Partida Rol por web

-que dios esté con vosotros- digo haciendo la señal de la cruz hacia Aricia y Usher

-yo por mi parte voy a buscar una carpinteria. No es un campo en el que destaque precisamente, así que la compañía será bienvenida- dicho esto marcho hacia las casas de la aldea, alejandome de la turba y las piras

Aricia y User empiezan a avanzar entre la muchedumbre, acercándose a las primeras filas. La gente a su alrededor está demasiada atenta al momento culminante que se va a sucederse de un momento a otro. A un lado, el sacerdote se santigua y varias antorchas empiezan a pasar de mano en mano hasta llegar a un hombre de pié frente las piras. Veis como varios de los presentes también hacen la señal de la cruz en silencio.

Detrás, Giani que no planea quedarse a ver el espectáculo invita al resto a acompañarle, y se aleja en busca de una carpintería.*

- Definitivamente están locos. - pienso. Mejor me quedo vigilante por si tengo que intervenir.

Con este pensamiento me mantengo distante de Aricia y User pero teniéndolos siempre en el punto de vista.

- Id con Giani. - les digo a Milos y Jäger en un susurro. Si os necesito lo sabréis. - añado con un guiño de ojo.

Algo en mi se había activado al ver aquella muchedumbre, algo suplicaba por salir de mi interior y en mi cuello ardía la sed ante el suculento manjar. Me quedé quieto a unos cuantos metros de la gente tratando de recomponerme, mis pensamientos buscando otras distracciones alrededor y tras un par de minutos luchando contra aquello, recobro el control justo a tiempo para escuchar la propuesta de Giani y la orden de Sav de seguirlo.

Sería lo mejor. Alejarse de la tentación.

Asiento con la cabeza y me doy la vuelta para seguir a Giani hacia el interior del pueblo.

Con solo mirar aquella sombra tu cuerpo se vincula a ella enseguida y con una orden mental se activa tu poder, un simple juego de niños para ti, pero espectacularmente extraño y sobrenatural para todos los que no están familiarizados con ello.

A la rabia por las injusticias que se están cometiendo se le empieza a juntar un hambre voraz. Estáis cerca de las primeras filas y entre el sudor de la gente a quien tienes codo con codo te parece escuchar sus corazones latir de forma arritmica a todo tu alrededor. Piensas en su sangre y lo mucho que la necesitas, sobretodo las de aquel juez y el sacerdote que tanto desprecias.

Sientes un leve mareo aumentando en tu cabeza. Conoces esa sensación, la has sentido antes y lo que sucede luego no es agradable.

User y Aricia ya se encuentran cerca de las primeras filas, en medio del gentío, mientras que Jäger y Sav se han quedado detrás, vigilando precavidos por lo que pudiera pasar.

Toda la atención está centrada en el juez, a quien finalmente llega una de las grandes antorchas prendidas y danzarinas, pero de repente algo va mal. La figura del juez que todos observáis parece absorta en el suelo, como si algo lo hubiera interrumpido; sus ojos a punto de salirse de sus órbitas se clavan en la sombra que se proyecta bajo sus pies y entonces lo veis.

La sombra se mueve con vida propia debajo de la estupefacta e inmóvil figura del juez: los dedos de su silueta se alargan forma monstruosa como si se convirtieran en garras deformes y de lo que debería ser el torso y la cabeza empiezan acrecer una especie de charcos aceitosos que se mueven de forma antinatural y no responden a la bailarina luz de las antorchas.

De repente todo el gentío se ha dado cuenta de ello y se hace un siniestro silencio, solo roto por los llantos y suplicas de la mujer en la pira que debe ser la única demasiado alterada como para ver lo que esta ocurriendo con la sombra del juez.

Os alejáis del gentío y os adentráis en el pueblo. Las casas allí son sencillas, pero todo lo demás lejos de la plaza parece desierto. Incluso utilizando los sentidos agudizados, a Giani no le parece sentir actividad en el interior de los edificios, más que en un par de habitáculos muy separados entre sí.

Por el resto se trata de un pueblo bastante normal, a estas horas con todo cerrado, pero distingues las casas de los artesanos por los carteles y productos que exhiben en sus fachadas. Sobre la puerta de uno, un cordel con varias herraduras colgando, otro cartel parece representar una aguja y una bovina de hilo y el siguiente tiene sierras de distintos tamaños colgadas en un porche cubierto.

Aun soy capaz de escuchar la muchedumbre en la lejania, lo cual es bueno, cuando acabe probablemente todo el mundo se irá a sus casas dificultando nuestra tarea. Claro que Aricia y User podrían cambiar eso de forma impredecible

-seguro que les ira bien- comento a una sombra a mi lado particularmente inquieta, aunque no se realmente el motivo de su actitud

-ah Milos, tu que piensas para arreglar la rueda del carro hara falta algo de eso, ¿no?- digo señalando el comercio con el simbolo de las sierras, aunque mientras hablo ya la sombra inquieta se está metiendo en el local

-que impaciencia, vamos Milos, espero que tu o nuestro amigo sepais lo que vamos a necesitar.-

Cuando el hambre atroz llega, sonrío con una expresión de esfuerzo.

Calculé mal.- susurro, al tiempo que apreto el brazo de User con fuerza. - Tengo sed...

Apreto con fuerza su brazo. - Pierdo el control...

demonios.No tengo demasiado tiempo antes de que Aricia pierda el control asi que intento llevarmela de alli lo mas rapidamente posible pero vigilando que no se me lance al cuello .encamino los pasos hacia un cuadra primero por ser un lugar apartado de las miradas y luego para encontrar algun animal con que saciar su sed.

- No se vosotros, pero yo voy a impedirlo. No voy a interrumpir un acto de fe, sino una barbarie sin motivo alguno. Y que se pudra ese juez que usa el nombre de Dios como excusa para su miedo y asesinatos.

El Brujah había pasado todo el rato luchando contra el hambre. Cuando uno está desfallecido y hay caza por los alrededores, la amenaza de la turba es como la del señor que te despedaza por cazar en sus tierras: no lo puedes evitar, pero por Dios que tienes que ser discreto.

-...no me jodas -masculló entre dientes.

Quedó detrás para vigilar mientras Aricia y User se adelantaban: no los detuvo, y sentía que aquello podía irse a la mierda muy, pero que muy rápido. Si tenían que escapar, abrirse camino entre la multitud iba a costarle nada y menos, así que si veía que sus compañeros empezaban a tener problemas, bueno, más valía que pusieran de su parte y se apartasen.

- Me cago en todo lo que se menea. - pienso al ver la reacción de Aricia.

Observo como el setita se aleja, o lo intenta, con Aricia.

- Joder. - maldigo entre dientes.

- Jäger, avisa a los demás. - comento. Vamos a tener problemas y necesitaremos de las habilidades de todos para salir airosos de esta.

La locura se desata con mucha velocidad mientras el juez empieza a mascullar:

- brujería... es brujería.... ¿Qué estáis haciendo? malditas sirvientas de satanás

Su rugido es una mezcla entre el pánico y la rabia mientras se apresura a acercar su antorcha a la pila de madera.

- ¡¡QUEMADLAS!!

- ¡¡¡¡QUE ARDAN!!!

Los gritos del pueblo se elevan entre la multitud y algunos de los presentes se llevan las manos a la boca o a la cabeza incrédulos. Es entonces cuando uno de los pueblerinos lanza desde la turba de gente su antorcha que cae a los pies de la matrona maniatada y la paja empieza a prender junto a la madera que la rodea.*

User busca el modo de sacar a Aricia de allí cuando esta le advierte que está a punto de perder el control, pero cuando la mano del egipcio intenta agarrar a la chica, esta ya ha saltado por encima de la multitud abalanzándose contra el Juez.

**El hombre que estaba enciendo la pira se ve sorprendido por la caínita cuya ligera envergadura a penas le produce más efectos que el repentino susto. Por suerte, ninguno de los dos cae y agarrándose el uno al otro, empezáis a forcejear. Con las fauces de Aricia abiertas mostrando los afilados colmillos sin ningún reparo

- ¡¡¡ES EL DEMONIO!!!

- ¡EL DEMONIO! ¡BELCEBÚ!

Las mujeres y algunos hombres empiezan a correr desordenadamente, alguno de ellos se agacha y agarran piedras.

La situación está fuera de control.

Asiento tranquilamente.

- Si. Tomaremos prestadas algunas de las herramientas mientras el bueno del carpintero no está.

Sonrío satisfecho ante aquel travieso acto de pillaje.

Sin esperar invitación, Milos se mete en el porche y luego empuja la puerta hacia el interior del edificio.

El local no sorprende demasiado, se trata de un taller no muy ordenado con restos de serrín esparcidos por el suelo y amontonándose en algunas esquinas.

Hay varias mesas de trabajo y muebles inacabados así como un buen puñado de troncos y listones de madera de distintos tamaños.

Tras vaciar un saco de serrín, lo llenáis con las herramientas que creéis necesitar: un par de sierras, clavos, un martillo y algunos listones para sustituir los radios rotos.

De repente os llega el eco amortiguado de algunos gritos en la lejanía

¡QUE ARDAN!

(···)

¡EL DEMONIO! ¡BELCEBÚ!

Por la lanza de Set.Aricia no solo se ha lanzado contra ellos si no que ademas ha roto la mascarada y ahora solo queda una solución exterminar a todos los habitantes .Oidme Giovannis , a ellos... .Grito  en parte para avisar a los compañeros de que necesito ayuda y ya de paso por si algún aldeano sobrevive que tenga algo que recordar. Saco la lengua y acudo en ayuda de la compañera atacando a todo el que se interponga en mi camino pero sobre todo buscando a los que estén armados .

Asintió ante las palabras del gangrel, que posiblemente estaba en la misma situación que él en aquel momento: si alguno de los "fundadores" escuchaba de esto se los iban a comer vivos. A menos que limpiasen bien por allí... lo que no le apetecía demasiado, más allá de llevarse algún bocado fácil.

Salió de la multitud para mover los brazos, llamando la atención de todos, y después se giró a ver qué pasaba.

-...la puta...

La mirada se me tiñe de rojo. Ahí está él. El culpable. El maltratador. El pecador. El poseedor de la divinidad según él.

... Mi comida...

Me revuelvo en el suelo, a sabiendas de que soy débil en el combate, pero es un humano, y los humanos son aún más débiles.

- ¿¡Qué pasa, bastardo hijo de puta?! ¡¿Ya no te gusta esa sombra que te regalé?! - abro fuerte la boca, con mis colmillos extendidos, lamiendo mis labios. - Que aproveche, altísimo.

La oscuridad del Abismo sale de mí, fruto de la Bestia que Leopoldo me había regalado en aquella cena. Toda la negrura de mi alma, de mi maldición. Dejo que vaya saliendo y envolviendo todo a mi alrededor. No importa la Mascarada, no importa el grupo, ni las mujeres de la pira.

Sólo importa la Sed, y que me dejen tranquila mientras bebo.

Una vez en la carpintería procuro recoger rápido todo lo necesario ignorando las distracciones en las sombras. Al no tener mucha idea de que necesitaremos cojo todo lo que me parece minimamente adecuado

Apenas hemos acabado cuando se escucha el grito de la multitud

-creo que nuestros compañeros ya han hecho su jugada- digo a Milo con un tono de amargura que no obedece a la aparente frivolidad de mi frase

-Mejor pongamonos en marcha, esto puede complicarse bastante- resuelvo finalmente dandole el saco a Milos y saliendo a la calle con mis sentidos alerta