Partida Rol por web

Había prácticamente acabado con las dos calabazas pero estaba bastante herido y golpeado. Tomé asiento descansando y vi como mis compañeros intentaban curarme... sin mucho éxito. Limpié un poco mi arma y vi el estado de mi armadura, que no era el mejor. Mejor descansar por ahora. 

"Los Uthgardt, humanos salvajes y, como apuntan algunos exploradores, con tendencia al caníbalismo, descendieron de las montañas y se establecieron al Norte del Bosque Frío. […] Los elfos silvanos, siendo sus más antiguos habitantes, siempre se han encontrado en el corazón del bosque, donde la luz del sol apenas traspasa. […] Mientras que los orcos y sus aliados, los enormes ettin, siempre han preferido la zona más occidental del bosque, donde puede mantener contactos regulares con las otras tribus de orcos".

¿es la misma sombra que me ayudó con las calabazas?

En el escondite secreto encontrado por Tume contáis 150 monedas de oro así como dos palas de batalla*, una de pequeña y otra mediana.

Además, notais que la tierra está removida, a la que escarbais un poco os dais cuenta de que hay una enorme raíz de calabaza debajo. ¿De dónde viene? ¿A dónde va? Es posible que alguno de vosotros tenga alguna respuesta.

Una voz os susurra:
-Dos días y todos aquellos a los que conocéis y amáis se unirán a mí. No hay forma de salvarles. Habéis demostrado osadía al enfrentaros y vencer a mis criaturas, pero no habrá próxima vez. Huid o pereced.

Y el susurro desapareció con la brisa que entraba por la puerta entreabierta. Eran ya las primeras horas de la mañana y parecía que los jóvenes deberían ponerse en marcha muy pronto.

—¿La sombra que os alertó... ? —dejo la pregunta a medias, puesto que me doy cuenta de que soy yo el forastero y me están preguntando. Empezar con una pregunta solo iba a ser una mala primera impresión.

—Soy Durden. He seguido los mapas que me han dado hasta aquí en busca de unas ruinas a las afueras. No tengo muy claro que sean muy fiables... —reconozco, mientras examino a mi alrededor la situación. Parece que hay un herido, y se palpa la tensión en el ambiente. No parece que haya llegado en el mejor de los momentos—. Veo que estáis... en apuros. ¿Necesitáis un sanador? No soy el mejor, pero quizás os pueda ayudar un poco... —no me acerco al herido hasta que no me lo permitan, no sea que piensen que quiero hacer algo malintencionado.

Entonces me sorprende una voz que suena desde la nada.

—¿Q- qué ha sido eso?

El mediano recién llegado se presentó y mantuvo cierta distancia del grupo. Más bien como señal de respeto que por miedo. El ambiente estaba cargado de tensión. Lo cual, teniendo en cuenta que los compañeros acababan de tener su primer combate serio, que bien podía haber acabado con la muerte de alguno, era bastante normal. Viendo la reacción de Durdem, Tume se relajó un poco y se dio cuenta de que no había sido amable con el forastero.

– Disculpa mi comportamiento de antes, por favor. Pero en verdad que no has elegido el mejor momento para acercarte a nuestra aldea. Mi nombre es Tume. Se bienvenido. – Y el elfo se acercó para darle la mano como saludo –. Si de verdad sabes algo del arte de la sanación, hay dos personas que necesitarían de tus conocimientos. Te estaría agradecido, si les echaras un vistazo.

En ese momento una presencia se hizo notar en el interior de la taberna. No era corpórea, ni siquiera etérea como había sido la sombra. Tume la apreció más bien como un frio intenso y repentino, que se apoderaba de cada poro de su piel. Entonces habló con ellos, amenazadora. La voz parecía provenir de todas partes y de ninguna en concreto, ocupando toda la estancia. Su mensaje se podía entender como un aviso, pero para el elfo era más bien un reto.

Cuando todo terminó, tan rápido como había empezado, Durdem, sorprendido, pregunto acerca de lo ocurrido y Tume miró en dirección al mago del grupo.

– Creo que nuestro amigo Hardem es el mejor para explicarte lo que sabemos hasta ahora.

Y, mientras esperaba a que su compañero pusiera al nuevo al día, se sentó en el suelo al lado de la tabla que había arrancado con su ataque y que ocultaba las monedas de oro y otras sorpresas. Hizo montones, repartiendo las monedas a partes iguales^*, para compartirlos con los combatientes que habían luchado contra las calabazas humanoides. La mirada volvió a la raíz del vegetal y sintió rabia por todo lo que estaba sucediendo. Rabia que descargo contra las raíces, clavando la daga en ellas.

Tume clava la daga y, pese a hundirla bien, apenas la ha dañado. Al sacar la daga todos veis que la savia que circula por dentro es rojiza. Demasiado rojiza.

Boff no confiaba mucho en el recien llegado como para dejarlo acercar, pero sabia que tambien Tume tenia razón, en que si éste tenia la habilidad de poder sanar a sus amigos iba hacer como el punto de confianza.

-Tume se atrevió a decirle Boff si Durden se acerca a ayudar, creo que se merece una pala y bueno en tal caso como queda una, creo que me seria muy util si me lo permites a menos que alguien la necesite mas que yo, claro que en ese caso no hay rencores.

Una vez dicho esto Boff viendo lo que habia hecho Tume con su daga y lo que habia pasado con la savia .Quedose  como petrificado con grandes ojos sin parpadear.

Hardem cerró el libro al escuchar la voz que le sobresaltó, pensativo se acercó a la ventana a reflexionar mientras sus amigos atendían a los heridos y al nuevo invitado que se había ofrecido a sanar a sus compañeros. Cuando Tume le mención, asintió con la cabeza y les pidió unos minutos, necesitaba pensar. Observó las vacías calles recordando el estado del enano y se quedó unos momentos reflexionando sobre las palabras que acababan de oír sumado a lo que veía por la ventana. No se había iniciado aún la actividad diaria en el pueblo. Tume se le acercó con parte de la suma de oro que habían encontrado y la aceptó con agrado mientras terminaba de enlazar la información que conocían.

- Nuestros familiares, todo el pueblo. comenzó a decir. Creo que todos duermen como duerme el enano, la voz que nos amenaza y la falta de actividad en Laderafría me lo están confirmando. Somos los únicos que nos hemos mantenido despiertos y no hemos caído en el sopor del malvado druida de las leyendas.

- Parece que parte de lo que os leí puede estar ocurriendo ahora y tenemos poco tiempo para resolverlo. Tenemos que partir al Bosque Frío y anunciar el retorno del Pastor de Calabazas o de un imitador que va a repetir su venganza. Al norte del Bosque podremos encontrar a Uthgard, en la zona occidental están situados los orcos y en el corazón del Bosque Frío se alojan los elfos. Estas son las tres razas con las que el Pastor acabo cuando se le pusieron por delante y es a sus líderes a quien debemos acudir. Espero que nos dé tiempo y nos crean. Estas calabazas no se han animado solas. dijo finalmente taciturno

A la paladina no le gustaba que les amenazaran y no hubiera una justa respuesta y un castigo pertinente, pero esto era otra cosa. Esa sombra le había ayudado.

-Gente, más calabazas de esas se enfrentaron a mi, y esa sombra me ayudó. Por eso vine por ayuda, pero no esperaba que estubíerais enfrascados con más de esas hierbas. Empuñó su lanza de manera contundente y preguntó: ¿Qué hacemos? Mientras se relamía la sangra de la comisura del labio.

Me acerco con cuidado al mediano, escuchando a la vez lo que van diciendo. Dejo mis cosas a un lado, y recuerdo que no tengo enseres para vendar heridas adecuadamente ni nada por el estilo, así que me veo con mis manos desnudas y mi cabeza para poder ayudar al tipo.

—¿Qué es un pastor de calabazas? —pregunto, inquieto con la idea de haber pasado a través de un campo de calabazas sin ningún tipo de pudor si hay alguien capaz de usarlas en contra de la gente, pero sin dejar de examinar al mediano, al que empiezo a explorar con algo de aprensión.

- Vayamos al suroeste primero, todos juntos y veamos si los orcos se muestran colaborativos, sino podemos convencerles me temo que una gran desgracia va a suceder. dijo Hardem un tanto taciturno.

Hardem les explicó todo lo que había averiguado hasta ahora y Tume le escuchó atentamente y sin interrumpirle en ningún momento. Cuando su amigo termino de contarles la historia, el elfo no contesto de inmediato, sino que pareció estar meditando acerca de las connotaciones de todo aquello.

Entonces el mediano recién llegado hizo una pregunta que podía parecer ingenua pero en realidad era posiblemente la clave de todo.

– ¿Qué que es un pastor de calabazas? Ummmmh. Me temo que vamos a descubrirlo antes de lo que creemos. – empezó á contestarle Tume –. Acompáñanos y ayúdanos a descubrirlo. – continuó con su característica abierta sonrisa, para dirigirse luego a su amigo el mago –. Así se hará, Hardem. Vayamos a visitar á esos orcos y ver de ponerlos de nuestro lado. Cuenta conmigo para ello, compañero.

El elfo parecía hasta alegrarse por la posibilidad de iniciar una aventura con sus camaradas. Si el resto creía interpretar en su sonrisa falta de seriedad acerca de la situación en la que se encontraban, se equivocaba. Tume entendía la gravedad del asunto. Pero también veía una oportunidad, una ocasión de triunfar y acabar con esa amenaza, y entendía que el optimismo era el estado de ánimo más apropiado para afrontar aquella empresa.

Decididos a marchar hacia el bosque, los seis recogéis vuestras cosas (la pala pequeña se la queda Durden, a cambio de colaborar con vosotros), y le dais un último vistazo al enano, que sigue durmiendo plácidamente. Os fijáis con el agujero del suelo que la tierra se mueve poco a poco. Las raíces de lo que sea que haya bajo la taberna deben de ser enormes.

En cuanto os ponéis en marcha veis que la sombra os sigue, cerrando el grupo.

Tras despediros os dirigís a donde empezó todo: la taberna de Ulrik. Caminando veis como la tierra parece removida y cuando entráis en la desvencijada posada (destruida por el combate con las calabazas la noche que empezó todo, veis una enorme raíz que cruza la estancia y sube al segundo piso). A medida que os acercáis a la raíz notáis como rítmicamente parece latir. Therk empuña su Ahlspiess dispuesto a comenzar a talar aquella cosa pero al alzar su arma escucháis a vuestra espalda un ruido terriblemente familiar. 

Dos calabazas animadas emergen del enorme tallo. Sus "bocas" sonríen de un modo tan antinatural que dan miedo. Están listas para atacaros aunque estáis lo suficientemente lejos como para que solo puedan atacaros con los tallos. Sin embargo, si queréis acabar con ellas, debéis acercaros.