Partida Rol por web

Danse de la Mort: Furia

Escena I: La Última Noche De Thad

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26/11/2009, 14:11
Director

Martes 24 de Febrero de 2004, 18:21. - Motel Siberian, Nueva Orleans.

Abres los ojos, y lo primero que sientes es un dolor de cabeza terrible. El alcohol y las drogas. Estás tirando en el colchón de un motel cercano al Louis Armstrong Park. Las sábanas están arremolinadas por los suelos. Un pitido que habías obviado por fin se hace audible en tu oído. Una melodía de móvil. TU móvil.

Notas de juego

Aún eres humano.

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26/11/2009, 23:04
Thad Lamont

Llevaba un rato dando vueltas por culpa del frío que se colaba por una ventana mal cerrada, y que las sábanas brillasen por su ausencia no ayudaba. Pero hasta que el timbre del teléfono no le despertó definitivamente, no se dio cuenta de por qué tenía frío. En su sueño, hacía frío porque... ya se le había olvidado.

Con gesto perezoso alargó el brazo para buscar el teléfono. Cuando respiró se llenó el aire de un olor que le hizo desear tener seis litros de colutorio. Respondió y se llevó el teléfono a la oreja, mientras se restregaba los ojos.

-¿Quién...?- bostezó como un oso, tapándose la boca y alejando un poco el teléfono.

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27/11/2009, 15:33
Director

- Hey, soy yo. - La voz de Richard, tu mejor amigo al otro lado del teléfono. - ¿Estabas sobando todavía? ¡Habíamos quedado a las 6! ¡Baja, joder, que vuelven a estar las brasileñas de anoche rondando! ¡Nos vemos en el Louis Armstrong Park!

Y colgó.

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27/11/2009, 17:19
Thad Lamont

Se quedó mirando unos instantes el teléfono, tratando de situar a Richard, las brasileñas y la noche anterior. Se frotó los ojos mientras los acontecimientos se ponían en orden en su cabeza. Maldijo y rezongó de camino a la ducha, pero la verdad es que el agua caliente le despejó y alivió bastante el dolor de cabeza.

Después de asearse, se puso la última ropa limpia que le quedaba en la bolsa, y se marchó, ya espabilado pero todavía maldiciendo a Richard. Estaba muerto de hambre; antes de reunirse con Richard comería algo. Y necesitaba hidratarse.

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27/11/2009, 17:31
Director

Martes 24 de Febrero de 2004, 19:53. - Louis Armstrong Park, Nueva Orleans.

Después de dar varias vueltas, encuentras a Richard, a lo lejos, charlando animosamente con las dos brasileñas mientras veladamente le toca las nalgas a una de ellas. Al verte, se levanta y abre los brazos, muy teatralmente.

- ¡Tío! ¡Has tardado la hostia!

Sí, ya huele a vodka. Otra vez.

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27/11/2009, 17:50
Thad Lamont

Con el estómago lleno y de mejor humor, Thad sonrió a todo de saludo. Se acercó al grupo y aún más a la chica más cercana; la saludó con un beso en la mejilla y aprovechó para pasarle disimuladamente un brazo por la cintura.

-Llego elegantemente tarde. ¿Qué me he perdido?

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27/11/2009, 17:52
Director

Martes 24 de Febrero de 2004, 21:28. - Louis Armstrong Park, Nueva Orleans.

La carcajada provoca que tosas como nunca lo has hecho. Richard te vuelve a pasar el porro. Es hierba. Tienes a una brasileña sentada encima de tus muslos, y crees que esto es lo más cercano que estarás nunca de la gloria. La música es ensordecedora y lo envuelve todo. Ni siquiera distingues una única melodía. Es sólo ruido. Pero diablos, un ruido de puta madre.

La brasileña te lame la oreja. Ahora sí que estás en el cielo.

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27/11/2009, 18:26
Thad Lamont

La mayor parte del tiempo resultaba incómodo tenerla sentada encima; si quería mirar a Richard para hablarle o algo por estilo. No es que tuviera ganas de charlar con él en aquel momento, pero no veía cuándo le pasaban el porro o una botella. Aún así, no la hubiera apartado así le matasen. De vez en cuando soltaba alguna chorrada en portugués que había aprendido la noche anterior, y que sólo recordaba a medias. De todos modos, no le parecía probable que le oyeran bien con aquel ruido.

Estaba intentando recordar cómo se llamaba cuando sintió una lengua en su oreja, y le recorrió un escalofrío. Se dejó hacer, soltando un suave gruñido un tanto artificial, y le acarició la cintura, alzando la cabeza para besarla. Se le notaba la sangre latina, a la tía. Casi podía escuchar una melodía triunfal en la cabeza.

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27/11/2009, 21:12
Director

La brasileña aloja tu lengua en su boca y la mueve acompasadamente. Lo ha hecho muchas veces, y se nota. Luego te pasa su mano por el cuello y empuja levemente hacia ella. De esta forma, puede besarte más profundamente. Escuchas la voz de Richard a su espalda.

- ¡Eh, eh, eh! ¡Qué es eso! - Y lo siguiente son muchas carcajadas.

Deja de besarte y se levanta de tus muslos. Se sienta en los de Richard y, oh, sí. Le lame la oreja.

Mala suerte, Thad.

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27/11/2009, 22:45
Thad Lamont

Si no hubiera estado medio fumado y medio bebido (lo que, si lo piensas, hace un colocón entero), a lo mejor su reacción hubiese sido un poco distinta. A lo mejor hubiera reaccionado de algún modo, aparte de quedarse solo, confuso y con cara de gilipollas mientras la brasileña, cuyo nombre había recordado mientras se besaban pero había vuelto a olvidar en el acto, se iba a sentar en el regazo de Richard.

Notaba el suyo muy ligero, sin el peso de ella, y aún caliente. Se levantó un poco vacilante y anunció balbuceando:

-Voy a mear.

Todavía no tenía muy claro si es que había pasado algo que no había comprendido, si es que se estaban riendo de él y tenía que cabrearse con Richard o las dos cosas. Se alejó en busca de un lugar tranquilo y resguardado donde proceder.

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29/11/2009, 16:21
Victoria

Caminas a solas por el Louis Armstrong Park, buscando algún arbusto o algo adecuado para mear, cuando te cruzas con una mujer de rasgos orientales, que camina directamente hacia tí, con una expresión adusta.

- Ven conmigo. - dice con una voz aterciopelada.

Automáticamente, no hay nada más que ella en tu cabeza. Se te olvida que ibas a mear, y la sigues entre la gente, sin mediar palabra. Caminas no sabes cuánto, pues no tienes noción. Sólo existe ella. Cuando el efecto pasa, te encuentras a tí mismo en la puerta de un pub, La Musa Criolla. Dentro se filtra música de jazz.

Ves como la mujer baja las escaleras para entrar al local.

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29/11/2009, 16:55
Thad Lamont

Se olvidó de todo; de Richard, de la brasileña chaquetera, de su vejiga. Ella se dio la vuelta, y Thad siguió fascinado el movimiento de su pelo al caminar. De haber sido otra hora, probablemente le habrían atropellado. Cuando la melena de la dama dragón dejó de estar a su altura, el encantamiento se rompió.

Ni parque, ni brasileña, ni arbusto donde descargar la vejiga. Lo que se había convertido en una prioridad, que desplazaba la confusión a un lado. Conocía la Musa Criolla, aunque no recordaba si había entrado alguna vez. Fuera como fuese, dentro seguro que había cuarto de baño.

Y tal vez, después de que ya no notase aquella dolorosa presión en el bajovientre, la mujer oriental volviese a llamarle.

Bajó las escaleras del local, tras haberlo meditado unos momentos, y se encaminó al baño, echando una mirada al sitio en el camino.

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29/11/2009, 21:51
Director

Cruzas el local, medio borracho, en busca del baño.

La Musa Criolla es un local de jazz típico en Nueva Orleans. Mesas redondas, con dos sillas, mucho humo, lámparas con poca luz y un billar. Está considerablemente lleno, lo cual no es raro en Mardi Gras. En el escenario toca una banda, animosamente. Todos parecen encajar con el ambiente, excepto la pianista. Una chica rubia con un traje rojo pegado, con aire señorial, que toca muy seriamente, como meditando cada nota.

Efectivamente encuentras el baño, abarrotado de gente y apestando a pis. Consigues hacerte un hueco y miccionas, diciendo adiós a quizás, un litro de alcohol. Cuando te unes de nuevo a la marabunta del local, ves a la mujer oriental a lo lejos. Su cara gélida te mira, con los ojos pegados en tí. Es como si deslumbrara en medio de toda la muchedumbre. Está sentada en una mesa y se fuma un cigarrillo. Cada calada parece un regalo que le ofrece al tabaco, por estar en contacto con sus labios.

Es simplemente preciosa. Peligrosamente bella.

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29/11/2009, 22:17
Thad Lamont

Salió del baño de caballeros sintiéndose mucho mejor; tal era su alivio que no se acordó de cómo había venido a la Musa Criolla ni de la mujer a la que había venido siguiendo hasta que la vio. Cuando le miró directamente, sintió ganas de ir al baño otra vez. Qué guapa, joder. Y qué cara de muermo.

Se acercó a ella, tropezando y chocando con prácticamente todo el que se cruzó por el camino. Tomó asiento frente a ella, arrastrando la silla para sentarse, y la miró con los hombros caídos y las manos en el regazo, en actitud dócil. No dijo nada; sólo se pasó la lengua por los labios para humedecerlos.

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29/11/2009, 22:31
Victoria

Victoria esboza una pequeña sonrisa y da otra calada al cigarrillo.

- Hola.

Su voz suena a coros celestiales.

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29/11/2009, 22:50
Thad Lamont

La sonrisa estalló en el pecho de Thad, y todo se puso en movimiento de nuevo. Había hablado, había sonreído. Eso le hizo sentirse menos cohibido, aunque con una sola palabra hubiese hecho quedar en ridículo a la pianista y una parte de Thad suplicaba le suplicaba que estuviese callado, que la dejase hablar.

-Hola. He venido -comentó, devolviendo la sonrisa. Thad tenía una sonrisa bonita y le gustaba sonreír; en aquel momento fue algo inintencionado. Una manera de expresar nerviosismo o sumisión, o las dos-, ya ves. Está bien el sitio.

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30/11/2009, 02:39
Victoria

La mujer le da otra calada al cigarrillo, y su sonrisa se borra.

- Tienes una preciosa cara de pardillo. - Otra calada. - Me llamo Victoria.

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30/11/2009, 14:59
Thad Lamont

El buen ánimo de Thad se difuminó un poco. Fue capaz de intuir un insulto contra su persona. O un piropo. No lo tenía claro. Por si acaso, no dio las gracias. Subió los brazos a la mesa y empezó a tamborilear. Cuando no sonreía parecía un cadáver como con los que practicaban en la facultad, fría e inexpresiva, tan... joder, menudas tetas.

-Eh, ya. Yo soy Thad. Encantado. ¿Te apetece algo de beber?

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30/11/2009, 15:07
Victoria

Victoria vuelve a sonreír, después de darle la última calada al cigarrillo.

- No. Pero ve tú a por algo. Vas a necesitar alcohol para digerir lo que va a ocurrir luego.

Y extiende su brazo para acariciarte la cara con su mano.

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30/11/2009, 16:54
Thad Lamont

Thad hizo un ligero ademán de apartarse. Ligero. Se estaba empezando a formar una opinión de la tal Victoria más allá de lo que veía. Estaba buena. Era un monumento. Se hubiera arrastrado por el barro en medio de una tormenta para tirársela. Pero era rara de cojones.

Y en el idioma de Thad acababa de decir que le iba a montar hasta que se le pusieran los ojos en blanco.

Hizo su mejor esfuerzo para no sonreír como un gilipollas. Cualquier parte de su cerebro que pensase que lo mejor podía ser marcharse acababa de desconectarse.

-Vale. Ahora vuelvo.

Fue a la barra y volvió a la mesa unos minutos después, con sólo media cerveza. La otra mitad se había perdido en el camino.