Partida Rol por web

- "¡Qué mal huele! Parece que sólo es un cadáver... aunque hubiese jurado que le vi moverse hace tan sólo un momento..." -

-No me fío. Puede que sea sólo un cadáver, pero dices que le viste moverse... Y yo también me encuentro bastante intranquilo. Quizás sea este maldito lugar, pero creo que deberíamos quemar el cadáver. Así nos aseguraremos de que no haga tonterías. 

- "De acuerdo, Vlad. ¡Eh, tú, soldado penal! Ayúdame a coger leña para ponerla alrededor y encima de esta cosa. Vlad, tú cúbrenos por si acaso." -

Comienza a recoger algunas ramitas sueltas.

Renata se asomó por la ventanilla del vehículo ante los gritos que la habían despertado. Voces cuya causa estaban en la presencia de un muerto.

-¿Quemar un muerto que se mueve? -medio farfulló con sueño-. ¿Soy la única a la que le sorprende que haya un cadáver aquí? ¿Alguien puede ver de qué ha muerto? ¿Le habéis registrado para saber de quién se trata? -dijo saliendo del vehículo y acercándose a Kurt-. Osito, he tenido unas pesadillas terribles. Unos asquerosos cuervos sin ojos me seguían y seguían. No he podido pegar ojo decentemente. Y ahora esto -Renata cruzó los brazos, abrazándose, como si tuviera frío, mirando el cadáver.

Veo al cadáver tirado y escucho las palabras del resto. También estoy de acuerdo en que debemos quemar al cadáver, pero las palabras de Renata tienen sentido pues el conocimiento sería bueno en este momento. A pesar de eso, me parece que la corrupción está cerca y no me siento cómodo con hacerlo yo, por lo que me regreso hacía nuestra fogata y me arrodillo, revolver en mano, y comienzo a rezarle en silencio al Dios-Emperador para que nos ilumine y nos guíe en este momento:

"Todos tuvimos pesadillas y todos nos despertamos ante un paisaje asqueroso y corrupto. ¡Oh Dios-Emperador! ¡Guíanos y danos un poco de tu fuerza! ¡No dejes que caigamos en las sombras de la repugnante corrupción! ¡Protege nuestras espaldas del mal y nuestras mentes de la oscuridad! ¡Guía nuestras manos en actos de sabiduría y nuestros ojos hacía lo que debemos ver! El mal y la disformidad acechan en este lugar, quizás en todo este planeta y la sombra de la herejía pulula a través de este mundo contaminando todo con su hedor y su podredumbre. No permitas que sucumbamos ante ello sin luchar y morir con tu palabra en nuestra boca. ¡El Emperador protege!"

Luego de eso, me quedo allí, con el arma presta, mirando desde el centro del campamento, vigilando las espaldas de todos y limpiando mi mente de pensamientos funestos y oscuros para no dejarme vencer por la corrupción y la locura de enfrentarse con la Disformidad y sus agentes en un lugar alejado de la mirada sagrada del Emperador.

RENATA:

- Por sus ropas y aspecto dirías que es un Ashleen, de las tribus que moran por los yermos de Iocanthos.

- Parece que sufrió una muerte violenta hace algún tiempo, dirías que al menos tres días al sol, a juzgar por la descomposición. Tiene un largo tajo diagonal que va de la clavícula al cuello. Le han sacado los ojos a picotazos. El hedor es verdaderamente nauseabundo.

- No lleva nada aprovechable, seguramente su asesino o asesinos le robaron todo cuanto tenía.

- "No lleva nada. Seguramente era un Ashleen al que mataron para robarle. Debe de llevar muerto una semana. Le mataron de un solo tajo, bastante limpio." -

Mira hacia Vladymir:

- "¿Lo quemamos o qué?" -

Arrastrando el cansancio y también los pies, Kurt se acercó al puto cadáver que los había despertado a todos y por el que aun permanecerían en pie discutiendo como idiotas qué hacer con él.

“¿Lo quemamos o no lo quemamos? ¿Nos tocamos las pelotas sin hacer nada más que gastar saliva hasta que las tetas de Renata arrastren por el suelo?...- El legionario resopló, ese era el peor escenario posible.- “Jefecito de mis amores, ¿puedo meterme el dedito en el culo y ponerme a dar vueltas como una peonza sin pedirte permiso?…”

Una vez junto al cuerpo le metió una patada para poder mirar a los ojos al cabrón que le había despertado y, deseando que aun siguiera vivo para hacérselo pagar, hizo caer todo el peso del hacha sobre el frágil cuello del muerto. Tras el crujido cogió la cabeza y la alzó para que todos la vieran.

- ¿Alguien lo reconoce? ¿Amigo de alguien? ¿Novio quizá?-Miró primero a pelofino y después a Renata antes de soltar una carcajada.- ¿Nadie quiere un besito de despedida?- añadió agitando la cabeza en el aire.- Lo siento, huesitos, son unos frígidos, pero no te preocupes, los cuervos no te harán ascos.

Sin añadir más y con gesto desdeñoso arrojó la cabeza lo más lejos que pudo.

- Y ahora, ¿podemos volver a dormir o alguien ha visto una araña de patas largas y no se atreve a espachurrarla solo?

-Sí, quemadlo. El informe reporta sucesos extraños. No sé que clase de cosas puede conseguir el responsable de ésto, y soy consciente de que estamos lejos... Pero yo también he creído tener la impresión de que se movía. Si no lleva nada útil, mejor que desaparezca el cuerpo. 

Vladymir se mantuvo en guardia mientras impartía las instrucciones. Si hace no demasiado, unos gusanos tomaron conciencia formando un cuerpo, y estuvieron cerca de matarles lanzando rayos disformes, se creía perfectamente que ése cadáver hubiera llegado hasta allí por su propio pie. Y que ahora se estuviera "haciendo el muerto" sólo el Emperador sabe con que fin. Quizás pillarles desprevenidos. 

- Kurt le corta la cabeza al cadáver, después Tercio le prende fuego.

- Todo el mundo vuelve a dormirse excepto Vladymir y Tercio que terminan su guardia antes de despertar al tercer y último turno de guardia.

- Con el amanecer el grupo desayuna y se prepara para ponerse de nuevo en marcha.

Renata, carroñeando una varita de ilho de Kurt, se mostraba pensativa mientras se pellizcaba un mechón de pelo.

-Este clima es un desastre. Acabarán rompiéndoseme las puntas -masculló finalmente, bizqueando mientras concentraba su mirada en el extremo de su cabello-. Y este grupo es el menos hablador con el que me he encontrado. ¿Es que nadie va a hablar de lo de anoche? ¿A todos vosotros os parece esto tan normal como para no necesitar siquiera comentarlo? -una gruesa bocanada de humo expelida jugó caprichosa ante su cara-. Porque lo que es yo, no estoy inmunizada como parece ser la norma aquí. El pobre desgraciado que os apresurasteis en quemar parecía pertenecer a una de las tribus de estos yermos. Mala suerte tropezarse con lo que fuera o fueran  y que caminaban sobre dos patas. El tajo que iba de su clavícula al cuello debió desangrarlo y todo eso ¿para qué? ¿Para robarle las cuatro miserias que llevaba encima? En fin, nadie dijo que estas tierras fueran tranquilas o pacíficas -señaló con un encogimiento de hombros-. Pero dos de vosotros dijisteis que lo visteis moverse. Y en mi pueblo eso no ocurre. Los muertos no se mueven -afirmó negando con la cabeza-. Osito, sírveme un poco de recafeinado. Hazme ese favor. Y otro más. ¿En tu planeta los muertos acostumbraban a culebrear por ahí? Bueno, supongo que no si les cortáis la cabeza después de palmarla -añadió con un risita antes de ponerse seria-. Pero aquí, sí. Y si solo hubiera sido cosa de uno, pensaría que había abusado de alguna cosa poco legal. Siendo dos, o comparten mierda o va más allá de una mera casualidad. Además, yo no soy mujer que tenga un sueño intranquilo. Y ayer tuve pesadillas a cuenta de esa mierda de cuervos que sobrevuelan la zona. Vidente, usted es el que más sabe de estas cosas de psíquicos. ¿Lo que creyeron ver y mis pesadillas pueden deberse al psíquico del que nos habló?

Renata alzó la taza para que Kurt le sirviera mientras miraba a Aristarchus esperando una respuesta de aquel hombre, un hombre que había consentido que Vladymir tomara ciertas iniciativas que podían haber destruido pruebas quizá importantes. ¿Cómo coño funcionaba aquel grupo? Ostrogov la había separado de Kurt, haciendo lo menos inteligente que podía hacerse, ya que ambos se combinaban perfectamente en la pelea. Después, había ordenado incinerar el cuerpo. Ahora, ni siquiera abría el pico.

- Los muertos no se mueven. - confirmó Scythia diciendo lo obvio. - Si ellos - dijo refiriéndose a Vlad y Tercio  - han visto que se movió, y el resto hemos soñado con esos asquerosos cuervos, seguro que tiene que ver con el psíquico. Tenemos que encontrarle y acabar con él cuanto antes. -

La hermana observó al Vidente, esperó una respuesta por su parte ante las preguntas de Renata...

Aristarchus parece distraído, es obvio que tampoco ha dormido muy bien.

Observa los restos carbonizados del cadáver del Ashleen y se concentra un momento.

- "No detecto ningún rastro psíquico aquí. Además, aún estamos lejos de la catedral como para que pueda haber actuado un psíquico a tamaña distancia.

Será mejor que continuemos." -

No dudaba de las palabras del vidente, pero no era la primera vez que le sorprendía lo que los adoradores de los poderes ruinosos eran capaz de hacer. Quizás esta vez habían vuelto a superarse, aunque apartó rápidamente esos pensamientos de su mente, pues aún les quedaba un buen trecho de viaje por delante. Tras asegurarse de que todos hubieran desayunado, recogido y, en definitiva, estuvieran listos para partir, dijo:

-Es hora de ponernos en marcha, subid al vehículo. 

El alba llega y con él la agradable sensación de que todo va a estar mejor ahora que la luz cae sobre nuestros rostros. De pronto escucho las palabras de Renata y luego las respuestas que surgen del resto. Agrego a lo dicho por la Sororita con mis propias palabras:

- "Yo también creo haberlo visto caminando hacía la fogata, de pie, como si estuviese vivo. Sea lo que sea que inunda estos yermos, es oscuro y pútrido, del peor tipo de herejía que hay. Debemos poner fin a esto y solo la presencia del Dios-Emperador en las voces gloriosas de cada siervo suyo en este mundo puede alejar las sombras lo suficiente para que no vuelvan."

Me mantengo mirando el paisaje a medida que avanzamos por el yermo. Miro distraidamente hacía el exterior pensando en las cosas que se esconden en los rincones de aquel extraño e inhóspito lugar, acechando y esperando a que bajemos las defensas de nuestros cuerpos y nuestras almas.

- Tras recoger el campamento, el grupo prosigue el viaje por los páramos hacia el Norte.

Mientras proseguían el viaje, la hermana Scythia no descansó. Estuvo todo el rato atenta a los alrededores, escrutando el entorno. Nerviosa por los hechos sucedidos hacía un rato, y esperando encontrar a algún muerto que caminara, o incluso algún ataque de aquellos cuervos ciegos...

Aferró con fuerza el mango de su arma y se acomodó en el vehículo deseando llegar a su destino, en silencio, expectante. Pero casi con ganas de un enfrentamiento contra algún ser de carne y hueso, para alejar los temores irreales que inundaban su imaginación.

El yermo hace honor a su nombre: es una llanura desolada de piedra gris, suelos de arenisca y hiedras espinosas.

Hay trechos enteros horadados por cráteres de antiguas explosiones y zonas de tierra ennegrecida tan árida que parece que nada volverá a crecer en ellas.

Cada pocos kilómetros se pueden encontrar los restos ruinosos de un asentamiento o campamento de clan vacío y abandonado; algunos son viejos, otros parecen recién destruidos y aún están cubiertos por manchas de sangre seca del color del óxido.

Multitud de esqueletos yacen por doquiere allí donde cayeron muertos, y lo más espeluznante son las flores de fuego fantasma que parecen haber arraigado en el lugar de descanso de estos cadáveres, envolviendo con sus raíces huesos quebrados y abriendo sobre ellos sus capullos multicolores y tornasolados.

Y luego está el viento; cuando arrecia, parece soplar de distintas direcciones a la vez, levantando remolinos y nubes de asfixiante polvo, llevando siempre consigo el hedor a carne muerta que satura los orificios nasales con el espantoso olor de la sangre y el hierro, siempre el hierro.