Partida Rol por web

-Lo tendrémos en cuenta- respondo sencillamente al Ventrue y cuando se marcha me despido de la forma que acostumbro -id con Dios-

Me gustaría ir de inmediato a hablar con el tal Mallotte, pero Aricia parece debil por el hambre y Jäger tampoco parece en su mejor momento

-te acompañaré en la caza Aricia-

Siguiendo las indicaciones de Valerius os dirigís al Strand donde en seguida os percatáis de lo difícil que resulta acercaros a la gente de ésta ciudad. La mayoría os esquiva y no se interesa lo más mínimo por vuestras llamadas de atención.

Cuando Aricia al fin logra que un hombre se acerque atemorido a uno de los callejones estrechos adyacentes, éste se muestra asustado, algo que la cainita trata de remediar empleando la sutileza de sus atributos femeninos. Esto último desencadena el efecto diametralmente opuesto al deseado.

- ...qué eres? no perteneces a este mundo ¡DEMONIO! ¡¡ES UN DEMONIO!!

La única forma de acallar los gritos del hombre es golpeárlo y después de dejarlo tendido en el suelo, huis de la escena y decidís probar mejor suerte en la periferia. Allí los resultados son parecidos, la gente os rechaza al escuchar vuestro acento extranjero o acelera el paso al caminar a vuestro lado.

Solo cuando sentís en vuestros cuerpos que el amanecer se acerca, Aricia consigue hacerse con un borracho. Tus colmillos punzan la piel y un grifo de vida se abre. Un grifo que no consigues cerrar. Un trago sucede al siguiente, y al siguiente. Cuando una descarga de racionalidad cruza tu mente como un rayo, te apartas. No has dejado seco al recipiente, pero si que has bebido bastante más de lo que habrías querido y ahora tienes un cuerpo inconsciente entre los brazos.

La técnica de Giani en cambio fue bastante más efectiva, sin conocer el idioma ni tantas prisas como Aricia, logra hacerse con varias víctimas a las que asaltar con disimulo.

Cuando termina la noche regresáis a la posada del Palisandro donde os esperan Jäger y Darla.

A primera hora del anochecer, despertáis en vuestra nueva habitación de la posada del Palisandro.

Gaiman quien os espera en la posada os informa que la Justicar Violetta que conocisteis anoche desea hablar con vosotros.

Hay varios objetivos en el horizonte: Mallote, Ambrogino, los asuntos del príncipe, Violetta ¿Por dónde empezar?

llega una nueva noche, y aunque la caza fue fructifera para mi estoy preocupado por Aricia, pese a acompañarla no llegue a tiempo para impedir que bebiera de mas de ese desgraciado y no parece haberse alimentado bien. Tras mis oraciones me reuno con los demás para decidir que haremos hoy

-nuestra única pista de Ambrogino de momento es Mallotte, deberíamos a verle. Sobre los problemas del principe con el asesino de Vance nos mantendremos atentos- no descarto que gainman nos esté escuchando así que lo dejo simplemente en eso

-Por otra parte también querría hablar con la dama Violetta, ¿no os parecio que podríamos tener algún amigo en común?- no estoy muy seguro de que ellos también lo hayan notado pero no me gusta hacerme el listo

Al reunirnos a la noche siguiente, sigo bastante sedienta, aunque podré durar. No me gustaba cazar en terrenos desconocidos. Era bastante arriesgado. Tendría que vigilar mis reservas de sangre hasta que nos fueramos de Londres.

Lo que dice Giani tiene sentido, pero la misión de los Fundadores, como durante casi todo el viaje, era algo que estaba ahí y había que cumplir, aunque no me causaba excesiva premura. - Tengo más interés en ver a Violetta. Dudo que tengamos algún amigo en común, yo creo que nos conoce. - digo, rememorando las palabras que había dicho, intentando darles lugar. - Lo que no consigo recordar su cara de nada.

Jäger se paseaba inquieto de un lado para otro, como un león enjaulado.

- A mi me sonaba de algo, pero no me extrañaría que fuera otro juego mental suyo.

Dice cruzando el entrecejo, medio enfadado.

- Demasiado bien nos están tratando.

Estaba claro que no le gustaban las intrigas de palacio. De hecho tantas sonrisas y frentes abiertos incomodaban al Brujah que daba la impresión de estar más atormentado de lo que ya resultaba habitualmente.

-No, su cara no la conozco, pero si sus palabras, nos ha llamado gallinitas como hacía Durga Syn. Y yo no creo en las coincidencias-

Mientras hablo observo a Aricia, no parece haberse alimentado bien esta noche y me preocupa que pierda el control. Este no es un pueblecito en las montañas como el que visitamos en Suiza

-¿Vamos a verla entonces?, podremos buscar al tal Malltte luego-

Cuando salís de la posada del Palisandro, un carruaje os está esperando como si Violetta ya hubiera predicho de alguna forma vuestra decisión de ir a verla. Si le preguntáis a Gaiman por dicha coincidencia, éste no resulta sorprendido por las formas en las que la justicar actúa.

Vuestro transporte os lleva hasta el Teatro Real en Drury Lane. La edificación fue contruida tras la muerte de Cromwell y es uno de los principales centros culturales de la ciudad.

La aristocracia londinense favorece actualmente una nueva obra del autor francés Moliere y podéis ver como la gente ya empieza a acumularse en la cola de la entrada.

El carruaje os deja frente a la entrada de artistas, y un actor os hace pasar. Acto seguida, saca una adornada llave y os conduce a una cómoda estancia tras el escenario. El lugar está decorado con plantas de todo tipo y cuadros en las paredes.

Cuatro músicos tocan una suave pieza de la época, y las lámparas de aceite proporcionan una agradable iluminación.

- Por favor, pedid lo que os apetezca. Poneros cómodos, estáis en vuestra casa.

Os saluda Violetta afablemente.

Hay otra figura en la habitación, se trata del mismo hombre que visteis en la mansión de Mithras, el de rostro inusualmente moreno para tratarse de un vampiro, que viste con ropas de viaje y tiene un porte salvajemente peligroso.

- No os presentaron anoche, él es Geoffrey Leigh

- Hola

Subo al carruaje que nos espera casi como si lo hubiera solicitado yo mismo, sin apenas prestar atención al cochero en un silencio tranquilo que mantengo mientras observo la ciudad durante el viaje

La ciudad de Londres parece tan llena de sombras como cualquier otra capital europea, pero también tiene sus luces, y la gente que acude al teatro se ve muy vital

Una vez en el teatro nos encontramos con Violetta a la que saludo con una leve inclinación de cabeza, así como a su acompañante

-Mucho gusto-

Espero a que mis compañeros se presenten antes de ir directo al grano

-supongo que esta reunión se debe a nuestra conocida común, ¿que tal sigue la anciana?-

Las últimas semanas han sido supervivencia en estado puro para ti. La apresurada huida del monasterio fue un auténtico desastre: cuando caíste junto a tu caballo pudiste sentir todo el peso de la criatura sobre ti y oíste el chasquido de varios huesos romperse a pocos minutos de la salida del sol. Tu única alternativa fue desangrar al animal herido y fundirte en la tierra para reposar durante un día entero hasta poder regenerar lo suficiente de tu carne para volver a andar.

¿Lo habrían logrado tus compañeros? las huellas en la tierra te guiaron hasta un pequeño refugio donde sospechas que debieron pasar el día, sin embargo ya no había rastro alguno de ellos. Seguramente con los caballos te debían llevar varios días de ventaja, pero el plan de ir hacia el norte seguía en pié.

Lo que hiciste a continuación no es algo que agrade a nadie. Como zorro en un gallinero fuiste saltando de pueblo en pueblo, dejando víctimas y cogiendo lo necesario para poder seguir la noche siguiente. Una vez en la costa te infiltraste en un barco de mercancías y no saliste hasta llegar a Dover. Allí la pista se difuminaba. Ninguno de los extranjeros que hablaba tu idioma parecía reconocer el nombre de Giovanni o las descripciones que les dabas de User y Jäger. Quizás no lo hubieran logrado al fin y al cabo.

Y cuando ya parecías haber desistido, se hizo la luz:

- ¿Española? No, de ninguna manera. Era Italiana, estoy seguro.

- Una marquesa o algo así. ¿Viste el pedazo de rubí que llevaba enganchado al cuello?

- Si, si! es el tipo de joya que le solucionaría la vida a uno y la chica andaba sola de noche por estos lares. ¡Hay que ver!

Eran dos marineros hablando de Aricia, pero lo último que sabías de ella era que se había quedado en el monasterio negro. ¿Era posible que también hubiese estado siguiendo la pista de User y Jäger como tú?

Los marineros te contaron que la vieron partir dirección a Londres, pero nunca supieron más de la misteriosa dama.

Y aquí estas ahora. En Londres y sin una moneda en los bolsillos, ni refugio, ni una sola pista suficientemente consistente.

Supervivencia, tu terreno.

No oculto mi mirada de desconfianza cuando veo el carruaje en la puerta, subo el último sin dejar de fruncir el ceño. La travesía la paso en silencio.
Igual que he subido decido bajar el último, sin dejar de observar cada rincon de nuestro destino buscando cualquier movimiento sospechoso.
Cuando nos reunimos con nuestra anfitriona y su acompañante me limito a saludarlos con un movimiento de cabeza mientras me apoyo en la pared más cercana con los brazos cruzados. Dejo hablar a mis compañeros.

El viaje había sido largo y dificil, las heridas todavía presentes en el cuerpo de Sav le hacían más lento que de costumbre. Los indicios, el rastro y su propio olfato tras la pista le llevó a Londres donde al menos Aricia parecía encontrarse.

Londres, una ciudad muy grande y llena de peligros, sin duda Sav no llegaba en su mejor momento, herido, sin dinero y desconociendo el idioma en su gran mayoría... pero estaba vivo y eso era más de lo que cabía esperar hace unos días. El cainita debía moverse con cautela para pasar lo más desapercibido posible a los clanes locales mientras trataba de encontrar un nuevo rastro.

El espacio en el que estamos es agradable, tanto que me hace sentir un poco incómoda. Aquellas luces que tanto adornan la habitación me confunden y prefiero no mirarlas. Agradezco la música que nos acompaña mientras esperamos a la Justicar. Mientras me daba la vuelta apreciando la decoración del teatro, veo a Violetta quién nos da la bienvenida amablemente. La miro fijamente, es realmente hermosa. 

Cuando nos presenta al Sr Leigh, miro a mis compañeros y respondo:

"-Un placer, Sr Leigh. Violetta, gracias por tu recibimiento."

Espero a que la mujer responda a la pregunta de Giani mientras observo a aquella figura tan enigmática que nos ha presentado.

La mujer sonríe hacia Giani confirmando su insinuación

- Llevo años sin encontrarme con ella, pero seguro que rebosa de salud. Ya sabéis que prefiere ver el espectáculo entre bambalinas.

Sus palabras fluyen pausadas como una melodía lenta y agradable

- Y después de tanto tiempo, sigue convencida que sois los heraldos de un gran porvenir. De hecho, hasta yo misma me he sorprendido reflexionando en la posibilidad de que así sea.

Cambia el peso sobre su sillón para acercarse ligeramente a vosotros.

- Nadie. Os lo puedo asegurar: nadie habría dado un penique por vuestra supervivencia dos días más allá de vuestro abrazo. Y aquí estáis, cabalgando al paso de los siglos.

Podéis sentir como los ojos de Violetta os observan maravillados como quien tiene una efímera obra de arte delante suyo y trata de retener todos los detalles posibles antes de que desaparezca.

Durante una semana trataste de recomponerte, iracundo y asustado a partes iguales. Incapaz de contener algo que llevabas dentro y que eras incapaz de someter. No te hablo solamente del hambre voraz que removía tus entrañas cada vez que olías el latido entre la carne de alguna presa, sino algo mucho más oscuro y perturbador; algo que había cambiado en tu cerebro, una cosa que había nacido en tu alma.

Antes del abrazo planeabas alejarte, irte a vivir a alguna prospera ciudad del oeste de Europa, y sin comerlo ni beberlo, te encontrabas siguiendo la pista de tu creador.

En las cercanías del Monasterio Negro oíste los aullidos de lobos y sentiste un genuino miedo sobrenatural, fue allí donde viste a unos carruajes dirigirse hacia el norte. Algo en tu perturbada locura te decía que se trataba de Giani, y te decidiste a seguir la misma ruta.

Su pista te llevo a cruzar el estrecho de Magallanes y viajar hasta la ciudad de Londres.

Todavía no has dado con él, pero sabes que se encuentra cerca. De cualquier forma, debes encontrarlo antes de que él encuentre a Ambrogino o de lo contrario éste último acabará contigo sin remordimientos.

Hambre.

Mi hambre es atroz.

Durante las últimas noches me he centrado demasiado en buscar a mi creador y poco en alimentarme. Pienso en ello mientras me dejo bañar por los fríos haces de la luna llena y amarilla que como un orbe enfermizo pende amenazante sobre mi cabeza.

Mi nuevo vida, estado o naturaleza, - realmente no sé cómo llamarle -, se revuelve en las profundidades cavernosas de mi ser. “Eso”, se agita furiosamente como una alimaña salvaje en el lugar donde antes estuvo mi alma.

Estoy roto, no sé cuanto realmente pero si presto especial atención al momento, puedo escuchar el sonido de los trozos de lo que fui alguna vez chocar entre si dentro de mi cabeza.

¿Cómo he llegado a este puente oscuro y húmedo sobre cuya baranda ahora estoy sentado?, ¿Cuánto tiempo hace que mis ojos buscan horadar las fangosas aguas del ancho rio que por debajo de mi persona fluye sin cesar?, ¿acaso las muchas gentes mortales que se mueven a mis espaldas pueden notarme, les importa acaso?, ¿o tal vez la eterna neblina que puebla las calles de Londres tienen especial cuidado en ocultarme entre sus brumosos pliegues siendo yo una de las mas horrendas criaturas que puebla ahora el mundo?.

Solo dudas e interrogantes pueblan mí ahora.

Y el punzante dolor del hambre.

Las ansias se encienden en mi persona y un fuego ardiente que es acompañado de un desgarrador grito que solo puedo escuchar en mi mente me obligan a cerrar con fuerza los ojos a la vez que aprieto los dientes.

Me levanto del sitio que he ocupado, dispuesto a internarme entre la marea de almas que me rodean. Solo importa el saciar a la bestia rugiente. Solo importa la sangre.

Y lo que sea que me haya traído hasta este lugar.

Puede esperar.

Por ahora…