Partida Rol por web

Bufe ante la actitud de la mujer, tan incontrolable como todas, daba igual dama que campesina, el carácter y como tratar una mujer seguía siendo un misterio, incluso entre los vástagos. Pero me dio igual, me quede en el salón, me senté a esperar, tampoco tenía mejor cosa que hacer, por lo que aproveche para afilar mi hacha y cuchillo, nunca era mal momento para hacer un ligero mantenimiento.

No había sirvientes a la vista, así que Lord Mendel profiere un suspiro y se cuerda un par de botones de su chaqueta dispuesto a acompañarte él mismo.

- Sus ocupantes originales... bueno, los últimos diarios escritos datan del 1.450. Se habla de una epidemia de carbunco que se extendió como la pólvora entre los agustinos, años más tarde se narran distintos episodios de "sudor del inglés" y luego un absoluto silencio.

Mendel caminaba absorto en su historia entre largos pasadizos

- Sospecho que el monasterio fue abandonado hace más de cien años. Imagino que atribuirían estas enfermedades a alguna maldición o a las brujas, bah...- suelta una expresión de incredulidad ante la supuesta ignorancia.- Cuando llegaron Alejandro y Meridie te aseguro que esto no eran más que unas ruinas, hicieron un excelente trabajo de restauración, por mucho que me pese debo reconocerlo. 

Finalmente llegáis a un pasillo con varias habitaciones, algunas cerradas. Mendel se dirige a una puerta ajustada, pero medio abierta y da un vistazo a su interior.

- Esa es la habitación que te han preparado.

Te señala hacia su interior y se marcha sin despedirse si quiera. 

Se trata de un receptáculo sencillo y amplio. Una antigua habitación diseñada para los monjes sin ninguna vanidad superflua: una cama, un arcón y una mesa de noche. Una diminuta apertura en la roca que alguna vez actúo como ventana, ahora esta tapiada desde el exterior con madera. No te preocupa mucho pues la luz que pudiera proyectar sería más bien escasa.

Estás cansado y tu cuerpo no tarda en paralizarse cuando te metes por fin en el sencillo camastro.

Me quedo un poco aturdida tras el encuentro. Lady Melisandre ha resultado ser una especie de lunática devota católica tergiversada hacia ese deseo y obsesión de crear ángeles, para rematarlo al final con ese beso de despedida, como quien mima un objeto preciado. En ese momento me sentía una especie de muñeca. Sólo faltaba que intentara matarme para convertirme en otro ángel.

Sacudo la cabeza para despejarme y miro a la sirvienta.

- Iré a dormir. - digo, brevemente, todavía algo aturdida.

Y camino por los pasillos, esperando ver que será el proximo día.

El camino de vuelta a tus aposentos resulta tranquilo y silencioso.

Cuando finalmente te tumbas sobre la cama, vuelve a tu cuerpo el recuerdo de las heridas sufridas en forma de un ardor liviano pero constante, al cabo de un rato el hechizo del día logra hacerte conciliar el sueño.

Cuando abres los ojos sientes que el sol ya se ha puesto. Te encuentras en el monasterio negro ¿Qué haces?

La noche vuelve a llegar a mi cuerpo debilitado. Estoy cansada. Cansada de tanto viaje, tanta lucha, tanto daño. Y todo por la misma gente de hace 200 años. Y yo pensando que ya había superado eso.

Debería descansar esta noche para poder curarme las heridas y dejar que mi cuerpo se recupere. Probablemente me molesten, pero es lo que procuraré hacer por ahora.

Con el objetivo cumplido de no dormir donde esperaban que hiciera me preparo para recorrer el puñetero monasterio de arriba a abajo. Si nuestro objetivo se encontraba allí lo descubriría.

Una noche más se arrastraba desde los confines de la inmortalidad. El gitano había despertado en el Monasterio y la sensación de una calma inquieta que le invadió cuando llegó aquí no sólo no se había disipado sino que se había intensificado.

Parecía que ninguno de los moradores de aquel lugar habían reparado demasiado en él. La ventaja de ser un deshecho social a veces es que los más altivos se olvidan de uno. Y sí... eso es una ventaja.

Milos se acercó a la puerta de su cuarto y puso la oreja para percibir movimientos al otro lado. Quería salir pero no quería que nadie advirtiera su presencia. Cautela... sigilo...

- Veamos qué podemos encontrar en este supuesto paraíso en mitad de las montañas.

-buenos días madre- es como cada noche mi última frase antes de que llegue el amanecer y la sombra de mi madre acuda a acompañarme

Me despierto al anochecer, solo como de costumbre, y dedico unos minutos a extender mis sentidos al máximo buscando abarcar la totalidad del monasterio, para sentir la vida y la novida que ocupa este antiguo edificio

Una vez satisfecho con mis percepciones me levanto y aseo antes de dedicar la siguiente hora a la oración, algo que no he podido hacer adecuadamente estos días de viaje. Es en la oración donde las sombras empiezan a acudir a mi para acompañarme el resto de la noche, me rodean en silencio, contemplandome o ignorandome. Y yo procuro centrarme en la oración para olvidar a estos espectros.

Una vez cumplido este ritual me dirijo al lugar donde ayer encontramos reunidos a la mayoría de los habitantes del monasterio, suponiendo que será el centro de la vida en este lugar, o de lo que pasa por ella

El monasterio estaba en relativa calma, de vez en cuando se oían algunos pasos recorriendo un pasillo lejano o una puerta cerrarse pero sus moradores eran discretos y seguramente estaban entretenidos con sus rutinas matutinas. 

Cuando Giani vuelve al salón principal, se encuentra con el solitario Jäger al fondo, sentado con una piedra de afilar entre las manos, poniendo a punto el reluciente filo de su hacha.

Un criado irrumpe en el lugar y cruza el salón, apartando la mirada y siguiendo con su camino cuando se da cuenta de vuestra presencia.

Levante la cabeza y por la puerta tras unos pasos accedió Giani. Guarde mi piedra de afilar y coloque el hacha en su sitio.

Buenas noches ¿Qué tal descansaste? Pregunte siendo lo más educado que pude.

Entonces un criado paso rápido aunque nos vio, salió sin que pudiera apenas decirle nada.

Me parece que alguien tenía prisa. Dije viendo la escena del criado “¿Dónde ira?” Esa duda me asalto. Aun seguía algo molesto por mi despertar, a la vez que recordaba las palabras de la mujer de antes.

El monasterio es grande y casi por inercia lo primero que haces es acercarte a una de las alargadas ventanas que dan al salón principal. Allí ves como aparece Giani por la puerta y mira a otro rincón donde se encuentra Jäger con una piedra de afilar, poniendo a punto su hacha. No te han visto.

Si quieres explorar el lugar hay varias zonas importantes por las que podrías empezar: la capilla, los jardines, el claustro, los establos, sótanos, la biblioteca, las dos alas principales de la planta baja... peinarlo todo a fondo podía llevarte toda la noche y por algún sitio habría que empezar.

Estas unos minutos con la cabeza pegada a la puerta. A penas se escucha nada y finalmente: unos pasos se acercan, se escuchan frente a la puerta de tu habitación y pasan de largo.

No parecía haber mucha actividad fuera: alguien recorriendo pasillos lejanos, una puerta cerrarse... pero los espacios del monasterio eran grandes y el claustro separaba aquella ala de la planta baja del salón principal donde os habían recibido.

Aun intrigado por la actitud del criado, decidí seguirlo al menos sería más interesante que estar ahí parado, además le podría pedir que me sirviera algo de comer.

Voy a ver qué le pasa a ese tipo. Comento a Giani mientras me encamino tras el criado, aquel lugar cada vez me disgustaba más, podía ser solo ya que tuviera aquel lugar metido entre ceja y ceja debido a mi despertar.

Tras un lapso de reflexión y aburrimiento absoluto, decido levantarme con cuidado. Creo que mi cuerpo podría aguantar algún que otro paseo por el Monasterio y alguna charla sin peligro a detener el proceso de cura. Tenía que alejarme del patio, no fuera que algún idiota de los "hombres de guerra" me retara a un duelo.

Salgo del pasillo, recorriendo el camino hecho la noche anterior para buscar el hall al que habíamos llegado y ver si alguien estaba en esa sala.

Cuando Jäger se levanta, de repente entra Aricia en el salón principal.

Giani de pié estaba escuchando algo que le decía Jäger antes de levantarse, este último parecía tener la intención de salir del lugar justo cuando la Lasombra llega a la sala.

Mientras me encaminaba a la salida tras el criado, Aricia parecía entrar, con un gesto de cabeza la salude al cruzarme.

Buenas noches, voy a seguir a ese pajarito. Comente indicando la dirección que había tomado el criado, al cual no sabía si ella había visto.

En la biblioteca el único presente es Jäger, y un criado que pasa rapidamente, algo distraido llega Aricia antes de que pueda responder

-he dormido bastante bien.- inclino levemente la cabeza como asentimiento a la idea de seguir al apresurado criado y, tras tomar asiento, me encaro a Aricia

-un grupo singular el de los residentes en este lugar. Pese a mostrarse muy obsequiosos lo cierto es que aun no he descubierto cual es su propósito aquí. ¿habéis tenido alguna suerte vos?-