Partida Rol por web

—¿Civiles? —le preguntó Sir Haldir a Sir Alois, en tono de reproche—. Sólo hemos tratado con estafadores, atracadores, matones, traficantes y los dioses saben qué más. Los auténticos civiles, la gente honrada, se sentirá aliviada de saber que hemos puesto en su sitio a esos maleantes.

No es que estuviera de acuerdo con la idea de Gambrinus de arrasar la tienda hasta los cimientos, pero tampoco compartía la ingenua visión del bien y del mal de su antiguo mentor.

Afortunadamente, Dol-an Humdul les ahorró las molestias. Aquella la razón principal por la que Haldir adquiría un ademán beligerante contra la clase de gente que sólo respetaba la fuerza. A veces, la amenaza de la violencia hacía innecesaria la violencia propiamente dicha. 

El clérigo de Iakhesis se quedó apoyado en el umbral de la puerta. En parte porque apenas cabían en aquella habitación destartalada, pero sobre todo para vigilar que Askanio no tuviera la estúpida idea de reunir un par de tipos y tratar de darles una lección. Dejó el turno de la palabra a Niren; al fin y al cabo, estaban aquí por ella.

Niren asistió ociosa al intercambio de lindezas, no era ni el primero ni el último que veía en su vida por motivos obvios. Y en honor a la verdad se estaba empezando a cansar de que el don nadie del Askanio creyera que podía decirles qué hacer, o directamente que les importaba lo más mínimo sus bravatas de gallo de pelea.

—¿Ve? Lo que yo decía, hablar—dijo encogiéndose de hombros cuando Humdul decidió ser más sensato que su vigilante. Acto seguido, sonrió arqueando las cejas—. Y no se preocupe, he cabido en sitios realmente pequeños.

Principalmente criptas y túneles del año del dátil medio tragados por el desierto, pero aquel detalle se lo ahorró.

Siguió a aquel orondo sujeto pensando si no le sería más sencillo desplazarse rodando en lugar de empleando las piernas pero él parecía empeñado en ser ser más partidario de lo segundo. Y para colmo no se quedó atascado en la puerta, lástima, aquello habría sido bastante gracioso.

Miró de reojo a Sir Haldir agradeciendo para sus adentros que hubiese tenido la idea que parecía haber tenido antes de volverse otra vez hacia su interlocutor. No se sentó, sólo se cruzó de brazos y apoyó el peso del cuerpo en una pierna.

—Como le comentaba antes, veníamos buscando tabaco. Tabaco de Arkarm, ¿le suena? Debería porque lo vende excesivamente caro... —dijo entornando ligeramente los ojos—. Me temo que alguien se llevó algo más que el pago. Algo que me gustaría saber dónde está porque lo quiero de vuelta. Así que he pensado que igual por aquí tendrían la bondad de contarme algo al respecto.

- ¿Tabaco de Arkham? - Dol-an se colocó las gafas y se recostó sobre la mesa vertiendo su panza gelatinosa sobre el tablero. Parecía que de buenas a primeras el tema empezaba a interesarle de verdad. - Curioso, muy curioso... - Afirmó aquella masa informe entrelazando y separando sus dedos de morcilla una y otra vez. - Interesante porque poca gente conoce ese producto. Principalmente porque no existe y si existe... Desde luego no se exporta hasta Malaken. - Miró a Niren fijamente. - ¡Qué onda traen! ¿Qué o a quién buscan? Séanme francos...

—¡Precisamente porque no existe!—Niren puso la factura sobre la mesa pero no la soltó—. ¿Qué fue esto en realidad? ¿Y dónde está la persona que lo pidió?

Aquella era la cuestión. ¿Tenían los hombres lagarto que parecían haber estado pululando por la casa de Tavriss algo que ver con el bazar de aquel tipo o ahora se trataba de una feliz coincidencia? 700 rublos eran muchos rublos. Y Tavriss no era ningún magnate del mercado.

Gambrinus que tras entrar en el despacho mantuvo su pose de perdonavidas condescendiente, pasó a una actitud mucho más agresiva tras las vueltas que estaba dando el obeso comerciante. La escena era bastante cómica, el pequeño mediano parecía un cometa a punto de estrellarse contra un planeta.

—Mi paciencia se está acabando Humdul y el papel arde bien y rapido.O quizás sea mejor soltar a mi familiar—el barrilete metáico del cinto comenzó a vibrar—. De esa no os recuperaréis. Así que empiece a cantar la dragonatta y a soltar todo lo que sabe del tabaco de Arkarm, Arkham o como diantes se diga. ¿Estamos?

- Estamos hablando de un buen amigo mío, me temo... - Desveló entonces aquel embaucador profesional. - Yo también lo estoy buscando. Por lo que entiendo, la naturaleza del "tabaco de Arkarm"... - Hizo un gesto de entrecomillado con sus robustas manos. - ...es en el fondo de menor importancia. Mis negocios, son mis negocios... - Dijo encogiéndose de hombros. - Lo importante es encontrar a Tavriss... ¿Verdad, amigos? - Les preguntó amablemente. - Pues bien... les diré que hace unos pocos días Tavriss y yo nos vimos aquí mismo. Estaba sentado en el mismo lugar que usted... - Le dijo a Liadrel que se había puesto cómoda. - Firmamos un contrato de compraventa. Supongo que lo tienen en su poder, porque han clavado las cantidades. - Sonrió y empezó a reír emitiendo un sonido similar al de un puerco. - El caso es que le vi más... - Hizo una pausa. - ¿Cómo lo diría? - Se paró a pensar. - Paranoico de lo habitual. Decía que le estaban siguiendo. No sabía quien, ni porqué... pero decía que le estaba siguiendo desde hacía unos días y que habían entrado en su casa y la habían registrado. Que aunque lo habían dejado todo tal cual como estaba, él lo sabía... Hace... - Miró a Askanio. - ¿Cuanto hace, dos días? - Le preguntó y éste asintió. - Le mandé a buscar y ya no le encontraron por ningún sitio...

—Genial—dijo el mediano con ironía—. La mejor pista que teníamos y nos lleva a un callejón sin salida. En fin, si no hay nada más que este hombre sepa, será mejor que nos marchemos de aquí.

—No me fío de él —le respondió Haldir a Gambrinus.

El Caballero de la Orden Rubí le echó una mirada de soslayo al dueño del negocio antes de volver a posarla en el pasillo.

—Sigue hablando, Dol-an, hasta que te digamos que te pares.

—No le encontraron por ningún sitio—dijo Niren con tono monocorde—. ¿Y tampoco te dijeron que su casa estaba patas arriba y había hasta salpicaduras de sangre o ese era un detalle irrelevante?

«Si tan "buenos" amigos sois no es que estés moviendo mucho ese inmenso trasero para averiguar qué le ha pasado, precisamente. Usa el término correcto»

O igual es que había mandado gente miope a buscar, todo era posible.

—Hazle caso al caballero—añadió a la frase de Haldir—. Apuesto a que todos salimos ganando.

- ¿Habéis estado en casa de Tavriss? ¿Estaba todo removido y...? - El rostro de Dol-an enrojeció de rabia. - ¡Asksnio! - Chilló el nombre de su secuaz.

Segundos después apareció de nuevo aquel vigilante de cara de pocos amigos. Al entrar en el despacho lo hizo con cierto temor. Se notaba por su expresión que sabía que Dol-an estaba enfurecido con él por algún motivo.

- ¿Si, señor? - Dijo con la voz titubeante nada más cerrar la puerta.

Lo cierto era que en el interior de aquel despacho empezaba a hacer demasiado calor. Un lugar tan pequeño, colmado de tanta gente se convertía muy pronto en una leonera. A tener del olor a sudor que se percibía en el ambiente, ya lo era.

- ¿Recuerdas cuando te envié hace dos días a casa de Tavriss? - Le preguntó y él asintió con la cabeza. - Pues bien... Me dijiste que no le encontraste. ¿Buscaste mucho a caso? - El tono de voz de aquella masa informe era tranquilo y sereno, pero también era evidente que en cualquier momento podía estallar en un ataque de ira suprema.

- Fui a su casa, sí. - Dijo entonces Askanio. - Toqué a la puerta pero nadie me abrió. Luego miré por las ventanas, pero no vi a nadie en el interior. Toque en el vidrio de las ventanas y en la puerta, pero nada. - Explicó. - Luego le busqué en los tugurios donde era habitual. Llevaban un par de días sin verle... Así que... - Tragó saliva. - Regresé...

Niren soportaba bien el calor por cuestiones de sangre, pero su sentido del olfato no era a prueba de trolls precisamente. Y ya hacía un buen rato que éste la había convencido de que aquella habitación necesitaba urgentemente un arquitecto que supiera lo que era una ventana. O en su defecto, el valor del aire fresco.

—¿Nadie abrió?—sonrió sardónicamente a la respuesta de Askanio—. Cuando yo toqué a la puerta tampoco me abrió nadie, se abrió sola porque estaba reventada. ¿Tampoco viste el desorden por las ventanas?

En honor a la verdad, tenía ganas de darle un puñetazo en la nariz a aquél sabueso sin olfato por inepto, pero se conformó con el malévolo regocijo de verlo sufrir bajo la ira de su amo.

—Tenemos la sospecha de que lo que sea que ha pasado tiene que ver con hombres lagarto—dijo de nuevo a Humdul—. Cualquiera podría contratar a un mercenario, pero esos precisamente no son lo que se dice comunes por aquí. ¿Hago sonar alguna campanita?

Apostilló la última pregunta dándose unos golpecitos en la sien con el índice.

Cuando Niren habló sobre que la puerta de la vivienda de Tavriss estaba abierta en el momento en que ella acudió en su búsqueda, Dol-an miró de forma severa a Askanio. No lo puso en entredicho, pues no alzó la voz contra él, pero se ponía de manifiesta en que no aprobaba lo que Niren acababa de desvelar. Aunque claro está, antes de lanzar las culpas sobre su subordinado, tendría que comprobar la veracidad de los hechos, pues al fin y al cabo, la tiefling no era más que una desconocida para él y Askanio un en teoría, fiel empleado.

- ¿Hombres lagarto dice? - Preguntó en alto. - Pues bien... ahí le doy la razón. No se suelen ver demasiados de ellos en estos lares. En éstos ni en ninguno, pero... - Se rascó su mentón con una mano y acto seguido se retiró el sudor de su blanca bola de billar, pues empezaba a caerle a mares sobre los ojos. - El mismo día de la desaparición de Tavriss. Bueno, el día que yo supe de dicha desaparición al menos, escuché algo inusual. - Afirmó e hizo una pausa dramática, como tratando de poner cierta tensión en sus invitados. - Un amigo me comentó, que había escuchado como en la taberna del Camello Rampante, había sucedido algo. Un incidente entre varios clientes. Se ve que alguien golpeó a alguien y entonces iniciaron una pelea a puñetazos. Hasta ahí todo normal, nada que no suceda a diario. Pero... dice que uno de los involucrados era un conocido de Malaken, Bloj el Borracho, o Bloj el Malo, se le conoce por los dos apelativos... - Se rascó la cabezota. - Pues bien, Bloj golpeó con el puño sobre el rostro del tipo que le empujó y dice que estaba duro, se hizo daño y que además, se desconchó su piel. Parecía como si llevase maquillaje sobre su rostro y que debajo, su cara era escamosa. Y nadie le creyó por supuesto, pero ahora... todo encaja...

- ¡Y la puerta estaba cerrada cuando yo fui a buscarle! - Dijo entonces Askanio. - Miré por las ventanas sí, y estaba todo como han dicho ustedes... - Afirmó enfadado y de morros, como haría un niño pequeño. - Pensé que se habría ido. Tavriss se va a veces, cuando tiene deudas y tiene muchas...

Todo aquello no venía a cuento ahora, pero Askanio quería justificarse. Debía hacerlo si no quería parecer un inútil ante su jefe. Y a tenor del rostro de satisfacción que le quedó tras hacerlo, lo había conseguido. O eso pensaba él...

Aquella descripción llamó la atención de Sir Haldir.

—¿Maquillaje cubriendo las escamas, dices? —inquirió, y se dirigió a sus compañeros:—. Los hombres lagarto tienen hocico: sus rasgos reptilianos son evidentes incluso maquillados. Parece obra de otro tipo de criaturas. ¿Yuan-ti, quizá?

—¿De verdad?—respondió Niren arqueando las cejas con falso entusiasmo. De hecho hasta juntó ambas manos con una palmada—. ¿Viste todo patas arriba por las ventanas y te pareció tan normal que no dijiste nada?

Se volvió hacia Humdul.

—Señor, ¡este hombre es brillante!—añadió abriendo los ojos con toda inocencia—. Tenga cuidado; el día menos pensado le quita el negocio.

En honor a la verdad, le costó no echarse a reir. Alguien se va de casa y lo deja todo que parece que han pasado dos tornados y una estampida de camellos por ella; lo normal.

Aunque en ese momento la pregunta de Haldir captó su atención y abandonó la jocosidad encubierta.

—Si el tipo de la pelea tiene que ver con esto, es posible—teorízó pellizcándose la barbilla. Luego hizo un mohín—. Pero si eso ocurrió hace varios días... aún si buscamos al tal Bloj y le preguntamos, ¿creeis que tendrá algo útil que aportar?

Aquello parecía cada vez más un callejón sin salida y eso era algo que no le gustaba. Tenían que encontrar algo más sobre el misterioso sujeto de cara escamosa y maquillada, ¿pero cómo hacerlo? Podía estar literalmente en cualquier parte. A menos que a Bloj le hubiera dado por seguirle para devolverle una paliza en nombre del honor mancillado de sus doloridos nudillos. Pero esas cosas nunca pasaban. ¿Por qué nunca pasaban?

Entonces recordó algo. Quizá sí que tenían una posibilidad de encontrar algo más del sujeto de la cara escamosa.

—Gambrinus, ¿existe algún conjuro para localizar a alguien a partir de algo suyo o algo así? Me suena de haberle oído hablar de algo de eso a... —carraspeó, no quería mencionar a Shaonn delante de la luna llena y su lobo aullador— ...alguien que sabía de magia. ¿Lo conoces?

De Hum-Dul a Bloj el malo. La búsqueda de Traviss empezaba a ir de mal en peor. Y aunque en un principio había pensado que el contacto pudiera ser útil para seguir a Rataxes pero empezaba a tener sus dudas.

—Askanio hazte un favor y haznos un favor, cállate— después se dirigió a Haldir—. Estoy convencido de que la escama pertenece a un hombre-lagarto y no voy a mentirte Haldir, rara vez me equivoco. Pero estamos en circunstancias excepcionales, así que consideraremos posibles todas las opciones.

Después miró al gordo.

—¿Seguro que no recuerdas nada más Hum-Dul? Cualquier mísero detalle puede ser útil y si descubro que nos has mentido o nos has ocultado algo…

El magodiano hizo el ruido del crepitar de las llamas mientras simulaba lo mismo con sus manos y por último se dirigió a Niren.

—Preferiria no tener que hablar con alguien llamado Bloj el malo. Por favor. Además, si es un borracho no sé que información fiable podremos obtener. La opción de usar algo de magia, es mejor. Algo puedo intentar pero será difícil. Podemos probar eso y si no funciona, meterle fuego al culo de Bloj.

- Yo... - Carraspeó y se desabrochó el corbatín que portaba en en el cuello de su camisa. Askanio también sudaba, aunque quizás no tanto por el intenso calor que hacía en aquel despacho, sino por lo comprometido de su situación. - Ehmm... - Se rascó la cabeza. Las preguntas de la tiefling le ponían en serio compromiso. - Yo no... esto... - Por suerte para él la intervención de Gambrinus le dio la coartada perfecta para cerrar el pico y eso hizo. No dijo nada más y dio un paso atrás fundiéndose con la negritud de la estancia.