Partida Rol por web

Neegor prosiguió a lo suyo. Lanzó dos puñetazos contra aquel ser. El primero fue esquivado con facilidad, el segundo, pese a impactar contra el costado de su oponente, no pareció afectarle demasiado. Sus ataques estaban siendo bastante intútiles y se sentía más un estorbo que una ayuda. Pero algo tenía claro, si tenía que correr por salvar su vida, lo haría. La suerte que tenían Borg y Morl-dar, es que de momento aquella bestia no se había cebado con él.

- ¡Gladis, podría ayudar un poco! - Se quejó amargamente el enano gris. - ¿No cree? 

Gladis miró con mala cara al enano gris. Justo en ese momento había acabado de cargar un nuevo virote en su ballesta. Apuntó y disparó y esta vez el virote voló con precisión atravesando las costillas del esqueleto e impactando contra las vísceras purpúreas que retrocedieron doloridas.

- ¡Eso estoy haciendo! - Gritó enfadado. - ¿No lo ves, idiota? - 

Con un ultimo grito de guerra Iirag giro sobre si mismo a toda velocidad para lanzar un ultimo barrido con el que acabar con sus dos contrincantes.

Ultima Sombra voló y golpeo el craneo del primer esqueleto, pero perdio agarre y el segundo solo perdio un par de costillas, algo que parecio no afectarle en absoluto.

Tras la caída de un nuevo no muerto, Nigrith se adelantó un paso y embistió con dureza contra el último de aquellos no muertos que quedaban con vida. Lanzó un ataque con su estoque que atravesó a aquel ser. No obstante, se mantuvo en pie y amenazante. Por ello la mujer oscura lanzó un segundo ataque, esta vez dirigido al cuello de la bestia. Un corte profundo se abrió en su garganta, sin embargo, aquel monstruo no parecía con ganas de caer todavía, necesitaba el último empujón.

- ¡Acaba con él! - Le suplicó Nigrith a Iirag.

Los no muertos habían quedado reducidos a un solo come cerebros y en muy malas condiciones. Nigrith había hecho un buen trabajo. Aunque estaba en las últimas, trató todavía de morder golpear y arañar a Iirag, pero sus fuerzas no le bastaron ni para acercarse a causarle un solo rasguño. 

Tras eso, Iirag golpeó entre ceja y ceja de aquella bestia con la empuñadura de su martillo y eso bastó para abatirlo. Se habían librado de la amenaza que se cernía sobre ellos y ahora podían huir por fin de aquella aldea de pesadilla. Nigrith sonrió aliviada cuando vio como el último de aquellos seres era destruido y agarró del brazo a su compañero tirando de él.

Las intenciones de la mujer oscura eran más que evidentes. Salir de allí cuanto antes. El miedo que profesaba hacia aquel enano negro era muy intenso y fue ese mismo miedo el que le llevó a escapar de su lado la primera vez. No obstante, Iirag tenía una cuanta pendiente con Neegor y estaba ante la ocasión perfecta para saldarla, aunque... ¿Qué decidiría, seguir a Nigrith o limpiar su manchado honor?

El caballero se encontraba en una posición ventajosa para el combate y quería aprovecharlo. Mientras aquella cosa esquelética y repleta de aquellas extrañas vísceras purpúreas con voluntad propia siguieran dándole la espalda, él trataría de destruirlo siempre con la ayuda de su buen dios, el sol rojo. 

Por ello lanzó un primer ataque contra la estructura ósea animada que tenía frente a él. El impacto fue directo a la espalda del no muerto, pero sin la suficiente fuerza como para romper alguno de los huesos o seccionar las vísceras que contenía. Un segundo ataque volvió a impactar contra su enemigo y en ésta ocasión tuvo bastante más éxito, aunque tampoco fue que aquel ser se quejara demasiado tras aquel impacto.

- ¡Oh Seyran, en tu glorioso amanecer ilumina mi espada para destruir a mis enemigos! - Imploró hacia el cielo.

Mientras el monstruoso ser trataba de esquivar los ataques de todos sus adversarios, golpeó de nuevo al inmóvil Mork-dar. El golpe que recibió de nuevo fue terrible. Aquel gran guerrero estaba en las últimas. Otro golpetazo como aquel provocaría sin duda alguna que perdiera la consciencia o incluso podía llegar a matarlo. 

El ser compuesto por huesos y repugnantes vísceras, giró el rostro entonces hacia la casa donde momentos atrás se había refugiado el grupo de Iirag. No obstante, no parecía estar mirando el edificio, sino más allá. Iirag notó como la indescriptible mirada vacía de aquel ser se clavaba en en él, pese a que en su trayectoria se interponían los muros del edificio, aunque de cualquier manera, supo que el monstruo estaba pendiente de él y no permitiría que huyera tan fácilmente.

- ¡Juruak nixah mêtu tella! - Gritó aquel ser con una voz surgida de la más profunda de las tumbas y aunque no pasó nada de inmediato, lo lógico hubiera sido salir corriendo a toda prisa abandonando el lugar.

- ¡Neegor, Gladis haced algo! - Suplicó el guardaespaldas del alguacil, quien era ahora quien más necesitaba la ayuda de las dos personas que acababa de nombrar. - ¡No resistiré mucho más!

La voz de aquel hombre sonaba aterrorizada, se veía totalmente superado por aquel ser, pues aquella lengua fibrosa era casi imposible de doblegar y entonces, con un esfuerzo sobrehumano, logró zafarse del agarra de la lengua, aunque poco más pudo hacer de momento, salvo respirar con normalidad por fin.

Neegor seguía peleando contra aquel ser. Sus impactos no estaban siendo buenos y lo sabía, pero no se iba a rendir tan fácilmente. Golpeó primero con su puño diestro pero el impacto fue del todo ineficaz. Trató entonces de golpear con una patada, pero de nuevo erró.

- ¡No consigo hacerla nada! - Gruñó disgustado. - ¡Thehy deja de hacer el canelo y acércate a pelear como un hombre! - Le ordenó Neegor al traicionero alguacil.

Gladis pareció no escuchar al enano oscuro. Había cargado un nuevo virote en su ballesta. De nuevo apuntó y disparó contra aquel ser. El proyectil salió muy desviado, demasiado. Parecía incluso que hubiera disparado mal a consciencia. Gladis escupió al suelo y se colgó la ballesta a la espalda. Por un momento parecía que iba a hacer caso a Neegor y acercarse al combate para iniciar el cuerpo a cuerpo, en cambio hizo algo que nadie podía esperar. Se dio media vuelta y comenzó a alejarse del lugar serpenteando a través de las callejuelas de aquella aldea maldita.

- Adiós, Neegor... - Dijo en un tono de voz muy bajo, casi imperceptible y así desapareció de la vista de todos.

- ¡Iirag, ven aquí! - Gritó Koinzell y su mensaje le llegó a la perfección al vovit. - ¡Ayuda a acabar con esta bestia infernal!

Entonces descargó un fuerte golpe con su espada. En ésta ocasión provocó una buena herida que afectó a aquellas extrañas vísceras y seccionando una parte.  Un líquido liláceo y que hedía a podredumbre salpicó el rostro del caballero y quizás por ello falló el siguiente golpe.

Un nuevo manotazo impactó de lleno contra Mork-dar, que una vez libre trataba de rehacerse para regresar al combate y ser una parte activa por tratar de vencer en aquella batalla. Agarró con fuerza su espada y entonces recibió un fuerte impacto de nuevo por parte de aquel ser visceral y se derrumbó contra el suelo.

Entonces la rasposa lengua salió de nuevo de la calavera. En un principio el destinatario de su presa parecía que iba a ser el propio Neegor, pero en un último momento, dio un quiebro en el aire y atrapó al caballero del Sol Naciente. Sin duda alguna, era aquel humano y no el enano oscuro, quien más lesiones le estaba provocando y si lograba paralizarlo tan solo se tendría que batir a golpetazos contra éste.

Mork-dar tenía una herida abierta en la cabeza, la cual se le había abierto como un melón después de los reiterados golpetazos recibidos. El soldado acabó en el suelo. Estaba mareado y a punto de perder la consciencia. Se llevó la mano a la cabeza y fue consciente de que sangraba de forma abundante. Cerró los ojos y los volvió a abrir veía borroso y notaba que las fuerzas se le escapaban por momentos.

- ¡Thehyyyyy! - Gritó con rabia antes de perder definitivamente el conocimiento.

Mientras tanto Neegor, seguía tratando de impactar contra aquel ser. Primero un puñetazo no encontró el cuerpo esquelético dominado por las vísceras. Luego trató de golpearle con un cabezazo que no hizo más que rozar a su adversario sin causar lesión alguna. Nunca en su vida se había viso tan indefenso. Su estilo de combate estaba resultando muy ineficaz y empezaba a dudar si el camino a seguir debía ser el mismo por el que había optado el alguacil o bien mantenerse firme en combate. Tarde o temprano lograría superar las defensas de aquel ser.

- ¡Mierda! - Gruñó terriblemente enfadado consigo mismo. - ¡Mierda y mierda! - Insistió.

Tras deshacerse de los esqueletos, Iirag giró sobre si mismo y se fue hacia donde oía a Koinzell. Si seguían luchando es que se les había complicado el combate, era su momento para matar a Neegor y aumentar sus filas con Koinzell, Borg y tal vez los otros dos tipos. Eso se repetía a si mismo mientras avanzaba hacia ellos pero lo único en lo que pensaba era aniquilar a Neegor, o mejor, atraparlo para dedicarle unos cuantos días de tortura.

El espectáculo era digno de la sonrisa que surgió tras el casco de acero del vovit. Sus enemigos estaban diezmados, vio al paliducho huir, el grande estaba en el suelo agonizando y el puto enano negro estaba enfrentadose a una mole de hueso y vísceras en perfecta posición para ser masacrado por el paladín. Borg parecía paralizado, eso le recordó el veneno que parecían tener aquellos cadáveres, igual el de aquel ser era mas peligroso.

El caballero Koinzell trataba desesperadamente de liberarse de aquella rasposa lengua vísceral. Koinzell se creía un hombre fuerte y efecto lo era, sin embargo todo intento por liberarse de aquel agarrón fue en vano.

- ¡No me abandones ahora Sol Rojo! - Alzó la voz hacia el cielo.

El caballero Koinzell sintió como un extraño veneno se filtraba a su torrente sanguíneo a través de su piel. Sus músculos se fueron entumecido rápidamente hasta que quedó completamente paralizado y entonces aquel ser de maldad extrema le soltó y cayó al suelo rígido como una piedra.

Fue entonces cuando aquel ser lanzó un ataque contra el enano negro, quién en esos momentos era su único rival a batir. El golpetazo le hirió en un costado. Nada muy grave y entonces, antes de que pudiera hacer nada más, la lengua le atrapó sin que pudiera defenderse de forma alguna.

Mientras Mork-dary seguía perdiendo la vida en el suelo, Neegir trataba de zafarse de la lengua de aquel ser, la cual se había enrollado a su alrededor inmovilizandole por completo, pero no lo conseguía. Por su parte Borg y Koinzell permanecían inmóviles en el suelo.

Iirag escuchó un claro sonido de agua, de mar. Sintió en su boca el sabor salado del mar. Incluso creyó escuchar a una gaviota. Todo aquello parecía real pero muy lejano. ¿Cuánto hacia que no veía el mar?

Era el momento de tomar una decisión. Podía huir dejando a Koinzell a merced de aquella cosa. No le preocupaba demasiado. O podía luchar contra ella y si lograba destruirla, acto seguido podía tratar de vengar su honor matando o capturando a aquel enano violador. La decisión era suyas.

En ese momento en el que debatía en su cabeza que hacer, escuchó unos pasos apresurados que se acercaban a él y acto seguido alguien se agarró de su brazo. Era Nigrith. Parecía angustiada y tiró de Iirag en dirección opuesta a la del monstruo.

- ¡Ir Iirag ir! - Le suplicó que se marcharan.

Iirag sufrió una especie de ilusión. Se veía en alta mar rodeado de sus hombres y masacrando gente... Aunque duró solo un instante Iirag se mareó un poco.

Para cuando la extraña alucinación se paso ya había tomado su decisión, se giró hacia Nigrith y le lanzó su mirada mas intimidante.

— Están acabados, su vida nos pertenecerá.—Sonrió— Ayudame y te dejare tortura a Neegor

Alzó su arma y se lanzó contra la bestia con un grito salvaje. Se dejo de brutalidades y se centró en alcanzar en zonas débiles de aquel ser.