Partida Rol por web

En cuanto Tarkhan lanzó el conjuro de dormir, los trasgos que se encontraban derribados en la zona resbaladiza creada por Yoon, cerraron los ojos y comenzaron a roncar casi de inmediato. El único trasgo que seguía en pie al ver aparecer a Margarita y tras esquivar su embestida, lanzó un portentoso golpe que se incrustó en su lomo causándole una herida bastante fea.

No obstante, en esos momentos estaba solo. Valy se había encargado de eliminar a los dos trasgos de la zona sur, mientras que Aenifer, Belbara y en última istancia Eliferum, apuñalaron, cortaron y finalmente mataron al ogro, que casi ni pudo ver venir de donde le llegaban los espadazos y nada dijo antes de perder la vida.

- ¡Buen trabajo! - Exclamó eufórico Eliferum.

El norteño fijó su mirada en el trasgo que seguía peleando junto a Margarita. Estaba condenado, como también lo estaban los tres que dormían plácidamente en la zona grasienta.

Con todos los trasgos a nuestro alrededor y el ogro destrozados, me volví hacia los que aún quedaban, dándome cuenta de que las malditas columnas habían vuelto a cambiar, aislándonos de ellos. Grité por pura rabia, puesto que en aquellos momentos, lo único que deseaba era que aquella pelea que tan difícil se nos había puesto, acabase, y por la frustración que suponía no poder seguir luchando, a pesar de lo cual, me dirigí a toda velocidad hacia un punto desde el cual pudiera atacar al que aún estaba en pie*.

Sentía como mis brazos seguían tensos, preparados para empuñar el hacha, pero también que debía aprovechar el tiempo antes de que mi cuerpo notase el cansancio, por lo que no podía desaprovechar ni un solo instante.

Miré a Eli con una sonrisa, después de su comentario y a Aenifer, aliviada de que estuviera aún bien; e incluso suspiré aliviada por haber podido salvar a la enana, que durante unos instantes, corrió auténtico peligro.

Pero en aquellos instantes, solo una cosa me obsesionaba: acabar con todos los trasgos antes de tomarme un respiro.

Margarita se encogió cuando recibió el ataque. Pero lejos de amilanarse se alzó sobre sus patas traseras y lanzó una tremebunda cornada contra el trasgo.

Tarkhan miró en derredor y se detuvo. El combate estaba, por fin, controlado. Reservó sus hechizos para más tarde.

Margarita ataca (17). Daño: 15.

Tarkhan retrasa iniciativa.

La embestida de Margarita destrozó por dentro al único trasgo que parecía querer seguir en liza. El golpe del bisonte celestial acabó con él en un abrir y cerrar de ojos y tan solo quedaban ahora tres enemigos para aquel grupo, los tres angelitos verdes que dormían plácidamente.

Alex salió de detrás de la puerta y recuperó la daga de Yoon del cuerpo del Trasgo, y sopesó las hachas que tanto daño le habían hecho para ver si alguna lo convencía más que la otra. Tenía que conseguirse una armadura, hasta una de las asquerosas cosas que llevaban los trasgos sería mejor que ir a pecho descubierto.

Buscó entre los muertos las piezas más intactas para hacerse con algo funcional, no pensaba volver a combatir desnudo.

Los anzanos nunca desplegaban sus emociones en público. Por eso, cuando Tarkhan se arrodilló junto a Yoon-Shun, la besó en la frente y la estrechó con fuerza fue todo un despliegue de emociones.

—Estoy orgulloso de ti, Rayo de Luna —le murmuró al oído.

-Oh, vaya -exclamó Yoon, sobresaltada ante la muestra de aprecio de Tarkham. Le dio una palmadita en el hombro al mago-. Gracias, maestro.

Se separó de él y le sonrió abiertamente, y como siempre que lo hacía, la sonrisa de Yoon era como iluminar el cielo en un amanecer. Necesitaba tranquilzarle. Los adultos siempre necesitaban ser tranquilizados. La pobre niña tenía una brecha en la cabeza y sangraba, extrajo su varita de debajo de la manga de su túnica y se dio unos golpecitos en la frente.

No había honor en matar unos trasgos mientras dormían, Belbara era de las que esperaría a que abriesen los ojos. 

Pero si alguien con menos escrúpulos los degüella, bueno, no se lo voy a impedir ¿no?

Estaban heridos, al menos tres... La larga melena y barba de Belbara estaba pegajosa de su propia sangre. 

La enana dirigió sus pasos hacia la pequeña humana, pero Yoon hizo uso de su varita y la clériga de Brook cambió el rumbo. No era de las que abandonaban a los del grupo, aunque fuese un humano flacucho y sucio, que parecía estar más preocupado en usar la verga que la espada. Belbara era joven, pero mucho mayor que aquellos vovits, i no le había pasado desapercibido como Aenifer y Alex tonteaban, y él parecía olfatear como un perrillo el aroma que la semielfa dejaba flotando en el aire al pasar.

-Estas hecho una mierda- dijo con contundencia al llegar junto al chico. Extendió su mano y pronunció unas palabras en el idioma de su pueblo que alternaba sonidos suaves y dulces con otros fuertes y duros. Nada comprendieron la mayoría de los de allí, y por Belbara así sería para siempre, pero el caso es que al callarse un agradable calor comenzó a expandirse por el cuerpo de Alex y se fue concentrando allí dónde había herida interna o abierta. Y poco a poco notó como parte de su fuerza volvía a él.* 

Álex, después de recibir una cura por parte de la enana, se apresuró a rebuscar entre los cadáveres algo que le pudiera servir para defenderse en aquella fortaleza plagada de peligros. 

No esperaba encontrar que uno de los trasgos que dormía portaba su armadura y que los otros dos llevaban sus espadas. Había tenido mucha suerte de encontrar si equipo, o al menos parte de él. Ahora, si había un nuevo combate, las cosas serían muy diferentes.

Mientras eso sucedía, Elliferum se acercó al lugar donde los trasgos dormían y sin pensárselo mucho y como si de algo rutinario se tratase, agarró a uno de ellos del pelo, tiró de la cabeza hacia atrás en el mismo momento en que el trasgo abría los ojos y me seccionó el cuello con el filo de su arma.

El trasgo no tuvo tiempo de nada. Se llevó las manos al cuello tratando de frenar la hemorragia, pero fue inútil. Enseguida perdió la consciencia y luego la vida.

Aunque parecía imposible, todo acabó antes de que pudiera actuar. Sentí como mi cuerpo pedía a gritos un descanso, pero también que había trabajo que hacer, trabajado desagradable, puesto que en combate matar era fácil pero en otras circunstancias, mi honor me dificultaba hacer lo que debía hacerse. No me produciría ningún placer acabar con aquellas abominables criaturas.

Solo quedaban unos cuantos trasgos dormidos gracias a los hechizos, y sabía que no podíamos dejarlos con vida. 

Eli fue el primero en acercarse a ellos y empezar a degollarlos. Me dije a mí misma que en realidad, se trataba de la misma batalla, solo que de otra manera.

Me acerqué a los que quedaban, empuñé el hacha y aprovechando su enorme filo, dejé que cayese sobre dos de las cabezas al mismo tiempo, partiéndolas como si fuesen frutas maduras. Era lo mejor para ellos, teniendo en cuenta que su vida debía terminarse allí y en aquel instante.

En cuanto a nosotros, estábamos vivos y eso era lo que contaba.

Tras revisar a Yoon y felicitarla por su comportamiento fui a ver a Alex. No habia tiempo para mucho mas, pero mis ojos lloraban alegria de verle aun con vida. Le entregue un pocion de curacion leve que aun tenia conmigo por si sentia que debia tomarsela, dado a que la magia de Belbara le habia restablecido.

- Usala si es necesario, no te las de heroe. Y lo bese. 

Pase cerca de Belbara y le agradeci su atencion para luego ir a revisar la siguiente puerta. No queria mas sorpresas.

Aenifer se adentró en la sala que se encontraba al norte, pues aunque había más posibles salidas, si la información de Urgo era cierta, era por allí por donde debían continuar. La sala que se encontraba contigua a la de la cual habían salido los trasgos, era muy similar a ésta. Llena de trastos inservibles, con olor a descomposición y sucia como una madriguera de rata. Una nueva puerta estaba cerrada en dirección norte y un largo pasillo acababa en otra pequeña sala, que desde allí también parecía un zulo lleno de basura.

Sin pensarlo mucho me adentro en esas galerias. 

Era increible como aquellas cuevas podian mantener cierta ventilacion e iluminacion tambien, pero agradeci por ello, aunque se notaba que humedad que hacia de las suyas pudriendo todo lo que podia ser podrido. 

No me habia dado cuenta de que me habia marchado sola, mas por curiosa que cuidadosa avance por aquellas salas que parecian desiertas.

Asi que antes de continuar hice una marca en el suelo para que si Alex la veia sabia que era yo que habia pasado por alli. Ya la habiamos usado antes en nuestra epoca de hurtadillas. Estaba segura que lo recordaria.

Camine con cuidado casi de manera felina pero no me detuve hasta llegar a la siguiente puerta y la siguiente y la .....

Como era posible que pudieran vivir asi en aquel lugar tan lugubre y asqueroso. 

Un par de veces tuve que tapar mi rostro para mitigar los olores y seguir avanzando. Pareciera que iba a conseguir a todos los enanos muertos y en descomposicion mas adelante.

Alex no podía creer su suerte, recuperar su equipo le daba algo más que una simple chance de sobrevivir. Agradeció a la enana por la curación con un asentimiento y no pudo evitar reir ante el comentario. - Tu no estas mucho mejor, pero al menos estás limpia.

Sin pudor alguno se dedicó a desvestir a los cadáveres hasta hacerse con una prenda acolchada que usar bajo la camisa de mallas y un par de cintos para llevar sus espadas. 

Estaba en el proceso de equiparse cuando Aenifer le dió la poción y un beso, beso que correspondió sin reparos, tomándola por la cintura para luego dejarla seguir su camino - Prometo no ser tan estúpido como antes - le dijo al tiempo que le devolvía su daga.

Una vez armado se acercó a la niña, y arrodillándose frente a ella le devolvió su daga - Gracias pequeña, espero no volver a necesitarla.

Alex empezó a rebuscar por la sala mientras que Aenifer se marchaba a explorar la puerta situada al noroeste.

En aquella sala no había demasiadas cosas interesantes, de hecho, no encontró nada que valiera la pena recoger salvo... en una esquina encontró lo que parecía ser una estatuilla de barro hecha pedazos. Al acercarse, el joven vovit pudo contemplar que tenía rasgos anzanos. Sin duda se trataba de la estatuilla de la que había hablado el monje desfigurado amigo de Tarkhan.