Partida Rol por web

El anciano, esperando a ver si alguien de la jaula agarra al tipo que se ha acercado demasiado a mirar su herida, se gira lentamente, apoyado en Elladurne, hasta que muestra la rotura de costillas bajo la carne a Arus, el esclavista corinthio. 

 -¡Por Anu! Te vas a pudrir, viejo. Vitrius, hay que hacer algo con él. Y lo del niño...

 -No puede enterarse Ursus. Tenemos que acabar con ellos. Al niño no lo echará en falta y lo del viejo ha sido un accidente. -Dice sin apartar su oscura mirada de Ren. Después lanza el hueso de pollo desnudo en la jaula del medio. En ese momento, oye los golpes de patadas en dicha jaula y comienza a caminar hacia ella, dejando de prestar atención al pequeño ladrón. -Ja, ja, ja, ¿eres un sucio mono, bárbara? -Dice ahora a Ivara, ingenuamente convencido de que la mujer no conseguirá abrir la puerta de ese modo. 

En ese momento, Arus, no muy conforme con las palabras de su compañero, se gira, en dirección a la tienda de campaña en la que se encuentra el jefe.  

El hueso de pollo cae a los pies de Menkler. El asesino observa, además, que en la hoguera alguien discute con otro hombre, otros tantos comienzan a meterse en sus tiendas dispuestos a dormir, y que en la jaula delantera, un guardia ha abierto la puerta y un enorme bárbaro pelirrojo

ha conseguido tumbarlo de un golpe. La puerta queda abierta. 

Por lo demás, un lejano pero claro sonido proveniente del norte, desde el interior del bosque, llega hasta tus oídos:

Es el gruñido de una enorme bestia.

Los ruidos de plantas, ramas y gruñidos, continúan oyéndose. Algo se acerca abríéndose paso entre los retorcidos árboles. El kushita y la khitana, acostumbrados a largas noches al raso en alejados entornos salvajes, llegan a la conclusión de que algo ocurre. Una bestia, por grande que sea, no suele hacer ruido de esa forma en la noche alertando de su presencia. 

Tal sabe que algo pasará en breve por lo que decide no revelar aún que se ha liberado de los grilletes. Prefiere estar callado y atento a lo que ocurre a su alrededor. Ahora mismo esos barrotes pueden serle de gran ayuda. 

-Anciano, chaval... hay algo ahí afuera. Si queréis salir con vida, vamos a quedarnos quietecitos aquí dentro. Y tu, mujer, no hagas ninguna tontería. Si algo sale para atacarnos, aquí estaremos más seguros que fuera -susurró para los de la celda.

Hay algo de alboroto y Ren tiene su ocasión. Todo ocurre tan rápido que es difícil saber qué ha ocurrido, y si lo ha conseguido o no.
Ren escucha con atención las palabras del kushita pero no se aleja de la puerta. Al mismo tiempo sigue mirando con sumo interés qué sucede tanto fuera como dentro de su jaula.

Menkler negó con la cabeza al ver a la mujer bárbara agarrarse al techo para inútilmente tratar de forzar la puerta. Definitvamente no tenía el don de la oportunidad. Era el peor momento para intentar un escape. Pero los acontecimientos parecía que se estaban precipitando uno tras otro.

Se incorporó al observar como en la otra jaula un enorme pelirrojo conseguía tumbar a un guardia pero algo su atención se dirigió de repente al norte. Se quedó helado y su rostro perdió el color por un momento. Esos gruñidos no eran nada que hubiese visto antes y parecían venir de algo muy grande.

Tras recuperar la compostura agarró el hueso de pollo que había tirado y examinó rápidamente para ver si podría servir como arma o para forzar la cerradura.

- Rápido, rápido, hay que salir de aquí. Dijo sin un destinatario claro acercándose a la puerta.

Definitivamente no era el mejor momento para escapar, como había pensado hace unos segundos, pero quizás era el último

Al ver a los guardias acercarse, Ivara notó el vello de su nuca erizarse. Aquella maldita jaula era más dura de lo que parecía. Apretó las manos en torno a su agarradera para tomar impulso de nuevo, pero vio a la mujer de ojos rasgados abalanzarse sobre ella ("¡Zorra traicionera!"). Se alzó hacia el techo para esquivar la embestida, la dejó pasar y se lanzó una vez más contra la puerta dándose todo el impulso posible. Sus pies chocaron contra la cerradura:

-¡Que Mitra me lleve, maldición!-masculló con los dientes apretados.

¡¡THUDD!! 

(es la mejor imágen que he encontrado)

Los goznes giraron violentamente cuando la vieja cerradura cedió. La puerta se abrió de golpe con un chirrido torturado y quedó medio colgada del marco. 

Ivara se dejó caer: era tarde para el sigilo.

-¡Corred, perros! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!

No, claro, lo que tú me digas. Como había podido antes pensaba que tenía espacio.

Entonces, ¿altero lo que he puesto para que quede algo así?

Al ver a los guardias acercarse, Ivara notó el vello de su nuca erizarse. Aquella maldita jaula era más dura de lo que parecía. Apretó las manos en torno a su agarradera para tomar impulso de nuevo pero vio a la mujer de ojos rasgados abalanzarse sobre ella ("¡Zorra traicionera!"). Se alzó hacia el techo para esquivar la embestida, la dejó pasar y se lanzó una vez más contra la puerta dándose todo el impulso posible. Sus pies chocaron contra la cerradura haciéndola saltar.

Si. Ya puedes añadir a quien pensabas. Gracias por la pronta respuesta.

Ostras claro, es verdad, una vez que has posteado, el post anterior ya no se puede editar. Pues nada, con tu permiso... XD

Tarja no lo pensó, salió justo detrás del pelirojo y se le tiro encima, usando la cadena que unia los grilletes de sus manos para presionarle el cuello hasta axfisiarle. De este modo no gritaria y su peso sobre él le impediria moverse con facilidad, el aire iria escapando de sus pulmones y su fuerza seria cada vez menor.

-Quitale la espada.- dijo al pelirojo, tal vez no se le hubiera ocurrido y sin duda era un peligro darle un filo a un mono pero debian colaborar para salir de aquello.

La bárbara fue sorprendentemente rápida y eso sumado al hecho de que la jaula estaba resbalosa debido a los asquerosos fluidos corporales de sus ocupantes, hizo que su intento de detenerla fallara y Lin terminase dándose de bruces contra los barrotes del otro lado. La salvaje pateó la puerta una vez más y esta vez sí logró que se abriera. Lin soltó una maldición en Khitano. Ahora deberían enfrentarse a sus captores y la cosa que se les aproximaba al mismo tiempo. No quedaba más opción que improvisar. La mujer saltó de la Jaula y Lin salió tras ella, pero en vez de bajar al suelo, trepó al techo y comenzó a correr a lo largo de éste, en dirección a la jaula de la carreta de enfrente.

Todo sucede muy deprisa:

En la jaula delantera, Tarja la cimmeria encandila al incauto Demetrio que, con la lujuria de una bestia en celo recorriendo sus venas, abre la celda. Después el recio vanir Heimdul, arremete al mismo tiempo contra la puerta recién abierta y contra Demetrio, provocando que éste caiga al suelo aturdido. A lo que la cimmeria aprovecha para subirse encima de un salto y hundir la nuez de Demetrio con la grasienta cadena de sus grilletes.

Al mismo tiempo, en la jaula del medio, gracias a la perspicaz observación de Lin Yi y desoyendo las advertencias de sus compañeros extranjeros, Ivara consigue estampar con gran precisión sus fuertes pies contra la débil cerradura de su celda, abriéndola bruscamente con un estruendo metálico. La khitana aprovecha hábilmente para subir a lo alto de la jaula con la velocidad del rayo. Menkler consigue un arma improvisada, ¿Qué uso le dará?

En la jaula trasera, el plan de Tal'Ngoro surte efecto cuando hiere de gravedad a un escuálido anciano. El niño Ren llama la atención de Arus por éste hecho, que, acompañado de Vitrius, se acercan a la jaula. Aprovechando la situación y desoyendo los consejos del gigante de ébano, el pequeño y hábil ladrón, que ya se encontraba libre de sus grilletes, consigue robar de los bolsillos de Arus la oxidada llave de su celda. La salida sería inminente, y pronto las habilidades del kushita serían puestas a prueba.

El alboroto alerta al veterano gladiador de la fría máscara, que sale de un brinco de su tienda con los músculos en tensión y su atronadora voz.

 -¡¿Qué diablos ocurre, gusanos?! ¡¡Acabad con ésto de una vez!!

Después de los primeros golpes en la cerradura de la celda del medio, el chirrido metálico de la celda delantera y los gritos de aviso de Arus y Vitrius, los esclavistas salen de sus tiendas alertados y Ursus, furioso, un momento después.

Cuando la cimmeria salta de su jaula y, a horcajadas, inmoviliza a su enemigo, cuando la valiente khitana trepa hasta el techo de su jaula y cuando el infante ladrón consigue la llave de Arus, el grito de Ursus el bondadoso retumba en el bosque. Seguidamente, como impulsados por un resorte, los hombres corren, armas en mano, en dirección a los ex cautivos, mientras éstos intentan a trompicones salir de sus respectivas jaulas: -¡AAAHHH, ESAS RATAS ESCAPAAN, A POR ELLOOS...! -Gritan. Mientras tanto, el pelirrojo vanir, corre desde su jaula abierta hacia el esclavista cercano a los caballos y lo embiste antes si quiera que pueda sacar su espada, cual toro salvaje.