Partida Rol por web

- ¡Gladio electricae! - Alzó la voz y su arma brillo con un fulgor eléctrico.

Acto seguido lanzó un poderoso golpe contra su oponente, con su poderosa no-dachi. Una gran espada a dos manos creada por un gran artesano armero en el.grab reino de Anza. El golpe impactó con su objetivo y no solo cortó su piel, sino que además, aquella bestia recibió una fuerte descarga eléctrica mágica.

- ¡Debemos proteger al embajador! - Ordenó. Aunque el embajador se había puesto a salvo el solo.

Los hombres bestia trataron de alcanzar a sus enemigos por todos los medios. Sin embargo, algunos todavía vomitaban, otros estaban cegados y algunos no podían desplazarse a su velocidad debido a aquellas extrañas plantas que habían aparecido por arte de magia.

Sin embargo, no todos estaban de manos atadas. Valyëvan recibió un impacto le impactó en un costado. Fue un golpe duro, pero ya había recibido golpes mucho peores en su vida.

Quién si que recibió un impacto terrible fue Marlas. El ser caprino que había sido cegado por Jackrow golpeó al bulto y lo hizo con tremendo éxito, pues impactó con su espada de llena en el vientre del enano atravesándole de forma muy dolorosa.

El combate estaba en un punto en el que estaba bastante controlado para los extranjeros en aquellas tierras. Sin embargo, a medida que los hombres cabra fueran desembarazarso de los conjuros, la cosa se podía ir torciendo a pasos agigantados.

-¡Vamos!¡Todos juntos!- Instó Belbara a los que componían su grupo, y a los demás si tenían a bien añadirse. Tenían sus diferencias pero no por eso les deseaba la muerte a manos de aquellos cornudos. -¡No es momento de estupideces!- No quería héroes, ahora solo quería enanos y anzanos vivos.

Volvió a gesticular y recitar unas palabras incomprensibles para la mayoría, y sus músculos se inflaron levemente, sus venas se marcaron, tocó a Marlas en el hombro llamando su atención para que empezara a correr junto a ella. Acto seguido fue la enana la que inició la huida corriendo en la misma dirección en que habían avanzado los dos vovits, pues aunque su intención era la de ir tras los pasos de Tarkhan la zona estaba plagada de enemigos. Esperaba que el resto les siguiesen, ya tenía bastante con ayudar a correr a su compañero herido y llevar el hacha en su otra mano.

Yoon-shun pensó en salir corriendo en la misma dirección que lo había hecho su maestro. No obstante, lo cierto era que las áreas de conjuros activas dejaban un paso muy estrecho por el que pasar y además, los hombres bestia y el propio Thain se agolpaban en la zona haciendo casi imposible avanzar en dicha dirección. Por ello tendría que correr en dirección opuesta, por muy poco que le gustase la idea de separarse de su maestro. Sin embargo, no dejaría a Thain a merced de los hombres cabra a la ligera, sino que tenía preparado un regalo para él.

- ¡Leig leis am fear beag mòr agus mòr mòr! - Tras pronunciar aquellas palabras mágicas, el tamaño de aquel enano comenzó a aumentar hasta casi el doble de su altura original. De esa forma se convertía en un enemigo mucho más temible que antes para aquellas bestias caprinas. Sólo entonces Yoon se alejó del enano en la misma dirección en la que ya habían salido huyendo Aenifer y Alex.

Uno de los hombres cabra que se encontraba en el área de efecto del conjuro de muro e luz lanzado por Belbara, se quedó unos segundos extasiado mirando la opacidad del mismo. Sin embargo, su inteligencia le llegó para pasar la mano a través de la luz y percatarse de que no le afectaba para nada. En ese momento lanzó un balido.

- ¡Beeh, bhnaa bhraaaa! - Gritó de forma estruendosa y acto seguido traspaso aquel muro de luz y aún deslumbrado avanzó hacia su objetivo y descargó un hachazo sobre Thain. Por suerte para el enano, ahora enorme, el impacto no fue suficiente como para traspasar su armadura.

Tarkhan se aseguró de que la cría escapaba antes de poner él mismo distancia con los hombres cabra. Trataría de dar un rodeo y reunirse con los demás por el otro lado.

Las indicaciones del hombre cabra que había logrado traspasar el muro de luz, no sirvieron demasiado a sus compañeros, pues no se fiaron de que al pasar a través de la opacidad, no sufrieran daño. Por ello, se mantuvieron alerta, pero acobardados y sin actuar, lo que era realmente muy beneficioso para el grupo de anzanos, vovits y enanos.

Ahora que estaba casi a cubierto entre los arboles tenia mucho mas calma. Alex estaba cerca y Valy a la vista. Parecia que teniamos controlada la situacion al menos de momento, y tambien sabia que era gracias en parte a los recien llegados pero ya abria oportunidad de dar las gracias.

Los enanos se mostraban fieros pero Valy no los dejaria llevarse toda la gloria.

Tome mi tiempo, respire y solte una nueva flecha contra mi anterior objetivo.

Eliferum echaba de menos su mano izquierda. Le era muy útil en el momento de asestar grandes golpes contra cualquier enemigo que se prestase. Pero aún siendo manco, seguía siendo un hombre fuerte y no se iba a dejar amilanar por un atajo de cornudos con mala leche. Agarrando con firmeza su espada bastarda, lanzó un tajo descendente contra el hombre bestia que tenía frente a él buscando el cuello. Sin embargo, aunque impactó lo hizo en el hombro. No obstante, aquella herida le dolería unos cuantos días, si es que lograba sobrevivir.

- ¡Ya los tenemos! - Gritó en alto. - ¡Seguid luchando!

Quizás envalentonado por las palabras de Eli, o quizás porque esa había sido su voluntad desde en primer momento, Jacrow se situó contra la espalda del Anjo y luchó contra el hombre cabra que estaba hostigando a Marlas y a Hithai. Su gran hacha pedía sangre y tras un buen golpe la obtuvo. La espalda del hombre bestia se tiñó de rojo carmesí al igual que el filo del hacha de aquel cascarrabias. 

- ¡No digas sandeces! - Le recriminó a Eliferum. - ¡En cuanto podamos huir de forma segura, eso haremos!

Finalmente, habíamos conseguido abrir una pequeña brecha entre Eli, Jacrow y yo, pero todavía teníamos a dos "cabras" delante. Con la misma furia con la cual había arremetido contra ella, volví a hacerlo, incrustándole mi hacha en el pecho. Sin detenerme más de lo necesario, vi de reojo como su cuerpo se desplomaba en medio de un charco de sangre, mientras yo recuperaba mi arma y corría a ayudar a Eli.

Alcé el hacha por encima de mi cabeza y arremetí contra él

Thain estaba prácticamente rodeado por un sin fin de aquellas bestias. Aunque por suerte algunas de ellas estaban todavía ocupadas con las trampas mágicas, no tardarían en enfrentarse activamente a él. Sabía que sus cortas piernas no estaban hechas para huir y teniendo en cuenta la mala posición en la que se encontraba, escapar no era una opción para él, aunque si para el resto.

- ¡Corred, corred! - Gritó con fuerza mientras descargaba un poderosos golpe contra uno de aquellos seres. Su hacha enana se clavó en el homóplato de uno de los hombres cabra, pero no fue suficiente como para derribarlo. - ¡Yo los entretendré!

Uno de los hombres cabra que acababa de resvalar al pasar por la zona de grasa, se puso de nuevo en pie y tratando de acercarse a Thain, volvió a caer al suelo de forma vergonzoso. Sin duda la roca resbaladiza y las pezuñas de cabrito, no eran una buena combinación a la hora de mantenerse en pie. Eso le daría a Thain cierto respiro, aunque la verdad es que su futuro sobre Gea pintaba mal a largo plazo.

Mientras tanto, uno de los hombres bestia, el que se estaba enfrentando  Hithai le miró con desprecio, con todo el desprecio que los ojos de pupila rectangular de una cabra podían mirar a alguien y entonces, cuando más seguro se creía el anzano peleando espalda contra espalda con el tal Marlas, fue testigo de como el hacha de aquella bestia volava de forma irremediable contra su persona. 

Hithai trató de apartarse, pero sus reflejos, pese a ser los de un gran guerrero versado en muchas batallas, no fueron suficientes. El hacha impactó de lleno contra su cara. El filo atravesó su moflete derecho destrozando su mandíbula y llenando el campo de batalla de una nube de sangre carne y dientes. Hithai vio pasar por delante de su ojos toda su corta vida y al final de aquella visión estaba su padre al que ya no volvería a ver.

- Pa...dre... - Dijo con la voz ahogada y entre gorgoteos de sangre.

La cabeza cercenada a la altura de la mandíbula voló golpeando en el hombro a Marlas y desequilibrándole. El anzano había sucumbido. El guardaespaldas del embajador acababa de morir y ni el propio Tarkhan ni la pequeña Yoon-Shun fueron testigos de su triste final. Tan solo un par de enanos fueron los testigos mudos de la trágica muerte del hijo mayor de Thaitsai, hombre de confianza de Tarkhan...

- ¡Hit...haaaaai! - Gritó Marlas de forma ahogada. - ¡Pagaréis por ésto! - Gritó terriblemente enfadado.

Marlas no lo dudó. Se sabía muerto, pero moriría matando, eso también lo tenía muy claro. El explorador comenzó a lanzar ataques a diestro y siniestro. Fueron efectivos, pues cogieron por sorpresa al hombre bestia que tenía frente a él. La parte afilada del urgrosh le hizo un pequeño corte, casi un rasguño, mientras que el pico se hundió escasos centímetros en la piel de aquella bestia. Mucho mejor tendría que hacerlo si quería vengar a su amigo. Algo arduo improbable...

Tras la muerte de Hithai, la atención de los hombres cabra se centró principalmente por los dos enanos varones. Marlas y Thain empezaron a recibir golpes uno detrás de otro. El ataque de los hombres bestia era devastador. Estaban rodeados y en muy mala posición, principalmente Thain quien ya se daba a si mismo por muerto. Marlas en cambio seguía combatiendo con furia, pues apreciaba al anzano que acababa de morir frente a sus ojos. Eso no le estaba ayudando, sino todo lo contrario.

Valyëvan también recibió un golpe. Por suerte el impacto causó una herida leve en su brazo. Un golpe como el que había acabado con Hithai, tampoco ella podría soportarlo. La batalla estaba perdida, tan solo quedaba la oportunidad de escapar y de fundirse con la noche por tal de evitar la amenaza de aquellos seres caprinos que habían salido de la nada y la habían emprendido a golpes con ellos. 

Todos sabían que en la guerra se producían bajas, pero estaban muriendo amigos de unos y de otros y eso era devastador. Sin embargo, continuar con aquella por venganza y por honor iba a ser una total falta de respeto hacia los caídos, pues habían dado su vida por protegerles a ellos. Debían escapar, seguir combatiendo era una temeridad. Era un suicidio. Tarkhan lo sabía bien, por eso fue el primero en abandonar el campo de batalla. yoon-shun también trataba de escapar cuando antes y Aenifer y Alex se estaban alejando también del combate.

Alex llegó al lugar donde se encontraba Aenifer y salió a su encuentro tras atravesar una mata. La cogió del brazo y la muchacha se giró sobresaltada apuntándole con su arco. Alex se echó un paso atrás asustado, pero enseguida Aenifer le reconoció y bajo el arco.

- ¡Vamos Aeny! - Le dijo ofreciéndole la mano. - ¡Hay combates que no podemos ganar! - Le dijo entonces. - ¡Corre, corre a mi lado! 

Belbara corría, muchos habían caído en el camino como para no cumplir la misión. No podían ser vidas perdidas en balde, eso resultaría imperdonable, y quedarse a luchar contra un enemigo que les superaba tanto en número era una absurdidad. Ni aunque fuesen guerreros nefastos, que no era el caso, lograrían salir con vida, pues el cansancio se ocuparía de mermarles las fuerzas, energías y reflejos y terminarían sucumbiendo igualmente.

-¡Marlas!- trató de apelar al raciocinio del enano explorador, pero no detuvo su paso, ella no podía caer, sus razones finales estaban por encima de cualquier otra cosa. Su mismo dios la había convocado para glorificarle, para despertar la historia y revelarla al mundo.

La pérdida de Hithai era una lástima. Aquel humano a penas había dejado de ser un bebé para los enanos, tan joven, con tantos sueños por cumplir....

Que Brook te acoja en su salón de la gloria y los héroes alcen sus cuernos rebosantes en tu honor

La pequeña anzana había quedado separada de su mentor. Belbara llevaría su muerte peor que la de ningún otro, aunque jamás lo confesaría a nadie. La niña iba unos pasos por delante de ella, justo pasaban ahora junto a los hombres cabra que trataban de avanzar envueltos por un gas apestoso.

Belbara no lo dudó, enfocó su mano hacia los cornudos y la nube. Pronunció unas palabras con voz profunda y un fuego manó desde su mano hacia aquellos seres como un gran cañón de llamas.

El conjuro de Belbara estalló en una explosión de sonido que ensordeció a los cuatro hombres bestia que se encontraban afectados por el conjuro de la nube apestosa que había lanzado el anzano Tarkhan antes de salir de allí. Sus oídos estallaron en un dolor agudo y uno de ellos quedó aturdido por unos instantes, mientras que el resto, todavía afectados por el hedor siguieron sin poder hacer demasiado por ayudar al resto del pelotón caprino. 

Yoon-shun no se arriesgó ni un momento más. Siguiendo los pasos de su maestro, simplemente salió corriendo a toda velocidad escapando del campo de batalla y buscando reunirse con su maestro. Belbara, le seguía los pasos, aunque sus piernas más cortas y su pesada armadura, además del hecho de haber tenido que concentrarse para lanzar el conjuro, impedían que pudiera llegar muy lejos.

Mientras todo eso pasaba, un fuerte golpe se incrustó entre las costillas de Thain. Esta vez el enano si sintió como el corte de aquella espada le afectaba a algún órgano vital. El dolor fue muy intenso y duradero y notó como su vida se escapaba a pasos agigantados en un reguero de sangre que bañaba todo el campo de batalla. A punto estuvo de perder la consciencia, pero se mantuvo erguido y orgulloso, aunque sabía que aquello sería algo pasajero, pues sus fuerzas estaban muy mermadas y no aguantaría un solo golpe más.