Partida Rol por web

—El conjuro que he lanzado no me protegerá mejor de ellas que tu armadura de malla —respondió el anzano—. No conozco ningún hechizo específico contra ellas, vaya. 

Vamos, que el conjuro me da +4 a la CA, nada más xD.

Arañas... ¿qué sería lo siguiente? 

Belbara odiaba aquellas arañas gigantes, porque eso era precisamente lo que parecía que había tejido aquella telaraña. Una araña enorme, con total seguridad más alta que ella, más peluda, con un aguijón venenoso que les dejaría paralizados y unas mandíbulas poderosas. Eso sin mencionar el exoesqueleto y su culo escupe-seda.

Tarkhan reaccionó con rapidez y se fortaleció para poder resistir mejor los embates del monstruo, pero Valyëvan lo utilizó para dejar aflorar su cobardía, porque a ojos de la enana no podía ser otra cosa. 

-El anzano nos hará mejor servicio a una distancia prudencial, me temo. No viste más que telas, y creo que se le da mejor la magia que la espada- dijo con seriedad mientras observaba alrededor.

A continuación Belbara entonó una especie de cántico, con una melodía corta, entre melodiosa y tenebrosa, y todos sintieron un calor que les envolvía por un instante * 

Me adelante un poco del grupo para quitar aquellas tela arañas pero mas para poder mas alla. Estando con poca luz podia ver mejor que incluso cerca de la piedra que nos iluminaba el camino. Trampas ya no debian haber cerca porque las mismas arañas las hubiesen activado, pero aquellos insectos podian ser muy tramposos tambien e incluso venenoso.

Preferia al mago atras tambien, porque confiaba mas en sus otras habilidades, aunque si podiamos luchar contra hombres cabra, y huir de un dragon, pues las arañas no se me hacian gran reto.... por ahora.

Aenifer localizó una cavidad en lo alto del túnel que estaban atravesando. Le dio tiempo a señalar y advertir del peligro antes de que Yoon-Shun lanzara un grito de pavor al ver como una hilera de ojos justo encima de unas poderosas mandíbulas venenosas se abrían paso con un sinfín de patas peludas hacia su posición.

- ¡Araaaañas! - Gritó la pequeña Yoon-Shun aterrada.

No obstante, ese o iba a ser el único problema al que el grupo se enfrentase. Si por la retaguardia acababa de aparecer a través de un túnel en el techo una araña de enormes proprociones, una segunda araña les acababa de cortar el paso por la parte delantera. Dicha araña se hallaba camuflada en el techo, junto a la tela de araña y preparada para abalanzarse sobre su presa en el caso de que hubieran acabado pegados en dicha tela de araña.

Aquellas enormes sabandijas no parecían ser amistosas, sino todo lo contrario. Se trataba de dos depredadores y como tales, su dieta era principalmente carnívora. En un lugar como aquel, difícilmente tuvieran gran cantidad de presas a las que hincarle esas prominentes mandíbulas, por lo que no iban a desaprovechar la oportunidad de hacerse con alguno de aquellos suculentos bocados recién llegados a su guarida.

Atrapados entre aquellos dos seres, no les quedaba más remedio que luchar por sus vidas. Habían caído en la emboscada de aquellas alimañas, pero eso no quería decir que fueran a convertirse en cadáveres en los próximos minutos, al menos no todos ellos. Por suerte, era el mago anzano solía tener siempre preparado algún recurso para casos como aquel que podía empezar a decantar la balanza a su favor.

—¡Yoon! —gritó, alarmado Tarkhan.

El anzano carecía de buenos conjuros en sus mangas contras los que enfrentarse a los monstruosos arácnidos. El único recurso efectivo les cortaría la retirada pero... tenía que salvar a Yoon fuera como fuese.

Tarkhan pronunció las palabras de un poderoso conjuro que sus compañeras conocían bien: era el mismo que había hecho vomitar a los hombres-cabra, una nube de vapores nauseabundos con la que pretendía inutilizar a la araña gigante que chasqueaba sus mandíbulas en dirección a su aprendiz.

Lanzo Nube apestosa sobre la araña 2, de modo que también cubra la casilla que media entre ella y Yoon, pero sin afectar a Yoon, obviamente. 

Lo siento, chicas, no tengo nada mejor. Las arañas tienen tremor sense así que son inmunes a la ceguera de mis Partículas Rutilantes.

La araña quedó en el interior de una nube hedionda que provocaría vómitos hasta en el más templado. Aquel ser enorme comenzó inmediatamente a emitir una extrañas toses, las cuales iban acompañadas de vómitos. Eso le imposibilitaba a seguir combatiendo, o en ese caso a iniciar el combate. Fuera como fuera, seguían teniendo varios problemas, pues aquella nube apestosa no iba a durar para siempre y cuando la araña se recuperara, volverían a estar amenazados por ambos lados.

No obstante, la segunda araña tenía total disponibilidad de movimiento y enseguida se abalanzó sobre Aenifer lanzando una dentellada sobre ésta. La vovit trató de apartarse y a punto estuvo de librarse del mordisco, pero finalmente sintió como aquellas viscosas y babosas mandíbulas se clavaban en su piel a la altura del antebrazo derecho. El dolor además era muy intenso, y notaba como el veneno se introducía en su torrente sanguíneo. Sin embargo, y pese a toda lógica, logró resistirse a los efectos de éste.

- ¡Quod parva magna est! - Exclamó la pequeña Yoon sin pensárselo dos veces y tocó por la espalda a Valyëvan.

La bárbara comenzó a crecer de manera exponencial hasta duplicar su tamaño. En el proceso empujó a Aenifer y a Tarkhan hacia la una de las paredes, pues el reducido espacio en el que se encontraban, no era suficiente para albergar el nuevo tamaño de la vovit. Ahora sería un blanco mucho más fácil, pero también lanzaría golpes desgarradores como nunca.

- ¡Acaba con esa cosa Valy! - Le arengó la niña.

El grito que di cuando senti aquellos dientes clavarse en mi brazo fue suficiente para drenar toda mi fustracion de verme vencida tan rapidamente. Aquella bestia drenaba su peste como aguijon que hervia en mi piel hasta que los diente se separaron.

No tenia tiempo que perder, no podia pensar en nada mas que clavar mi daga bajo aquel animal.

Sabia que el mago protegeria a Yoon y aunque no habia tenido tiempo de reaccionar para defender a la niña y los demas, aun podia pelear.

Bajo aquella bestia blandi la daga para perforar su vientre mientras escuchaba como Valy crecia de tamaño otra vez. Eso seria algo digno de ver, sobre todo porque podia sepultarnos a todos si crecia demasiado, pero aun asi sabia que aplastaria aquellas arañas y eso me dio valor.

Belbara vio como la enorme araña se abalanzaba sobre Aenifer, ¡menuda suerte que no se hubiese fijado en la enana! Pero no pensaba desaprovechar la oportunidad, ni dejar tirada a quien ahora formaba parte del grupo, aunque fuese por conveniencia.

Alzó su brazo con el hacha para asestar un golpe sobre la araña, con un poco de suerte le reventaría alguno de sus ojos, pues no estaba segura de la dureza del exoesqueleto de aquel bicho inmundo. Había que aprovechar para eliminar al menos una mientras la otra estuviese indispuesta.

-¡¡¡AAAAH!!!- gritó mientras el filo de su hacha descendía.

La presencia de un par de arañas gigantescas era lo mínimo que podíamos esperar de un lugar como aquel, pero rápidamente, quizás por todo a lo que nos habíamos enfrentado ya, por separado y juntos, todos nos pusimos en guardia. Takrkan lanzó uno de sus conjuros, inhabilitando a una de ellas, lo que no impidió que la otra se abalanzase sobre Aenifer y le mordiese el brazo.

-¡AENIFER! -grité, asustada, porque por todos era conocido que el veneno que tenían algunas arañas podía ser mortal, mucho más si eran grandes como aquellas.

 ¡Quod parva magna est! 

A mi espalda, la niña me tocó mientras pronunciaba aquellas palabras, haciendo que de nuevo mi tamaño aumentase vertiginosamente, hasta que mi cabeza chocó con el techo.

-¡Ouch! -exclamé, al golpearme con la fría piedra.

Me di cuenta de que apenas podía moverme, y de que debido a mi nuevo tamaño, todos se habían aplastado contra las paredes, pero también que así, mis golpes podían tener mayor efecto. Mientras tanto, Aenifer y Belbara contraatacaban contra la araña que les había atacado, así que tenía una oportunidad para rematarla.

Me acerqué a grandes zancadas hacia ella y descargué por dos veces mi hacha, intentando aplastarla o cortarla en pedazos.

-¡Hacedme sitio! -exclamé, mientras descuartizaba al maldito bicho.

Tarkhan domeñó su voluntad para insuflar de magia sus guantes encantados, de los que brotaron tres dardos de energía refulgente. Los proyectiles mágicos surcaron la penumbra en pos de la araña y se estrellaron contra su bulboso abdomen. Las patas de la araña gigante, mortalmente herida, ya no pudieron sostenerla más y se derrumbó en el suelo en un charco de sus viscosos fluidos. Aún se retorcía espasmódica y agónicamente cuando Tarkhan se abrió paso a través de sus compañeras y señaló a la otra criatura.

—¡Ahora la siguiente! —les exhortó a sus compañeras—. ¡Yoon, conmigo!

Tarkhan utiliza 1 de las 3 cargas de sus guantes de la noche estrellada: sacrifica una transposición benigna para lanzarle un proyectil mágico a la araña de la izquierda. Daño: 13. Dice el dire que se muere.

Mueve a LL-24.

Yoon estaba sacando su ballesta ligera cuando recibió la orden de su maestro. Sabía como se ponía cuando le llevaba la contraria o hacia algo sin consultarle, por lo que sin más, asintió y corrió junto a Tarkhan.

- ¡Acabad con ella! - Arengó a sus compañeras.

La semielfa pelirroja volvía a ser alta como un gigante y Belbara no podía si no asombrarse de nuevo con aquella proeza. Sus armas también se habían agrandado y su fuerza había aplastado a una de las arañas en un solo ataque.

Todavía quedaba una de aquellas feas bestias, esta emitía sonidos desagradables  y no parecía encontrarse muy bien a causa de la nube hedionda que Tarkhan había conjurado. Belbara tampoco tenía ganas de vomitar, mucho menos de resbalar y caer sobre los fluidos de la araña, la vovit enorme podría alcanzar al monstruo casi con total seguridad. Por eso Belbara se puso en guardia, lista para atacar si acaso la araña ses recuperase y esquivase a Valyëvan, pero por ahora cubriéndose, pues sabía que podían escupir a bastante distancia y no quería ser ella quien recibiese el ataque desprevenida.

Salir de abajo de la araña para ver lo que pasaba era mas facil pensarlo que hacerlo, pero lo habia logrado y justo a tiempo para ver como moria la araña.

Bien. Solo quedaba una.

Gire sobre mis talones mientras desenfudaba la flecha desde el carcaj y dispare apuntando a la cabeza. La bestia estaba aun bajo su efecto y Belbara aunque estaba frente a mi, no fue dificil pasar la flecha sobre su cabeza.

Despues tendria tiempo de mirar mi herida del brazo. Por ahora tenia que seguir luchando. El mago se ocupaba de mantener a Yoon a salvo y eso era tranquilizador para mi, despues de todo me preocupaba por aquella niña que habia demostrado mucho mas valor y gallardia que una simple niña de su edad.

Estaba orgullosa de ella.

Ojala Valy no lance esos gases que a veces hace de noche.

Porque no podia imaginar como seria el olor estando atrapadas en ese lugar y mucho menos por el tamaño que ahora tenia mi amiga.

La araña recibió un flechazo en una de sus patas. Eso le hizo perder el equilibrio y su cabeza golpeó contra el suelo rocoso de la caverna. Enseguida trató de ponerse en pie, trató de alejarse, pero no, vomitó de nuevo. Los gases mágicos le seguían afectando. Eso les daba una nueva oportunidad para acabar con ella sin que ninguno recibiera mayor daño del que ya habían sufrido. Valyëvan podía acabar con aquello de un par de hachazos y estaba en disposición de hacerlo.

La flecha de Aenifer impactó en una de las patas de la araña que quedaba en pie. Herida, y aún afectada por la magia de Tarkham, no tuve más que dar una zancada y alargar el brazo para colocarme justo encima de ella y poder lanzar dos hachazos más, que esperaba la partieran en tantos trozos como patas tenía. Todo dependía de mí, porque para eso me habían hecho aquel hechizo aumentador de tamaño.

Mi única preocupación con aquel movimiento fue no pisar o aplastar a ninguno de mis compañeros, lo que limitó la precisión de mi ataque. A pesar de ello, sentí como el filo del hacha se hundía en el negro y podrido cuerpo de la araña, más y más, adentrándose en su carne.

-¡Muere ya! -exclamé, sin dejar de mirarla.

No podía sentir lástima por aquella criatura que había intentado emboscarnos. Aun así, debía reconocer que estaba muy bien diseñada, en mitad de un túnel y cortando tanto el avance como la retirada. Cuántos guerreros habrían perecido allí, víctimas de la oscuridad y el veneno, y de un túnel sin escapatoria posible.

Pero no nosotros. Aquel tajo iba a ser el último antes de provocar su muerte y liberar aquel lugar de su presencia. Ya nadie más moriría a causa suya.