Partida Rol por web

Al igual que en la sala anterior, ésta estaba también destrozada. Alimentos, maderas, utensilios de cocina, todo tirado por el suelo. Unas grandes telarañas cubrían cierta parte de la sala y en un rincón, una letrina. ¿Qué hacía una letrina en ese sitio? Me acerqué a ella, pendiente de las telarañas y de sus pegajosos hilos. Si salía alguna arañota de algún rincón, tendría que empezar a darle cera al asunto. Cuando estuve en la letrina, busqué alrededor indicios de que algo hubiera salido de ella, en vez de evacuar lo que debía evacuar. Tal vez podía haber algún compartimento secreto por aquí, ¿qué mejor sitio? Si no encontrara nada, habría que volver al refectorio e ir por la otra puerta.

-"Parece que aquí hubo una gran pelea, por los destrozos que se aprecian. Pero no hay nada, volvamos a la anterior sala y vayamos por el otro camino." Dije al elfo.

La sala contigua, resulto ser el almacén donde guardaban los alimentos. Había signos de lucha, y todo había sido pisoteado y destruido. Pero lo que más llamo su atención, fue la presencia de tela de araña de gran tamaño. Esperaba no tener que vérselas con arañas gigantes, solo de pensarlo le daban escalofríos. -Has visto estas telarañas, menudo tamaño.-Trato de ver si había algo más en la habitación. Ya que esta no conducía a ningún sitio, y tras registrarla, tendrían que retroceder. Y ver la otra puerta que salía del refectorio a donde les llevaba. 

Elassil sufrió escalofríos al ver aquellas telarañas en aquel almacén mientras Karel se cercioraba, mirando aquí y allá, que no había más de interés en aquella sala. Entonces, viendo que sólo podíais desandar vuestros pasos, regresásteis al refectorio (1) y de ahí continuásteis por la sala aún inexplorada. Al igual que antes, no había ninguna puerta entre ambos espacios, y en cuestión de segundos llegásteis a una habitación dormitorio. Los monjes de la mayoría de monasterios contaban con celdas individuales y muy lúgubres, pero aquí la congregación (de quien sólo habíais visto tres cadáveres), parecía dormitar en un espacio comunal, compartiendo la única sala de techos muy altos y oscuros.

Once camas había en tal lugar, cuyos colchones eran fardos de paja, así como una pequeña escultura colgada en una de las paredes (como si fuera el símbolo de su congregación religiosa o tal vez la imagen que éstos adoraban). Los ventanucos eran estrechos, y era una sala un poco más tenue que el resto del templo que explorabais. Los camastros estaban totalmente desordenados, pues en todos y cada uno de ellos había una amalgama de telarañas bastante extensa y densa. Es decir, en este lugar las telarañas parecían haberse impregnado en las paredes, y realmente el centro del dormitorio parecía libre de tal red tejida de grandes dimensiones.

Además, en este lugar había dos accesos más: uno abierto (que parecía acercarse a la entrada en sí del santo lugar) y otro que poseía una férrea puerta de acero, la cual parecía totalmente clausurada (a cal y canto, vaya).

Aquello no le tranquilizó nada, al revés parecía que las arañas estaban tomando el lugar. De nuevo nadie, el dormitorio estaba vacío o al menos eso parecía con tanta telaraña. Había dos puertas una metálica y al parecer bien cerrada y otra que parecía volver hacía la zona de la entrada. Tras intentar ver o escuchar si había alguien más en la estancia, o alguna de las arañas. Inspecciono ambas puertas, tal vez estaban abiertas o no.-Elige la puerta que quieras Karel, pero creo que la metálica es posible que sea mejor dejarla para más adelante, cuando sepamos si hay alguien vivo en el monasterio. Y a ver que descubrimos de tanta telaraña, mas nos vale andarnos con cuidado que esto tiene cada vez peor pinta.-Y procedió a terminar de inspeccionar las dos puertas.

La sala anexa al refectorio era donde dormían los monjes, como una salón comunal. Te tirabas un pedo y se lo comían todos, vaya un asco. Aquí, las telarañas habían ocupado casi todos los rincones de la sala, dejando sitios sin poder ver lo que había detrás. La luz menguaba, por lo que procedí a encender una antorcha mientras el delgaducho investigaba el lugar. Una vez encendida, respondí a Elassil, porque mientras le daba cera a la yesca y al pedernal, le había ignorado completamente.

-"Sí, estoy de acuerdo contigo. ¡Pero solo por esta vez! Esa puerta es recia y maciza, así que puede que quede algún superviviente detrás suya. Es mejor revisar el resto del monasterio, no vayamos a encontrarnos una peluda sorpresa tras nuestras espaldas. Llevaré la antorcha encendida y a mano, por si hay que quemar las telarañas para acabar con lo que sea que las haya hecho. Por el tamaño, debe de haber sido un arañón de cuidado, tamaño caballo. Lo mismo es la mamá de todas las arañas, ¿quién sabe? Si veo que la cosa se pone difícil, corre, que prenderé el monasterio como si fuera una tea." Le dije riéndome y poniendo cara de pícaro.

De vez en cuando miraba alrededor, pero no me fijé mucho en detalle, ya que entre encender la antorcha y hablarle despacio al elfo para que entendiera bien lo que decía, no podía estar a mil cosas a la vez.

-Si aparece una araña como un caballo, lo llevamos claro. Pero como aparezcan varias del tamaño de un perro, podría ser que tampoco lo contemos. Así que mejor tener ojos y oídos preparados, para que al menos no nos pillen por sorpresa. Cada vez me gusta menos este monasterio, y no tengo nada contra los religiosos.-Cada vez pintaban peor las cosas, que es lo que había pasado allí. Aun no lo sabían, ni el paradero de su amigo, pero los auspicios no eran nada buenos.

Elassil temblaba por dentro, pues no le causaban demasiada tranquilidad el solo pensar que pudiera haber allí arañas. Por otro lado, Karel se colgó su lanza a la espalda y encendió una antorcha. Entonces la estancia se iluminó y la mayoría de hilos de las telerañas brillaron con pequeños reflejos. Ello parecía querer decir que habían sido tejidas recientemente. Justo cuando os disponíais a salir por una de las puertas (b) la luz del pequeño fuego hizo ver algo a Elassil...

Desde la parte superior del techo, justo por encima de la amalgama densa de telarañas que copaban la parte alta de esa sala (y que hacía escasos segundos no apreciábais bien), descendió descolgándose una gran araña de color parda, casi negra, con diminutos ojos en su cabeza, ochos patas peludas y unos colmillos sobresalientes en sus fauces, cuyas dimensiones no eran sino como las de un perro o lobo. Ésta emitía chasquidos (como pequeños gruñidos) y atravesó su propia telaraña (rompiendo la red de redes tejidas sobre vuestras cabezas) y trató de abalanzarse de vosotros verticalmente, de arriba a abajo...

Suerte que Elassil lo vio venir y así Karel, además, pudo advertirlo también...

Después de encender la antorcha, la luz hizo que viéramos todo con más claridad. Íbamos a avanzar hacia la siguiente sala, cuando el vista perfecta vio cómo una arañota caía sobre mi. Miré para arriba y vi como descendía rápidamente, guiñándome cada uno de los ojos. Me moví rápido e intenté prender las telarañas de la sala.

-"¡Corre Elassil!" Le grité.

Lancé la antorcha al grueso de telarañas, mientras sacaba mi hacha de batalla. Con el brazo izquierdo levantado, interpuse mi escudo para bloquear el ataque del arañón pardusco.

Tanta telaraña estaba claro que tarde o temprano con sus dueñas nos íbamos a encontrar. Y sin ser del tamaño de un caballo, si que como un perro de grande se nos vino encima una desde el techo. Justo sobre Karel descendía y con el poco tiempo que disponía trataría de herirla con su arco.-Cuidado Karel, que eso no tiene nada de buena pinta.-Disparo con gran rapidez dos flechas, las prisas hicieron que la primera se perdiese, dio contra el techo rebotando y cayendo al suelo. Pero la segunda dio en su blanco, quedando clavada en la negra araña. Y aproveche para apartarme algo de la desagradable criatura, el enano era mucho más duro para hacerle frente, yo ayudaría a una prudente distancia.

Turno 1.

La araña cargó contra Karel, o más bien contra su escudo, no pudiendo hacer nada excepto darse de bruces con el metal de la protección; mientras el enano lanzó a la zona donde estaba el mayor grueso de telarañas, concretamente una esquina cercana de aquella sala. En cuanto aquel ente de ocho patas impactó en el escudo (que protegía a Karel) las llamas comenzaron a quemar rápidamente las telarañas. En esos momentos, en medio de las llamas momentáneas*, Elassil, quien había ya escuchado la advertencia de su compañero, tomó un par de flechas y las lanzó rápidamente. La araña era pesada, pero rápida, y sólo pudo acertar uno de los virotes en su cuerpo.

Daño a araña: 3.

La araña gimió (no era un alarido, sino un crujido interno muy extraño, típico de estos seres), y se recogió un segundo sobre sí, y la flecha quedó clavada en su gran cuerpo, pero enseguida siguió hostigándoos, pues no parecía querer dejaros marchar. Elassil se retiró hacia atrás, y Karel tomó su lanza.

La antorcha que Karel había arrojado a una de las esquinas de la sala, que estaba repleta de telarañas, las incendió aumentando por unos momentos la iluminación del oscuro dormitorio. No duraría mucho aquel fuego, pero si lo suficiente como para percatarse de que no parecía haber más arañas en la estancia. Lo que tranquilizó a Elassil, con una ya tenían bastante de momento. El enano pudo parar el ataque de la araña, que aunque herida volvió a lanzarse contra el. Sin perder tiempo trato de apuntar al ágil animal y volver a disparar, tenían que tratar de acabar con ella antes de que resultasen heridos, y quien sabe si hasta envenenados por aquel terrorífico animal. Pero en esta ocasión sus dos disparos fueron desaprovechados, uno fue directo contra una pared, mientras que el otro reboto en la quitinosa armadura de la araña, sin causarle daño alguno.-¡Maldita sea! Menudo momento para que me falle la puntería. A ver si la fortuna te es mas favorable amigo.-Había perdido su oportunidad de acabar con la maldita araña, se sentía inútil y enfadado, dos fallos seguidos, de hecho de los 4 disparos tan solo había acertado uno. Era demasiado, así no llegarían muy lejos. 

La arañota cayó sobre mi, pero mi recio escudo contuvo el intento de morderme. Con la estancia iluminada y quemándose las hebras de las telarañas, no tendría escapatoria el inmundo artrópodo. Además, para la vista cegata de mi compañero le vendría bien, ya que parecía no ver demasiado.

-"Pues sí, a ver si aprendes de una vez a usar ese palo curvado de madera que llamas arco." Le grité riendo.

La araña, herida y furiosa, cargó de nuevo hacia mi. Yo, con mi hacha ya en mi mano, hice lo mismo. La confrontación había empezado e iba a cortarla las patitas de una en una hasta que solo le quedara el rechoncho cuerpo.

El fuego pronto devoró todas las telaarañas de esa estancia (al menos los que estaban en esa zona de la sala), dejándoos comprobar que no había más seres cuadrúpedos (ni de ningún tipo) en dicho dormitorio. Elassil lanzó otros dos virotes, pero estos no acertaron, por lo que sus dientes se apretaron de cierta frustración.

Por otro lado Karel tuvo que aguantar el empuje del arácnido. Éste se abalanzó de nuevo, pero el escudo del enano se interpuso en entre ambos, y Karel sólo pudo sentir la asquerosa viscosidad de sus colmillos cerca de su cara (pero nada más...). Fue entonces cuando le devolvió el golpe, clavando su hacha* en mitad del cuerpo, justo donde el gran insecto poseía una delgada unión entre sus dos prominentes zonas corporales, partiéndola ipso facto por la mitad...

Tras ello, aquella araña cayó a vuestros pies, expulsando un asqueroso líquido negruzco por el tajo mientras sus pagas se arrugaban sobre sí unos centímetros. En pocos segundos el fuego se había extinguido. Habíais sobrevivido y no había nadie más en aquel dormitorio.

Me quedé mirando cómo la vida se apagaba en los múltiples ojos de la arañota. Me gustaba que mis adversarios vieran en su último momento al que había sido su ejecutor. Cosas del honor y esas historias. Antes de que se apagara el fuego del todo, recogí la antorcha para tener algo de luz y proseguir investigando el lugar. Limpié el filo del hacha con algún trapo viejo que hubiera por el lugar y me la volví a atar al cinto.

-"Bien... ¿Dónde nos habíamos quedado? ¡Ah, sí! Ya recuerdo; íbamos a salir por esa puerta (B) para terminar de investigar este sitio. Dejemos la de metal para luego. Y... a ver si practicamos más con el palito ese, aunque yo te aconsejaría pasarte al acero, es mucho mejor, ya lo has visto. Jajajajaja. Prosigamos." Le dije riendo a carcajadas.

Me acerqué a la salida con cuidado, escudo y antorcha en mano, y me puse a observar lo que hubiera al otro lado. Pero antes de cruzar el umbral, me frené en seco. Hice un esfuerzo y me giré para hablarle al elfucho. Una sonrisa maquiavélica afloraba en mi rostro.

-"¿No hueles eso? Quizás tú sepas de qué se trata." Le dije, intentando aguantar la risa.

Me giré rápidamente para no delatarme y seguí con mi avance. Me había tirado un buen cuesco de esos silenciosos y explosivos en olor. Con el olfato tan fino que tenía Elassil y mi advertencia, se comería todo el contenido si pelar.

Al menos al enano le había sonreído la suerte y partió a la maldita araña con su ataque. Tras recoger las flechas que aun estaban en buenas condiciones, se aventuró hacia la puerta opuesta a la de metal. Cuando de repente un olor nauseabundo, como a muertos salió del trasero del maldito enano.-Hay que joderse Karel, cada día eres más guarro. A ver si te vas a cagar encima y vamos anunciando nuestra presencia con esta maravillosa fragancia tuya.-No pudo hablar más, opto por cerrar la boca y aguantar la respiración. Se había cagado, menudo enano, para haber saltado por los aires si llega a prender esa enorme cantidad de asqueroso gas. 

Luego se concentro y trato de escuchar o ver a través de la puerta que atravesaban.

Estaba claro que las flatulencias del enano iban a salir por su trasero, y así fueron. Si hubiera tardado menos en hacerlo el fuego que había abrasado las telarañas podría haber quemado por completo el monasterio... El caso es que tras limpiar el enano su hacha con una manta de los camastros, salísteis por la puerta que parecía volver hacia atrás, hacia la salida (mientras Elassil absorbía las ventosidades de Karel por sus fosas nasales por un instante...).

Supísteis enseguida que aquella nueva sala parecía ser una zona de paso, pues conectaba con la entrada del monasterio. Vísteis un reguero de sangre, y junto a él las pertenencias de un mediano: una bota, un medallón pequeño y un zurrón desgarrado de poco fondo. Al menos, de las ropas, sabíais que pertenecían a Togoll, pues eran las que solía llevar. La sangre era negruzca, tan negra como la que habíais visto brotar del cuerpo de la araña justo antes de perecer (por lo que supusísteis con buen tino que no era sangre de vuestro amigo mediano). Y  poco más, no había más decoración que fría piedra en aquella zona de paso.

Al ver la sangre junto a lo que parecían las pertenencias de nuestro amigo Togol, Elassil se sintió muy preocupado. Pero pronto descubrió que aquella sangre no era de su amigo, parecía la de una araña que habría sido eliminada por el mediano. Tras recoger y guardar en la mochila la bota y el medallón. Examino si el zurrón contiene algo que pueda salvarse para Togol, y lo meto también en la mochila. Seguro que su amigo se alegrará de recuperar sus pertenencias. Porque seguro que ese bribón estaba escondido en algún sitio.

No había nada más en aquella habitación, ni al parecer en el resto del pequeño monasterio, así que tocaba regresar a la puerta metálica, y ver si eran capaces de abrirla.-Parece que no hay nada más, toca volver a esa puerta metálica y estudiarla para ver si podemos abrirla.-Era cuando menos una puerta extraña, diferente a lo que habían visto en el resto del edificio, que podría haber tras ella. Era desde luego el sitio más protegido del monasterio, tal vez de haber algún superviviente estuviese tras esa puerta metálica, y con suerte allí estaría Togol.