Partida Rol por web

Ishem se lleva la mano a la espada pero no llega a desenvainarla, en vez de eso grita con voz potente

-quietos todos, nadie esta siendo justo en esta situación, ni el capitán y su tripulación que actúan de acuerdo a prejuicios sobre los sirenidos, ni los sirenidos que parecen creer que todo el mar es suyo. Es como si los kohiri no dejaran a nadie circular por las llanuras ni cazar  en ellas porque estaban primero, el mar es muy grande y a no ser que estemos cruzando sin saberlo una de vuestras ciudades no creo que hagamos nada malo-

Mira a los ojos con firmeza a todos, incluido el capitan, expresando su desaprobación por este comportamiento -Esta situación solo puede acabar mal, propongo que nos calmemos todos y hablemos esto con mas calma, para lo cual mejor que..- hace una pausa y pronuncia el nombre sirenido lentamente -Yop'Loph este junto a los demás sirénidos-

Asi aunque bloquea el paso a los dos sirenidos hace indicación a Yop'Loph de que baje del puente

Viendo que la situación puede empeorar muy rapidamente, Trakel decide apartarse ligeramente para no molestar a los posibles combatientes. Personalmente opina que un sirenido bueno es un sirenido muerto, pero sabe que no seria prudente atacarles en su territorio donde pueden escapar y traer refuerzos facilmente por lo que opta por no decir nada a los sirenidos para no empeora las cosas.

Eso tienes que valorarlo tú, impactas con un 10 en 1d10 y haces 1 punto de daño, con un arpon impactas con un 10 en 1d10 y haces 2 puntos de daño.

La hoja del Shenkem, fina como un papel pero brillante como el sol, pronto está presta en su mano. El sonido al ser desenvainada es como un silbido de ave, como una ristra de campanillas riendo en el aire.

Observa a los Sirénidos cerca de él, y al capitán. Hay suficiente tripulación como para hacerse cargo del Sirénido exaltado, pero él está cerca de los otros dos, y a ellos del habla.

- No es mi intención derramar sangre, ni la mía, ni la suya. Las aguas sufren cuando son teñidas de carmesí, y la Diosa ama el diamante, no el rubí. Pero este pedazo de madera es nuestro pequeño pedazo de tierra firme, y mientras sea lo que me une a mi pueblo lo defenderé.

La espada se mantiene baja, en posición lista pera apuntando al suelo. Tal vez si todos buscamos la paz en nuestros corazones, sepamos que al fin, Albur es grande por lo que construimos, no lo que destruimos.

Jalder, necesito un post tuyo con lo que hayas decidido

El capitán recapacitó sobre lo que había dicho y pronuncio unas pocas palabras

-"Es cierto, sirénido, que hemos podido herir tu orgullo, pero tendras que perdonar nuestra desconfianza, pues la gran mayoria de las gentes de Albur siempre han hablado mal de tu raza. Así mismo te ofrezco yo mi mano en señal de mi buena voluntad y de que el golpe que he recibido no se tendrá en cuenta, pues a sido en grán parte merecido" el capitán le tendió la mano, solemne y orgulloso

-"He aquí tu prueba, aceptas entonces mi buena voluntad?" puso el capitán la bondad o maldad de los sirénidos a prueba, quizás si rechazaba su mano estaría poniendo en evidencia a toda su raza...

Uno de los sirénidos queda boquiabierto a las palabras de Ameth, pero una palmada de su compañero lo saca del ensimismamiento señalándole hacia adelante y avanzando justo hasta quedar frente a Ishem quien sigue interpuesto entre ellos y su descontrolado compañero - Debeis dejarnos pasar Har-Ail, no responderá a palabras, déjanos sujetarle - Ambos sirénidos se preparan, para tan pronto Ishem les de su confianza ellos puedan correr a recoger y apresar a su propio compañero.

El sirénido enfurecido está algo más que enfadado, sumido en una especie de furia berserker golpea al aire una y otra vez esperando que uno de los golpes encaje de nuevo en Jalder, su fuerza es tremenda, y no es necesario ser golpeado para sentir la firmeza de sus golpes, Jalder se aparta de uno tras otro, con el arma en su mano pero sin golpearle se mantiene en una actitud diplomática mientras que, por detrás de su enemigo, puede ver a los otros dos sirénidos intentando llegar a socorrerle, y a sus compañeros observando filosóficamente la escena, el sirénido se voltea intentando golpear con su enorme y musculosa cola, pero el ágil capitán del Dios del Viento da un saltito esquivando el potente golpe.

Ameth deja caer su espada, la cual suavemente queda clavada en la cubierta, como si simplemente estuviera posada sobre su punta.

Casi con vida propia, el arco se encuentra en su mano y una flecha llevada a la oreja, mientras su vista está atenta al Sirénido-Orca descontrolado. 

- Detenedle, o yo le daré el Descanso de la Naturaleza, le dice a sus dos compañeros.

 Ishem aprieta los dientes al ver como el sirenido ataca enloquecido, se gira hacia los otros dos sirénidos y asiente levemente con la cabeza apartándose de su camino y llendo junto al capitán para cubrirle

-capitan, retroceda y deje que me encargue del sirenido- con lo que queda delante intentando bloquear sus ataques

Tal vez a causa de su naturaleza despreocupada la joven Aentha no podía entender cómo de una conversación amable y distendida se había llegado a la situación en la que se encontraban actualmente. El sirénido jefe se había convertido en un ser irracional, incapaz de calmar su ánimo, pero el capitán era el culpable de la provocación. De costado vio como el shenkem dejaba a un lado su espada para apuntar con una flecha al habitante del mar. 

Aentha no quería ver sangre derramada. Aquello rompería el equilibrio. Rápidamente se interpuso entre el arquero y el sirénido.

-Baja el arma Ameth. No tienes derecho a arrebatar su vida. No sería ni justo ni limpio. Deja que los suyos se encarguen de controlarlo, para que pueda aceptar la disculpa del capitán, quién ha sido el disparador de esta situación tan tensa.- Sus palabras sonaron calmas y suaves, más todos allí pudieron escucharlas. Con la desaprobación pintada en el rostro, miró fijamente al capitán, como esperando que realmente acabara con todo este malentendido de una vez.

La situación haía cambiado en unos segundos, asi que con cuidado de no recibir un aspaviento del sirenido, me acerque hasta donde estaban Ameth y Aentha, cerca de los otros dos congeneres de Yop'Loph, que parecian conservar la cordura...

Que mal genio tienen estos bichos...

Ameth preparo el arco, pero no se si una flecha haria mella en semejante criatura...

Lo mas sensato es calmar los nervios, no puede salir nada bueno si nos alteramos...

Y acto seguido continue anotando cosas en mi libreta...

No-no-no ¡¡ Escucha a tus compañeros !! ¡¡Aparta!! ¡Dejanoslo a nosotros!

El sirénido corre tras Ishem intentando detenerle al tiempo que sigue la trifulca y el tercer sirénido observa a Ameth y Aentha con una nerviosa y angustiada agitación - Decidles que paren ¿Porqué algo como hablar se complica tanto?

El sirénido embravecido continúa su ataque mirando de reojo a Ishem por unos instantes entrecierra la mirada observando al supuesto justiciero, los ojos de los Har-Ail son los propios ojos de Aildor, y pueden ver las decisiones o actitudes ilegítimas en las almas de los juzgados, pero en los ojos de este sirénido solo se podía leer una apática brutalidad animal, curiosamente, la misma mirada que la de sus compañeros, que ahora corren tras el Har-Ail intentándole detener, el primer sirénido alcanza a Ishem quien ya alza la espada contra el sirénido rabioso.

El brazo del enorme hombre-orca desvía el golpe de Ishem poniendole cara a cara, aún teniendo al compañero rabiolítico junto a ti, el sirénido que te ha seguido te observa con esa misma mirada animal, entre ellos hay una profunda unión, no forman grupos como vosotros, forman manadas, y como manada, los 3 son 1.

Échate a un lado, baja tu arma, eso es peligroso

Con la cuerda a un centímetro de su posición máxima, el Shenkem masculló al Sirénido cerca de él. Si fuera sangre por sangre tu amigo ya hubiera probado mi filo. El gato solo intenta detenerlo... y no veo que ustedes hagan nada al respecto.

- Que se detenga, o pronto haremos más que hablar. Su mirada era fría como las cascadas del Yun en invierno, mientras el arco oscilaba entre el sirénido enfurecido y aquél cerca de ellos. 

-¿Es que acaso os habéis vuelto todos locos?- Aentha tenía el rostro desencajado por la sorpresa y la incredulidad. Todos hablaban de detener la lucha, de no derramar sangre, pero sus actos indicaban claramente otra cosa. ¡Machos! ¡ni que fuera época de celo! -¡Deteneos de una buena vez, pro favor... todos... dejad paso a los sirénidos para que se encarguen del suyo... nosotros ocupémonos de la navegación, que el barco ha quedado a la deriva desde que nos abordaron!-

La muchacha siguió interponiéndose entre el arco del shenkem y los visitantes. No sabía luchar, pero al menos podría impedir que Ameth lastimara a uno de ellos.

-"Orgullosos señores del mar, me pregunto si todos sois como Yophl, que atiende mas a la ira que a la razón, encargaos de vuestro compañero y marchaos del barco, ya habeis acabado con mi paciencia, venís a mi barco, me atacais de forma imprevista y deshonrosa y aun cuando lo perdono para nuestro bien comun, me seguis atacando sin ni siquiera una buena razón..." les grito a los sirénidos y despues me vuelvo y me pongo cerca al sirénido atacante pero sin que llegue a alcanzarme

-"Tu, te ofrecí mi propia mano en señal de confianza y de concilio... tu la rechazastes, sal de mi barco... AHORA!"grito colérico

Al instante grito a los tripulantes

-"Si cualquiera de los sirénidos hace algún ademan agresivo para atacarnos a cualquiera de nosotros, atacadles...si no, dejadles que se vallan sin ningún tipo de daño"

Espero la respuesta de los Sirenidos al capitan, mientras me mantengo firme entre el enloquecido sirenido y el capitan, dispuesto a parar cualquier nuevo golpe con mi escudo o con mi cuerpo si es necesario