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[D&D 3.5] Los Designios del Gran Rojo

Capítulo 4. El Laberinto.

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09/08/2018, 00:57
Narrador

Raxrihi regresó una segunda vez a la estancia en la que ahora se hallaban IIrag y Nigrith entrelazados en un abrazo. No pudieron ver el gesto de aquel hombre bajo aquella espantosa máscara oxidada, pero sin duda lo intuyeron. La extraña mujer enseguida se separó de Iirag y su gesto cambió de inmediato a una mirada asustada y temerosa de las consecuencias que podía acarrear la escena en la que habían sido encontrados.

Vamos. – Dijo simplemente aquel hombretón que ocultaba su rostro.

En aquella ocasión Raxrihi pareció ser indulgente. Al ver la reacción de Nigrith, Iirag esperó que aquel que se había erigido como su mando inmediato, reaccionara de otra forma mucho más violenta, tratando de intimidarlos o llegando a propinarles violencia física. No obstante, no fue el caso y de hecho, Raxrihi fue del todo cortés con ellos. Nigrith respiró aliviada y obedeció de inmediato y no le quedó a Iirag más remedio que hacer lo mismo.

Una vez se adentraron a través del umbral de aquella puerta, se dieron cuenta de que la estancia a la que acababan de acceder, sin duda era algo engañosa en cuanto a su tamaño. Antes de pasar a su interior, tanto Nigrith como Iirag habían sospechado que se trataba de una estancia bastante más pequeña de lo que en realidad era. Hubieran apostado a que no se trataba de una habitación mucho más grande que los zulos en los que eran confinados durante la noche. Sin embargo, aquella sala debía medir fácilmente unos doscientos metros cuadrados.

Su interior era bastante oscuro, solo iluminado por la luz de antorchas ancladas a las paredes de piedra sin revestir. De éstas paredes húmedas y plagas de moho y telarañas, colgaban infinidad de objetos amontonados sobre estantes o directamente suspendidos gracias al anclaje de cadenas procedentes del techo que a ojo debía medir seis metros. Frascos, morteros, sacos con hierbas, viejos tomos, pequeños viales, velas, incienso y todo tipo de componentes se encontraban amontonados sobre los estantes de las paredes y cubiertos en su mayor parte de polvo. Del techo pendían incensarios, calderos, e incluso animales disecados.

Además la estancia estaba completamente llena de todo tipo de artefactos alquímicos colocados sobre diferentes mesas de escritorio. A primera vista pudieron contar hasta tres hornos de leña, los cuales funcionaban a pleno rendimiento. También visualizaron un extraño aparato, compuesto por decenas de tubos y proveas por donde pasaba algún tipo de sustancia líquida, la cual se filtraba separando sus componentes.

Un montón de máquinas e ingenios de todo tipo y tamaño se agolpaban allí. Un torno, un yunque, un enorme decantador de hojalata, varias barricas metálicas que bullían exhalando vapor, libros y pergaminos desperdigados aquí y allá y un ambiente casi irrespirable debido a la mezcla de sustancias que flotaban en el ambiente producto de la evaporación de las sustancias que aquellos calderos, decantadores y recipientes contenían.

Por supuesto, no estaban allí solos. Un sinfín de personajes de lo más diverso se hallaban en el interior de aquel extraño laboratorio. Todos ellos trabajaban en algo y lo hacían en silencio. un enorme hombretón calvo, de piel grisácea y con el rostro terriblemente hinchado portaba un recipiente que contenía un líquido que emitía una extraña luz azulada. Varias mujeres encapuchadas leían un grueso libre que sostenía una de ellas. Un anciano de barba blanca y que portaba anteojos les miró de reojo nada más entrar, pero siguió a lo suyo muy concentrado en introducir una sola gota de un frasco en el interior de una probeta unida a un artilugio similar a un destilador.

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09/08/2018, 00:59
Y-li Raat

Por último una extraña mujer con rasgos ofídicos se acercó a ellos. Se trataba de una esbelta mujer serpiente, con ojos rasgados y ambarinos. Su piel era escamosa y amarillenta, aunque pese a su reptiliana apariencia portaba una larga cabellera castaña que le caía por la espalda. En las manos portaba un frasco que contenía un líquido purpureo, y no pudieron sino fijarse en sus alargados dedos acabados en uñas similares a garras.

Ellos son los sujetos de los que te hablé, Y-li. – Habló Raxrihi. – Están a tu disposición. – Dijo antes de dar un paso atrás y empujar suavemente desde la espalda, tanto a Iirag como a Nigrith.

- Mi nombre es Y-li Raat. – Aquella mujer hablaba de forma siseante, tal como lo haría una serpiente si tuviera la capacidad del habla. – Bienvenidos al laberinto. No sé si os han explicado en que consiste. - Dijo sin más preámbulos la extraña mujer. – Pero no hay tiempo para demasiadas explicaciones. Os daremos unas sustancias que os transportaran a lo más profundo de vuestras mentes. Experimentareis cosas del pasado, cosas del presente, o cosas del futuro. O puede que no… - Hizo un gesto que trataba de emular sin mucho éxito a una sonrisa. – Lo cierto es que tras la experiencia, o bien vuestra mente será destruida o saldréis fortalecidos. Diferentes. Mejores. - Se tomó una pausa esperando que asimilaran lo que acababan de escuchar. - ¿Tenéis alguna duda o empezamos?

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09/08/2018, 01:00
Iirag Throrson

Iirag no se andó con tonterías, se imaginaba que si no aceptaban la pócima serian ejecutados allí mismo. Alzó su frasco, hizo un asentimiento discreto a Nigrith para darle animos y acabo el contenido de este. Casi para si mismo, murmuró

—Si me violan, al menos que no me acuerde.

Después soltó un par de carcajadas mientras la pócima bajaba por su laringe. Varios recuerdos pasaron por su mente. Su abuelo y el pescando un pez de casi 2 metros y luego destripandoló juntos. Una cruel excursión a uno de los poblados de interior, donde él junto a su padre y un centenar de soldados aniquilaron a un pueblo rebelde que no quería pagar el tercer impuesto del año. El, sin armaduras y solo, luchando en la sala del Lobo frente a 3 de sus hermanastros, mató a uno de ellos y humilló a los otros dos, notaba el orgullo que sintió al azar la sangrienta hacha frente a su padre mientras los otros pretendientes, indignos, se alejaban de él y la cara sonriente de su padre. 

Todo aquello le llevaba ante aquella mujer serpiente, debía vencer la siguiente prueba por su padre y por su tribu, el honor de su clan y su gente dependía de él. Se mordió el dorso de la mano y trago la sangre que surgió de la herida. Una clásica tradición del clan.

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09/08/2018, 01:01
Y-li Raat

La mujer serpiente pidió a Iirag que se sentara sobre un sillón de madera oscura cuyo asiento era de piel. El vovit aceptó el ofrecimiento e inmediatamente un ser del tamaño de un niño pero con apariencia reptiliana se acercó caminando de lado y medio cojeante hacia su posición. Aquel pequeño ser de ojos amarillos y alargado hocico plagado de dientes, amarró a Iirag a los brazos del sillón con una correas, para luego hacer lo mismo con sus piernas y finalmente con su torso y su cabeza.

Vas a experimentar una serie de sucesos que te harán más fuerte o te destruirán. – Dijo Y-li sibilante. – Lo que acontezca en el laberinto puede que te cambie para siempre, puede que te haga más fuerte y determinado que antes. Es posible que no puedas asumir la verdad, pero si lo consigues…

Y-li parecía estar preparando un ungüento en el interior de un frasco terminado en una aguja muy fina. Mezcló diversos compuestos frente a la atenta mirada de un Iirag imperturbable. Tras un parpadeo, aquella mujer desapareció por un instante de su mirada. Trató de girar la cabeza para localizarla, pero las correas se lo impidieron. De pronto notó las manos de la mujer acariciándole el cabello desde atrás y entonces recibió un fuerte pinchazo en el cuello.

La mujer introdujo a través de su corriente sanguínea una sustancia líquida que quemaba como fuego puro. La sensación de dolor y angustia se adueñó de Iirag, quien aunque trató de reprimirlo, no pudo evitar gritar aterrado, pues a medida que aquella sustancia se introducía en su organismo el dolor era cada vez más y más fuerte y por un momento creyó que iba a morir.

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09/08/2018, 01:02
Ivgar

Las flechas caían casi con tanta intensidad como la lluvia, Iirag alcanzó su escudo al grito del Jrag. Notaba las puntas caer sobre su escudo. Se escuchó algún grito entre sus hermanos que como él alzaban su escudo hacia la parte superior de la colina. Trató de recolocar sus pies entre los cuerpos y el río de barro y sangre que corría bajo ellos, pero resbaló siendo agarrado por Ivgar en el último instante, justo antes de caer sobre el todavía caliente cuerpo de uno de sus hermanos recientemente fallecidos.

¡Vamos Iirag! – Dijo el veterano Ivgar con su barba roja empapada de lluvia y sangre. - ¡Hazte digno de tu apellido!– Bromeó.

Entonces entre la lluvia torrencial, los gritos de dolor y el sonido silbante de las flechas, se escucharon unas profundas carcajadas. Iirag alzó la vista tras una hondonada el escudo. Delante de ellos se encontraba su, Jrag Thror Tryggvason, el Lobo Sanguinario. Estaba de pie delante de ellos sobre dos cadáveres del enemigo. Estaba bañado en sangre y riendo a carcajadas. Las flechas empezaron a caer pero ninguna traspasaba su imponente y sangrienta armadura de acero.

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09/08/2018, 01:03
Iirag Throrson

A su alrededor los Hermanos Lobo trataban de avanzar para cubrir al Jrag. Iirag lanzo una fiera mirada a ivgar pero se guardó sus pensamientos para si. Lanzó un grito de guerra, apartó al Hermano Lobo que tenía delante y avanzó a grandes zancadas, no se fijó en si Ivgar le seguía o no. Su mente estaba concentrada en el combate y no podía hacer caso de sus habituales bromas y bravuconadas. Varios pasos por delante de el. Thror se arrancaba una flecha del cuello de un tirón y señaló los muros del enemigo. La sangre de Iirag hervía enfervorecida

Thror alzó su mortal hacha, lanzó un grito terrible y echó una escalofriante mirada a los Hermanos. Cuando su ojo azul y plateado se cruzó con el de Iirag notó como la fuerza volvía a sus frios y entumecidos miembros. Gritaron todos a una y subieron la colina. Algunos caian pero eran pisados mientras el ejercito avanzaba, tratando de alcanzar al Jrag, que varios pies por delante corría como el diablo en busca de la sangre. Algunos rezagados Colmillos Grises que habían sobrevivido a la escaramuza en la costa y defendian el portón cayeron frente a Thror pese a que eran una docena. Iirag vio como los despedazaba mientras corría hacia él. Una flecha rozó su mejilla con un acerado escozor. Alzó el escudo. Cuando llegó a la puerta Thror estaba en el interior del portón, clavaba una y otra vez su hacha, roja por completo, en la madera de la puerta, las astillas volaban. Iirag se colocó cercano a él, a sabiendas de que Ivgar no andaría lejos. Ese cabrón luchaba tanto como bromeaba.

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09/08/2018, 01:04
Narrador

Una flecha alcanzó el pecho del Jrag. Su gesto de dolor se hizo notar cuando apretó los dientes haciéndoles rechinar, cerró con fuerza los ojos y gritó tan fuerte como el trueno que retumbó haciéndole eco. Aquel hombre del norte, fuerte como un toro y valiente como un oso arrancó la flecha de su pecho provocando que un torrente de sangre le acompañara desde el interior de su cuerpo marchando el campo de batalla.

Thror se puso en pie a duras penas agarrado con fuerza y a dos manos su imponente hacha. El Jrag se puso en marcha a la cabeza de sus hombres. Sus piernas se hundieron en el barro pero con una arrancada propia de un caballo logró salvar el obstáculo y seguir hacia adelante cegado por la abundante e incesante lluvia.

Aquello provocó que sus hombres se sintieran en la obligación de seguir sus pasos y de demostrar el mismo valor que demostraba su aguerrido líder. Sin embargo, una nueva lluvia de flechas frenó de golpe el avance Thror tryggvason. Tres flechas se hundieron en su cuerpo, una de ellas a la altura del corazón. Su hijo presenció aquel hecho con horror, pues sólo su padre, su Jrag, podía llevar al pueblo de los Hermanos del Lobo a la victoria en aquel asalto al feudo de los Colimillos Grises.

Algo no cuadraba. No lo recordaba así. Iirag había escrito la crónica de aquella batalla. Thror no moría en aquel asedio. Thror luchaba hasta el final otorgando la victoria a sus hermanos. Podía ser que en una ensoñación se cambiaran algunos hechos, sin embargo, eso no era un sueño. Iirag sabía, estaba seguro de que no estaba soñando. Nunca había estado más despierto que en ese preciso instante y nunca había visto más claro todo lo que le rodeaba. Sin embargo, allí estaba su padre, agonizando y aterrorizado ante la idea de una inminente muerte. No tanto por la muerte en sí, sino por la deshonra de la derrota.

Thror alzó la cabeza. Buscaba a alguien en aquel campo de batalla y sus ojos se cruzaron con los de su hijo Iirag. Un terrible grito surgió de su moribunda garganta que atravesó el campo de batalla y la lluvia para llamar a su hijo. Su padre reclamaba su presencia ante su último aliento. Le quería a su lado en el momento de su muerte, algo tendría que decirle.

Iirag estaba confuso. Recordaba haber escrito un relato sobre lo sucedido. Recordaba incluso las últimas palabras que apuntó en el manuscrito. “Iirag Thorson, Bastardo del Diablo. Sobre la invasión y conquista de los Colmillos Grises.” Aquello no podía ser real, no podía estar pasando, sin duda era un sueño o una alucinación. Sin embargo era tan vívido.

¡Iirag! – Gritó de nuevo su Jrag con un chorro de voz que haría estremecer los huesos del más valiente. - ¡Ven aquí hijo del diablo! ¡Ven aquí con tu padre moribundo!

Aquella orden era clara y pese a que el que la estaba ejecutando no estaba en posición de exigir nada, sonaba a clara amenaza de no verse cumplida. Podía ser que aunque fuera un sueño, el propio Jrag regresara de entre los muertos para obtener su venganza de no verse cumplida su última voluntad.

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09/08/2018, 01:05
Iirag Throrson

Iirag se echo el escudo a la espalda y corrió de espaldas al muro mientras las flechas volaban a su alrededor. Corria hacia su padre apartando a otros hermanos, expectantes al desenlace.

Veia la sangre brotar del cuerpo de su padre mucho antes de arrodillarse junto a el.

Con los ojos abiertos de par en par agarró a su padre que ya caía sobre la tierra, jamas había pensado que el Jrag podría ser herido.

—¡Mi Jrag!

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09/08/2018, 01:05
Narrador

Thror miró a Iirag sin perder la compostura. Sangraba a borbotones y todo hacía indicar que moriría allí mismo. Sin embargo, no parecía sentir ni un ápice de miedo. No había perdido la sonrisa y miraba a su hijo de una forma indescifrable. Iirag llegó a pensar que era orgullo lo que su padre sentía en esos momentos, pero inmediatamente lo descartó, pues no había hecho nada reseñable durante aquella batalla, nada de lo que un padre tan riguroso como el suyo pudiera considerar honroso.

Acércate. – Susurró el jrag de los Hermanos Lobo.

- Padre yo… - Iirag veía como las fuerzas de aquel poderoso hombre se agotaban y no sabía muy bien que decir o que sentir. Fue entonces cuando trató de hablar, cuando su padre le interrumpió con un sonoro grito.

¡No te he llamado junto a mí para despedirme! – Habló enfadado. - ¡Acércate he dicho! – Exigió.

Iirag se inclinó hacia su padre lentamente hasta el momento en que el jrag estuvo lo suficientemente cerca como para apresarle. El poderoso brazo se Thror agarró por el cuello a su hijo empotrándole violentamente contra su pecho. Aquel moribundo empleaba todas sus fuerzas en que Iirag no se moviera de su lado y éste empezaba a notar la falta de aire, por lo que trató de zafarse de formas infructuosa.

¡Sed cursus lorcu Jotum! – Thor empezó a hablaren un idioma totalmente desconocido para Iirag, un idioma extraño que parecía el hablado en el mismísimo Gran Abismo. - ¡Eu sagittis a Iirag, turpis! ¡Eu sagittis nunc augue venenatis nullanum!

Iirag sintió una gran punzada en el corazón. Por un momento perdió la respiración y sintió que moría. Thror comenzó a reír de una manera enloquecida y pese a parecer postrado y ante su último estertor se puso en pie alzando los brazos y siendo bañado por la intensa lluvia comenzó a reír mirando al cielo que le respondía con relámpagos cegadores y truenos ensordecedores.

Iirag fue testigo de cómo se cerraban las heridas que en el cuerpo de su padre había jurado ver. Fue testigo de cómo el Jrag de los Hermanos Lobos se tornaba más imponente que nunca y parecía más enloquecido de lo que ya estaba antes de aquella batalla. El Lobo Sanguinario recogió su poderosa hacha y partió a la carrera hacia sus enemigos, pues iba a dar muerte a todo aquel que se cruzara en su camino.

Su padre no volvió a mirarle y Iirag recordó ese desprecio. Si, había escrito la historia de aquel día en que la tormenta atestiguó aquel extraño conjuro que devolvió la vida a un moribundo y que saldó el destino de su hijo para siempre. Por eso se encontraba allí, por eso estaba allí en ese preciso instante.

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09/08/2018, 01:07
Iirag Throrson

Iirag estaba confuso, apenas veía alrededor mientras su visión se volvía totalmente negra. Varias voces se interpusieron en su mente

—Eso no ocurrió así.

—¡¡Lo acabas de ver!!

—¡Sed cursus lorcu Jotum!—La voz de su padre, profunda y voraz, repetía aquel hechizo como un trueno en el mar.

—¡¡Noooooo!!

—¡Padre no!.

—¡Eu sagittis a Iirag, turpis!

—¡¡Venganza!!

Estuviese donde estuviese Iirag cayó al suelo de rodillas mientras notaba su mente partirse en trozos. No podía haber ocurrido eso. Era la unica explicacion posible. Era una locura. Era un hecho. Su padre le amaba. Su padre era un traidor.

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09/08/2018, 01:07
Narrador

Aquella visión no fue la última que Iirag experimentó. De la batalla en el fango y la traición de su padre, Iirag viajó hasta el momento de su nacimiento. Vio cómo su madre, una de las concubinas de Thror moría durante el parto. Vio cómo su padre golpeaba a la que ejerció como su madre, la esposa del Jrag, pues ésta no deseaba amamantarle y de esa forma Thror le obligo a hacerlo.

Viajó hasta el día en que su padre le propinó su primera paliza. Tendría tan solo unos cinco años. Él recordaba que había robado unas monedas del tesoro real. Pero en aquella imagen vio de forma nítida como era uno de sus hermanos mayores, Brojk de unos doce años, quien le llevó hasta el tesoro de su padre y quien le entregó varias monedas quedándose éste otras tantas.

Recordó Iirag que sintió que lo que hacía estaba mal y quiso devolver de inmediato el oro hurtado. Brojk le golpeó en el rostro y llamó a su padre acusándole de haber robado. Thror no creyó a Brojk, sabía que era un embustero a todas luces y sin embargo no le castigó a él, sino que la tomó con Iirag golpeándole casi hasta la muerte. Brojk era su favorito y Iirag tan solo un bastardo.

De nuevo sus visiones le llevaron a otro lugar. Se encontraba a bordo del Snekkja surcando el mar Cercado en medio de una impresionante tormenta. Vio a Ivgar junto a él. Su rostro expresaba gran preocupación, pues el mar resultaba amenazante y su capitán Iirah Throrson no quería recoger velamen y no quería virar el rumbo. Con tal de complacer a su padre se enfrentaría a la furia de Jovan-Dar. Aquella decisión por tal de buscar el amor de su traicionero procreador le costó muy caro a él y a su tripulación.

Por eso se encontraba en un horrible lugar, por eso había perdido su honor siendo violado por un asqueroso ser deforme. Por eso el Mago Rojo era ahora quien mandaba sobre sus actos. Por eso aquella bruja con forma de serpiente le estaba haciendo pasar por aquel calvario de recuerdos olvidados en el tiempo.