Partida Rol por web

Era una mañana soleada en la estilosa guarida de Danger 5. Nuestros héroes estaban a lo suyo cuando el coronel Chestbridge apareció de repente.

-Muy bien Danger 5. Por si no lo sabían estamos en guerra. Los nazis están destrozando Europa y los japos el Pacífico, pero esos solo son extras en esta serie. Aquí el problema son los nazis así que no se despisten. ¿Qué estaba diciendo? Ah, sí: nazis.

Los nazis han estado secuestrando a algunos de los mejores científicos del mundo y no sabemos para qué. El último ha sido el profesor Flammond.- en la pantalla enrollable que había aparecido no se sabía muy bien cuando apareció una foto del profesor Flammond así como un pequeño resumen de su vida y milagros -Le han secuestrado en el vestuario de su club de tenis en Stradforshire. ¡Esos malditos nazis no respetan nada! Inteligencia le ha visto aquí -el puntero del coronel apuntó a un lugar del mapa que había aparecido, tampoco se sabe de donde, en el lugar en el que hacía un momento había una pantalla enrollable. -Así que quiero que vayan allí, descubran qué están haciendo los nazis y rescaten a los científicos. La resistencia les ayudará en su misión, ahí tienen la información sobre su contacto de la resistencia- sin mucha ceremonia, casi se diría que haciéndolo a dar incluso, Chestbridge lanzó un dosier al miembro del grupo más cercano.  -Y por lo que más quieran, esta vez ¡Maten a Hitler!

Boris se encontraba repantingado sobre una silla, con los pies enfundados en unas botas militares apoyados sobre una mesa, mientras afilaba su cuchillo de combate NR-40 con mango de cuerno de ciervo. La piedra de afiliar sacaba chispas al ser deslizada por el filo del arma.

Cuando el coronel irrumpió en la habitación, dejó de afilar un momento, pero sin moverse de su sitio, ni variar ni un ápice su postura. Uno de los privilegios de estar en Danger 5 es que todas esas memeces de cuadrarse, saludar y todo eso, eran prescindibles. Y si no lo eran, nadie se había tomado las molestias de explicárselo de forma que lo entendiese. Todo lo que hizo fue dejar de deslizar la piedra sobre el filo. Apenas subió la mirada para fijarla en su superior que comenzó con su perorata habitual. Su mirada pasó de la enjuta y aburrida cara del militar hasta la pantalla desenrrollable en la que pudo ver a un tipo que le sonaba de algo.Y ese nombre...¿Flammond? Jurraría que lo conozco de algo...¿no es el tipo ese que estaba diseñando un arrma secrreta que según el servicio secrreto terrminarría la guerra en una semana? Clarro que si hasta yo sé eso, muy secrreto no es. Así pasa lo que pasa.

Como si lo hubiese estado ensayando durante una semana, el rostro de Flamond dio lugar a un mapa sobre el cual el coronel marcó un punto sin siquiera mirarlo. ¿Geografía? Yo no sé una mierda de geografía. ¿Eso dónde es?, ¿Nueva Zelanda quizá?¿Qué cojones podrría hacerr el doctorr Flammond allí? Incluso, ¿qué podrría hacer un tipo del cual supuestamente depende el futurro de esta guerra en cualquierr otrro sitio que no fuese una base militar de alta segurridad?

El dossier cayó demasiado lejos de él para poder alcanzarlo sin levantarse, de modo que esperó a que cualquier otro miembro del equipo lo cogiese.

-¿Cual es nuestrra priorridad?¿Hitler o el científico?

La piedra de afilar volvió a deslizarse sobre el filo del cuchillo.
 

Walter Flasworth III estaba jugando a las cartas, más bien haciendo un solitario, mientras fumaba. Sí, eran más personas allí pero no tenía mucho sentido jugar con ellas a nada, y menos con dinero. Dustin se sabía todas las artimañas para que no pudieras hacer nada, a Boris era mejor no ganarle a nada para que no se soliviantara, Johnny te emepzaba a dar estadísticas y probabilidades de todo y te acababa dando dolor de cabeza y se te quitaban las ganas de jugar, y Nicolas... Bueno, era francés.

Por lo que cuando apareció el Coronel fue un gran cambio de ritmo en la aburrida semana y eso siempre era bueno. Si estaba allí significaba una misión, una misión significaba salir del cuartel y hacer cosas peligrosas, tal vez incluso estrellarse, otra vez, en algún aparato nuevo. Quizás algún prototipo.

Ojalá.

Lo de Hitler secuestrando a listillos empezaba ya a aburrir. Si los científicos locos no trabajan ya para él, los pillaba para ello. Era un poco cansino.
Aunque en ésta ocasión era el profesor Flemmond. Según todos los informes de inteligencia estaba fabricando un arma que acabaría con la guerra en un instante. Claro que lo del tipo de arma ya se tenía menos claro. Una bomba, un gas, un algo. Esos malditos tipos de Inteligencia no soltaban nunca nada.

El coronel marcó un punto en un mapa de...¿donde narices era eso? Walter giró la cabeza a ver si desde otro angulo le sonaba de algo. Finalmente le pareció Nueva Zelanda. ¿Qué coño hacía Hitler en Nueva Zelanda? Bueno, estaba bastante aislada. Hasta podía tener sentido.

Quizás en el dosier haya alguna explicación más.

Como el coronel lo había tirado encima de la mesa donde estaba jugando, Walter alargó la mano y lo cogió. Como siempre, los dossieres de misión eran de lo más esclarecedores.

Mision: Rescatar al Dr. Flemmond.
Localización: Nueva Zelanda. Base secreta de Hitler.
Contacto: Daisy Jonson. "El pajaro Azul". 20:00h local. Wellington.
Bonus Extra: Matar a Hitler.

Muy esclarecedora. Sí señor.

Dustin imitaba la cómoda postura de Bob, sólo que en su caso se cubría la cabeza con un flamante gorro vaquero que habían conseguido en su última misión. El gorro era de Claire, una amistosa yanki que trabajaba con la resistencia francesa. Ah, la france, Paris, el amor... Que bien había ido aquella misión. Y como se lo había agradecido Claire. Que efusivas eran las francesas. Bueno, Claire era americana pero como si fuera francesa. Más que francesa.

Y ahora venían con aquel dossier, un aburrido profesor secuestrado, armas masivas y otra vez a intentar matar a Hitler. ¿Cuántos intentos iban ya? 

- Flemmond. Estaba haciendo una bomba de gas genético.- dijo mientras se levantaba para ojear el dossier por encima del hombro de Walter - ¿No os acordáis? Fue la misión del Cabo Wekkenarg, donde le pateamos el culo a los de las SS hace un año más o menos. Nos llevamos los planos y a unos cuantos científicos que habían empezado con el tema. Está claro que Hitler no sabe perder: ahora quiere hacer lo mismo. Pero Flemmond había avanzado mucho en la investigación. Creo que el rollo es que ese gas está programado para reconocer a los nazis y solo fundirlos a ellos, dejando a salvo a nuestras tropas. En un alarde de ingenio querían mejorarlo para que solo afectase a militares, dejando de lado a la población civil. Hitler era un poco más drástico: si le dejamos que lo configuren sus hombres probablemente hasta los gatitos palmen al primer bombazo.

Cuando vio que todo el mundo lo miraba preguntándose como sabía toda esa información secreta se encogió de hombros:

- Julienne, ¿la conocéis? Ella es la que pasa a limpio las notas de Inteligencia. Es de las que le gusta hablar después de... bueno, le gusta hablar y a mí se me da bien escuchar. 

Resopló mirando el mapa:

- Joer, esta vez nos vais a mandar a tomar por saco ¿eh? Nueva Zelanda nada menos. ¿Y en qué vamos? ¿Está el submarino nuclear arreglado por fin? ¿O pretendéis que vayamos en ese cohete experimental de marras? 

Nicolas paró de echarse el colirio que permitía que el ojo que le quedaba no se cansara más de la cuenta. Escuchaba atentamente todo lo que decían el Coronel Chestbridge primero y luego sus compañeros, para acto seguido maldecir al colirio que durante unos minutos le nublaba la vista haciendo que durante un tiempo sólo viera manchas.

Posó la vista en el mapa y vio que el Coronel señalaba abajo, no veía muy bien por lo que entendió que la misión sería en la Antártida ya que, bien es sabido, que los nazis mantienen unas bases secretas en su territorio glaciar Antártico desde los años 30. Al oir que Boris hablaba de Nueva Zelanda resopló, ya que no le gusta mucho el frío. De momento se salvaba de un viaje a la nieve perpetua.

Supuso que él bulto de color granate caído en la mesa al lado de Walter era el dossier, pero dado que no había sido capaz de distinguir un país en un mapa dio por hecho que no sería capaz de ver nada en aquellos documentos; además su mente empezó a dispersarse, tan sólo podía pensar en el Doctor Flammond, aquel brillante científico con el qué compitió hacía años para conseguir una beca, aquel curioso científico al que se le cayó una tiza al suelo mientras realizaban las pruebas de cálculo rápido, aquel prometedor científico del que partió la tiza que rebotó en el suelo y fue a parar en su ojo izquierdo, aquel malnacido que le dejó tuerto e hizo que odiase la ciencia y a los listos de por vida.

Habgrá que teneg cuidado, el doctog es una eminensia y estagá muy bien custodiadó. No podgremós sacag la agtilleguía hasta que esté a buen guecaudó. En está misión el sigilo segá muy impogtanté.

Johnny levanta la vista de su destripado guante Power Glove, parte del material electrónico que usó para hackear el tiempo y así poder matar a Hitler. Con el equipo de especialistas con los que trabaja, está seguro que pronto conseguirá su misión y podrá volver a los noventa con algo digno de ser el proyecto de fin de carrera.

-Gas genético- Le corre un escalofrio por la espalda- Que podría dar luz a mutaciones posteriores, como niños que lanzan rayos por los ojos, calvos en silla de ruedas que pueden leer la mente o tipos hipermusculados con factor de regeneración y protagonistas de películas horribles...-Hackerman había visto el futuro y había encontrado motivos más que de sobra por los que acabar con Hitler.

No es que hablar con un hombre mitad águila calva mitad ser humano le extrañara, al fin y al cabo eso hubiera sido dudar de un símbolo americano y, por lo tanto, profundamente comunista.

Chestbridge miró fijamente a Boris -¿Es que no hablo claro? Su misión es rescatar a los científicos y matar a Hitler.- Luego apuntó con el dedo a Dustin -Sus juguetes están reparados y procuren que sigan así. Reparar sus vehículos nos cuesta más que ustedes.

Dicho lo cual desapareció dejando tan solo una pluma que va cayendo al suelo lentamente.

- Vale. ¿Quién conduce? ¿Por mar o por aire? Con el cohete podemos salir a la estratosfera y luego reentrar cerca de Nueva Zelanda sin que nos detecten. Yo no creo que nos lleve más de un par de horas. Claro que en el submarino tendríamos unos días de descanso debajo del mar. Incluso podría invitar a unas amigas... 

Por parte de Dustin cualquier plan era bueno mientras él no tuviese que llevar los mandos. 

Boris se incorporó y echó mano a su petaca metálica para pegarle un buen trago. Según él, contenía su propia mezcla: aceite de motor y vodka a partes iguales. Aunque todos estais razonablemente seguros de que lo dice en broma.

-Mejor en submarrino-convino-El avión hace demasiado ruido y se ve de lejos. En submarrino podrremos acercarnos sin peligro de ser descubiertos.

Walter miró con los ojos muy abiertos a Dilan, para después dejarlos en una rendija de mosqueo. ¿Cómo que quién iba a pilotar?
Luego se dió cuenta de que lo decía tan solo para chincharle y que dijera algo. Por lo que le sonrió y se encendió un cigarrillo sin darse cuenta de que ya estaba fumando uno.

-Olvidaos del submarino. Hace aguas por todos lados desde que volvimos de la misión de Hawai y la base submarina de Hitler bajo un volcán. Apenas llegamos con aquel trasto.
Nooo. Lo que tenemos que hacer es coger el nuevo NX-75. Con sus motores transónicos nos podemos plantar en Nueva Zelanda en un par de horas. Y conmigo al aparato no habrá peligro de que nos detecten. LLegaremos de una pieza.-

Se fijó que los demás le miraban incrédulos.

-Que sí. En serio. Tengo suficientes horas de vuelo en el aparato. Os aseguro que en ésta ocasión no me estrellaré.-

- Venga, te creo. Es más: apuesto una botella de whisky a que no te estrellarás. Pero por si acaso me la iré bebiendo en el viaje. Total si gano me la tendría que beber yo y si pierdo... pues ¿quién la va a cobrar? 

Dustin ya iba camino del hangar. No le gustaba estar demasiado tiempo quieto en un sitio. Las gente normalmente se solían tomar en serio aquello de 'mañana te volveré a ver' y acababa de recordar que ayer había usado esa frase tres veces en tres sitios distintos de la base. No quería defraudar ni a Mina, ni a Silvia ni a Johny, así que lo mejor era ponerse en marcha cuanto antes.

- Vamos Boris, el cohete no se verá hasta que entremos en la atmósfera de nuevo y después de todo ¿en serio quieres ir en plan sigilo? ¡Con lo aburrido que es eso! 

-Por qué elegir?- Pregunta el experto en electrónica- Podemos introducir el submarino dentro del cohete NX-75 y cuando entremos en atmósfera, fingir que nos estrellamos en el mar, cuando en realidad lo que estamos haciendo es desplegándonos en el submarino.

Junta las manos haciendo una paloma, que asciende y cae en picado y cuando se estrella separa una de las manos y hace ruidos de Sonar.

-Piub, piub, piub...

La cabeza le daba vueltas a Nicolas... Boris era de fiar porque parecía fuerte y al final eran la fuerza bruta, las balas de gran calibre y los kilogramos de TNT los que acababan resolviendo los problemas, por lo que el submarino era la mejor opción... Por otro lado era bueno escuchar a Walter ya que era un hombre de fiar, que irradiaba confianza, y que además era una persona capacitada y entendida, por lo que el cohete sería la mejor opción si se fiaba de lo que sabía de sus compañeros... Y luego estaba Dustin, aquella persona a la que por alguna razón siempre hacía caso aunque sus argumentos fueran lo más distantes a lo que él pensaba en un principio, y que también prefería el cohete, rápido, efectivo y ruidoso... Y luego teníamos al bueno de Johnny, ese muchacho con buenas ideas pero nula experiencia, ese muchacho debilucho e indefenso al que parecía que había que cuidar en todo momento, ese muchacho que era casi un niño y al que le quedaba toda la vida por delante, ese muchacho que había dado una opción tan disparatada como divertida y peligrosa, ese muchacho al que no le iba a hacer caso ya que quería evitarle todo peligro...

Así que tras pensarlo concienzudamente, lo que hizo Nicolas fue sumar con los dedos, en la mano izquierda aparecían dos dedos estirados (submarino) y en la derecha tres dedos (cohete), así que ganaba la opción del cohete. Sería seguramente divertido, pensó sonriente, acordándose de cuando en la guerra vio aquellos railes de lanzamiento de los cohetes V1 que su unidad tuvo que proteger cerca de Calais...

Mirando al coronel, se decidió a hablar por fin.

Señog, cgreo que el cohete es la mejog opción ya que la gapidez es esensial. Aunque nos vean y nos oigan llegag, seguiguemos contando con el factog sogpgresa debido a la inmediatez del tgranspogte. ¿Sabemos si el cohete es pgreciso? Pogque la misión dependegá muchó de la pgrecisión del apagato.

El grupo se encaminó al silo de lanzamiento con un Nicolas rezagado por aquello de hablarle a una pluma que caía lentamente al suelo allí donde hacía un rato que había estado el coronel.

Los cohetes no es que fueran los ingenios más fiables del mundo, con los alemanes en cabeza en estas lides con cosas tan primitivas como los V2 ¡pero no se llamaban Danger 5 por nada! Cierto era que los catorce últimos intentos aliados habían explotado en el lanzamiento o en vuelo pero de cosas peores habían salido andando nuestros héroes...

Y allí estaba: el D5-15. Todo pintado de azul (recién pintado de hecho, acababan de ensamblarlo) con el emblema de Danger 5 y apuntando hacia el cielo con una pequeña cápsula con el espacio justo para los cinco y su equipo en la punta, a 20 metros sobre la plataforma.

Los técnicos contemplaron la escena desde el bunker de control y uno de ellos levantó un pulgar sonriendo en dirección a los comandos. El otro se le quedó mirando extrañado -¿Pero qué haces? Si lo más probable es que explote en la plataforma, que estamos en 1944.- El otro sin dejar de sonreír contestó entre dientes -Hombre si quieres les pregunto si han hecho testamento, pero ya que van a palmar lo menos que podemos hacer es que palmen tranquilos ¿no?- su compañero se encogió de hombros y levantó también el pulgar.

En cuanto los aguerridos soldados entraron en la cabina, el primer ingeniero conectó la radio e informó -Bien vale se lo hemos programado para las coordenadas que nos dieron y hemos avisado al gobierno neozelandés no sea que piensen que es un ataque japonés. Ya saben que la cápsula tiene una maniobrabilidad limitada, por si quieren ajustar el lugar de impac... Digooo de aterrizaje. Buena suerte- tras cerrar la conexión añadió por lo bajo -...la van a necesitar...

Dicho lo cual hizo una cuenta atrás desde 10, sin muchas ganas, y le dio al botón de lanzamiento, sin querer mirar. El D5-15 salió disparado hacia el cielo...

Sorprendentemente no explotó, al menos de momento, y logró llegar a la fase de frenado con apenas un par de alarmas berreando en la cabina. Walter ya tenía control de maniobra. Allá abajo se veía una costa. ¿Sería Nueva Zelanda?

En ese momento la alarma del radar se disparó: dos aviones se acercaban a toda velocidad, de hecho en la pantalla se muestraban con dos pequeñas esvásticas que se movían rápidamente. Claro que la cápsula estaba a unos 20.000 metros por encima de los aviones, pero iba cayendo.

Walter estaba entusiasmado con el viaje en cohete. Había estado en las simulaciones y las pruebas, incluso se había sentado en alguna ocasión en la cabina para poder tocar los mandos. Pero esto...Esto era genial.

Comprobó todo mentalmente y en voz alta, asegurandose que los sistemas estuvieran bien. Dio algunos golpecitos para que se encendieran un par de luces que estaban apagadas. Pero todo estaba en orden.

-Muy bien control. Estamos listos.-

Sujetó los mandos y aguantó la respiración en cuanto empezó la cuenta atrás. Y se hundió en el asiento en cuanto despegaron. La sensación era aplastante. Pero estaba eufórico.
Lo único malo era que él no podía hacer nada salvo controlar los instrumentos y asegurarse de que iban bien. Cuando empezaron a descender ya estaba prácticamente todo hecho.

-Muy bien chicos. Todo correcto y sin contratiempos.-

Fue entonces cuando aparecieronz los blips en el radar. Al parecer los habían detectado. Y lo peor es que el cohete no estaba armado. Aunque eso no quería decir que estuvieran indefensos.

-Bueno chicos. Tenemos un par de problemillas. Nos siguen dos aviones, y esto es más parecido a un ladrillo volador que ha un avión. Pero voy a ver si podemos hacer algo.-

Mmm. Esto no es necesario. Podemos deshacernos de esto. Bien, bien.

En verdad la nave no tenía armas. Pero todavía tenía algunos módulos de combustible que se estaban vaciando rapidamente y que podía desacoplar. Si lo hacia en el momento correcto podía hacer que se los encontrasen esos aviones nazis y se pudieran estrellar y así deshacerse.

-Agarraos. Vamos a movernos un poquito. Que el viaje estaba siendo demasiado tranquilo hasta ahora.-

Empezó a girar y a mover el cohete para colocarlo en posición. No era fácil, pero si alguien podía hacerlo era él. Una vez fuera de circulación ya sólo quedaba desplegar los paracaidas y aterrizar suavemente en tierra.

Jhonny no había abandonado del todo la idea del submarino y, cuando le obligaron a salir del sumergible para montarle en el cohete, no salió sin ir abrazado a uno de los torpedos del USS Alabama, al más puro estilo Mortadelo y Filemón.

Ahora su actitud se veía vindicada, o al menos podía sacar utilidad a ese torpedo que ahora mismo lo único que hacía era ocupar espacio y calzar una de las mesas de billar del cohete, que estaba coja.

Mira por la ventanilla y calcula rápidamente la trayectoria de los aviones que se acercan... Los aviones están abajo, ellos están arriba... es simple cuestión de gravedad.

Abre el ojo de buey y papeles empiezan a revolotear como locos por la sala de control y salir despedidos por el ventanuco, periódicos, planos obsoletos, listas de la compra, da igual siempre que esté plasmado sobre una hoja de papel. Le cuesta un poco arrimar el torpedo, Walter está haciendo un looping o vete a saber tú qué narices hacen los ingleses cuando no están con el té, pero sea lo que sea, desde luego no ayuda mucho...hasta que en una de las maniobras pone el cohete en  horizontal, que entonces Johnny tiene a la gravedad como aliada una vez más.

-Torpedooooorrrrrrrrr-Suelta un chascarrillo que vió de un programa español en internet, allá en los lejanos 90.

Boris se agarró como pudo y a donde pudo cuando el cohete/avión/...cosa aquella despegó. La idea de meterse en aquel horror tecnológico fruto de la maquinaria de guerra capitalista  no acababa de convencerle, pero si era Walter el que lo pilotaba, estaba tranquilo. Bueno...más o menos.

El viaje fue mas o menos bien, hasta que tuvieron compañía.

-¿Lo veis? Nos han visto. Os lo dije. El submarrino habría sido mejorr.

Walter intentaba librarse de ellos con una serie de maniobras que no parecían tener mucho éxito hasta que...

¿Perro qué ha...?¿Eso erra el módulo de combustible?

Los bandazos que comenzó a dar el aparato no hacían que la percepción de la situación fuera mejor. Por un momento la confianza en su compañero comenzó a flaquear. Sintió que tenían que hacer algo. Así que por otra de las ventanas asomó su lanzamisiles de fabricación soviética y abrió fuego contra el otro aparato.