Partida Rol por web

El hombre te mira de arriba a abajo.

- ¡Buenos días señorita! - Dice al acercarte.

Mira un momento el estado de la gabardina. Desde luego no está en su mejor momento aunque tapa lo necesario.

- Sí... Creo que tenemos algo que le pueda servir... - Mira bajo el mostrador y saca una gabardina. - Tenemos esto... Creo que es de su talla... Una como esta son 5 Monedas de Plata. A parte, también podría querer otra de recambio... Más ropa... Tal vez también quiera otro juego de ropa...

Es una buena idea esto que me dice, pero no quiero andar con más bulto encima. -Gracias, pero con una es suficiente... em... si le llega a pasar lo mismo que a esta otra ya sabré donde encontrarlo, no? -Sin dudas necesito más mudas, pero por ahora me las apañaré con lo que tengo.

Le entrego las monedas, sintiendo un profundo dolor en mi corazón al desprenderme de ellas. Doy media vuelta y me empiezo a alejar con buena prisa de ahí. Intentaré no permanecer mucho tiempo en un mismo lugar.

Mientras ando por las calles presto especial atención a algún posible cartel de "se busca" o algo parecido, hasta que ingreso en la primer posada que veo. Con todo el disimulo posible me acerco al mostrador. -Buen día. -Saludo agachando la cabeza. -..N..ecesitaría una habitación ahora mismo, hay alguna libre?

- Buenos días. - Saluda el posadero cuando entras. - Sí, tenemos habitaciones libre. 

Te echa un vistazo de arriba a abajo.

- ¿Querrá una individual? ¿Una doble? - Pregunta echandote un vistazo. - Se paga por adelantado... Una moneda de plata si la quiere individual... O bien dos de plata si la quiere doble.

La mirada que te echa te deja bastante claro que no se fía del todo de ti. No tienes claro si cree que eres una cortesana o más bien algún tipo de vagabunda...

Hay que decir que te has metido en la primera posada que has encontrado. Esta no está muy alejada del mercado y, por lo que puedes ver en la clientela, parecen la mayoría mercaderes.

Mientras le escuchas, te concentras en tu entorno.

En general no hay demasiada gente que te llame la atención en la ciudad. La mayoría son gente normal y corriente. Aunque sí puedes detectar una docena de individuos que desprenden la misma cantidad de energía que tendrías tú. Unos cinco o seis algo superiores, aunque no demasiado. Mientras que hay un par de ellas que sí sobresalen bastante. 

Una de esas energías, por suerte o por desgracia, se encuentra allí mismo, en la posada.

Puedes ver que se trata de un joven que porta armadura. El corazón te vuelve a palpitar al ver que no lleva ninguna cruz ni nada que le identifique con la iglesia. 

Se encuentra en el extremo de la barra, pidiendo comida. 

Parece que está solo allí aunque... Por lo que está pidiendo... Parece que, o bien espera a alguien más, o bien alguien le espera en una de las habitaciones... Por la cantidad... Tal vez sean dos o tres personas.

Aaah... este lugar es bastante chungoso... Y en serio? Le tengo que pagar un día entero? Quiero entrar a cambiarme, viejo idiota. -Aa.. em.. Solo la necesito unos minutos, de verdad le debo una plata? Es solo para mí, y me iré enseguida, no me haría precio? No tengo intención de pasar la noche en ella. -Si sigo así estaré seca antes de que pase una semana.

Además no me está gustando nada, percibo presencias potentes, si llegan a ser fanáticos locos ya me veo en la hoguera.

Se me hiela la sangre al ver de reojo a un tarado con armadura ahí al costado, con pinta de que sabe usar esa espada que trae, y la armadura no creo que sea para aparentar, o bueno, tal vez sí. Qué se trae? Será un mercenario? Por un instante se me ocurrió la idea irreal de preguntarle si me quiere en su grupo, pero eso incrementaría la chance de que me descubran.
Suspiro.
-Anda, vamos, sea bueno con esta pobre e indefensa joven. -Trato de poner mi mejor sonrisa, aunque mi estado de ánimo no creo que me lo permita.

A pesar de tus excusas, el posadero te mira de arriba a abajo.

- Perdóname querida, pero si no quieres pasar la noche, ¿para qué quieres una...

Pero en ese momento se detiene, como si hubiera caído en algo.

- ¡Aquí no tenemos habitaciones para las de tu profesión! ¡Si quieres una habitación tendrás que pagar por ella como cualquier otra persona! Por mucho que solo la uses para... Un rato... Y se paga por adelantado. 

Mientras el posadero te habla, el resto de los allí presentes parecen empezar a mirarte de reojo... 

-E...? -Quedo parcialmente confundida con lo que me dice el tipo, pero más por la sorpresa que otra cosa, pues comprendo lo que insinúa. -Yo no soy nada de eso! Viejo idiota! Solo necesito una habitación para cambiarme de ropa! -Enseño los jirones y el abrigo de cuero que acabo de comprarme.

Doy media vuelta y me marcho a zancadas. Pateando una de las mesas en el camino. -Y ustedes qué miran? -Es increíble, por qué sale todo mal?

Ha sido una idea muy estúpida venir a una ciudad tan grande. Creo que voy a buscar algo más rural, donde pueda pasar mejor desapercibida. Algún trabajo de granja quizás. Sí, eso. Solo haría falta huir de acá... otra vez...

Todo el mundo se queda perplejo cuando te pones de aquel humor, incluso algunos dan un pequeño respingo cuando golpeas una mesa.

- Disculpe señorita. - Escuchas justo antes de salir de la posada.

Al darte la vuelta ves que se trata del hombre de la armadura.

- Si solo necesita un lugar privado para cambiarse, puede usar nuestra habitación. No tendríamos inconveniente. 

El hombre se queda a la espera unos segundos, el tiempo que tarda en coger una pequeña bandeja llena de comida y bebida.

- Segunda puerta a la derecha...

Y sin esperar más ves como gira y empieza a subir por las escaleras. 

Bueno... Al menos parecía que no ibas a tener tan mala suerte después de todo.

Y éste qué se cree...?

-De acuerdo. -No me importa si es una trampa, si llega a no serlo, me pondría a golpear mi cabeza contra la pared por estúpida y haber desperdiciado una oportunidad, y si es una trampa me los cargo a todos y luego huyo, porque no estaré de humor en ese caso.

Empiezo a subir las escaleras lanzándoles miradas nocivas a quienes todavía me estén mirando.

Mientras sigues al chico escaleras arriba, no dejas de mirar con ojos acusadores a aquellos que te mirasen... Pero estos parecían tener más curiosidad por tus ropajes rotos que por ti. De todas maneras, alguna mirada despistada logras captar y entrecierras las cejas para dejar claro que no te caían bien... Por suerte, pronto subes al piso de arriba y les pierdes de vista.

Cuando llegáis, el chico abre la puerta y te deja pasar.

- Las damas primero. - Comenta de forma educada. A aquella distancia puedes ver que es un chico bastante guapo... Incluso puedes sentir algo en la boca del estómago... 

Al cruzar el umbral entras en una estancia amplia y espaciosa. 

Limpia, aseada y pulcra. Hay una ventana en un lateral que ilumina toda la estancia, donde puedes ver una mesilla, un par de candiles con velas y un par de camas. Sobre estas puedes ver a dos personas que parecen hablar de algo, las cuales se callan al verte entrar.

Eran un chico y una chica. 

Él llevaba una larga gabardina con unas hombreras de metal, que parecían más acorde con una armadura que con una gabardina... Pero sin embargo lo llevaba. Bien afeitado, de ojos azules y bastante guapo. No parecía llevar armas ni nada así. 

Ella, tampoco se quedaba atrás en belleza, aunque su aspecto estaba algo más adornado que el de los hombres: anillos, collares y diferentes joyas en la frente, junto con un escote pronunciado, la hacían destacar. El resto de la ropa era normal... O casi... Por un lado parecían unas ropas cómodas para viajar, ya que eran unos pantalones, un vestido por encima y una gabardina. Pero estaba impoluto y perfecto. Sin manchas ni rasguños del camino.

Ambos te miran extrañados un momento.

- Él es Venser. - Dice el chico de la espada mirando al otro chico. - Y ella se llama Elena... - Parece que se detiene un momento y te mira. - A mí me puedes llamar Tomas... - Pero la mirada sigue fija en ti unos segundos hasta que se gira a hablar con los demás. - Solo necesita un lugar donde cambiarse de ropa, de manera que la dije que podía subir aquí y así no tener que pagar una habitación.

La chica, en ese momento, sonríe y asiente.

- ¡Ah sí! ¡Claro! - A pesar de que mira tus ropas rotas, su expresión no cambia. - Tienes allí una puerta que da a mi habitación. - Y te señala una pequeña puerta en un lateral. - Puedes cambiarte allí sin problemas.

A pesar de las sonrisas de la chica, por la expresión de Venser puedes ver, con claridad, que no le hace demasiada gracia tu presencia. 

Este lugar cuesta solo una plata? Qué locura... -Gra..cias... -Digo arrastrando las sílabas mientras observo a los presentes.

Deben ser estas las presencias importantes que sentí recién. Qué son? Un grupo de aventureros? Tienen toda la pinta de viajeros, pero... y por qué me los presentó? Demasiado educado es este tipo, me sienta mal no presentarme yo también. -Yo soy Sera. -Me arrepiento de haber dicho mi verdadero nombre en el instante en que lo hago, quizás habría sido más prudente usar un seudónimo, pero bueno, lo hecho, hecho está.

-Con permiso. -Y cruzo la puerta.

- Un placer Sera. - Contesta la chica. - Hay algunas cosas encima de la cama y por ahí... Si te molestan quitalas de en medio. No te preocupes.

Te dice justo antes de abrir la puerta para cruzar al otro lado...

Y es que, el sitio en el que estás es una habitación como el doble de grande que la anterior. Con dos gigantescos ventanales, una cama de dos metros de ancho con dosel, un pequeño tocador, dos armarios... Una habitación impresionante desde luego. Sobre todo, cuando ves que sobre la cama, por el tocador y cubriendo parte del suelo, hay todo tipo de vestidos y ropajes de alta calidad... La mayoría engarzados con joyas y cosas que tenían pinta de ser bastante caras...

Una vez cierras la puerta a tu espalda, puedes escuchar como empiezan a hablar en susurros.

- ¿Por qué la has traído? - Escuchas que pregunta uno de los chicos... El que crees que se llama Venser.

- Solo necesitaba un lugar donde cambiarse. - Escuchas otra voz masculina. 

- ¿Y si es un espía? ¿O una asesina? ¿O... - Pero no escuchas la tercera opción.

- ¡Por favor! - Escuchas a la chica. - ¡No te pongas paranoico! Solo es una chica que necesitaba una habitación para adecentarse un poco.

- Es mucha casualidad... - Dice de nuevo el primer chico.

- Tienes que relajarte un poco. - Escuchas que dice el segundo.

- ¿Relajarme? ¡Salimos por los pelos de la ciudad! Un poco más y aquella barrera nos hubiera dejado encerrados...

- Pero salimos. - Escuchas al segundo en un tono tranquilizador. - Eso es lo que importa ahora.

- Sí... - Dice la chica. - Además nosotros no hicimos nada.

- ¡Eso no le importa a la inquisición! Después de aquella explosión y los zombis, no creo que se tomaran demasiados remilgos en interrogar a la gente... 

- Tranquilizate Venser... - Escuchas de nuevo a la chica. - Ya salímos de allí. No nos pueden encontrar, por no hablar de que no hicimos nada... - Hay unos pocos segundos en los que no escuchas nada. - ¡Ahora lo que importa es ese baile! ¡Y no! ¡No puedes llevar esa fea armadura!

Tras quitarme el abrigo hecho tirillas y echarlo en el suelo oigo congelada la conversación que se da del otro lado. Llevo debajo una camisa con agujeros hechos en las espalda por los cuales sacar las alas, que de paso aprovecho para estirar, casi hecho abajo una lámpara al hacerlo, así que rápidamente las pliego y procuro tener más cuidado.

-Emm... -Entreabro la puerta y asomo la cabeza, con una sonrisa mu fingida. -Saben que puedo oírlos perfectamente? -Ya es más una mueca de lado que una sonrisa de verdad. Esta será una jugada bastante arriesgada, puede que se hayan estado dejando oír a propósito, pero me encuentro demasiado desesperada como para seguir con la paranonia. Por otro lado, si estos tipos son un grupo de aventureros, significa que saben como hacer dinero para subsistir, será buena idea pegarme a ellos.

-Les interesa saber por qué traigo jirones en vez de ropa? -Por lo que han dicho, estos no son inquisidores, sino gente que huye de ellos, así que... -Tiene que ver con explosiones y zombis. -Abro del todo la puerta, dejando ver las alas plateadas que sobresalen de mi espalda, la camisa gris sin abrochar, ocultando parcialmente un par de senos que no tienen nada que envidiarle al escote de Elena, sino que más bien sería al revés, y un pantalón de cuero con el cinturón en el que traigo mi estoque en su vaina, mi mano derecha lista para desenfundarlo en cualquier momento.

Salí pitando de la ciudad, así que han puesto una barrera? Tiene sentido. -Creo que podríamos intercambiar información, no? -Digo eso pero no tengo ni idea de qué es lo que podría interesarles, de todos modos no es mucho lo que vi.

Adelante, alea jacta est, si van a venir a por mi les aseguro que se los pondré difícil, malditos. Pero envío mentalmente plegarias en todas direcciones rogando que estos tipos no se pongan violentos.

Tal vez más por un descuido que por otra cosa, escuchas a la perfección parte de la conversación que está teniendo el particular trío. De manera que, en base a esto, decides arriesgarte.

Abres la puerta y enseñas tus alas en plenos esplendor.

Como respuesta, vez que el chico de la armadura desenvaina a una velocidad increíble y se coloca delante de la chica, la cual tiene una expresión de completa sorpresa y admiración. Como si fuera una auténtica maravilla lo que está viendo en aquel momento.

Sin embargo, la cara del chico muestra todo lo contrario: preocupación y dudas. Parece que no le convence demasiado tu aspecto.

- ¡Vaya! - Dice con alegría el tal Venser, que mira un momento al otro chico. - Baja eso Tomas. - Comenta mientras se pone en pie y se acerca a ti. - Vas a asustar a la chica.

La cara de este, que antes no parecía nada contento con tu presencia, ahora está llena de curiosidad.

Puedes ver como se acerca con cuidado a ti y mira un largo rato tus alas. Su gesto cambia y luego mira tu piel.

- No eres un ángel. - Dice sorprendido. - ¿Qué eres entonces? Desde luego no noto nada sobrenatural en ti... Pero es evidente que no eres humana... O no del todo... ¿Qué eres entonces? - Repite.

Más con curiosidad que con otra cosa.

-Bien, no me han saltado encima enseguida, eso significa mucho. -Aflojo la postura, pero no puedo dejar de temblar por los nervios. -No te preocupes, Hombreras, no me asusta. -Le digo a Venser. -He visto ya muchos tipos con armadura.

Doy un suspiro y termino de abrocharme la camisa y empiezo a peinarme una trenza en el pelo para llevarlo más comodamente. No me agrada que este otro se me acerque como si fuera un bicho raro en eposición, así que retrocedo a la vez que él viene. -Por qué dices que no? Y si resulta que sí soy un ángel? Soy un ángel profético que viene al mundo terrenal con una misión, me envía el Alto Concilio de Vayauno Assaber a advertir a la humanidad sobre su extinción... No, es broma. No tengo ni puñetera idea de lo que soy. Nací así, simplemente. -Me enteré hace relativamente poco que mi madre no era de este mundo, pero no voy a dar tan a la ligera ese dato. Que se conformen con la idea de que soy un fenómeno y ya.

-Vengo de Eburah, también escapé de la barrera por los pelos. -Cruzo los brazos. Ni me enteré de que había una, pero ya que ellos la mencionaron me voy a hacer la que sabe. -Saben algo de la explosión en que ocurrió hace poco? -Momento, por qué me interesa? -Más bien quiero decir... han tenido algo que ver con eso? -Me voy a ganar su confianza despaciiito, cosa de que me acepten en su grupete y puedan compartir las ganancias conmigo.
...
Cómo se ganarán la vida estos? Ahora me pregunto...

Mientras hablas, el chico te sigue mirando de arriba a abajo. Aunque parece que no te presta demasiada atención.

De echo, puedes ver como se va a uno de los petates que hay en la habitación y empieza a rebuscar algo.

- Si nosotros fuéramos responsables de la explosión... ¿Dónde lo habré metido? - Empieza a decir mientras sigue buscando. - ¿Crees que te lo diríamos? ¡Aquí!

Puedes ver como saca una especie de Lupa o algo así de la mochila. La cual se pone en uno de los ojos y te mira de arriba a abajo.

- ¡Tenía razón! ¡No eres un ángel! - Dice con cierta satisfacción. - Aunque... Hay algo raro... Tienes una mezcla peculiar... - Prosigue mientras sigue mirándote. - Creo que es la primera vez que veo algo así... Pero bueno... 

Ves que el chico se quita la lupa del ojo y se encoge de hombros.

- ¿Por dónde íbamos? - Pregunta volviendo a guardar la lupa. - ¡Ah! La ciudad... Lo último que sé es que los Inquisidores no tardaron mucho en llegar. - En ese momento mira a sus dos acompañantes. - Por eso digo de seguir avanzando en lugar de quedarnos aquí.

- ¡Vamos a ir al baile! - Dice la chica con una sonrisa. - Nos han invitado formalmente y sería muy descortes por nuestra parte no asistir.

Sus palabras parecen seguras.

- De manera que vete olvidando de eso y empieza a escoger indumentaria.

Con ambos brazos me cubro el pecho al instante cuando veo que saca esa lupa, no me fío de sus intenciones. -No lo sé, hay gente que le gusta jactarse de la destrucción que hace, y no pierde nunca la chance de hacerlo.
-Tampoco creo que hayan sido ustedes los responsables, porque a la persona responsable la vi.

-Claro que no soy un ángel, si lo fuera no tendría problemas de dinero. -Me giro para evitar que me vea de frente. -Y ya deja de mirarme tanto, me da cosa.

Menos mal que decidí pirarme de ahí, si los guardias aquellos llamaron alguna brigada de celotas palurdos. Ah, y con suerte se habrán encargado de la mujer esa...
Me distraigo un rato recordando lo que pasó. Fue notablemente inusual, estuve a punto de despedirme de este mundo, y no sé si no lo hice del todo, pero luego pasó como si hubiera sido todo un sueño... salvo por el cráter, y que estos de acá también lo vieron. No entiendo nada.

-Baile? Qué baile? Se casan la bella y la bestia? -Pliego las alas de la mejor manera que puedo y me echo encima la gabardina de cuero, asegurándome de abrocharla bien.
Miro por encima del hombro y doy un suspiro, es imposible. De algún modo me siento de la misma forma respecto a ellas que con mis pechos; no las cambiaría de ninguna manera, pero a veces con este tamaño pueden resultar un incordio.
No hay manera de ocultarlas por completo, eso ya lo tengo bastante claro, y por más que me estruje la ropa lo único que conseguiré es que me haga doler o me acalambre... Santo cielo, es realmente como si fuera otro par de pechos!

- ¡Hay un baile en un par de días!

Dice la chica completamente ilusionada.

- Es en la zona este de la ciudad, en la casa de uno de los mandatarios de la ciudad. Se dice que va a ir de lo mejorcito de la ciudad y el principado. Incluso de otros principados. ¡Tenemos que ir! - Dice mirando a Venser el cual le pone mal gesto. - ¡Nos han invitado! ¡Tenemos que ir!

Ag.. justo cuando pensaba que podría unirme a un grupo de aventureros para ganar dinero... -Y es muy difícil conseguir esas invitaciones? -No tengo ningunas ganas de ir, pero...
-Esto...
No sé qué decirles, no quiero entrometerme así de buenas y pedirles unirme a ellos. -Hay... hay alguna cosa para la que necesiten ayuda? -Rápidamente busco con la mirada alguna hoja de papel y algo con lo que escribir, debe haber algo en la habitación. Doy un par de zancadas hacia el escritorio y garabateo unas palabras en un pequeño trozo.

"Chica para todo Sera Silver, realizo cualquier trabajo a cambio de dinero"

Salvo esa clase de trabajos, por supuesto.

-Esta es mi tarjeta. -Se la doy a Elena. -Y en realidad no la escribí recién, eso que han visto es una ilusión, no ha ocurrido en verdad, la saqué de mi bolsillo.

- No, no tenemos más invitaciones y no, ahora mismo no necesitamos ayuda.

Dice el muchacho con mal gesto.

- Además, ir contigo sería ir con un faro sobrenatural por todas partes... ¿No puedes encoger las alas o algo así? Sobresalen mucho...

Puedes ver como la actitud curiosa del chico cambia cuando comentas el unirte a ellos. Desde luego no le gusta nada la idea. 

Sin embargo, la chica no opina lo mismo.

- ¡Venga Venser! ¡No seas aguafiestas! La chica lo ha pasado mal, se la ve. Además le vendría bien ir a una fiesta y despejarse un poco. Además, seguro que no te cuesta nada conseguir una invitación o que la dejen pasar. ¿verdad? - Pero antes de que pueda contestar, la chica prosigue. - Además, así la podrías tener cerca. Dices que no sabes lo que es, así que podríamos hacernos un favor mutuo: nosotros la llevamos a esa fiesta y tú tienes tiempo mientras para curiosear. ¡Es una idea estupenda! A parte, seguro que puedes hacer que esas alas desaparezcan de alguna forma... No sería la primera vez que haces algo así...

En ese momento la chica te mira.

- ¿Qué te parece? ¿Te gustaría ir a la fiesta con nosotros?

Doy otro suspiro más. Era evidente que no iban a querer tener un algo tan llamativo como yo, se meterían en problemas.
De todas formas me guardo en el bolsillo el papel que acabo de escribir, puede resultar útil más tarde.

Ya me estaba resignando, pero lo último que dice esta muchacha me iluminan los ojos, y miro fijamente a Venser, avanzando unos pasos hacia él. -Escuché bien? -Se me hace involuntariamente una sonrisa de como si a un muerto de hambre le estuvieran acercando platos de comida. -Eeescuché bien..? Puedes hacerlas desaparecer? -Si me llega a decir que se puede si me las arranco, le parto la cara de un puñetazo. -Cómo es eso de que las puedes hacer desaparecer? -Sin darme cuenta ya estoy encima suyo apoyando mis manos en sus hombros, casi sacudiéndolo.

No hago caso a la pregunta sobre ir a la fiesta, esto otro es mucho más importante. Y sigo zarandeando al tipo. -Dime, anda!