, puesto que Edward si podría recordar un poco la mansión de sus visitas cuando era más joven. -Abajo está la cocina, el comedor, la planta baja de la biblioteca, el salón de caballeros, el salón de baile, el salón de la terraza que ya conocieron.- Se ríe con malicia. -El jardín, el despacho del jefe. Luego hay otro piso arriba, y por último el piso subterráneo que es el reino secreto del mayordomo.- Vuelve a reír. -Ya sabéis, los cuartos de los criados, el área de lavandería, el almacén... Entonces, ¿a donde os llevo?-

Sonrió con las palabras de Ed, se sentía más cómodo tuteándolo y teniendo un trato más familiar.

-¡¿Stephen King!? ¡Guau tío, eso es mucho nivel! -Exclamó verdaderamente impresionado por lo que Ed acababa de decir, desde luego tenía que ser una buena película de miedo.- Tengo que verla un día, seguro que te cagas de miedo.

Esperaría a que pasara todo el lío con Clem pues no estaba del todo seguro si esas cosas le podían venir bien, pero se la apuntaría para el futuro. Después se quedó algo perdido ante la cantidad de direcciones que el abogado les había dado, él que vivía en una caravana estaba sobrepasado con tantas opciones y miró a su compañero.- Pues... No se. ¿Donde estén los otros, no? -Cuanto antes se volvieran a juntar antes podrían terminar con todo eso.- ¿O tu tienes alguna otra preferencia Ed? -Seguro que el cineasta podía dar una mejor opción, al menos conocería algo la casa y también las costumbres del resto de la familia.

El piloto no parece en absoluto afectado por la actitud del criado. Tal vez fuera bien disimulado desdén o simplemente una vergüenza sobre la que rogaba por su sobreseimiento. 

-Ah, así que chocolate, la señorita es un poco golosa. - se ríe divertido y del bolsillo interior de su americana, saca una cajita metálica que parece una pitillera pero en realidad al abrirlo revela un pequeño cargamento bombones envueltos en plástico de la marca Kinder, parecían caramelos pero eran de chocolate con leche y blanco. Le ofrece a la pequeña y también a George y luego procede a coger uno también.- Cuando estés más repuesta si quieres podemos ir a buscar a la ama de llaves, parecía muy simpatica, seguro que ella te prepara un chocolate caliente y de paso, tal vez también me lo haga a mi, pero si se lo pides tu seguro que es más efectivo.- le guiña un ojo.

Levanta la vista y mira a Rochester esperando a ver si su gesto se reposa o por contra sigue tenso.

La prioridad en la vida de George era que Odette estuviera bien tuviera que contravenir a quien fuera. En esta ocasión el criado había sido lo suficientemente desconsiderado con la situación que se había ganado aquel coletazo de veneno. No obstante se le escapó una sonrisa cuando fue a descargar contra la petición del joven Thomas.

No obstante el joven no se amilanó y reponiéndose sacó una pitillera llena de chocolates. George rechazó el ofrecimiento —Si hubiera sido tabaco... 

En esos momentos se sintió como un animal enjaulado y por más que miraba a Odette sólo podía imaginar que lo único que podía ganar estando allí era más y más dolor. Tampoco llegaba a entender que había venido a hacer Thomas a ese nido de buitres. El chico era guapo, joven y piloto. No era un tullido como su hija. ¿Para qué querría demostrar cuanto amaba a su abuelo?

Se sentó al otro lado de la cama al que ocupaba Thomas con su silla y acarició las piernas invisibles de Odette mientras miraba calmado al piloto —Buena idea Thomas. Llamaré al ama de llaves y que nos preparen un refrigerio caliente. No parece que vaya a mejorar mucho el día. 

Miró a Thomas, a continuación a Odette. Finalmente dijo de nuevo airado levantándose de la cama —Lo mejor será que lo pida yo. Ya va siendo hora de que alguien les diga cómo son las cosas...

Probablemente sí de perder a alguien importante se trataba, tal vez Odette y Rochester se llevaban la palma, con la trágico del accidente que terminó con la vida de Antoniette y había dejado a Odette en aquel estado. Sin duda al lado de ellos la vida de Thomas era un paraíso. No. No sabía bien por qué diablos Thomas estaba allí y eso lo crispaba un poco. Quizás no tanto como en el caso del cineasta, o el diseñador de moda.

Negué con la cabeza al escuchar a mi madre. Claro que tenía mi abogada, en la que confiaba por completo desde que me había llevado el tema del divorcio, pero Jane estaba muy lejos. 

—Conozco una, pero en Nueva York. Dudo que pueda venir con la urgencia que necesitamos. Tendría que ser alguno que esté más cerca. —Miré a Rosalind, por si ella conocía a alguien.

Pero eso perdió importancia cuando el mayordomo empezó a hablar. No tomé asiento cuando nos lo dijo. Hice un gesto con la mano rechazando la oferta, porque prefería estar de pie y poder moverme. Ya había pasado muchísimo rato sentado durante el viaje. Lo que sí hice fue beber un sorbito de mi vaso, preparándome para cualquier cosa que pudiera venir.

Por fin empezaba a desvelarse el misterio y mi madre había resultado tener razón, demostrando que su perspicacia seguía en buena forma a pesar de las canas. Le hice un gesto arqueando las cejas mientras escuchaba los detalles que nos daba Lucius, y luego miré a mi prima también antes de hablar. 

—¿Y en qué consisten estas instrucciones? —pregunté—. ¿Son solo sobre mantener el deceso en secreto o hay algo más? 

Un extraño jueguito el que nos había dejado mi tío antes de morir. No estaba del todo seguro de querer jugarlo, pero, al fin y al cabo, estaba ahí después de un viaje largo. Así que algo sí me importaba todo aquello. Y lo principal era saber las reglas.

Al parecer estábamos de acuerdo en que no nos caía bien esa Charity. Pero sobre cambiar de abogado no tenía idea alguna ni podía opinar. No parecía conocer a nadie que pudiera ayudarnos en ésta situación, aunque desde luego hubiera sido más fácil para mi hablar con el Padre George que con el sacerdote que había elegido mi padre.

Y ahí fue cuando Lucius nos reveló la verdad. Me senté tal y como nos dijo, preocupada por la forma en la que comenzó... y a lo largo de su discurso mi rigidez fue aumentando cada vez más. Boca sellada y manos apretadas la una contra la otra en un incómodo gesto. Resultó que sí, Priscilla había dado en el clavo. Nos habían estado mintiendo. Y como siempre, todo el mundo sabía más que yo. Como era posible que siempre acabase en una situación tan atrasada, incluso en algo tan importante como la muerte de mi propio padre? La sensación de estar siempre unos pasos atrás... 

Mis ojos seguían clavados en Lucius. Algo resentida. ¿Acaso no podrían haberme dicho la verdad desde el principio? Pero todo había sido planificado por mi padre, de antemano, por nuestro bien... O más bien, por el bien del "patrimonio" que iba a entregar... a la familia. Tenía la boca seca.

- ... Podrían haber confiado por lo menos en... nosotros... y comunicárnoslo... - miro hacia una esquina, con gesto serio y bastante agrio ¿Ocultar todo esto a su hermana, o a su hija? qué se creían que haríamos, gritarlo a los cuatro vientos? - Hubiéramos respetado todo lo que él hubiese deseado, o dictaminado. Es mi padre. - y fue mi padre quien así lo quiso. No podía rebatir nada, pero el quejido salió natural.  

Ahora entendí porqué eligió al Padre John. Alguien lejano al pueblo, alguien que no crearía problemas, y un antiguo amigo suyo que respetaría su decisión... pero yo también lo habría hecho. Siempre hice lo que me pidió... excepto cuando dejé la clausura. Jamás pude saber su opinión al respecto. Un pinchazo volvió a hurgar en mi interior. ¿sería aquél el motivo por el cual me dejó tan de lado, incluso en un tema tan importante como su propia muerte?.

Entonces caí en la cuenta - Espera, quieres decir que aún no se sabe quién heredará la empresa? ¿Qué quieres decir con eso? - mi padre tenía todo planificado, era imposible que no hubiera puesto todo en orden después de haber montado todo este plan para falsificar el momento de su muerte.

Edward se mostró un tanto extrañado ante las intenciones del señor Harper. ¿Por qué tenerles haciendo un recorrido por toda la mansión? No le encontraba mucho sentido a la actitud del abogado y consideraba que, dadas las circunstancias que les ocupaban, sería poco respetuoso deambular por el edificio en vez de estar con sus familiares.

-Llévenos donde estén los demás -indicó el cineasta, uniéndose a lo que había solicitado Cletus. Miró al joven-. Teniendo en cuenta lo que pasó antes, creo que es mejor que ahora acompañemos a los demás. Puede que luego haya tiempo de echar un vistazo a la mansión. Tengo curiosidad por saber hasta qué punto ha cambiado este sitio...

Asintió con las palabras de Ed mostrando su conformidad, le parecía lo mejor y él tampoco tenía ganas de andar de turismo por la mansión de su tío fallecido, en otras circunstancias quizás hubiera tenido cierta curiosidad pero no en aquellos momentos.

-Pues entonces está decidido. Patrick llévanos con el resto o al menos con algunos de ellos, por lo que imagino están desperdigados por ahí ¿No? -Le sonaba que Cletus había dicho algo al respecto pero ahora no estaba muy seguro.- Habrá que asegurarse que estén todos bien.

No sabía si había muchos más afectados por lo que había pasado pero esperaba que no, la verdad que había sido una muy mala primera impresión con su familia, pero lo sucedido había sido muy fuerte.

Bajé la vista, un poco ruborizada, al escuchar a Thomas decir que era golosa. Sonreí un poco, también, con timidez. Al ver que me ofrecía un chocolate, miré de reojo a mon bon papa, pero enseguida acepté el ofrecimiento y tomé una de esas pastillitas de chocolate y me la llevé a la boca.

—Merci —dije antes de introducírmela.

La mastiqué y la saboreé con mucho gusto.

—Está deliciosa. Gracias —le respondí al primo, siempre con mi vocecilla suave y tímida.

Después de que mi padre se ofreciera a buscar al ama de llaves para conseguir un refrigerio caliente, los miré a los dos un poco asustada al pensar todo lo que había pasado en el funeral.

—No entiendo por qué hicieron todo eso con el oncle Marceló. Pobre. ¿Tú lo conocías? —le pregunté a Thomas.

El simple recuerdo de su cadáver a medio podrir y el féretro abierto me dio un escalofrío que me hizo estremecerme.

-Lo siento George, no fumo, pero puedo traerte tabaco de algún lugar especial cuando lo visite ¿te gustan los puros habanos? Dicen los entendidos que son los mejores.- trataba de tender un puente amigable hacia el serio hombre.

-Para mi un café, si es tan amable, pero por favor, recuerde que la ama de llaves ha sido amable con todos nosotros, y también con su hija, sea cortés con ella.- le pide, con esperanza de que le hiciera algo de caso, aunque no sabía en qué la fundamentaba.

Se arrellana en la silla y centra su atención el Odette.

-Si, un poco, cuando era muy niño, vine con mis padres alguna vez a verle. Parecía un hombre serio, pero amable.- no podía contar con mucho detalle nada más de su abuelo, pero al menos lo poco que recordaba era positivo. Hasta hoy claro.-No lo se, prima, creo que la tía Priscilla se ha puesto nerviosa, mucho tiempo sin saber de su hermano y cuando recibe noticias es para comunicar el fallecimiento y además en circunstancias poco claras...y con tantas apreciaciones para poder recibir su parte legítima de la herencia. A mi no me afecta demasiado, pero entiendo que haya personas que se estén sintiendo ultrajadas por cómo se están sucediendo los acontecimientos.

—Eres un buen chico Thomas... —desveló George inclinando levemente la comisura de su labio en un gesto a medio camino de una sonrisa en alguien que no está acostumbrado a sonreír —No necesitas hacerme la pelota. Sé que eres un buen chico.

Dejó escapar el aire lentamente por la nariz mientras parecía relajar el semblante cuando lo miró Odette. A todas luces Thomas era la persona que por edad y situación dentro de la familia más podía sintonizar con su pequeña, salvando siempre las diferencias obvias. Por eso George, que siempre buscaba lo mejor para su hija, no quería estropear una posible vía de fraternidad con su familia materna. Por ese motivo dejó pasar aquel comentario pertinaz sobre la forma en la que debía tratar a nadie. Sacudió la cabeza en un gesto silencioso de asentimiento y, tras agarrar una de las linternas, se encaminó hacia la puerta.

Justo antes de atravesar el umbral escuchó la pregunta de su hija y esperó un poco a escuchar la respuesta antes de añadir —Ultraje es lo que están haciendo precisamente esas personas. Han desatendido las últimas voluntades de un muerto ¿Se creen acaso que están por encima del bien y del mal? Son una panda de hienas desagradecidas y ambiciosas. Yo solo vengo aquí en calidad de acompañante pero... me parece lamentable el espectáculo que están brindando.

No estaba muy seguro sobre eso de que el piloto no tuviera intereses. Todo el mundo tenía un precio si la oportunidad lo merecía pero no iba a juzgar a todo el mundo por el mismo rasero. Miró a su hija y con un guiño se despidió mientras iluminaba el pasillo de la mansión que permanecía a oscuras —Volveré lo antes posible.

Me quedé mirando con los ojos abiertos y mucho interés la historia que Thomas contaba sobre Marceló y su familia, pero no dije nada al respecto de todo aquello, sino que giré el cuello para observar lo que mon bon papa decía al respecto. Todos hablaban de ultrajes y verás, querido lector, en mi opinión actual creo que todos allí éramos un poco ultrajadores, pero claro, en aquel momento no pensaba eso, en aquel momento, aquella palabra, ultraje, me sonaba demasiado fuerte, y me llevé una mano a la boquita en o.

—No sé —murmuré tímidamente—. Quizás simplemente están… comment dit-on? Confondus? ¿Confundidos? Y tristes. Cuando la gente está triste, hace cosas extrañas.

Encogí los hombros, pero luego miré a mon bon papa y le sonreí cuando dijo que volvería enseguida. Asentí un par de veces con la cabeza, sin decir nada, y luego miré de nuevo a Thomas.

—Si no conocías mucho a Marceló, ¿por qué has venido al funeral? —le pregunté con inocente curiosidad—. Yo quería conocer a la familia —aclaré antes de tener su respuesta, siempre con mi voz suavecita y baja—. Y también me gustaría que ojalá dejen una parte de la herencia como donación a la Strong Teenagers Foundation. Es una fundación para chicos con problemas como el mío —dije señalándome mis inexistentes piernas—. Me ayudaron mucho y ahora hago voluntariado con ellos. ¿Crees que podré convencer a la tante Priscilla de que hagan esa donación? —pregunté con absoluta inocencia.

-Lucius, habla más claro. Tú sabes a qué te refieres, pero nosotros no. ¿Por qué la noticia de la muerte de Marceló iba a hacer caer en picado las acciones de la empresa? Eso es absurdo, la sucesión y el traspaso de poderes sería la misma si se hubiera dicho en el momento del fallecimiento, no tiene sentido aplazar el funeral, el entierro, y la lectura del testamento. ¿O me estoy perdiendo algo? ¿Y qué narices tiene que decir Charity al respecto? Suelta la verdad, anda, ¡Toda la Verdad!

O él escondía algo, algo más, y por tanto estaba metido en el ajo, o había sido el propio Marceló quien había montado todo ese circo, algo que tampoco le sorprendería, o el personal con el que había convivido Marceló los últimos años había creado un velo espeso a su alrededor que sería difícil de rasgar. 

Si el hecho ineludible de que había sido el propio Marceló quien se había enclaustrado después de la muerte de su mujer quería decir que su hermano había perdido el juicio, el que ahora en su muerte todo fuera tan oscuro no era de extrañar. Necesitaban luz. Así que miró fijamente a Lucius, a la espera de que el hombre les diera un poco de claridad.

-Y aunque así fuera...- empieza a matizar, sobre el tema de hacer cosas incomprensibles cuando se está triste- Parte de ser adulto es afrontar la responsabilidad de los actos que llevamos acabo cuando estamos tristes. Es por eso que aprendemos a gestionar esas emociones.- le explica, pensativo, echando un vistazo hacia la ventana con aire reflexivo- Porque no tenemos derecho a dañar a nadie por que estemos tristes o enfadados. Si así fuera ¿no crees que yo sería un mal piloto?- añade luego con una sonrisa muy grande, quizás para quitarle hierro al asunto.

Saca de nuevo la cajita metálica de bombones y la sitúa abierta en la cama entre ambos para que la niña pudiera coger si lo deseaba.

-Porque aunque yo no le conociera, si lo hicieron personas a quienes yo conozco, y creo que en parte estoy aquí por esas personas.- responde tras pensarlo unos momentos- Como la tía Rosalind, hermana de mi madre, la tengo en buena estima aunque sea una persona difícil. Cuando falleció mi padre, mi madre se lamentó de que muchos miembros de esta familia no acudieran a su funeral...aunque no le conocieran a él directamente, deberían haber ido por ella ¿no? Para estar cerca, supongo.- deja las palabras en el aire, como si sus suposiciones pudieran echar a volar y traer respuestas.

Carraspea pasados unos momentos y vuelve a su encantadora sonrisa.

-No lo sé Odette, supongo que si algún miembro de la familia ya tiene en mente hacer una donación, podría darles igual hacerla a esa fundación o a otra, pero en cualquier caso, si tu padre y tu estáis aquí, ya sois herederos con derecho, ¿no crees que sería una donación suficiente la que podéis hacer entre ambos?

Las cejas del abogado se levantan con gracia, la sonrisa de pillo extendiéndose por sus labios. -¿Y cómo coño queréis que yo sepa dónde puede estar metido el resto? Igual están todos repartidos por varias habitaciones, o estarán en el comedor, o en alguna de las salas.- Se encoge de hombros.

Escuchan entonces hacia la derecha el sonido de una puerta que se abre y luego cierra; desde donde están no pueden reconocer a la persona pero ven el leve reflejo de una luz que avanza a paso firme y decidido, y cruza luego fuera de su vision. -Bueno, ahí tenéis por donde empezar. Parece que va hacia las escaleras.- De todos modos, si avanza por el pasillo en el que están, este les lleva a un pequeño rellano. Las escaleras, ascendentes y descendentes, se encuentran hacia la izquierda, una gran puerta de madera a la derecha, y otro pasillo de habitaciones similar al que dejan atrás frente a ellos.

Lucius espera paciente a que cada uno exponga sus preguntas. Luego, ante la orden de Priscilla Bartou, se dispone a responder. -Desde que el señor Marceló decidió cortar relaciones con la familia, su relación con la empresa se estrechó. Él figuraba como la cabeza pública de los Bartou, era quien tomaba la decisión final, y durante su gestión la empresa ha prosperado. Los ejecutivos no confiarían en cualquier otra persona para que lleve la empresa en caso que algo le ocurriera, a menos que sea alguien que el mismo señor Marceló les indicara. Pero su misma lejanía hizo que ni él pueda decir que conoce bien a su familia. Nos habló entonces de su intención de hacerlos venir para conocerlos, reencontrarse con algunos de vosotros y conocer a los más jóvenes... Pero la enfermedad avanzaba rápido y se dio cuenta que igual no llegaría a vivir lo suficiente para lograrlo.-

Mira un momento a las damas, antes de dirigirse a Rhys. -No conozco por completo las instrucciones, señor. A los empleados se nos dio una vaga idea al respecto: que debíamos permanecer en la mansión al menos durante un año más después de su deceso cumpliendo nuestras labores. La señorita Williams y el señor Harper son quienes más están informados, sin embargo el señor Marceló dejó lo más importante en un sobre sellado junto con su testamento. Esto es todo lo que sé.- Finaliza el hombre.

-Ah sí, claro, si estuviste con nosotros en todo momento no puedes saberlo, ciertamente. -Cuando la gente tenía razón, tenía razón, así que a Cletus no le costó dársela al abogado.- Supuse que conocías más la casa que nosotros, al menos que yo.

Parecía que Ed si que tenía ciertas nociones al menos de la distribución, en cualquier caso no le apetecía mucho andar vagando por ahí sin rumbo, aunque si resolver la situación cuanto antes para terminar con el funeral de una vez por todas. Al asomarse y ser advertido por el abogado pudo llegar a ver la silueta con la luz desaparecer.

-¡Eh! ¡Hola! -Gritó en aquella dirección.- ¡Somos Ed, Patrick y Cletus! ¿Sabes donde está el resto? ¡Espéranos y vamos juntos! -Se giró hacia sus compañeros mientras esperaba respuesta.- ¿Habéis visto quien era?

Reencontrarse con algunos de nosotros. Esas palabras fueron fuertes. Me molestaba el hecho de que hubiese deseado "conocer" a otros miembros de la familia, incluso aquellos que eran tan lejanos que no pintaban nada en comparación a los más cercanos. 

Saber que él quiso intentar reunirnos, estando aún con vida... y no haberlo logrado. Que corto era el tiempo. Hubiera bastado una llamada y yo habría acudido... Apoyé mi espalda sobre el asiento bastante derrotada, dejando caer mi peso. - Pues no... No llegó a vivir el tiempo suficiente para lograrlo. - pero todo había sido idea suya. Calculado hasta el final.

Tras otro momento de pausa silenciosa mirando la luz reflejada en uno de los adornos de la sala, pregunté - Bien. Entonces, ¿Qué se supone que quería mi padre que hiciésemos ahora? ¿Tenemos que hablar con el abogado o la secretaria sobre esto? - también se me ocurrió de repente - Supongo que incluso el Padre John está involucrado en todo esto. 

Miraba a los otros tres, era evidente que todo estaba ya planificado. Por lo que debíamos seguir las instrucciones de mi padre, fuesen cuales fuesen.