Partida Rol por web

Sus ojos miraron todo de manera rápida, otra vez aquella oscuridad se apoderaba del hospital y un escalofrío recorrió toda la espalda de la mujer. Tragó saliva con dificultad, sentía la garganta seca, cómo si todo el polvo del lugar hubiera ido a parar a su garganta. Con suavidad pasó la lengua por los labios y sin pensarlo demasiado se dirigió hacia la zona de los mostradores, pasando a la parte de atrás. Sin dudarlo demasiado empezó a buscar entre las cosas y cajones, quizás podría encontrar algún manojo de llaves. O quizás una llame maestra... O quizás alguna linterna o cosa de utilidad.

Sentía cómo su corazón latía con fuerza, ella era consciente de que no debía estar allí, pero tras escuchar a su pequeña... No podía irse sin más, necesitaba todo lo que pudiese para encontrarla y sacarla de allí ¿O tal vez se estaba volviendo loca? Miró todo, y tras eso si no encontraba nada volvió sobre sus pasos, en dirección a la silla de ruedas, la levantó con suavidad y la miró, no podía haber caído sola.... ¿Entonces había alguien más? Buscó a su alrededor algún mapa del hospital. Empezaría a investigar esta planta, y luego subiría a la siguiente.

Comenzaste a buscar algo útil en recepción. Cualquier cosa valdría. Pero no hubo suerte. No había nada, a excepción de muebles rotos por el desgaste y más y más papeles completamente inútiles. Entonces tras levantar la silla de ruedas de nuevo, mientras buscabas un mapa con el que guiarte, comenzaste a escuchar pasos de alguien bajando las escaleras. Por el ritmo no parecía tratarse de una única persona. Tras tratar de ocultarte por si era alguien que podría meterte en problemas por estar allí, pudiste ver una mujer bajando por las escaleras. Cuando estuvo abajo, se dio la vuelta de nuevo hacia ellas.

-Vamos, Elaine... No llegaremos a coger el barco...

Entonces viste la segunda persona que bajaba. Se trataba de una niña pequeña, posiblemente de unos 5 años, que parecía estar bajando las escaleras dando saltitos y contenta.

-Ya voy, mamá.- dijo con una sonrisa. Aquella voz inmediatamente la reconociste. Se trataba de la voz que habías escuchado antes. Parecía que era muy similar...- ¿Vamos de nuevo con papá?

Las dos voces hicieron que se escondiese lo más rápido posible. Aún así se asomó por el borde para poder ver a la pequeña que había llamado Elaine, tenía la voz de su pequeña... ¿Por qué? ¿Acaso se volvía loca?¿ Acaso era una jugarreta de su cabeza? Apretó con fuerza la correa del bolso a la par que apagaba la luz de su linterna para que no la delatase. Su corazón latía con fuerza por la adrenalina de ser descubierta en aquel lugar, pero también por lo que veía. Y... ¿Elaine?.... El-Áine.... Se llevó la mano a los labios y contuvo un gemido. Pero las lágrimas cayeron por sus mejillas silenciosas.

-Sí, cariño. Vamos otra vez con papi.

Tras decir aquello, viste como la niña agarró de la mano a la mujer y comenzaron a caminar hacia el sótano para salir de allí. Parecía que iban a salir por el mismo lugar que entraste. Pero también te diste cuenta de que la mujer llevaba debajo del brazo una carpeta. Por el aspecto parecía vieja, por lo que lo más seguro era que se trataba de alguna carpeta del propio hospital. ¿Qué sería?

Y tras perderlas de vista, de nuevo todo se tornó en silencio. Absoluto silencio en el que parecía no haber nadie. Ni un alma cercana. Por suerte ninguna de las dos te percibió o a saber que habría pasado.

Se ocultó del todo y esperó a que ambas se fueran. Su cabeza y corazón la golpeaban con fuerza, pero ambos se calmaron pasados unos minutos. Minutos de absoluto silencio. Se levantó y se encaminó con rapidez hacia el lugar del que habían bajado las dos. Quizás con un poco de suerte podría saber que era lo que se llevaba... O quizás encontrar algo que le explicara que demonios había sucedido.

Empezó a subir las escaleras con cuidado de no tropezarse, así cómo de no hacer ruido. Aún tenía la sensación de no estar sóla del todo ¿Y si ellas volvían? Miró atrás y apuró el paso si eso era posible.

Comenzaste a subir por las escaleras tratando de descubrir el camino por el que habían pasado. Subiste a la primera planta para descubrir lo que parecía una barricada de muebles en las escaleras al segundo piso. Por lo que sin más remedio, comenzaste a buscar por aquel piso. Parecía estar lleno de habitaciones para los pacientes. Todas las puertas se encontraban abiertas, mostrando simples camas de hospital y poco más en ellas. No parecía haber nada útil hasta que se te ocurrió mirar al otro lado de una de las puertas. Allí había un mapa del hospital. Parecía que habían dos escaleras, por lo que tal vez, yendo a las otras, podrías seguir subiendo.

Decidida a hacer aquello, continuaste por el pasillo, recordando el mapa que acababas de encontrar. Poco a poco fuiste reconociendo las habitaciones y sin problema fuiste avanzando. Hasta que de pronto, llegaste a la zona de enfermería, donde las enfermeras esperaban por si debían de atender a algún paciente de alguna habitación. Y en aquel momento, comenzaste a escuchar un llanto. Alguien parecía estar sollozando, y aquel sonido provocaba un eco en aquel lugar tan vacío. Parecía que el llanto venía del interior de la sala de las enfermeras.

Sollozos... La piel de Gwendolyn se erizó al sentir aquello, era cómo si hubiera pasado junto a una cortina invisible de frío. Se quedó completamente quieta, mientras sus manos aferraban con fuerza el mapa del hospital, lo miró una vez más para asegurarse. Sí, era la sala de enfermeras, no se estaba equivocando. Con cuidado guardó el mapa en su bolso, y con paso lento y silencioso se aproximó hasta dónde estaba la puerta. Su mano se posó sobre el pomo y con suavidad empezó a girarlo. Por más que su cerebro le pedía que abriese esa puerta no le obedecía. Tomó aire, todo el que cabría en sus pulmones y tras eso lo expulsó de manera lenta. "Vamos, no seas una cobarde..." Se dijo a si misma mientras obligaba a su cuerpo a reaccionar.

El brazo de Wendy se estiró empujando la puerta.- ¿Hola...? ¿Se encuentra bien? ¿Necesita... Ayuda? -Su voz pese a no salir quebrada por el miedo, si salió susurrante, cómo si no quisiera ser escuchada o vista. Cómo si realmente se estuviera arrepintiendo de lo que estaba haciendo.

Al entrar dentro de la sala pudiste ver una pequeña sala con algunas sillas, un escritorio y varios armarios con medicinas, posiblemente ya caducadas después de tantos años. El sollozo se escuchaba al fondo de la sala pero, a pesar de tus palabras, no hubo respuesta. Entonces, siguiendo aquel ruido, comenzaste a avanzar por la sala hasta llegar al lugar del que provenía. Había un sofá donde había un niño pequeño sentado, con la cabeza inclinada y sujetándose las piernas. Parecía que era aquel chico el que lloraba. Al alumbrarle te pudiste fijar en que llevaba una ropa que cualquier paciente de hospital podría llevar. Y entre sus sollozos lograbas escuchar algunos murmullos que decía.

-Mami... ¿Dónde... está? Mami...

Su corazón se paró ¿Qué hacía un niño allí? ¿Dónde estaba su familia? ¿Y por qué llevaba esas ropas? Bajó un poco la linterna, para no enforcar a sus ojos, tras eso habló con suavidad, intentando no asustarlo y ayudarle.- Pequeño... ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están... Tus padres? -Miró a su alrededor, no podía ser, cómo era posible...Volvió a enfocarlo y dio unos pasos hacia él, queriendo tranquilizarle.- Tranquilo, encontraremos a tu mamá, dónde la viste... La última vez.

-¿Dónde está...? ¿Dónde está... mamá...?- Entonces, cuando estuviste suficientemente cerca, el chico apartó sus manos y las bajó hasta el sofá y luego bajó las piernas hasta tocar el suelo con los pies. Y al alzar su rostro, viste algo imposible. La cara del chico no solo estaba quemada, sino que estaba completamente carbonizada. Entonces te miró con unos ojos huecos y abrió la boca, sonriendo con unas encías donde faltaban dientes.- -¿Dónde están mis dientes...? Dime. ¿Dónde están?

El chico entonces alargó el brazo mientras se levantaba con intención de alcanzarte, con lo que viste que su mano estaba igual de carbonizada que su cara.

- No.... No ¡¡NO!! Aléjate... -Exclamó sorprendida cuando aquel niño mostró su rostro. Cómo podía ser, cómo era posible que siguiera vivo... Estaba completamente quemado. Retrocedió en sus pasos, dejando la espalda en la puerta. Fue entonces cuando recordó el diente ¿Pertenecería al pequeño....? Lo buscó de manera acelerada, sintiendo las manos temblar.- ¿Es-Es esto....? -Abrió su mano y mostró el diente. Aún seguía sorprendida y aterrada.- Quien te hizo esto... Qué está pasando....-Dejó caer el diente a los pies del niño y tras eso se propuso el salir de allí corriendo, el salir de ese hospital, de ese lugar.... 

Al dejar caer el diente, el niño se agachó para cogerlo y sonrió. Su sonrisa de alguna forma era completamente terrorífica. Y lo fue mucho más cuando comenzó a reírse. Luego alzó su mirada para mirarte directamente con aquella cara completamente carbonizada.

-¡Lo has encontrado! ¡Muchas gracias!- Entonces el chico comenzó a caminar hacia ti, alargando la mano de nuevo. Y de pronto, de su brazo comenzaron a salir llamas, cubriendo su brazo por completo y comenzando a extenderse por el resto del cuerpo. Gracias a eso la sala se iluminó con una luz que hacía todo bastante grotesco.- Eres una buena persona. Seguro que si me haces compañía podremos divertirnos juntos. Vamos a jugar.

El chico estaba apenas a unos metros de ti y, sin embargo, notabas el calor de las llamas que emanaban de su cuerpo. Y sus pasos eran lentos pero no se detenían.

- No, no te acerques... -Dijo alejándose lo más posible y colocando su mano en la manija de la puerta.- Yo no puedo jugar contigo... Me encantaría, pero no podemos.-"Tú no perteneces a este mundo, tú no existes, tú sólo eres parte de mi imaginación..."- ¡Vete! -Abrió la puerta y pasó rápido al otro lado, quería cerrar, pero el calor que desprendía aquel niño la hizo alejarse con rapidez.- Ya tienes tu diente... Déjame, por favor. O dime cómo ayudarte, pero no me hagas daño....-Se puso al otro lado del pasillo y se preparó para salir corriendo en caso de que aquello empeorase.

-Solo tienes que jugar conmigo. Quedarte aquí para siempre, jugando. Será divertido.

El niño siguió avanzando hacia ti, mientras que su cuerpo se iba prendiendo fuego por completo. Algunas llamas caían al suelo y hacían que los objetos a su alrededor comenzaran a quemarse. Y de pronto, el chico dio un nuevo paso y, el fuego que tenía la pierna, se extendió hacia el suelo, comenzando a formarse un reguero de fuego que avanzó en tu dirección, mucho más rápido de lo que se movía el niño. Por suerte pudiste apartarte y el fuego acabó en la pared a tu espalda, prendiendo fuego el papel de pared que comenzó a caer completamente quemado.

-Vamos a jugar. Vamos a jugar.- dijo mientras el niño comenzaba a reírse de forma espeluznante.

Aquello no mejoraba, el niño no lo entendía. Aquel reguero hizo que la mujer se apartase por reflejo y casi al instante salió corriendo de allí, alejándose del niño.- ¡¡Basta, largo!! -El golpeteo de sus tacones hacían eco en aquel silencioso lugar, pero a ella ahora no le importaba si le sentían. Le importaba sobrevivir y no morir. Apoyó la mano sobre la barandilla y se apuró a bajar las escaleras lo más rápido posible. No se atrevía a mirar atrás, temía que de hacerlo... El niño apareciese allí, detrás de ella, deseando que se uniera a su juego.

Cuando quedaban dos escalones saltó, cayendo de bruces. Tomó aire, sentía que los pulmones le estaban apunto de explotar, pero aún así se levantó del suelo y siguió corriendo, buscando un lugar dónde esconderse, un lugar dónde nada, ni nadie la viese o encontrase. Eso o salir de aquel diabólico edificio que con tantas ganas le llamaba y que no lo comprendía.

-¿Por qué corres? ¿Quieres jugar a pillar?- pudiste escuchar a lo lejos desde lo alto de las escaleras mientras escapabas de aquel fuego abrasador.

Miraste a un lado y a otro, buscando un escondite pero, siendo razonables, no había escondite que sirviera contra las llamas. Solo quedaba una opción: salir de aquel lugar. Recordando que la puerta principal estaba cerrada, tuviste que bajar de nuevo corriendo al sótano. Corriste y corriste, pasando de largo por las salas que habías encontrado antes. Pero de pronto, en la sala de la caldera, notaste que estaba iluminada. Te paraste un instante allí para ver algo terrorífico. Dentro de la caldera viste a aquel niño, siendo abrasado por el fuego, retorciéndose y gritando de dolor, mientras alargaba el brazo hacia ti como si pidiera ayuda. Pero pronto aquella imagen desapareció y a cambio, el niño apareció a la vuelta de la esquina.

-Te encontré~~

En el momento en que viste de nuevo a aquel niño, no te detuviste y comenzaste a correr, el suelo comenzó a temblar y de pronto comenzaron a caer algunos pequeños trozos del techo. Hasta que de pronto, una gran piedra cayó, golpeándote en la cabeza. Un dolor te recorrió y caíste al suelo, algo aturdida. Y un trozo acabó cayendo y otro y otro, hasta finalmente verte enterrada prácticamente mientras tu visión comenzaba a volverse borrosa hasta quedarte inconsciente.