Partida Rol por web

La mediana miró al enano sin entender de qué estaba hablando. ¿Todo eso se lo había inventado sobre la marcha igual que ella o había algún detalle que desconocía? Seguía sin resultarle familiar el nombre de Ker'zaer pero tal y como hablaban de ello, debía de tratarse de algún título importante relacionado con Altairea. Ussia no quiso añadir algo más, pero sí escuchó con atención la información que habían revelado los dos hombres. Empezaba a entender que Mildred no quisiera tratos de ningún tipo con Altairea, pero sí le sorprendía que quisieran al niño con vida. Ya sea el "hermano" de Lesil o el hijo de Mildred, está claro que este niño va a terminar siendo perseguido por unos y por otros. 

La mediana suspiró ligeramente al ver que Erin no tenía intenciones de fingir un parlamento. Habría sido mucho más fácil que le hubiera pillado desarmado pero en cierto modo tiene razón. Aunque con todo lo que lo están protegiendo, les va a quedar más que claro que este es el niño que buscan. Por supuesto que no quería dárselo, pero Ussia tampoco quería escuchar mucho más de aquellos hombres. Seguía con la ballesta cargada y preparada a su lado, y una parte de ella esperaba que el extraño elfo que les acompañaba disparase la primera flecha. Pero por el momento, sólo podía esperar.

Viendo que era ignorado, cosa habitual, el elfo se quedó como estaba, arco en mano, preparado para lo que se viniera mientras no quitaba la mirada de esos dos tipos. El resto de su grupo parecían tener claro que hacer y que no, pero realmente le daba igual, no se fiaba de ellos ni se creía que sus intenciones fueran buenas; puede que se lo quisieran llevar para sus propios planes, pero estaba con Erin por encima de todo, así que seguiría su estela de decisiones. 

El enano había atado cabos, algunos bien y otros mal, pero había logrado exponer parte de lo que esos hombres ocultaban. Su versión, sin embargo, no convencía al veterano arquitecto, esos hombres eran asesinos, de eso estaba seguro, pero de nada más. Primero afirmaron estar vinculados al tal Lord Wade y ahora decían estarlo al emperador, primero dieron muerte a Mildred sin piedad, pero ahora decían querer al niño con vida. Pero no había sido justamente la reina la que había escondido al niño para protegerlo? Lo protegía de Logan, quien lo dejó ir con vida, o lo protegía de los sicarios del Emperador?.

Con el ceño fruncido veía cómo ambos hombres se quitaban el cinturón con sus armas. Habían entrado al Torreon para matar a la reina, pero porqué no se quedaron allí en busca del niño si realmente querían salvarlo de Logan? Pero en lugar de ello, los emboscaban en el camino. Esto tiene una sola explicación, pensó. - Mienten - susurró a sus compañeros tomando con fuerza su martillo y su escudo, dispuesto a interponerse si hacía falta.

No hacía falta que el enano les dijera nada para que Gorsha llegara a esa misma conclusión. ¡Claro que mentían! Por favor, la única manera de construir una historia como la que se estaban montando aquellos dos era a base de mentiras. ¿Y de verdad esperaban que el grupo confiara en ellos? Ni de broma. Al más mínimo movimiento en falso, empezaría la carnicería.

Gorsha gruñó y aferró el mango de su hacha con más fuerza. Sólo necesitaba una señal para saltar sobre el primero de aquellos hombres que se le acercara y le partiría en dos. Y si ella fallaba, seguro que Thánur se encargaría encantado de ocuparse de él.

Al ver a Erin desenfundar su cuchillo y al resto de aventureros echar mano a sus armas, el de las patillas se detuvo en seco - Eran vuestras condiciones - dijo, visiblemente contrariado, pero ni él ni el del pelo recogido hicieron gesto alguno al respecto... aunque este último frunció el ceño en dirección a Erin, como si hubiera dicho algo que se suponía que no podía saber. No obstante, acabó negando con la cabeza sin dejar de mirar a la muchacha.

- Bien. Si eso es lo que va a conseguir convenceros... - dijo, antes de empezar a relatar - El niño pertenece al Ker'zaer, y él lo quiere de vuelta. La Inteligencia Imperial no cuestiona o se pregunta por la voluntad del Ker'zaer. Simplemente la cumple - el hombre finalmente reveló quién eran realmente aquél grupo de asesinos, así como el porqué había desechado sin más las suposiciones de Thánur. No se trataba de ninguna clase de matones a sueldo contratados para dar caza a alguien, sino del mismísimo servicio de espionaje altaireano, con la autoridad y el fanatismo suficientes como para hacer y deshacer a su antojo al servicio del Emperador y del Imperio, por lo que quedaba bien claro quién los había enviado allí. En Altairea, decir que no a algo a Inteligencia Imperial era una rápida manera de poner un pie en el otro mundo.

- Mildred era ambiciosa, y no le supuso mucho esfuerzo ganarse el favor del Ker'zaer. Pero cuando regresó a las tierras de su esposo, lo hizo llevándose algo que pertenece al Ker'zaer... aunque ella todavía no supiera que lo llevaba dentro. Todo habría acabado ahí de no ser por ese detalle. Cuando el Emperador - dijo la palabra en el idioma común por primera vez - lo descubrió, quiso lo suyo de vuelta, Mildred se negó, y huyó en secreto. Nos esquivó durante un año... hasta ahora. Ella está muerta, pero el niño todavía debe llegar al Emperador. Ese es nuestro principal objetivo.

Y ahí estaba la pieza que completaba el rompecabezas. El origen de la huida de Mildred al Norte, de su intento de crear un reino fuerte con el que pretendía proteger a su hijo. Un hijo que no había salido de la semilla de Lord Domnhall, sino de la del Emperador de Altairea. Un niño bastardo ahora reclamado por su padre, uno que nada tenía que ver con Lesil, mucho menos con Gwyl, que había muerto buscando a un hermano que nunca había conocido y que nunca había sido suyo. Como tantos otros en aquella guerra que ahora tan solo podía describirse como absurda, y de la que únicamente Logan podía presumir de haber ganado algo.

- El Emperador quiere a su hijo - siguió hablando el del pelo recogido, mientras el de las patillas iba retrocediendo lentamente de espaldas, sin dejar de observar a los aventureros - Y lo tendrá, de un modo u otro. Como bien has dicho - se dirigió a Erin - no tenemos previsto luchar ahora por él, no podríamos ganar. Pero eso no significa que vayáis a estar a salvo. Vosotros... o nadie que habite en estas tierras.

Y tenía razón. Si los dejaban con vida, con toda seguridad los seguirían y revelarían cualquier lugar al que pensaran llevarlo o esconderlo. Si los mataban allí mismo antes de que pudieran huir, tan solo ganarían algo de tiempo. Otros los seguirían, sin duda en mayor número. Y aún si lograban despistar a los agentes del Trono... ¿Cuanta gente llegaría a morir en el Norte cuando el Emperador se cansara de enviar a sus espias, y enviara a sus ejércitos?

- Entregad al niño. Nada os ata a él. Nadie sufrirá daño, nadie morirá. Volveremos por nuestro camino, y vosotros podréis seguir con vuestra vida - finalizó su mensaje el del pelo recogido - Entregad al niño.

Parecía que las opciones se estaban agotando, y para Arahan, rastreador y hostigador, sabía muy bien que sino los mataban a esos dos ahí mismo, acabarían por encontrarles más antes que tarde; sin embargo, si los mataban y no dejaban rastro de los cadáveres, a los amigos que pudieran tener, les costaría más encontrarles. 

De pronto, la idea de ir a investigar ruinas podría empezar a resultar ser la mejor opción. Sin mayor preámbulo, el elfo de los bosques tensó el arco con gran velocidad y apuntó directo a la cabeza del que tenía la voz cantante, esperando si alguno de los otros querría añadir algo o no. 

Erin comprendió las últimas palabras de Mildred, y miró al niño. "Lo sabe".

¿Para qué quería el emperador a su hijo? ¿Querría un heredero, acaso? ¿O eliminar a una amenaza para el heredero legítimo? 

No tenía sentido... si quisieran liquidar al joven, era tan sencillo como hacerlo allí mismo. A no ser que quisieran poder demostrar que el crío estaba muerto, y evitar "falsos herederos" reclamando el trono en un futuro.

Clavó sus ojos desiguales en los del hombre, sin bajar el cuchillo.

—Nos ata una promesa. A vosotros os ata lo mismo al Emperador, así que deberías entender lo que es eso.

Y, sin girarse, tragó saliva y preguntó:

—¿Tú quieres ir con ellos, Aidan? ¿Quieres ir con tu padre?  Si no quieres ir con ellos, te prometo que no irás.

Tenía que darle a Aidan la oportunidad de crecer sin vivir perseguido, sin pasar el resto de sus días huyendo... sin vivir como ella. Si el niño decidía rechazar esa oportunidad, estaba dispuesta a dejarse hasta la última gota de sangre para protegerlo.

La escena que presenciaba era un ejemplo de pura confusión recorriendo las mentes de los congregados, Yriel al menos no podía determinar el curso de acción que convenía ni a ellos ni al pequeño. Los agentes imperiales no habían llegado a dejar claro si el niño iba a sufrir el peor de los destinos.

- Pensadlo, si lo hubiesen querido muerto habrían esperado a la noche. Esta gente es capaz de todo por cumplir las órdenes de su mandatario, han reconocido que no lograrán llevárselo si nos oponemos pero no han optado por actuar en la sombra.

Le parecía extraño que Gwyl hubiera puesto tanto empeño en salvar al pequeño, algo no encajaba pues la tez era demasiado blanca, lo advirtió desde el principio y la pista ahora tenía más sentido. El semielfo quería tener el cuadro al completo, terminó por mirar al resto y aportó lo que creía era mejor para todos.

- Pienso que el Emperador querrá educarlo de algún modo que le convenga, u ocultarlo, en todo caso no dejará que pase penurias. Esto es lo que creo que es más sensato. Si Mildred lo apartó de Altairea fue porque quería que el chico ascendiera al trono, pero esa idea solo existía en su cabeza.

Creía también que la mujer había tenido gran ambición y que se le fue de las manos. Los nobles bien podían ser así, desmedidos. Después de dar su opinión esperó a las palabras del muchacho, aunque lo veía demasiado joven como para entender lo que estaba sucediendo.

Ussia se mantuvo tensa mientras los dos hombres relataban su supuesta historia. No había escuchado nunca ese nombre de Ker'zaer, pero tenía claro que si era un grupo así del Imperio de Altairea, eran muy poderosos. Tal vez demasiado. La mediana tragó saliva, nerviosa y aún con la ballesta a su lado. 

En otras condiciones, la idea de dejar que el muchacho se marchara con vida, con su verdadero padre, le habría parecido tentadora. Es más: Habría significado ayudar al futuro emperador y aunque al muchacho aún le quedaban unos años para llegar a ser alguien relevante, el favor del actual emperador podría ser inmenso si jugaba bien sus cartas. Era una oportunidad única, desde luego. Y ya que había perdido el prometido botín de Mildred, uno de compensación no habría estado nada mal. Claro, que eso habría sido para la Ussia que todavía no había llegado a pasar por el Norte...

- Eso es mentira. - siseó cuando acabaron el mensaje. Ni siquiera prestó atención a la respuesta de Aidan, ni al razonamiento de Yriel. Simplemente cogió la ballesta y apuntó al que había hablado, con la voz temblándole ligeramente - Ha muerto mucha gente, mucha más de la que debería gracias a vosotros. Así que tal vez sea un poco tarde pedirlo por las buenas. Pero si queréis hacer un trato hagamos un trato: Devolvédmela. ¡Devolvedme a Syndra y dejaré que os llevéis todos los niños que haga falta!

Con la nariz cada vez más rojiza y una mirada de absoluta ira, la mediana cerró los ojos con fuerza, obligando a las lágrimas a caer por sus mejillas para poder ver mejor a sus objetivos. La ballesta estaba firmemente sujeta en sus manos y lo único que temblaba era el gatillo, controlando a duras penas las ganas que tenía de acabar con aquellos hombres.

El enano sostenía su mazo con firmeza al igual que la orca sostenía su hacha, el elfo apuntaba con su arco a uno de los agentes del emperador y la mediana hacía lo propio con su ballesta. El semielfo hacía conjeturas y sus deducciones lo llevaban a confiar en ese par de asesinos, la humana no lo veía tan claro y mantenía sus sospechas. Si todo eso no era un tendero de sangre aún era porque faltaba la opinión del niño, después de todo era su vida y además el futuro emperador, pero aún así el peso era demasiado alto para los hombros del crío que acababa de perder a su madre.

- El niño no puede decidir ahora, no en este estado, no a las apuradas, es un menor y nosotros somos quienes lo cuidamos - dijo el anciano arquitecto - Parece que todos aquí queremos su bien, no es así? - miró con desconfianza a los dos hombres de ropas oscuras - Si vivió hasta ahora sin el Emperador, puede seguir haciéndolo. El niño estará bien cuidado por gente que lo quiere y ya ven hasta dónde podemos llegar con tal de protegerlo - para el enano era claro que si estaban dispuestos a enfrentar a las fuerzas de emperador para defenderlo, entonces lo harían contra todo peligro. 

- Aiden ahora sabe su destino, cuando sea más adulto podrá regresar a Altairea y conocer a su padre, pero hasta entonces es un menor, y no lo dejaremos en manos de dos asesinos por más que nos juren que tienen buenas intenciones. Que venga su padre a verlo si tanto lo quiere, como lo hizo su madre hasta hoy, y si no puede tomarse el tiempo para hacerlo, entonces que espere unos años a que su hijo lo visite por su propia voluntad - sostuvo con firmeza. Miró de reojo a Ussia, conmovida por la pérdida de su amiga, esos dos algo tenían que ver con ello al parecer.

Bueno, parecía que el grupo había llegado finalmente a algo parecido a un consenso entre todos.

 -Mira, coincido con vosotros. El niño es quien tiene que decidir, pero ahora no es momento ni lugar. Y ya que el emperador nos va a mandar a más hombres si acabamos con estos... Voto por ayudar a Ussia, quitarnos este problema de encima y decidir con calma nuestro siguiente paso a dar.

La orca se giró para mirar a Erin.

 -Erin, será mejor que Aidan no presencie esto.

Que aún era un niño. No le correspondía ser testigo de una matanza como aquella. Aferrando su hacha con fuerza, Gorsha se puso al lado de Thánur, lista para iniciar hostilidades en cuanto viera movimiento por parte de los otros dos o en cuanto Aidan estuviera a una distancia prudencial. Y si decidían huir de allí, pues mejor para ellos, otro amanecer que podrían ver. Aunque mentiría si dijera que no tenía ganas de ajustarles las cuentas a esa pareja de asesinos. Porque aunque ella no había tenido una relación tan profunda con la elfa como Ussia, sí que la había considerado amiga suya y su muerte no había sido para nada una buena noticia. Si esos dos eran los asesinos de Syndra, Gorsha estaría encantada de ayudar a la mediana a vengar su muerte.

Erin miró a Ussia, asombrada: la mediana parecía haber acusado mucho la muerte de Syndra, y parecía dispuesta a vengarla.

En realidad, daba lo mismo: si decidían plantarles cara, aquellos hombres huirían, y el Emperador mandaría a otros; y si les mataban, el Emperador mandaría a otros también. La vida de aquellos dos era en ese momento irrelevante para Erin.

Retrocedió, con la mano a la espalda, hasta tocar a Aidan y asegurarse de que le estaba cubriendo, para evitar que una flecha perdida o un golpe errado pudiera hacer daño al niño. Erin se dio cuenta de que, apenas unos meses antes, no fue capaz de hacer lo mismo por su propio hermano. Pero aquello era distinto, y ella tampoco era ya la misma: ahora era Erin, casi más norteña que altaireana, y ya no tenía miedo ni del hombre del escudo rojo ni del mismísimo Emperador.

Cuando habló, mantuvo la cabeza alta.

—No le gustáis a mis amigos. Si os marcháis rápido, es posible que no intenten mataros. Le podéis decir al Emperador que el niño irá con él, si quiere, cuando esté preparado para tomar esa decisión — la opinión de Thánur le había parecido sabia, y decidió secundarla — Hasta entonces, podéis decirle que su tutela está en buenas manos.

El de las patillas terminó de ponerse a la altura del otro y volvió a hacerse con sus armas, aunque las fue guardando con calma, como si no estuviara a punto de tener lugar una pelea. Miraron extrañados a Erin cuando dijo lo de la promesa, era imposible que entendieran a qué se estaba refiriendo la joven, pero no dijeron nada más.

Aidan se estremeció un poco cuando Erin le preguntó. Para él, estaba sucediendo demasiado en muy poco tiempo, escuchaba todo lo que decían los adultos pero apenas llegaba a comprender las implicaciones de la conversación con aquellos hombres. Realmente, no conocía a ninguno de los dos grupos, ni sabía quién decía la verdad, o qué pretendían hacer con él. Aunque viajara con una compañía tan extraña, Erin era la que más confianza le había despertado, pero no se atrevió a decir nada, tan solo se encogió sobre sí mismo al sentirse el centro de toda atención.

El grito de Ussia volvió el foco a la negociación con los de negro. El de las patillas enarcó una ceja, seguramente preguntándose el motivo de aquello - ¿La hechicera? - preguntó - No somos nosotros los que podemos devolver la vida a los muertos... y no te gustaría el resultado - dijo esbozando una leve mueca de diversión, como si hubiera dicho una broma tan solo para sí mismo.

- ¿Mucha más gente de la que debería? - dijo entonces el del pelo recogido - ¿Y a cuantos habéis matado vosotros? No hemos puesto a Greydon en el trono, no nos hemos interesado por vuestra nadería de guerra. Hemos matado por cumplir nuestro propósito sirviendo a algo más grande que nosotros mismos. Vosotros lo habéis hecho por plata.

Thánur acudió en ayuda de Aidan, viendo la presión que de repente se veía ejercida sobre él. Los de negro fruncieron el ceño ante las palabras del enano, visiblemente contrariados, pero por el momento, se limitaban a calcular sus opciones - Conocéis a ese niño desde hace apenas horas. No digáis que "lo queréis" - replicó de nuevo el del pelo recogido, con un tono bastante más agresivo que el que había empleado hasta el momento - Os atrevéis a desafiar a la voluntad del Ker'zaer...

Las palabras y el movimiento de su hacha por parte de Gorsha hizo que ambos hombres se tensaran y dieran un paso atrás, flexionando el cuerpo como si se prepararan para saltar, pero siguieron sin acercar las manos a sus armas. Todo apuntaba a que la negociación había acabado y que ahora debía hablar el acero, pero entonces Erin intervino por última vez. Los hombres se relajaron un poco, volviendo a su postura anterior.

- Muy bien - dijo resignado el mismo hombre que antes - Habéis hecho vuestra elección, y con ello, habéis elegido también sus consecuencias. Ese momento del que habláis llegará mucho antes de lo que pensáis. ¿O qué le diréis cuando pregunte por la muerte de su madre? Teniendo tan buen corazón como para adoptar a un huérfano, supongo que no tendréis problema en ser sinceros con él - Los hombres empezaron a retroceder lentamente, sin dar la espalda a los aventureros - Cuidad bien del niño, mientras podáis. La ira del Ker'zaer caerá sobre vosotros igualmente, pero será mucho peor si le ocurre cualquier cosa...

La mediana esperaba que aquellos hombres ni siquiera se acordaran de Syndra, o que ni siquiera supieran su nombre. Pero lo sabían, sabían perfectamente a quién habían matado y aquello solo consiguió enfurecerla más. Aquella sonrisa, la patética excusa de poder matar a quienes quisieran solo porque ellos, o la mayor parte del grupo, había hecho algo similar. 

Siguió con la ballesta en sus manos, nerviosa y esperando algún movimiento por parte del resto, pero el momento no llegaba. Les habían amenazado y estaba claro que si se iban, correrían más peligro que antes incluso. Y aún así pensaban marcharse alegremente. 

- Y una mierda de vaca... - gruñó la mediana, disparando contra las piernas de uno de ellos. No pensaba dejar que se marcharan de allí, o no tan fácilmente.

Se preguntó si a los dioses les satisfacía retorcer de este modo el destino de los hombres. Era desolador que hubieran terminado con una tirana solo para descubrir que ahora entorpecían los planes del emperador, solo cayeron de la sartén al fuego. La suerte estaba echada, la única opción para sobrevivir sería perderse ya fuera en la naturaleza o en una gran urbe. Si se separaban tendrían mucho a su favor, podría ser un buen plan de no ser porque estos dos ya conocían sus apariencias, a buen seguro sus nombres también.

"Qué clase de vida me depara el futuro."

Iba a tener que asumir que la pregunta no tenía respuesta, no sabía lo que iba a ser de él en adelante cuando se mezclaba con el imperio altareano, por no hablar del onírico. A la mierda todo. A la mierda todo...

Ver a Ussia recurriendo a los disparos le convenció de que tendrían que cargar nuevas muertes en sus consciencias, el semielfo avanzó con rapidez buscando el enfrentamiento. Los asesinos podían ser dignos oponentes mas no había que temerles, no tendrían oportunidades si ellos golpeaban primero e Yriel era un combatiente veloz, sus estoques brillaron, enfilados buscando un hueco entre la armadura del que tuviera más cerca.

- ¡El niño se queda con nosotros!

Espetó iracundo, consciente del gigantesco reto que iban a tener a partir de ahora. El destino en contra, el imperio en contra, si lo que quería era una vida emocionante la estaba consiguiendo.

La situación se desató en un abrir y cerrar de ojos. Arahan estaba más que preparado, con el arco tensado desde hacía unos segundos, solo tuvo que soltar la cuerda de su arco. No es que fuera el disparo de su vida, pero la flecha iba relativamente bien dirigida hacía la cabeza del que llevaba la voz cantante. Poco podía decir más que esperar que su tiro hubiera sido lo suficientemente bueno como para acabar con aquel tipo de manera rápida. 

Esa era la señal que necesitaba la orca para abalanzarse sobre los asesinos dispuesta a despedazarlos con su hacha. Y como atacar a un hombre desarmado iba en contra de sus principios morales, Gorsha fue derecha a por el asesino que aún conservaba su equipamiento. Que además, el hecho de permanecer armado lo hacía el más peligroso de los dos, así que si lo eliminaban primero, mejor.

Erin palideció al escuchar las palabras de despedida del espía altaireano. Ellos lo sabían: y, si ellos lo sabían, sin duda lo sabría el Emperador; no serían los únicos que estuvieran por allí, y las noticias ya estarían viajando hacia el sur.

Dejó caer el cuchillo para tomar su arco y una flecha: ella no quería un combate, pero parecía imposible evitarlo, así que se dirigió a la cabeza del que todavía portaba sus armas, aquel al que Gorsha estaba atacando.

En el momento en el que los de negro empezaron a retroceder para marcharse, todo se desató. Ussia finalmente se dejó llevar por sus emociones tras el último comentario del de las patillas, al que había estado apuntando, y acabó por apretar el disparador de su ballesta. Arahan, que también había estado apuntando con su arco al del pelo recogido, disparó también en ese momento.

Como uno solo y bien coordinados tras los numerosos combates juntos, Yriel y Gorsha se lanzaron hacia adelante, buscando cubrir la distancia que los separaba de los asesinos lo antes posible. Erin, quedándose junto a Aidan, intentó contribuir a la lucha dejando su cuchillo y echando mano a su arco, disparando otro proyectil. El niño lanzó un grito de sorpresa y se escondió del todo tras la muchacha, aferrándose a sus piernas.

Pero, claramente, los agentes imperiales habían previsto que la situación podía llevar a ese desenlace. De inmediato echaron a correr hacia la linde del bosque más cercano, poniendo todo su empeño en ello. Como Erin había dicho, no tenían pensado quedarse a luchar en tal desigualdad de condiciones. La saeta de Ussia se clavó donde momentos antes había estado su objetivo, mientras que la flecha de Arahan pasó volando por el lado de la cabeza del suyo. El proyectil de Erin tardó unos segundos más en llegar, el tiempo que le costó encordar la flecha, pero igual que las anteriores, fue esquivada por los de negro.

Su única esperanza era llegar al bosque, y hacia allí se dirigían a toda carrera, seguidos por Yriel y Gorsha a varios metros por detrás de ellos. Sin duda habían elegido el lugar donde interceptarles con cuidado, ya que este no estaba muy lejos. Y a aquella velocidad, no tardarían en alcanzarlo y en perderse en él. Apenas iban a tener oportunidad de disparar una o dos veces más antes de dejar de tenerlos a tiro.

Las largas piernas del semielfo iniciaron una carrera en dirección a uno de los asesinos, Yriel era rápido, podría alcanzar a alguno o impedirle el avance para que Gorsha fuera quien le placara. Los árboles eran la mejor defensa ante un grupo que prefería atacar a distancia.

“¡Hay que acabar al menos con uno!”

No quería que se dividieran, matarían a uno y cazarían al otro, de un modo u otro quienes iban a terminar separados eran ellos pues la misión peligraba. La adrenalina ya se había disparado, quien fallara en aquella situación tenía los días contados. Bien, podrían esconderse de la civilización para evitar a los seguidores del emperador, mas era una vida que prefería evitar.

Volvió a preguntárselo, ¿cómo hizo para terminar enredado en asuntos de reyes y emperadores?

- ¡Usad todos vuestros trucos! ¡Ahora o nunca!

Gritó hacia atrás sabiendo que Erin y Nimrod podrían todavía actuar con resolución. Era fácil confiar en la magia, como si todo lo pudiera. Yriel estaba convencido de que con unos compases podrían darles la ventaja que Gorsha y él necesitaban.