Partida Rol por web

Tal vez era el alboroto a su alrededor, o tal vez era que aquellas criaturas ínfimas utilizaban unos sistemas tan anticuados que a Agnieska le había cogido por sorpresa. Sea cómo fuere, lo que ella había planeado como una entrada rápida y limpia en su sistema, le estaba cosntando.

Detuvo sus dedos un segundo sobre su equipo, mientras las balas volaban a su alrededor. Su mirada reflejaba no tranquilidad, pero si falta de preocupación o tan siquiera tensión, algo que habría sido lo más normal en aquella situación. Mientras sus compañeros optaban por el ataque y la defensa físicos y sus expresiones eran feroces, la de Agnieska era la misma que había tenido por la mañana, la misma que había tenido ayer... La misma que tenía siempre. La expresión de una reverenda completamente volcada en servir a La Virgen del cuchillo, sin tiempo para cosas mundanas como los sentimientos.

En aquel segundo que se había detenido, la reverenda había decidido cambiar de estrategia. Si había sobreestimado su sistema, estaba hackeando el sistema de manera inefectiva. Cuándo hay una puerta, ¿por qué usar una ventana?

Sus dedos volvieron a moverse a gran velocidad sobre la pantalla.

Alonzo seguía actuando con precisión milimétrica. El morat herido no había conseguido parapetarse a tiempo y una calculada ráfaga acabo con él, que cayó al suelo sin dejar de maldecir a los humanos hasta el último momento.

Agnieska se movía en un plano totalmente distinto, de códigos, 0 y 1 que pasaban a una velocidad de vértigo, mientras se adaptaba a la estructura de datos de los dispositivos alienígenas. Un pequeño paso más y...había conseguido entrar. Sólo podía vislumbrar una pequeña porción de todos los datos de la red que conectaba a los morat, pero era fácil establecer la localización de todos aquellos gorilas ya que era una información que compartían durante el combate. El panorama no era nada halagüeño...pero con esa información podrían evitar gran parte de los enfrentamientos y llegar rápidamente a las cápsulas de salvamento.

Mientras tanto los temblores, y las explosiones seguían sucediéndose a lo largo de la estructura de la Estrella Vespertina. Por las ventanas al exterior podían verse los fogonazos del combate entre las dos enormes naves alienígenas.

Aunque dos enemigos habian caido ante el fuego intenso, dos seguian aun en pie y dispuestos a dar guerra hasta el final. Y el tiempo apremiaba, no sabian cuando podian llegar refuerzos enemigos, y la estacion podia ser destruida en cualquier instante. No, no era momento para titubear...

Con mucha decision, la joven hassasin grito a sus compañeros.- Cubridme! - Y se lanzo al ataque contra el morat mas cercano, apretando la empuñadura de su fiel cuchillo con fuerza. Aunque estaba bien entrenada en el uso de armas de fuego, la especialidad de Zahra siempre habia sido el combate cuerpo a cuerpo, luchar mano a mano con el enemigo, lo suficientemente cerca para ver sus rostros y oir su respiracion.

Los Hassasin nunca rehusaban mancharse literamente las manos, todo lo contrario. Estaban entrenados para luchar sin mostrar atisbo de miedo o titubeo, y ser rapidos y precisos; y Zahra no era menos. Por lo que a pesar del imponente fisico y aspecto de aquel alienigena, la joven estaba muy segura de que no seria ella la que tendria el placer de conocer a su creador en breve.

Zahra se lanzó al combate esquivando agilmente los disparos que volaban desde ambos bandos y alcanzando rápidamente el rango de cuerpo a cuerpo.

Vera no pudo más que seguir a Zahra al combate, sus intentos le pedían que abandonara sus subfusiles y se lanzara a la locura del combate donde su espada podría probar de nuevo la sangre alienígena. Sin embargo, Zahra había sido más precisa en su ataque, consiguiendo herir a su objetivo. Vera sin embargo observó con frustración como su espada resbalaba a lo largo de la armadura del Morat.

En ese momento ellas dos se enfrentaban en cuerpo a cuerpo a uno de los morats, mientras que el otro seguía devolviendo los disparos.

Won chasqueó la lengua. Sus compañeros se lanzaban al combate cuerpo a cuerpo convirtiendo el lanzallamas en un problema diplomatico. El yuchino dejó caer el arma que la correa mantuvo pegada a su cuerpo y desenfundó las dos pistolas de asalto. Levantó las armas y apuntó a uno de esos feos y malolientes alienigenas.

- ¡Hijos de un mono y una bicicleta!- gritó, vomitando fuego 

Quizá fue el grito de Won el que alertó al morat, pero el hijo de un mono y una bicicleta pudo esquivar los disparos de Won.

En cambio los makaul tohaa mostraron de nuevo un excelente trabajo de coordinación. Apuntaron y dispararon al morat con precisión y este calló al suelo con un golpe sordo. Ya sólo quedaba uno para poder seguir con la carrera hacia la capsula de salvamento.

El último alienígena se encontraba enfrascado en combate con Zahra y Vera. A pesar de su potencia física, no conseguía a hacer daño a sus contricantes, que ya fuera mediante fuerza bruta o agilidad, consiguieron evitar el daño.

Aunque ese combate parecía que terminaría pronto, el ruido de los combates se acercaba, y las alarmas no dejaban de sonar a lo largo de la estación.

La Estrella Vespertina ya no podía mantener la estabilidad. Los daños estructurales eran graves y la rotación de los distintos niveles estaba empezando a desestabilizarse. Eso se traducía en que, poco a poco, se estaban quedando sin gravedad.

A traves del humeante cañon de su combi-rifle, Alonzo pudo ver como los Morat caían como la mies segada bajo sus balas. Y vió que era bueno, por lo que se permitió una brevisima sonrisa en la intimidad de su casco.

Sin embargo, el Morat superviviente estaba conteniendo a sus compañeras, mientras luchaba a brazo partido con ellas. El Padre-Caballero siguió las evoluciones del combate entre ellos, intentando obtener un disparo limpio con el que acabar con el alienigena.

Con una imprecación, Alonzo se elevó y se echó el arma al hombro, tratando de seguir su blanco, sin conseguirlo.

Renegó de nuevo y dejó caer su arma, desenvainando su espada y cargando contra el Morat, blandiendola contra él, dispuesto a destrozarlo de un solo golpe mientras gritaba:

- ¡¡¡¡SANTIAGOOOOO!!!!

Si bien el cuchillo de Zahra podía ser más preciso, la espada de Alonzo era mucho más contundente. El asalto llamo la atención del morat que intentó defenderse, pero nada pudo hacer contra el ataque del Padre-Caballero, que lo atravesó de lado a lado. La sangre se acumulaba alrededor de los alienígenas muertos.

No había momento de pararse a descansar, la gravedad ya casi se había desactivado y eso no podía significar nada bueno sobre la integridad de la estación.

Won no disparó a la melee que eran sus compañeros, que además tenían superioridad numérica. En vez de eso enfundó las pistolas y se dirigió a la Toha.

- Vamos a correr, esto no es importante si nos convertimos en basura espacial- advierte, antes de que se pongan a celebrarlo con un festival floral o cualquier gilipollez alienigena complemente impráctica. Won conocía como funcionaban las estaciones como aquella por detrás, había una forma de llegar mucho más deprisa a los sitios si no te importaba ensuciarte los zapatos, tenían que encontrar la vía de servicio a las cápsulas de escape.

Zahra se movia con agilidad felina, tanteando las defensas del morat y lanzando ataques rapidos y precisos con su puñal, demostrando su maestria. Sin embargo, al oir aproximarse unas pisadas pesadas y contundentes, la hassasin hizo bien de apartarse lo justo para dejar pasar al unico que podia provocar ese sonido, el buen caballero Alonzo.

Al ver como partia por la mitad al alienigena con su enorme espada, Zahra no pudo evitar sonreir y decirle al monje guerrero.- Un arma tosca y una tecnica poco elegante, pero no se puede negar que es efectiva.- Mientras se limpiaba en la manga el puñal. Sin perder mas tiempo con charara insustancial, la agente recupero la pistola de la pistolera y siguio avanzando con el grupo, rumbo a las capsulas de escape.

- Deus Vult.- Espetó el Padre-Caballero, observando el despojo sanguinolento en que se habia convertido el Morat.- Dios lo quiere.- Tradujo de forma mecánica, aunque sabia que los ComLog ya habrían convertido la cita latina a su versión de ingles neoterrano, como minimo.

 Sin embargo, perdió un instante en agradecer la apreciación de la joven haqqislamita sobre su técnica.

- Gracias, Zahra. Solo he hecho lo que habia que hacer. Ya tendremos tiempo de que me enseñeis a mejorar mi tosca aunque eficaz técnica.- Limpió como buenamente pudo el ensangrentado filo de su espada y la envainó a la espalda de su servo-armadura, antes de tomar su combi-rifle y cambiar el cargador con un movimiento fluido.

- Adelante.- Añadió, sin que su voz transmitiese más que una ligera agitación a medida que recuperaba el aliento tras el combate.- Esta estación se esta haciendo pedazos.

Y echó a correr en pos de sus compañeros, con la embajadora Tohaa guarnecida por el doble circulo de seguridad que conformaban sus guardaespaldas y su propio equipo.

La gravedad empezaba a ser apenas perceptible y el resto del camino se produjo más a grandes saltos que corriendo mientras esquivaban el poco menaje de la estación que no estaba anclado al suelo. El movimiento se hacía cada vez más y más complicado mientras la estructura de la Estrella Vespertina giraba sin control.

No tardaron mucho en alcanzar la zona de las capsulas de salvamento. Algunas ya habían sido lanzadas y desde los ventanales podía verse su frenética huida hasta una zona de aterrizaje designada en el planeta. Una de ellas no pudo esquivar un escombro proveniente de la propia estación, estallando en mil pedazos. Esa era la única forma de huir.

Gracias a los datos que había obtenido la reverenda habían podido esquivar la mayoría de los combates, pero la zona adyecentes a las capsulas era un hervidero. Tanto los Tohaa como la reverenda se dieron cuenta de que iban a quedar atrapados entre dos partidas de asalto morat al acercarse a la capsula de desembarco.

Las tropas makaul se quedaron rezagadas sin decir nada. La embajadora Seegur tampoco, pero su semblante se volvió aún más serio si cabía, torciendo el gesto al conocer la intención de sus guardaespaldas mediante su lenguaje feromónico. Los tres soldados tomaron posiciones de combate cuando ya se escuchaban los pasos y voces de los morat tras de ellos.

Aún así otra patrulla morat se acercaba, pero sólo había que entretenerlos el tiempo suficiente para que la capsula reconociera los datos biométricos de la embajadora y les permitiera entrar.

Solo el severo entrenamiento de combate en condiciones de gravedad reducida del Padre-Caballero permitió que se moviese con eficacia en la cada vez más inestable integridad de la estación. Con unas pocas instrucciones verbales, Alonzo desconectó todas los canales de información que le llegaban a traves de su ComLog excepto los esenciales.

No necesitaba saber que una parte de las capsulas de salvamento nunca llegarían a su destino.

Por desgracía, las tropas de asalto Morat estaban enseñoreandose del lugar, abrumando con excesiva fácilidad a las fuerzas defensivas de la estación. Durante una breve parada para terminar de orientarse, el sacerdote panoceano observo como las silenciosas tropas Makaul se desplazaban como uno solo, adoptando posiciones defensivas para combatir a la partida Morat que se acercaba por su retaguardia.

"Van a morir... Se va a quedar para que ella pueda salvarse..."

Con un breve asentimiento, insertó un cargador completo en su combi-rifle y lo amartilló con un gesto fluido. Lo acodó con cuidado, listo para avanzar. Tras un momento de duda, cambió el arma de brazo y bendijó a las tropas con la diestra.

- Pax Vobiscum.- Musitó, antes de encabezar el avance hasta las capsulas de salvamento.- Vera, su unica misión es que la embajadora llegué sana y salva al planeta. Si es necesario, cargue con ella.

Tras un instante de duda, Alonzo encabezó la marcha con paso firme y decidido.

- Movamonos. Tenemos que salir de aquí ya.

Won indicó con la cabeza la cápsula a la embajadora. Esperaba que ese engendro medio alcachofa supiera lo que significaba el lenguaje no verbal. Desenfundó las dos pistolas de asalto. Esta vez supuso que bastaría con suprimirlos con fuego excesivo para que no se asomaran.

La capsula asignada a la embajadora estaba, literalmente, a la vuelta de la esquina, al igual que los morat. Estaban alcanzando la capsula cuando tres de aquellos grandes alienígenas alcanzaban el pasillo. Recibieron una calurosa bienvenida por parte de Won Li que estaba esperando a que asomaran sus rojas caras para soltar una lluvia de plomo sobre ellos. 

Quizá no estaba siendo muy preciso, pero el objetivo era mantener al enemigo a raya mientras el sistema leía los datos biométricos de la embajadora y daba acceso a la capsula.

- ¡Mierda Alonzo, cubre a la embajadora!- Gritó Won, por encima del ruido de las balas mientras se acercaba a la segunda cápsula de salvamento, la que quedaba justo antes que la de la embajadora.

Esperaba que la embajadora hubiera sido lista y hubiera corrido hacia la relativa seguridad de su cápsula mientras la cubrian esos fanáticos del cuerpo a cuerpo. Él mientras tanto, cubriría este pasillo hasta quedarse sin balas y se encerraría en la cápsula. No se quedaba ahí ni un minuto más. Esperaba que los Markul aguantarán al menos un poco más.

El Padre-Caballero se contuvo para no replicar al subdito del Estado-Imperio, consciente de que estaba en la naturaleza del hombrecillo vociferar y mascullar. A pesar de todo, Alonzo siguió las instrucciones del señor Li y abrió fuego contra los Morat, intentando contenerlos mientras  retrocedía hasta la capsula de evacuación.

- Vera, con la embajadora. Es tu responsabilidad hasta el final, ¿entendido?- El sacerdote puntualizo la frase con una descarga de combi-rifle.- Hermana. Zahra. Fuego de cobertura a mi señal. Señor Li, vamos a efectuar una retirada táctica...

Mentalmente se preparó para retroceder en cuanto agotase el cargador... arrastrando al irascible yuchino si era necesario

El intercambio de disparos fue breve, pero muy intenso.

Los enemigos habían identificado al grupo, sabiendo que eran la escolta de la embajadora. Aquella Tohaa era un objetivo prioritario (de ahí el intento de asesinato). Acabar con ella empañaría para siempre cualquier tipo de relación entre los Tohaa y la humanidad. La alianza se rompería antes de empezar.

La mano de la embajadora se posó sobre el detector. Pasó un instante que pareció interminable antes de que la capsula diera el visto bueno y abriera las puertas. Parecía que los sistemas de emergencia habían resistido la devastación que se había cernido sobre la Estrella Vespertina.

En ese breve momento los morats habían avanzado todo lo posible, pero una sincronización de los disparos pudo mantener a raya su avance. Mientras unos recargaban otros disparaban sin cesar la lluvia de disparos. Si los morats hubieran sido más rápidos o ellos más lentos en acercarse no hubiera sido posible aguantar la posición.

La embajadora entró mientras el resto retrocedía intentando no dejar de disparar. Los ataques empezaban a llegar desde la otra dirección. Las tropas makaul no volverían de esta misión.

La puerta se cerró poco después de que todos entraran y poco antes de que los disparos de los morat impactaran contra ella. La capsula funcionaba de manera automática ya que estaba pensada para personas que podían no tener ningún conocimiento técnico o de pilotaje. Rápidamente se desacopló de la estación trazando una ruta hacia la zona designada de aterrizaje en el planeta.

Tras la capsula la estación era un caos en colapso. La espina central que formaba la estructura principal de la estación quedaba como un esqueleto roto ya que el resto de la estructura se desprendía y era lanzada al espacio. En un extremo la Nave Errante Tohaa seguía enfrentada al crucero de batalla del Ejercito Combinado en un incomprensible cataclismo de fuego.

El pequeño Mel-bot posó una de sus pequeñas manos en la ventana, mirando con tristeza la estación. En ese momento proyecto una imagen de Melissa que lloraba en quedos sollozos. De alguna manera la pseudo-IA había conseguido guardar una copia de si misma en el robot y en estos momentos se encontraba contemplando, hasta cierto punto, su propia muerte.

Más adelante y debajo de ellos se encontraba la joya verde y azul de Paradiso que se mostraba como un faro de serenidad comparado con el infierno que dejaban atrás, ofreciendo una falsa promesa de tranquilidad. Pero sabías que, ahí también, rugía la guerra.

El Padre-Caballero comprobó el estado de su combi-rifle y lo dejó a un lado. Lentamente recuperó el aliento mientras la cápsula de salvamento iniciaba su descenso, más o menos controlado, sobre Paradiso. Con una mano, se mesó los cabellos, húmedos y pegajosos por el sudor. Estaban a salvo, momentáneamente al menos, y Alonzo pudo relajarse un poco.

La retirada había sido dura y sangrienta. Y, aunque no creía que los Tohaa comulgasen con sus creencias, el sacerdote creyó apropiado dedicarles una plegaria a aquellos valientes Makaul que habían dado la vida por ellos.

Confiaba en que el ordenador deba bordo estuviese guiando la cápsula a un lugar seguro, sobre todo ahora que ALEPH se había echo cargo de la situación. Sin embargo, la proyección holográfica de Melissa y su congoja, hicieron que Alonzo se preguntase si todo su esfuerzo serviría de algo...

- Gracias a todos.- Comentó el Padre-Caballero, antes de volver a sentarse y cerrar suavemente los ojos, mientras meditaba sobre dos sencillas palabras.

"Deus Vult"