Partida Rol por web

Es el miedo lo que paraliza lo suficiente a Ren como para no hacer ninguna estupidez como gritar ni salir corriendo. Aquello que se mueve entre la noche y los árboles parecen seres de pesadilla, pero son reales, tanto como los gritos de sus víctimas. Ren se obliga a tranquilizarse escondido tras un árbol, a partir de ahí decide acercarse, tan sigilosamente como le es posible, a la linde del bosque con el claro y, desde allí, avanzar paralelo a este hasta llegar a la entrada del claro, donde esperarà a ver quien sale del mismo cavalgando. Con suerte Tal'Ngoro será uno de ellos y podrá unírsele.

Con esta idea en mente empieza a caminar cobijándose solo entre la última línea de árboles: no será completamente invisible a la gente del claro pero al menos tendrá más oportunidades de escapar. Si los esclavistas lo persiguiesen intentaría llevarlos hasta aquellos seres, si aquellos seres intentaban atraparlo los llevaría ante la gente del claro. Y entre aquel par de ideas básica, una infinidad de posibilidades que podían acabar mal. Muy mal.

Ignorando las estúpidas bravuconadas del bárbaro que la amenazaba, Lin estaba a punto de lanzarse desde la jaula en dirección al caballo, ahora que el camino parecía más despejado, pero justo en ese momento le llamó la atención la mujer que sollozaba bajo el látigo de uno de aquellos malnacidos, justo frente a la entrada de la jaula. El salvaje que se ensañaba con ella, dijo algo sobre una llave. Lin se miró los pies. No llegaría demasiado lejos con aquellas cadenas impidiéndole el movimiento y cabalgar se le dificultaría bastante. Quizás debería tomarse un momento para deshacerse de ellas.

Se acercó al borde de la jaula y se dejó caer sentada, atajando el impacto con las manos a los costados. Dobló las rodillas y luego extendió ambas piernas de modo que la cadena entre sus tobillos pasara por sobre la cabeza del hombre del látigo y quedara frente a él. Luego volvió a doblar las rodillas al tiempo que cruzaba el pie izquierdo hacia la derecha y el derecho hacia la izquierda para apretar la cadena con fuerza alrededor del cuello del esclavista. Se echó hacia atrás, recostándose sobre el techo de la jaula y llevándose las rodillas hasta el pecho, al tiempo que se ayudaba con las manos sobre la jaula, para lograr jalar con mayor fuerza.

“¡Coger las llaves!” Le gritó a la mujer.

Las llamas aumentan llenando de luz escarlata y calor el lugar, convirtiéndose en un incendio a tener en cuenta. El oso gruñe furioso debido al calor cercano y las recientes heridas. -¡GRRRAAAAHH...!

La gigantesca bestia se gira para arremeter de nuevo contra Ursus el gladiador, como un vendaval grisáceo. Con su enorme cuerpo tira la tienda del jefe, que cae al suelo mitad encima del caballo, mitad sobre el incendio que comienza a provocarse. El humo ennegrecedor cubre a las dos enormes figuras que se debaten en duelo épico, dificultando la visión de los presentes y del mismo Ursus, que se tapa la boca con una mano y tose por dificultad respiratoria. 

El animal aprovecha y se abalanza sobre el hombre para agarrarlo con sus enormes garras y morderlo con su babeante boca abierta. Por un momento la masa peluda y gris, como un fantasma de otro plano entre el denso humo, cubre al hombre en su ataque, ocultándolo por completo de la vista. Un apagado alarido de dolor es lo único que sale de allí... 

Los caballos relinchan, se encabritan y tiran de sus ataduras intentando escapar. 

Tarja sonrio de lado al pelirojo, uso las llaves para liberarse con la mayor rapidez posible. Despues fue ella misma quien sin perder tiempo libero de sus grilletes a Heimdun para que evitara hacer movimientos bruscos que le abrieran aun más la herida.

-Aparte del odio y el asco mutuo, no hacemos mal equipo.- comento la mujer con una sonrisa socarrona.

Solo quedaba subir a un caballo y largarse de allí. No tenía amigos en aquella caravana y el oso resultaba una distracción fantastica.-Vamos, buscaremos un lugar seguro y veremos como remendarte la herida, grandullón.-dijo la barbara al arisco pelirojo.

El aullido de la bestia y los ruidos del combate no ayudan a Menkler que, sin sus armas, trata torpemente de acabar con el rival que tiene delante. Su embestida es fácilmente esquivado por el enemigo que se prepara para atacarle de nuevo.

Tal'Ngoro consigue aplacar tensión con Elladurne. -Como digas, kushita. Por ahora lo haremos a tu manera, pero no llegaré muy lejos con éstas cadenas. Además, si encontramos al ladronzuelo, no cabremos los cuatro en éste animal.-El hombre sube al viejo al caballo, que se mantiene nervioso. La brithunia sujeta las riendas con ambas manos para que puedan subir. Tal se da cuenta de que el anciano no se mueve ni parece respirar...

En eso se acerca el esclavista cercano a la jaula trasera, por la espalda del negro, espada en mano, para impedir que huyan y se lleven su caballo. 

Ivara amenaza a Galo. 

 Levanta las manos, en señal de rendición. En una de sus manos lleva un látigo. Mira a ambos lados de nuevo, y luego a Vitrius, que huye moribundo. -No lo hagas, mujer. Será peor para tí. Somos más. Hazme caso y te irá mejor, he venido a favorecerte, no te conviertas en lo que no eres. -Se resiste a lanzarle las llaves, subestimándola, ya que recuerda la actuación de mujer desvalida que Ivara protagonizó en el camino. 

Lin Yi engancha por sorpresa al hombre que aleccionaba a Dietra a latigazos, con la cadena de los grilletes de sus pies. Lo atrae hacia la jaula, pegando bruscamente la espalda del hombre contra los barrotes. El esclavista a penas puede gritar y golpea las musculosas piernas de la extranjera con ambas manos intentando soltarse. Sus aspavientos desesperados no consiguen el efecto deseado quedando atrapado.

Altaro ve la escena e intenta atacar a la khitana. -¡Ya te tengo, perr... Aahhh...! -Lin ve cómo los ojos del veterano miran al vacío y coágulos de sangre salen de su boca a borbotones. Más abajo, en el pecho, puede verse la punta de una espada que acaba de atravesar su pecho. Altaro mira hacia el filo sangriento con cara de incredulidad. Detrás, Dietra la brithunia empuña la espada con manos temblorosas. La mujer suelta la espada y se aparta alejándose despacio. El veterano esclavista se gira dificultosamente para intentar atacarla, mantenido por la adrenalina de la herida. 

Menkler, alentado por la sed de venganza propio de su clase, obvia las llaves del cinturón del hombre que se debate entre la vida y la muerte en el suelo, y decide atacar de nuevo, intentando acabar con su vida. El arma improvisada no es suficiente y no consigue su objetivo, alargando la agonía de Vitrius que, cada vez más pálido, se desangra sin poder contener su herida. 

Tarja ayuda al arisco vanir esperando tener su favor. El pelirrojo la mira mientras ella abre los grilletes de sus manos. 

 -Pareces honorable, pero no te hagas ilusiones, cimmeria. -Responde, no sin falta de orgullo, pero con un tono más amigable. En ese momento, Heimdul mira sorprendido y alertado hacia la espada de la mujer. -¡Aguarda! -Sale como empujado con un resorte, pero cuando intenta acelerar su cuerpo hacia la zona del carro, su rostro refleja el dolor del profundo corte de su costado y se detiene en seco.

Cuando Tarja mira hacia donde miró el vanir, observa cómo el hombre al que quitó las llaves y la espada, se encuentra junto al carro y acaba de apartar la polvorienta manta dejando al descubierto infinidad de armas y equipo de toda índole, perteneciente a los cautivos. En ese momento se dispone a coger entre sus manos un espadón con una elaborada empuñadura...

Ren consigue huir del bosque de manera silenciosa sin alertar a las criaturas, y cuando llega al borde del claro ve el prominente incendio que comienza a producirse inundando el recinto con una trémula luz escarlata. El humo oculta parcialmente la pelea del jefe contra el enorme oso cavernario, y sus antiguos compañeros intentan huir, los tres en un caballo negro bastante agitado. Desde su posición puede ver también cómo uno de los esclavistas se acerca a Tal'Ngoro por la espalda, arma en mano. Nadie parece prestar atención al escurridizo ladrón. 

Menkler, has desaprovechado tu acción en atacar al tipo que ya estaba en el suelo arrastrándose como una rata con sus llaves a la vista en el cinto (como estaba reflejado en la anterior actualización ;)), xD. Tienes suerte de que no había un esclavista cerca, Galo está ocupado con Ivara. 

El animal se resiste en un primer momento hasta que con las caricias de Tal se relaja un poco. Luego coge las riendas y parece susurrar algo al animal. Éste relincha y se encabrita.

"Espero que este truco funcione y salgamos de aquí rápido" -pensó para sus adentros.

En la grupa de la bestia estaban él y la mujer, mientras que el viejo fue arrojado al suelo al darse Tal cuenta que estaba muerto.

Master, entiendo que es bastante probable que el que tengo por el cuello haya soltado el látigo o, cuando le golpeara las piernas a Lin, lo tuviera todavía en mano. Si es lo primero, Lin intentaría incorporarse y, sin soltar su presa, se dejaría caer al suelo de costado o de espaldas para coger el látigo y atacar a Altaro desde el piso. Si es lo segundo, le trata de quitar el arma de la mano al tío y hace lo mismo, pero desde el techo de la jaula.

Es lo segundo. Así es como me lo imagino, con el látigo aun en una mano, ya que no ha perdido la esperanza de soltarse. 

De todas formas, no te preocupes mucho por Altaro. Tal vez no queda claro en la descripción, pero aún lleva la espada clavada y anda más por inercia de la adrenalina inicial que por otra cosa. Pero bueno, eres libre. Desde luego aún puede suponer cierto peligro. 

xD. Te lo remarco por si no había quedado claro en la descripción, ya que creo que he debido equivocarme: En el carro está el esclavista al que tú le has robado la espada. Como no estaba muerto se levantó y fue al carro a coger armas. El vanir lo vio e intentó detenerlo, pero no pudo avanzar por la herida.

Si ya has tenido eso en cuenta, ignora este mensaje y disculpa ;)

Ivara parpadeo sorprendida. ¿Que se rindiera porque era mas conveniente para ella? ¿Y lo decia uno de los que la habian metido en una jaula cargada de cadenas? Tendria suerte si acababa mantenida como furcia de la banda, violada por todos. Aquello solo tenia una respuesta posible:

-iMuere, cerdo!

La espada bailo en sus manos. El primer tajo quedo corto cuando las cadenas se tensaron limitando sus movimientos. Sin embargo, dio dos rapidos pasos laterales con gracia felina y solto otro mandoble que si alcanzo el blanco:

Lo que haría, entonces, sería desenroscar la cadena del cuello del tío, darle una patada en la cabeza o empujarlo con ambos pies sobre la espalda, para que caiga hacia adelante, saltar al suelo y coger la espada que le ha queda clavada al otro. No sé cuántos turnos me tomas para todo eso.

Tarja decidio guardar las llaves usando la anilla que las unia como pulsera, dejando así la mano libre. Su enorme compañero tenía más musculos que cerebro y no sabía donde queria ir con semejante herida.

-Mira que eres testarudo....murmuro Tarja, dejando en el aire su frase cuando vio que la intención del pelirojo era detener a un posible enemigo en su intención de armarse.

Tarja, con sus pies ya liberados, agarro con firmeza el mango de su espada y corrio con intención de insertar al desgraciado en su propio acero antes de que supusiera un problema. Si el hombre hubiera salido corriendo o reconocido su derrota, quedado en el suelo, se habría salvado de su propia estupidez. No es que gustara de matar por la espalda, era algo bastante cobarde, más cometer la estupidez de dejar a un enemigo armarse y gastar sus pocas fuerzas en un combate hubiera sido algo peor, habría sido estupida.