Partida Rol por web

Tras bajar unos peldaños salís a un patio interior con arcos apuntados rodeando toda una galería lateral que da la vuelta a un pequeño jardín. Es el claustro del monasterio, en cuyo centro ajardinado se encuentra un limpio pozo de piedra. Los pasos del sirviente resuenan diligentes en el absoluto silencio del lugar.

Atravesáis el claustro y llegáis a la otra ala del monasterio. Al recorrer el largo pasillo ves varias puertas a ambos lados, la luz se filtra por debajo de algunas de ellas. Unos metros más allá, os abren dos puertas que conducen a vuestras habitaciones. Se trata de un receptáculo sencillo y amplio. Una antigua habitación diseñada para los monjes sin ninguna vanidad superflua: una cama, un arcón y una mesa de noche. Una diminuta apertura en la roca que alguna vez actúo como ventana, ahora esta tapiada desde el exterior con madera. No te preocupa mucho pues la luz que pudiera proyectar sería más bien escasa.

Tu sombra no hace ademán alguno de querer defenderse, en lugar de ello ves las arrugas en su frente y las líneas de sus mandíbulas claramente dibujadas enmarcando una mirada profunda de odio cuando tu hacheta se clava con un sonido seco en la franja parietal de su calavera.

¡Clak!

Entre su pelo empieza a surgir una mancha líquida y oscura, un hilo de sangre resbala por su frente y cuando llega a su ceja izquierda gotea al suelo. Por desgracia, la figura que tienes delante ya no eres tu mismo, sino una mujer con el pelo largo cayendo en cascada sobre sus hombros, de piel fina y rasgos afilados. Distingues el miedo en sus ojos por una milésima de segundo antes de que el traumatismo que le has causado haga que se volteen y se pongan blancos. Conocías demasiado bien aquellos ojos, los habías amado y te habían devuelto el amor dado: tu esposa.

Su cuerpo muerto cae liviano hacia a ti, que casi como un instinto la recoges entre tus brazos.

Rodeado por un círculo perfecto de vástagos empalados y abrazando el cadáver de tu mujer, el sueño empieza a desdibujarse; las imágenes empiezan a alejarse y se vuelven borrosas hasta que todo se queda a oscuras y recuperas la sensación de corporalidad.

Cuando abres los ojos estás en la monacal habitación donde te tumbaste la noche anterior, el mueble todavía atranca la puerta y nada parece haber cambiado, pero tus emociones siguen estando a flor de piel.

Sonrio a Lady Meridie, pero levanto un dedo pidiendole un poco de paciencia, he encontrado un dato interesante en el libro y me demoro un poco antes de dejar el libro, tal vez demasiado ya que un sirviente me hace señas para que le acompañe

-Disculpadme Lady Meridie, me temo que me he entretenido demasiado con este libro. Os acompañaré con mucho gusto a conocer a ese tal Mendel y vuestra biblioteca-

Me pogo en pie alisando un poco mis ropas clericales y me dispongo a seguir a la anfitriona

Haakon empieza a correr de nuevo entre la maleza hacia el monasterio. No te preocupa tanto ahora el poder seguirle o no, pues conoces la ubicación del monasterio y tienes un buen sentido de la orientación.

Cuando llegáis, la sala principal en la que habías estado se encuentra prácticamente vacía. Frazier parece estar recogiendo unos libros y alza la mirada cuando entráis.

- Tus compañeros ya se han ido a descansar.- Vuelve a atender a sus libros y se dirige hacia la puerta- Me temo que yo voy a hacer lo mismo.

Haakon entonces hace un ruido gutural hacia uno de los sirvientes quien parece entenderle a la perfección y se acerca a ti dispuesto a acompañarte a tus aposentos.

Entonces el gangrel te mira y asiente en señal de camaradería, y sin más también se va por la misma puerta que Frazier.

El sentimiento de victoria cambio rápidamente cuando la sombra tomo forma.

No, no, no puede ser. Decía, casi balbuceando al ver aquella imagen, la sangre brotaba por su cabeza, sus ojos se quedaron en blanco, pero antes me dio tiempo a reconocer esa mirada, tome su cuerpo mientras caía.

No amor!!! No!!!!!! Grite furioso, hinchado de rabia, la bestia rugía. Pero luego algo más extraño paso, todo empezó a difuminarse, el lugar fue tomando otra forma. Para al final, acabar convertirse en la habitación monacal en la que había descansado. Me incorpore violentamente, revisando la habitación en busca de alguien. Pero estaba vacía, el mueble que puse anteriormente estaba en su sitio.

Me senté en la cama, mirando mis manos, repasando lo sucedido “¿Ha sido una pesadilla?” Me preguntaba, aun recordando la sangre correr el rostro de mi difunta amada. Aún estaba furioso, por ello me tome un poco de tiempo para sosegarme, no mostraría ese aspecto ante nadie, si era una pesadilla casual, a nadie le importaba, pero si era algo provocado no daría lugar al placer del ejecutor mostrándome enfurecido.

Una vez calmado, quite el mueble y salí fuera, estaba alerta, más de lo normal. Pero decidí caminar por el lugar, echaría un vistazo y si alguien me decía algo, usaría la excusa de haberme perdido "Luego ire a por comida"

- De acuerdo. - digo encogiéndome de hombros ante el comentario de Frazier.

Cuando Haakon llama al sirviente me quedo mirándolo.

- Prefiero enterrarme para dormir en vez de dormir en una estancia cerrada.

Ante tu comentario, Haakon se encoge de hombros asintiendo de forma desenfadada y tal y como tenía previsto, se marcha.

Antes de que Milos y User llegasen a salir, Meridie y Giani salen por la puerta principal del Salon.

Para cuando Giani, absorto en su lectura, se da cuenta de hacia donde era guiado, se da cuenta de que han saldido al exterior del monasterio, atravesando el jardín. El aire frío de Suiza se hace evitente.

- Podríamos haber ido por el interior, pero podríamos molestar, tardaríamos más y le privaría de un magnifico paseo a la luz de la luna a través del bello jardín.

Dijo a modo de disculpa amable.

La luz de la luna baña el jardín dándole un matiz plateado muy interesante. El jardín muestra evidencias de ser cuidado, pero a la vez se muestra "salvaje".

- Usted parece de los más ilustrados del grupo Maese Giani, estoy segura de que habrá pasado gran parte de su vida reflexionando, relaccionando y comparando los diversos aspectos que tiene nuestra peculiar vida...

Dice mientras os adentrais y paseais por entre la vegetación.

- Conceptos como la libertad, longevidad, poder, sevidumbre o liderazgo deberían ser conocidos para una mente despierta como la que presiento que poseeis. Permitidme preguntaros, ¿Qué relacciones, similitues y discrepancias ve usted entre mi jardín y la condición vampírica?

Parecía que iba a dejar hablar a Giani pero cuando este tomó aire para poder hablar interrumpió rápidamente

- ... ¿y en relación a la camarilla y al Sabbat?

El paseo resulta agradable, pero no tarda en hacerse evidente que hay una intención en el, sonrio a Lady Meridie y cuando voy a intervenir añade una coletilla desconcertante que me hace dudar un momento

-entre el jardin y la condición Vampirica hay una similitud muy sencilla, ambos son obra de Dios. Pero supongo que busca algo mas concreto. Este jardin esta cuidado pero se muestra salvaje. La misma dualidad que portamos todos nosotros, mascaras de hombre mientras la bestia lucha por devorarnos en nuestro interior. Claro que la bestia del jardín nunca podrá dañar a otros seres-

Mis ojos vagabundean momentaneamente por el jardín como persiguiendo a algún animal entre las plantas

-Las plantas incluso las mas cuidadas luchan entre si, por espacio, por sol, por tierra, todos los seres lo hacen aunque los hombres y... vampiros lo maticen con la pátina de civilización.- Levanto la cabeza dirigiendo mi mirada a los ojos de Lady Meridie -la diferencia es que nosotros podemos buscar algo mas, algo mas elevado, nosotros podemos ser capaces de entender la obra de Dios-

Tras el vehemente final quedo momentaneamente en silencio, de nuevo ponderando

-sobre su última pregunta poco puedo decir. La camarilla era el proyecto de Hardestadt y sus fundadores, he procurado mantenerme apartado de esas cuestiones políticas en los últimos siglos. No se a que se refiere con el Sabbat, ¿como el sabath de las brujas?-

Meridie sonrie ampliamente mientras Giani habla.

- Sois interesantes....muy interesantes. A eso me refería, vos...pensais! Os agradezco esta reflexión...

Cuando te das cuenta ya estais frente a una de las puertas laterales que ofrece el monestario para volver al interior.

- Oh... entremos, la biblioteca está muy cerca.

Una vez dentro a los pocos pasos llegais a una sala.

- Me encantaría volver a hablar con vos mañana. Ya se hace tarde, y me debería retirar a mis aposentos. Éste es el despacho de Lord Mendel....y...bueno, ¿estáis seguro de que el jardín nunca podrá dañar a otros seres?

Lady Meridie golpea la puerta de la que se oye desde dentro un:

- ¿Quién va, a estas horas?

Meridie contesta

- Mendel, uno de nuestros invitados deseaba hablar con vos, espero que no le moleste mucho.

Y en voz baja, casi en un susurro

_{- Saciaré toda curiosidad, mañana.}

Y tras darte una palmada cariñosa en el hombro comienza a retirarse mientras en el interior de la sala se oye como una silla se arrastra y luego pasos.

La puerta se abre a los pocos segundos y un hombre viejo con largas ropas ribeteadas y el pelo alborotado levanta la mirada desde el otro lado. Se aparta unos anteojos que quedan colgados de su cuello y observa al recién llegado con atención:

- No recuerdo haberte visto antes.

La vista del viejo se desplaza un momento hacia el fondo del pasillo para ver como Meridie se aleja.

- Es tarde. ¿En qué puedo ayudarte?

Sonrio levemente por la pregunta sobre la capacidad de causar daño de un jardin, con lo que ya he visto en mi no vida puedo dar por sentado que cualquier cosa es posible -Dios sabra-

Tras esta sencilla pregunta llegamos a la puerta de la biblioteca donde Lady Meridie se despide y yo hago lo propio con una leve inclinación de cabeza y un leve susurro -lo esperare con impaciencia-

Luego ya me encaro al bibliotecario

-Acabo de llegar al monasterio con mis compañeros, un placer conocerle- mis ojos siguen a los de Mendel cuando Meridie desaparece en el pasillo antes de seguir la conversación

-dadas las horas que son supongo que en poca cosa. solo querría conocerle a usted y un poco de esta biblioteca, para poder venir en las próximas noches. Tengo entendido que es usted un erudito-

El sabor de la sangre es inesperadamente delicioso. No había pensado hasta ahora en el proceso del alimento en sí. El contraste resulto curioso.

Cuando noto el fluir lento de la sangre bebo. La etiqueta me mandaba aceptar la invitación. Mis creencias me educaban a no mostrar debilidad, y los escrúpulos por la vida podían tomarse como ello, más cuando Melisandre parecía tan adaptada a ello. Nunca había disfrutado de matar por el simple hecho de matar. Siempre mataba por una necesidad, ya fuera alimentarme o dar una buena imagen, como ahora.

Y aún así, ya había mostrado algo de debilidad al preocuparme porque la niña tuviera una muerte tranquila. ¿Se habría percatado Melisandre? ¿Me detestaría por ello?

Mi anfitriona corona la muerte con unas palabras. Ciertamente... estaba loca.

Me encojo de hombros. - Creo que soy demasiado ignorante para entender vuestros pensamientos. - digo, mostrándome falsamente interesada en sus delirios.

- Mhm, mhm...

asiente Mendel mientras hablas y te repasa de arriba abajo con la mirada

- ¿Las visitas, eh? entiendo... no esperaba que entre quienes hubieran tenido el valor de cruzar estas tierras hubiera un.... erudito, como tu lo has llamado. Si, supongo que se podría decir esto de mí también.

El hombre parece complacido y sin embargo, su siguiente intervención es más bien tosca. Sin duda, la de alguien no muy hábil en el arte de la conversación.

- Vuelve mañana. La biblioteca está siempre abierta.

La mujer no hace caso a tu falsa modestia, en lugar de ello poco a poco parece volver a tomar contacto con la realidad.

- Es tarde, podemos seguir hablando mañana.

Melisandre se levanta y te acompaña a la puerta, allí posa sus dedos sobre tu cara con delicadeza contemplando de nuevo tu deslumbrante belleza junto al brillo de aquella nueva joya que te había regalado

- Me alegro de que estéis aquí.

y sin que puedas evitarlo, te planta un beso en los labios y cierra la puerta tras de sí. Te quedas junto a su sirvienta que espera órdenes por tu parte.

Das un paseo por los alrededores y finalmente decides enterrarte en un espacio abierto que encuentras fuera del salón principal. A la noche siguiente, cuando despiertas, te das cuenta que dormiste no muy lejos de los establos, dentro del recinto del monasterio todavía. Si tu intención había sido la de encontrar un sitio secretamente inaccesible, no lo habías logrado; pero lo cierto era que habías descansado sin molestias a lo largo de todo el día y con fuerzas renovadas acudías a la llamada de una nueva noche.

El día transcurre sin altibajos y el llegar de una nueva noche lleva consigo la magia que nuevamente anima tu cuerpo. Te levantas de la cama. Estás en una de las cámaras del Monasterio Negro listo para continuar con tu misión.