Partida Rol por web

La idea de Yago no es mala del todo, no tengo claro cómo funcionan, pero algo he leido sobre ellos.

-Si llegase el caso de las bajas y los regresados, siempre podríamos dedicarlos a las tareas más pesadas o usarlos durante la noche.
¿Cabría añadir un pasadizo? Algo que permita alejarse de la torre sin ser visto, en caso de emergencia.

- La gente de estas tierras vive bajo el dominio de moldeadores de carne en guerra contra brujos; dudo mucho que cadáveres reanimados les resulten tan terribles. - dijo, restando importancia al asunto. Sin embargo, matizó a continuación. - Mi reticencia a usarlos, no obstante, estribaría principalmente en la evidente materia prima necesaria para crearlos y la relativa simpleza de sus capacidades. - Con un leve encogimiento de hombros, añadió con una breve sonrisa.- La carne una vez separada de su alma no conforma el tipo de trabajadores que uno pueda dejar sin supervisión; podríamos encargarles cargar materiales para la torre y encontrarnos con que todos los materiales han acabado ahí y perder tiempo redistribuyéndolos...

- No obstante, con todas sus limitaciones y peros, son preferibles a trabajadores meramente muertos antes de completar su deber; podrían llegar a ahorrarnos tiempo, y dinero.

Asientiendo a la propuesta de Teodor, le replico. Sí, eso es algo que todas las fortalezas necesitan, sino cualquier asedio podría acabar con la vida de los habitantes.

Escucho a Yago y no me acaba de convencer la idea de tener muertos trabajando en mi construcción, pero ellos pagaban, con lo cual, si así lo deseaban, así sería.

Finalmente empiezo a dar instrucciones al albañil y al carpintero, para que empiecen con los nuevos ciclos de trabajo.

El masestro Zelios se queda durante una semana en el castillo. Durante este tiempo está o con los trabajadores o preparando nuevos planos para que puedan hacer la construcción.

Cuando ya toda la fena está acabada, se marcha, despidiendose y prometiendo volver cuando el trabajo esté terminado, ya que disfruta de ver sus construcciones acabadas.

Bajo su mando podeis ver claramente que la fortaleza empieza a coger forma.

Los días van pasando y las obras avanzando a buen ritmo, calculais que a este ritmo en pocos meses tendreis el primer piso, que era el objetivo inicial, una vez eso hecho, sería todo más tranquilo.

Cuando explorais las zonas, observais que son pequeños pueblos rurales, que se basan principalmente en la agricultura y la ganadería, sin apenas manufacturas de la epoca. Tampoco observais que haya vampiros u otras criaturas sobrenaturales, con lo cual con el tiempo podrías tomarlas para vosotros (aunque en teoria esas tierras son de Radu).

Pero de repente todo empieza a fallar, menos caravanas, trabajadores sobreexplotados, los ingresos empiezan a descender y todo entra el bucle.

Finalmente, os reuníis para tratar el tema seriamente.

Ramirez, semidesaparecido desde hace semanas, aparece en la reunión no sabéis como.
Parece... Bueno, a falta de una palabra mejor... "ido"
La mirada perdida, y palido, muy palido.

Markus aparece con su aspecto habitual. Parece que la vida tranquila del campo le sienta bien.
Toma asiento esperando que aparezcan el resto de sus compañeros.

Con una sonrisa asomando por debajo el bigote como es habitual en mi, me dejo caer sobre una de las butacas más cómodas.

- ¡Buenas noches caballeros! 

saludo a los presentes

- Haces buena cara Ramirez.

Le guiño el ojo quitándo importancia al aspecto deplorable del grumetillo

- En fin, se nos está atrancando la construcción ¿Queréis acabar con algunas de las villas cercanas para que tengan que trasladarse aquí? ¿les meto más caña a los obreros?

mientras expongo mis propuestas observo las uñas de mis dos manos tratando de detectar si había alguna desnivelada.

El Capadocio llegó con su habitual porte a la improvisada sala del consejo que la cuadrilla había designado para reunirse en circunstancias como aquella. Paseó la mirada por quienes ya habían llegado, antes de tomar asiento al lateral de la mesa.

El señor Lenz tenía buen aspecto, pese a los recientes problemas y sucesos que entorpecían el cumplimiento de un encargo de su clan. Suponía que la procesión iba por dentro a ese respecto, o tenía cartas dentro de la manga que aún no había revelado. Era esperanzador, en cualquier caso, ver que aún mantenía la calma y la compostura, en cualquier caso.

El señor Damjanich... Seguía siendo el señor Damjanich. Era difícil saber si aquel vampyr se tomaba en serio cualquier cosa que no fuera su propio aspecto físico y su noción de su propia posición. En un sentido, lo consideraba algo positivo, porque hasta que algún problema lo hubiera arruinado todo, era probable que no cambiara de actitud. Por otro lado, sería difícil transmitirle la urgencia y las consecuencias de un problema hasta que llegara ese punto.

El señor Orzcy aún no había llegado. Era cuanto podía decir de él en aquel momento.

El señor Ramírez... Le preocupaba, seriamente. Era como ver una vela consumirse muy lento en la oscuridad. Poco quedaba del despreocupado y burlón Lasombra que conoció en la mansión de Radu en la pálida imagen que estaba sentada al otro lado de la mesa. Fuera lo que fuera lo que le estaba consumiendo, venía de dentro, muy dentro. Si se veían obligados a quedarse mucho más tiempo en aquel lugar, dudaba que sobreviviera.

En cuanto a él mismo, estaba mortalmente pálido, como era la insignia de su clan, y tan serio como el primer día que le conocieron; sin embargo, al mismo tiempo se había relajado notablemente al acostumbrarse a la cuadrilla e irlos conociendo un poco mejor a todos. Un rictus de frustración, pese a todo, se había instalado en sus facciones, al no haber avanzado nada en sus investigaciones.

- Deberíamos esperar que el señor Orczy llegara antes de empezar a proponer ideas, Lazar. - dijo con una media sonrisa, mientras alisaba las mangas de su chaqueta tras sentarse. - Aparte, llenar esto de mortales no creo que sea una buena idea; ralentizarían aún más los trabajos si tienen que preocuparse de qué comen sus familias. Y aumentar la carga de trabajo aún más nos dejaría con menos trabajadores todavía.

Entro en la sala observando que soy el último en llegar.

-Buenas noches caballeros...

Tomo asiento en la silla libre y observo a mis compañeros, todos bien excepto Ramírez que está más descolorido que Yago.

-Bien, parece que se nos acumulan los problemas.
Y aunque a perro flaco todo son pulgas, no puedo dejar de lado la posiblidad de que alguien impulse la rueda.

Miro con cierto reparo las uñas de Lazar, pero disimulo mi mirada y lo descuidadas que están sus uñas. En verdad, no sé que debería preocuparme más, si el estado de Ramírez o que Lazar vaya por ahí con las uñas así. Debe estar perdiendo la cabeza realmente si no ha hecho nada al respecto o, peor aún, no se ha dado cuenta.

Lo dejo correr para no hacer saltar la chispa en la yesca que suelen ser nuestras reuniones.

Los saludo a todos cortésmente conforme van llegando.  

Asiento a las palabras de Teodor.

- Muy probable. ¿Por dónde sugieren que comencemos nuestras pesquisas?

- ¿Quién tendría algún motivo para sabotearnos en este lugar y momento? - preguntó, sacudiendo despacio la cabeza. La Jyhad hacía que la paranoia fuera algo muy frecuente entre los vampyrs, como bien sabía. - No he sentido ni visto ninguna interferencia en toda la región próxima al Paso, ni hemos sufrido más ataques que el descenso en número de viajeros. ¿Tenéis algún rumor o indicio al respecto?

Mis uñas no terminaban de estar bien y no entendía el por qué. "Si todas parecen a nivel! uuuggh" 

- Si el problema está en las caravanas, podríamos mandar una caravana falsa o con algún infiltrado o yo que sé.

resoplo hastiado

- y renovar los trabajadores tampoco nos vendría mal! Ya habéis visto que se me da bien atraer a gente.

"uy si.. debe ser el meñique ¿tengo uno más largo que el otro?"

Parece que solo existen las amenazas que se ven.

-Desconozco que o quiénes tendrían interés en entorpecernos, pero desde el principio conocermos que la zona tiene interés para varios grupos.
Si no, no se habrían reclamado las deudas que se reclamaron para hacernos venir a encargarnos de está torre.