Partida Rol por web

El chico señala el caballo de Aleixo

- Un caballero vino a hablar con el Prior. ¿ Queréis que os conduzca hasta él ?

- Ummm... pues no sé. No recuerdo que comentara nada de un amante o prometido. Sí habló de huir de su padre y de encontrar salvación aquí. Quizá si habló en ese aspecto con alguno de los otros peregrinos.

Aleixo cabeceó con un gesto de pesar.

- ¿Y vuesa merced... conoce personalmente al padre de la criatura? ¿Son ciertas las atrocidades que ella cuenta de él? Visto lo visto soy tendente a pensar que esa muchacha con su ardid ha engañado vilmente a un puñado de hombres hechos y derechos. Inconcebible... De un modo o de otro creo que el señor de Fonsalba debería atar en corto a esa cabeza loca. Aunque claro... a saber dónde estará ahora.

Rodergio se quedó mirando a sus compañeros y visto que ninguno hablaba, empezó el: - Si por favor, ese caballero era compañero nuestro. Además, si el abad tiene bien a recibirnos, yo al menos querría hablar con el.

En efecto, venimos agotados del viaje y nos gustaría hablar con el Prior y descansar aqui un par de noches si es posible-confirmó el vizconde que bajaba del caballo con dificultad, ya que el animal no estaba quieto y no podía usar el brazo izquierdo. En sus adentros maldijo al animal por estar a punto de hacerlo caer.

Estaba cansado del viaje, pero sobre todo me pesaba el dolor en el corazón. Mi único consuelo era que podría enterrar a Ernesto en un lugar sagrado, no quería ni imaginar como me sentiría si el pobre Ernesto tuviera que pasar el resto de sus días en suelo pagano... las puertas del cielo no se abrirían para él... mejor no pensarlo.

El siervo nos indicó que Aleixo había estado hablando con ellos, como ya suponía, así que me limite a asentir esperando que a Don Antón no se le olvidara lo del entierro.

El muchacho toma las bridas del caballo del de Muel y lo conduce al establo, mientras que el otro chico os hace un gesto para que le sigáis, conduciéndoos alrededor del perímetro exterior del monasterio hasta una casita en cuya puerta está Aleixo hablando con un hombre con hábito- parece que el Prior -, con ellos hay otro hombre que les da la espalda y parece estar muy atento a la casita, como si estuviese estudiándola.

Antes de que el Prior conteste por el rabillo del ojo véis que se acerca el resto del grupo conducidos por uno de los mozos de cuadras.

Dirigiéndose a Aleixo mientras mira al resto - Supongo que será el resto de vuestro grupo.

- Así es... con su venia nos dirigiremos a la colina indicada en primer momento para ofrecer responso al compañero finado. Si le parece podemos terminar esta conversación después. ¿Nos prestaríais una pala? Tal vez el maestro albañil tenga una.

Aleixo volvió a bajarse del caballo. Al fin y al cabo ya no tenía que ir en busca de sus compañeros sino que estos ya habían llegado "justo a tiempo". Confiaba en poder hablar con ellos antes de que ningún comentario de cualquiera echara a perder la posible amistad con el Prior. La discreción no era un fuerte en casi nadie en el grupo... y mucho menos con el de Mayoral a cuestas al cual, parecía que le tenía especial gusto a los embrollos.

- Muchas gracias de nuevo, vuecencia... por todo.

Antes de que el hermano pueda hablar el maestro conductor interrumpe

- Os la llevaré yo mismo en cuanto termine con este techo MiLord - el hombre habla con un marcado acento inglés.

- A Dios le sean dadas. - contesta el hombre con una sonrisa - Hablaré con el subprior y avisaré en cocinas, estaréis hambrientos.

- Sois un hombre piadoso... y os agradeceremos aún más un plato de caliente. Pero es más apremiante el alimento para el alma. Ya me entendéis... Hasta luego.

Dicho esto Aleixo comenzó a caminar a paso firme al encuentro con la comitiva. Su mano izquierda reposaba sobre el pomo de su espada mientras que la derecha sujetaba las riendas del caballo a la altura del bocado. Cuando se aseguró de estar lo suficientemente lejos del Prior como para que sus palabras no fueran escuchadas habló a sus compañeros con el ceño bien fruncido y la voz queda.

- Ni una palabra sobre el Barón o la niña de Fonsalba hasta que os cuente cómo lo vamos a hacer, ¿de acuerdo? Vamos a aquella colina... - Aleixo señaló en dirección a la loma que habría de servir de camposanto al cuerpo de Ernesto - ... y allí más tranquilos os contaré. Pero de momento ni una palabra...

Cuando Aleixo volvió con nosotros me cargué a los hombros el fardo que contenía el cuerpo de Ernesto. Necesitaba terminar con aquello, por él para que tuviese por fin descanto eterno y por mi para que mi alma pudiese también descansar de tan pesada carga.

" La mente se deteriora y el corazón se endurece -pensé- ese es mi destino..."

Con la carga preparada asentí cuando Aleixo nos advirtió del plan.

- Estoy de acuerdo, acabemos con esto cuanto antes... necesito descansar, todos necesitamos descansar...

Antón mostró su acuerdo con la propuesta de Alexio. Desde el encontronazo con los guardias en el camino, se había dado cuenta de que era un enemigo en aquellas tierras. Cualquier signo de que era de otro reino podría hacerle dar con sus pies bajo tierra y por supuesto no era algo que quisiera hacer antes de tiempo. Pero igualmente aquel era un lugar santo, y no esperaba mayor problema que el de una cama incomoda antes de partir.

Roderigo estaba cansado, su brazo le dolía...asintió a las palabas de Aleixo, y acompañó a Samuel en su pesar durante el camino:

-Déjame que te ayude. No puedo quitar peso a tu dolor, pero si ayudarte con el fardo, entre dos lo llevaremos mejor.

En cierto modo, Roderigo había entablado un mínimo de amistad con aquellos dos siervos, al fin y al cabo, los únicos de su clase.

"Acabemos con esto pronto, quisiera que alguien me mirase la herida del brazo y descansar un poco antes de seguir este camino, necesito recuperar energías. A saber cual será la siguiente de Don Carlos"- pensó para sí.

- No hace falta, Roderigo - le dije declinando su oferta - tu ya tienes bastante con lo tuyo... lo siento, fue una batalla muy confusa... no quería hacerte daño.

Baje de nuevo la cabeza, avergonzado por haber herido a un compañero. Todavía recordaba lo que había pensado de él en un principio, cuando estábamos en casa de Don Carlos, parecía un rufián sin honor. Sin embargo, ha demostrado ser leal y un buen compañero, desde luego se había ganado mi respeto. Llegamos a la colina y busqué un buen lugar para enterrar a Ernesto. Pronto encontré un fornido árbol, perfecto para el descanso eterno. Dejé el fardo apoyado en el tronco de árbol y saqué mi pala para comenzar a cavar la fosa.

La colina olía a hierba y a lluvia. Efectivamente las tierras navarras eran salvajemente boscosas y su vegetación poblaba cada rincón con flores y plantas de un verdor inigualable. Aleixo se vió embriagado por el aroma del musgo y la roca húmeda... le recordó a su Galicia. A su hogar... a pesar de que se trataba de un lugar en el que se iba a enterrar a un compañero, le trajo sensaciones agradables al Caballero. Samuel depositó el cuerpo del fallecido en el suelo acolchado de hierba y se dispuso a cavar una fosa.

Tierra a la tierra... polvo al polvo...

- Escuchadme bien... no he querido contar al Prior lo que ha sucedido por miedo a que estos monjes estén aliados o hermanados de cualquier forma con la baronía de Fonsalba. Dicho lo cual hemos de mantener la mascarada, ¿entendido? El Prior sabe de mi boca que Doña Ana de Fonsalba se unió a nuestro peregrinaje tras declarar la horrible vida que le hacía pasar su padre el Barón y que declaró que encontraría salvación a esa situación aquí en Irache, hecho que todos asumimos como que se iba a ordenar como novicia en alguno de los conventos. He declarado sorpresa al saber que la muchacha pretendía huir con un amante suyo y, por supuesto, he evitado cualquier mención al hecho de que hemos matado al padre de la misma.

Aleixo torció el gesto en gesto de fastidio.

- No sé hasta que punto Doña Ana de Fonsalba no es la primera vez que intenta huir de su padre con diversas excusas... generalmente mentiras y patrañas así que he declarado que nuestro trato con ella ha sido más bien circunstancial y que ella, al alba del día de hoy desapareció de nuestra ruta robando el caballo de Don Carlos. 

Aleixo de repente cayó en la cuenta.

- Sería recomendable revisar y eliminar en la medida de lo posible cualquier blasón de los Fonsalba que pueda haber en los caballos que tomamos de los hombres del Barón caídos. Lo que le ha pasado a Ernesto, a ojos del Prior, ha sido cosa de bandidos. Lo siento por los heridos pero no descansaremos hasta no haber abandonado tierras navarras. No, por vosotros... que conste. - les miró severamente. - Yo soy hombre Santo y no acostumbro a tener este tipo de refriegas. - Aleixo endureció la mirada al posarla en los ojos del señor de Mayoral. - Pero si asumimos que como aragoneses sois enemigos de todo este reino, entenderéis que hay que dejar atrás estas tierras lo antes posible. Tomaremos la comida y el reposo de los monjes y mañana continuaremos camino.

Con aquella larga perorata a Samuel le había dado tiempo a hacer un agujero bastante grande. Aleixó carraspeó tratando de encontrar en su interior unas pocas palabras inspiradas.

Me parece justo-le contestó el vizconde-. Por mi parte he escondido en las alforjas del caballo la sobrevesta de mi tierra pues comprendo de buena tinta el peligro que ello supone. Te doy las gracias caballero, por interpelar en nuestro nombre, una noche y algo de comida será mas que suficiente, yo tampoco quiero pasar mas tiempo del que sea necesario en estas tierras.

Se acerca el hombre que antes vísteis en la casa , cargando con una pala y junto con otro hombre que no conocéis, este segundo hombre lleva un cubo metálico.

Te ha enviado el Prior- el hermano Adolfo - a echar un vistazo a las heridas de un grupo de recién llegados, según te ha dicho son hombres nobles y puede que te paguen bien.