Partida Rol por web

Caminas tranquilamente por el centro del cementerio en direccion al palacio cuando ves como tras una coline a la izquierda aparece dos etas, uno de ellos el shosuro, portando una camilla con lo que desde aqui te parece un cadaver.
Por ahora puedes comprobar que no te han visto, pero pronto lo haran si te quedas donde estas.
Podrias ir a su encuentro para saldar la causa de tu visita al campo de las almas.

Entramos en el cementerio cargando con la camilla sobre la que descansa el cadaver. Simpre con la cabeza gacha, siempre con la mirada fija al suelo... o eso parece, pues mis ojos no pierden de talle de todo cuanto me rodea.

Llegados a la fosa común nos disponemos a dar sepultura al cuerpo, mas antes, con la precisión adquirida por la dura práctica diaria, realizamos un exhaustivo examen del mismo. No es algo agradable, tocar un cuerpo sin vida... aparentar ser un Eta cada día, sin descanso, mas el deber obliga y no asoma la duda por ningún sitio.

Con calma, sin prisas y sin error, nos entregamos a nuestra tarea. Procuro averiguar la identidad del muerto, hacer una copia mental de sus ropajes, sus heridas, etc...

Shukiro aprovecha la íntima ocasión para recibir un futil consuelo en el hecho de que no solo ella lidie a diario con las penurias de la muerte. Tal vez otro samurai mostraría una honorable compasión por el destino de alguien que en su día portó una katana, pero el duro corazón de la samuraiko hacia tiempo que había gastado la suya en autocastigo.

Pacientemente vio avanzar a ambos descastados, alejándose con las parihuelas mortuorias. Decidió por ambos ahorrarle la penuria de soportar conversar con un samurai, junto a sus iguales y en la desolación de sus nuevas funciones; no por pena en realidad, sino por eol qué dirán: los etas podrían envidiarle sus tratos con superiores, o incluso resultar indiscretos sobre su conversación con el ex-Soshuro. Ninguna de ambas intervenciones serían positivas para discreción de su entrevista. Además, ya tenía bastante con ella misma, como para que alguien más le recordara, auqneu fuera silenciosamente, que caminaba por un camposanto. Toda su vida era un camposanto desde...

Una lágrima amenazó con salir de su ojo, pero la posibilidad se congeló en el lacrimal. Su llanto estaba seco; había llovido demasiado...

Cuando ya estais entrando al cementerio ves la figura de un bushi mas o menos en el centro de este. Su cuerpo se encuentra en postura casi marcial, como si estuviera meditando. Si no fuera porque esta solo pensarias que se trata del inicio de un duelo de iaiutsu. Desde esta distancia no podeis distinguir sus rasgos, ni siquiera si se trata de un hombre o una mujer.
¿Quien vendria a la casa de los difuntos a meditar? Tu hijo observa atentamente la figura quieta. ¿Comenzamos el trabajo en su presencia? Nokai espera tu respuesta para ponerse en marcha.

Por el rabillo del ojo compruebas que las dos figuras se detienen y miran hacia el lugar donde te encuentras. Parecen habla, seguro que les sorprende tu presencia.

-Sigamos como si nada ocurriese - comento en un susurro a Nokai sin despegar la mirada del suelo - Somos Eta, no existimos, actuemos como tal. Cuando lleguemos a la fosa común intenta cubrirme con tu cuerpo para que pueda inspeccionar el cadaver lejos de la mirada del desconocido.

Procuramos en todo momento actuar con normalidad, si nuestros pasos hacia la fosa común pasa por delante del bushi detenemos nuestro caminar y tocamos con la frente el suelo sin esperar respuesta, a continuación seguimos trabajando.

Mientras tu hijo va a buscar las herramientas para el enterramiento observas mejor la figura. Te recuerda a alguien...la pose, el cabello negra. Por fin te das cuenta, se trata de la silenciosa Hayato.
Que hace esta mujer aquí, ¿Mera coincidencia? Habria que ser iluso para creer eso, de ehcho el escorpion no cree en las coincidencias.

Tras recoger algunas herramientas ves como los eta se dirigen por el centro del cementerio, casi en direccion ha donde tu te encuentras. Siguen portantdo el cadaber en la camilla, la cual dejan en el suelo a pasar ante ti y se inclinan hasta tocar la tierra con su frente. Luego continuan su camino hacia el borde mas alejado del cementerio.

-Cuando el tigre ruge el buitre sabrá que ha llegado su hora para la labor...Dias aciagos donde podría haber mucho trabajo para todos los aquí presentes.- dice repentinamente la samuraiko, con sus ojos aún cerrados, cuando los eta se incorporan y parece que van a dejar su presencia.

Ante las palabras de la samurai-ko, los Eta detienen su avance con la camilla y vuelven a postrarse ante ella, de nuevo se colocan en posición sumisa, con sus frentes cerca del suelo.

Para cualquier espectador ajeno a la escena, los dos Eta no hacen sino mantener su comportamiento habitual, el que se espera de ellos. Son menos que nada, como un insignificante grano de arena en una inmensa playa desierta... y así permanecen, estáticos, postrados... insignificantes.

Sin embargo, una voz susurrante procedente de unos labios que apuntan al suelo para evitar así ser leídos, pronuncian palabras no esperadas para alguien de su condición.

-Sin duda el buitre siempre sabe cual es su lugar y su deber: Esperar girando en el cielo a que el tigre marque el camino.

La samuraiko parece no subir levemente la barbilla, como es habitual en los samurais, para marcar aún más el salto de estrato. En su lugar, su pose que da congelada como si los etas hablaran con una pagoda, más que con una mano de acero:

-Podéis acomodar vuestra espalda, laborantes; el peso de observarme no será tan duro como el que vuestras manos portan a diario, ni mucho menos, como el de quien viaja con vosotros por última vez.- dice la inexpresiva figura, parsimoniosamente.

La imagen parece congelarse durante unos momentos, como si formaran parte de las piedras del camposanto, en una extraña comunión silenciosa. Luego la samuraiko vuelve a hablar:

-¿Quién lleváis de las manos por oscuros senderos hoy, enterrador? Es un día triste para morir.- pregunta la Hayato, con la vista perdida en un mundo lejano -Imagino que corresponde al revuelo de esta mañana en el patio el humo de ese fuego. Los ohjos de un eta no existen en los de la mayoría de samurais... no todos tenemos la capacidad de apreciar los pequeños detalles importantes de la realidad. ¿Sabéis lo que allí ha acaecido?- añade aún distante.

Pasaron unos segundos.

El día era brillante y soleado, una golondrina pasó junto a ellos en una ágil maniobra aérea, jugueteando con la brisa de la mañana.

Los dos Eta enderezaron levemente su postura, aunque permanecieron arrodillados y con la vista fija en el suelo ante ellos.

-Lamentamos no poder deciros de quien se trata, pues ignoramos su identidad. Por lo que parece murió de una herida en el hombro y el pecho. No tuvo oportunidad - las palabras del Eta fueron pronunciadas con un deliverado tono neutro, sin emoción o sentimiento alguno -. Nos dijeron que se trataba de un vagabundo. Siento no poder deciros más, Shukiro-san.

Palabras sencillas, inocentes, pero cargadas de significado.

La Hayato arruga levemente el gesto, sin una expresión muy determinada, ante la apreciación de su nombre por parte del eta:

-Así pues me reconoces, Shosuro.- piensa para sí, antes de responder -Un vagabundo en una fortaleza fronteriza... peculiar incidencia.- comenta la samuraiko, mostrando mucha menos intención que la que dichas palabras sugieren -Agradezco vuestra aportación. No entretendré más vuestra labor; no era mi intención turbar a nadie precisamente, acudiendo al camposanto. Que el Emperador de Jade guarde vuestras jornadas.- termina Shukiro, antes de girarse en dirección a la salida posterior del cementerio, más cercana que la de palacio.

Ya de espaldas la samuraiko se despide:

-Volveremos a vernos, de un modo u otro.- y luego continúa con su grácil paso hacia el exterior.

-Si las Fortunas así lo quieren - reponde el Eta mientras la samurai-ko se aleja -. Espero que entonces pueda seros de más ayuda.

Una nueva reverencia despide a la mujer. Los Eta no se levantan del suelo hasta que ésta ha desaparecido por completo. Entonces reanudan su labor.

Shukiro mira el sol de reojo y considera volver temprano, por si las mareas de su señora han decidido volver a cambiar de playas. Avanza con resignación hacia la fortaleza, fastidada por no haber sacado nada en claro de su visita a tan siniestro lugar.

Madre Amaterasu ilumina la marcha de las dos bestias. El tigre vuelve a su cueva, pensativo, hambriento. La caza de hoy no hoy no ha sido fructifera. Nada ha obtenido del vuelo del buitre. Mientras, el infausto ave continua impasible su cometido. Los circulos en el aire se cierran cada vez mas y cae sobre el cadaber que a ambos atrayera.

Traspasas la entrada de la fortaleza, el frescor que transmite el primer piso de piedra contrasta con los rayos de sol que fuera calientan el mundo. Quizas tu alma se sienta mejor en este frio.
Caminas escaleras arriba y llegas por fin a la habitacion de tu señora. El guardia te saluda de nuevo e indica que puedes pasar, Da Hagane espera las nuevas que traes..
Traspasas de nuevo otro umbral, esta vez entras en la penumbra, las celosias cerradas apenas dejan entrar leves rayos de luz que hacen refulgir el polvo flotante. El olor a incienso no puede enmascarar del todo el otro olor, olor a cerrado. Un ambiente cargado y ese leve recordatorio de cuerpos sudados. El dosel que cubre la baja cama esta corrido y tu señora se sienta frente a su espejo, terminando de maquillarse como corresponde a alguien de su nivel.

Cuando te oye entrar se vuelve y sonrie amablemente, como solo ella sabe hacer. Ola Shukiro, por favor, ayudame a ponerme este colgante. Se gira de nuevo y coloca un collar alrededor de su cuello para que puedas manipular el cierre. ¿Que noticias vienen del mundo exterior? El reflejo de su cara en el espejo vuelve a sonreir.

Ves desaparecer la figura de la samurai-ko. Caminais portando el cadaber hasta la fosa comun para los desheredados. Indicas a tu hijo que lo deje en el suelo y procedes a inspeccionarlo mas detenidamente.
Comienzas limpiando un poco el barro que cubre su piel y ropas. Un leve vistazo te permite ver que ciertamente se trata de alguien de baja casta. La manos descuidadas, curtidas del trabajo o las inclemencias. El cuerpo delgado, levemente desnutrido. Y por supuesto un kimono arapiento, peor que el del mas humilde de los campesinos. Seguro que nadie le hechara en falta. Determinas finalmente.
Por ultimo dedicas tu atencion a la herida del hombro. Tras limpiarla un poco se puede apreciar que la puncion es perfecta. Tu ojo esperto de ninja te permite saber que fue atacado por la espalda, la herida probablemente se deba al arma de uno de tus compañeros de "profesion".

Introduces el dedo en el orificio abierto.Esta claro, la cuchillada atraveso limpiamente el corazon desde arriba. Estas pensando en ello cuando sientes como se te enfria la mano que toca la carne desgarrada. Parte de tu energia fluye haci ella y se pierde en el cadaber. Es como si te estuviera robando vida.
Antes de que puedas apartarte los ojos del hombre muerto se abren, blancos, vueltos del reves. Los labios se tensan y la boca entreabiertaadquiere un rictus diferente, empieza a...hablar!

Nokai trastabilla y cae hacia atras, aunuqe el panico empaña su mirada no le prestas atencion ni un momento.