Partida Rol por web

Como quieras. - Para llevar tiempo siendo cazador de recompensas está claro que no tiene ni idea de lo que significa estar acorralado. 

Dejo la escopeta en el suelo y busco un madero o una barra de hierro, cualquier cosa que parezca resistente. Subo por la escalera y cuando llego a la altura del acceso de madera coloco la barra de forma que quede bloqueada desde fuera. - Me disculparás si no confío ni en tu puntería ni en que ellos no puedan trepar al campanario.

Una vez me aseguro de que no pueda abrir desde fuera bajo por la escalera y recupero mi escopeta.

Salir por ahí no es una opción y tampoco lo será para él.

Me aferro al brazo del hombre curtido que se aposta a mi lado. Ante su negativa a bajar suspiro aliviada y me pego aun mas para sentir ese calor que me reconforta ahora mismo. Esos ojos frios, esas facciones duras...

Ante la subida del sheriff noto como un escalofrio recorre todo mi cuerpo... ¿Que va a hacer? Cuando escucho como bloquea la trampilla de acceso al campanario donde nos encontramos siento como el terror atenaza todo mi ser. ¿Esta loco?, ¿quiere que nos devoren?

Miro alarmada a Philips y luego a la trampilla.

Mientras los demas tratais de recomponeros como podeis de lo que ha sucedido el sheriff tiene una breve conversacion con el Surista tras lo que decide actuar para cerrar la trampilla que va al campanario (aunque no es lo suficientemente solida para aguantar demasiado y quiza pudiese ser volada con varios disparos).

Todo alrededor de la iglesia queda en silencio y sumido en la mas absoluta oscuridad... una negrura impenetrable que apenas deja entrever mas alla de una decena de metros...

La quietud de la noche permite escuchar ligeramente la conversación del Sheriff con Philips. El hombre de la ley regresa y encuentra un madero con el que finalmente decide atrancar el acceso. Habrá sido poseído también nuestro defensor de la ley? Por qué ha considerado una amenaza el campanario cuando el enemigo es capaz de cruzar muros y alojarse en nuestra mente?

Debo comprobar el estado mental de James. Dejando mi ventana, por la que no veo practicamente nada, ni siquiera creo ver el cadáver del ranchero, me acerco a James con las manos desnudas. - Compadre... Es verdad que es usted la  ley, pero no creo que el campanario sea nuestro punto más débil. No tengo aprecio por Philips, bien lo sabe, pero está usted condenando a dos personas si tuviéramos que salir corriendo de aquí. Quería que supiera lo que pienso -

No espero que razonemos, tan sólo si percibo el frío de la muerte en su aliento, como con el señor Marcus, y regreso a mi puesto.

Para bien o para mal es lo que hay que hacerse. Ya les he pedido que desciendan y han optado por quedarse arriba. - miro fríamente al mejicano y tenso la mandíbula, a estas alturas no me importa si tengo que hacer de juez, jurado y verdugo -  Puede que los esté condenando, o que los esté salvando... si estoy acertado y Philips es atacado, nos dará tiempo a nosotros para prepararnos y si yerro y entran aquí dentro él tendrá tiempo de ponerse a salvo o defenderse contra cualquiera que intente subir. - le respondo con toda franqueza.

Y si tiene que huir de aquí, dudo que quiera probar suerte a bajar por la escalerilla a toda prisa, hay una buena altura. Tiene mejores opciones llegando al tejado y saltando a tierra desde ahí. - la explicación no es solo para el mejicano, en esta situación paranoide que llena de incertidumbre los corazones de quienes actúan por lo que acaban de ver y sentir hay que dejar presente que lo hecho es por un bien común y no por satisfacción personal.

Nada me gustaría más que contar con sus armas aquí abajo, porque si entran por arriba como si lo intentan por las ventanas aquí es donde tenemos opciones de defendernos. Arriba está ciego y sólo, no tiene a nadie que le cubra. Bloquear la trampilla es lo mejor que puede hacerse, pues si cae él, no tardaran en llegar aquí.

Live deposiba el cuerpo de Desmond, con sumo cuidado, en el suelo.
El mundo sigue girando, pero ella a penas es consciente de lo que sucede a su alrededor:
Parece que Susan ha llegado a lo más alto -piensa, cínica, para luego sentirse culpable, por permitirle a James tratar así a una de "sus chicas".
No es el hombre que pensaba -se dice así misma, reprochando su dura atitud. No obstante, no dice nada. Puede que, en el fondo, la cabaretera y el surista sean los que más posibilidades de sobrevivir tengan en este momento.
Acabaremos por matarnos entre nosotros -suspira, contemplando el cuerpo inerte de Marcus. Él las había liberado de las llamas, practicamente. Le debían la vida... y Desmond acabó pagando con la suya.
Live se levanta, poco a poco. Mira abajo y ve sus finas ropas desgarradas. Sabe que su peinado está completamente desarmado y piensa en lo vulgar que se debe ver y en lo ridícula que es esa idea.
Sostiene el arma con el pulso más firme que nunca y se decide a unirse al resto de pistoleros.

Fue a recoger su tomahaw, y luego con precaución, mucha precaución se acercó al cadáver de Marcus. Lo miró, examinó con los ojos, olfateó. Le levantó la muñeca y la dejó caer. Muerto. El espíritu se apoderó de él, lo hizo volverse contra todos ellos. Meneó negativamente la cabeza, preguntándose si ahora que estaba muerto, regresaría a esa vida maldita.

-Creo que deberíamos sacar el cadáver de este hombre de aquí.

Pero ¿cómo hacerlo? Habían bloqueado todas las entradas y no era factible ponerse a abrir la puerta, empujarlo fuera...Además, eso no haría que no fuese un enemigo si se levantaba entre los muertos. Así que Ichii se armó de valor una vez más, alzó su acero y descargó un tremendo golpe en el cuello del muerto para cortarle la cabeza. Suponía que así no habría peligro.

Sus compañeros de encierro discutían de nuevo, la tensión crecía, el hombre de la placa cerró la trampilla que daba a lo que llamaron campanario. El indio entendía más o menos todas las acciones, y podía estar a favor o en contra de algunas de ellas, mas no se atrevía a dar su opinión. No era el sitio ni el lugar adecuado para un indio. Y no quería arriesgarse a que interpretaran mal sus actos o palabras y la tomaran con él. así que permanecía mudo y atento, estremeciéndose cuando escuchaba la voz siniestra del exterior. ¿Se alimenta de nuestra maldad oculta? ¿De nuestros miedos? El único temor de Ichii era no comportarse como un guerrero. Acabar siendo un cobarde. Era lo que más temía y odiaba en el mundo.

Se quedó allí, silencioso, en un lado. Examinó su nueva arma, el rifle que le entregó Antonio. Introdujo las balas, cargo y descargo, apuntó a las paredes. No sabía si le iría bien con aquello, pero de alguna manera, notó el poder que desprendía ese cañón de fuego, esa arma capaz de matar a u hombre a mucha distancia, mejor que una flecha. Canturreó bajito una de las canciones de su tribu para animarse, y rezó a sus dioses.

La noche estallo con un subito destello de fuerza y gritos. La oscuridad que se cernia alrededor de la iglesia se alzo y unos tambores resonaron entre las paredes mientras decenas y decenas de seres endemoniados chillaban y rugian alzandose contra las paredes de la iglesia.

Con uñas y dientes, hachas y cuchillos, temblaron los refuerzos de las ventanas y puertas en todas direcciones y de entre los resquicios de algunos de ellos asomaron brazos y armas que intentaban destroarlos para atravesar la improvisada defensa.

El caos que habia despertado como de la nada no daba tiempo a pensar. Todo alrededor parecia haberse convertido en el mismisimo infierno y ninguno de los presentes lo habia visto venir. Era como si todos los muertos del cementerio se hubiesen levantado de sus tumbas sedientos de muerte.

Desde el campanario Philip y Susan solo pudieron ver el estallido cuando surgio. Nada antes, ninguna premonicion del "despertar de los muertos". Solo, derrepente, habian surgido en las mismas paredes de la iglesia y se lanzaban sobre ellas como poseidos, golpeando, trepando, chillando. El extraño manto de oscuridad tan solo dejaba ver a aquellos seres endemoniados que tocaban la iglesia, como si esta tuviese un halo de luz que la envolviese y protegiese...

Desde aquella altura, con decenas de seres subiendo por las paredes, escalando y gritando con los ojos rojizos, el Surista pudo darse cuenta de que lo que ocurria estaba mas alla del entendimiento humano.

La noche habia llegado a por todos ellos.
El Demonio clamaba por sus almas.

Podrian sobrevivir a un mañana?

Recojo una alforja que quedaba bajo las mantas y me lo cuelgo del hombro, luego me coloco detrás de uno de los parapetos en la habitación entre el campanario y el gran salón y apresto mi rifle dispuesto a acabar con cada uno de los rabiosos salvajes que se adentre en nuestro refugio.

No os dejéis amedrentar. Les echaremos de aquí todos juntos. Aliento a mis compañeros.

Y el temido momento llega. Se manifiesta de forma súbita. No hay avisos para la muerte. Es imposible contabilizar los numerosos sonidos que aullan, arañan o golpean la estructura de la iglesia. De nuevo el frío que hace unas horas sentíamos al ser atacados, se hace patente intentando entumecer nuestros músculos. El miedo trata de gobernar la mente y hacer que cometamos actos poco lógicos y seamos presa facil. El Sheriff trata de imponerse a la situación con sus palabras. no le será facil infundarnos ánimos.

No oigo disparos en el campanario, mala señal. Puede que Philips no tenga un objetivo claro en esta oscuridad maldita y tarde en reaccionar, o quizá algo peor. Respiro hondo y beso el amuleto que llevo colgado al cuello para después coger con firmeza el rifle y apuntar a través de las oquedades de las ventanas tapiadas. Todo son brazos y rostros apretados contra los tablones. Con el escaso valor que me queda reúno la voluntad de no decir en alto lo que pienso: No tendremos munición para todos ellos. Mi arma no descansa apuntando al objetivo más claro y aprentando el gatillo para tratar de derribar a todos los posibles antes de que encuentren la forma de entrar.

Reimond se asoma para apuntar mejor y la imagen le deja helado.La iglesia esta rodeada por todas partes y no parece que nada de lo que puedan hacer les vaya a sacar de esta.Reprimiendo un juramento , comienza a disparar eligiendo cada blanco con sumo cuidado para no desperdiciar la escasa munición.
Muchacha si quieres ser de utilidad vete pasándome munición cuando te la pida Si la muchacha esta entretenida y con una misión no tendrá tiempo de pensar en lo que se les viene encima

Un ligero temblor se apoderó de sus miembros. Se le aceleró el corazón, la respiración, en un momento todo su cuerpo brilló a causa del sudor. Todos se miraban atónitos, el terror, el miedo pintado en las caras. Sin previo aviso, sin verlos venir, sin nada aparte de las amenazas. Un escalofrío le recorrió de parte a parte.

Era la hora de mostrar el guerrero que vivía en su pecho. Iba a defender su vida, la de las mujeres, iba a…a matar a los guerreros enemigos. ¿Matar? ¿Cómo se mata a los muertos? Qué locura. Y si caía en la contienda, ¿se transformaría en una cosa como ellos? No quería pensarlo, pero por todos sus dioses, ¿cómo iban a lograr llegar al amanecer vivos, cómo iban a contener a semejante horda? ¿Qué le diría ahora su abuelo, qué le aconsejaría? “Vive, ama, lucha y muere como un guerrero indio. Como una persona. No hay más”.

-No debemos dejarlos entrar –masculló con rabia y mordaz expresión de lobo.

Se aprestó a colocarse tras un parapeto, lo mismo que el hombre de la placa. Cogió la munición que le había dado Antonio, y apuntó con el rifle. Haría lo que pudiese con él, apuntando a la cabeza, y luego, golpearía con la culata, con su tomahaw. Si alguno pasaba –sonrió para sí mismo, lúgubre, con eso de alguno-, le cortaría la cabeza. No debían dejarlos entrar, no.

Iba a ser una lucha sangrienta, los espíritus beberían sangre y se saciarían por mucho tiempo.

Estad atentos y disparad cuando tengáis un blanco seguro, no podemos fallar un solo disparo y dejar que uno de esos salvajes llegue a nosotros. - grito a los demás mientras apunto con mi rifle.

Los supervivientes se apostaron entre los bancos y parapetos mientras los disparos desde lo alto del campanario resonaban en la edificacion religiosa. Estaban aqui e iban a por ellos. Era hora de reaccionar.

Las voces del sheriff dando ordenes rapidamente se mezclaron con los gritos de los asaltantes, los golpes y arañazos al intentar entrar a por ellos y, segundos despues, con los certeros disparos de los defensores.

El viejo Abraham corrio entonces a una de las ventanas laterales cuando un asaltante introducia su hacha y parte de su cabeza entre las maderas. Con un poco de suerte y otro poco de pericia logro arrebatar el arma al poseido que rugia a su lado, intentando morderle, arañarle o atraerle para si, para, posteriormente, utilizar el arma india para atravesar el craneo del atacante.

La sangre salpico a Abraham en la cara, era negruzca, espesa. Con el hacha aun incrustada en el indio este no cejaba de moverse intentando aferrarle. No fue hasta el cuarto hachazo cuando aquel ser horrendo dejo de moverse, con media cabeza menos y una mano amputada, colgando inerte ya del agujero que el mismo habia abierto.

De repente el cuerpo fue retirado desde el otro lado entre gruñidos y aullidos para dar paso a varios mas que intentaban destrozar las defensas de la ventana para penetrar en la estancia.

Ichii disparo su rifle nuevamente. No tenia experiencia ni practica con el por lo que las primeras veces apenas tuvieron efecto, pero poco a poco logro su cometido, ir haciendo blanco entre los resquicios de los tablones que abrian los demonios. Era un arma tremendamente mortal y eficaz. Ahora comprendia el "poder del hombre blanco" en batalla...

El resto de los alli congregados hacian igualmente rugir sus cañones. Los atacantes parecian no sentir los disparos y eran necesarios en mas de una ocasion al menos tres de ellos para que cayesen al otro lado. Las defensas iban cediendo y los tablones cayendo detrozados a ambos lados para mostrar una ingente marabunta de seres ansiosos de carne y sangre... si esto seguia asi la municion se prometia escasa para resisitir.

En lo alto del campanario Susan hacia acopio de fuerzas para cargar y ayudar al surista en su ardua tarea. No era la marabunta que atacaba cual marea las ventanas y puertas de la iglesia pero igualmente hasta cuatro de esos seres endemoniados subian por las piedras. Era dificil impactarles pero al menos cuando esto sucedia la recompensa se transformaba en que aquellos seres caian de sus agarres hasta el suelo, para perderse entre las sombras del ataque.

Philip pudo comprobar tambien que los seres se agolpaban en la puerta posterior de la iglesia, golpeandola sin cesar mientras chillaban y rugian como verdaderas fieras.
La municion no era demasiada... los atacantes parecian hormigas infinitas... los disparos eran tremendamente certeros... al menos alli parecia tener algo de ventaja sobre ellos... por ahora...

Hachazo va, hachazo viene. Cada brazo o cabeza que asome, es victima del viejo Abraham, y carne, músculos y huesos son cortados por el filo de mi nueva arma, a la que nunca se le acaba la munición.
Ahora me alegro de no haber bebido de la petaca.
Procuro mantenerme lejos de grandes huecos en las tablas, eso se lo dejo para los que están disparando, me dedico a amputar lo que asoma por los pequeños huecos. Aún así, usaré mi revólver si lo necesito.

¡Cuán rápido se gastaban las balas!
Live comenzaba a estar harta de aquello.
Unas tres balas por demonio, con dos o tres demonios caídos, recargar -pensaba de forma mecánica sin dejar dicha labor.
Aquello era extenuante. El retroceso del revolver comenzaba a producir que su muñeca se resintiera. La agarraba con la otra mano, pero aquello era verdaderamente incómodo.
Intentaba concentrarse en el exterior, pero su cerebro le jugaba una mala pasada. Como huyendo del horror de los muertos caminantes, su atención a menudo se centraba en el respirar desacompasado del sheriff. Parecía seguro y cómodo haciendo aquello. Y sus ojos brillaban con un resplandor especial. Quizás fuera el odio. A fin de cuentas, esas criaturas habían acabado con su familia…
Era extraño. Live también había perdido a seres muy queridos y cercanos para ella. Pero no se sentía así.
Disparar a aquellas aberraciones le producía hastío.
¡Parecía como si nunca se fueran a acabar!

Tras lo que parece una eternidad, varias de las ventanas ya muestran agujeros en sus protecciones de manera que los cuerpos demenciales intentan atravesarlas para alcanzar a los que os encontrais en el interior. Telpin chilla de dolor cuando uno de esos seres se abalanza sobre el sin que os haya dado tiempo a reaccionar, arrancandole de cuajo un brazo y desparramando por el suelo sangre a borbotones antes de que Ferrer le vuele la cabeza.

Entonces el sheriff James deja de disparar, busca en una alforja cercana y enciende un cartucho de dinamita lanzandolo a traves de la ventana. Todos manteneis el aliento, si falla la explosion podria abrir un boquete en la pared o incluso causar daños en la iglesia.

El cartucho vuela...

...atraviesa el marco de la ventana justo cuando uno de esos seres esta intentando atravesarlo y explota practicamente en su cara, lanzando restos de carne quemada y sangre por doquier y haciendo que, por un momento, todo tiemble. La explosion deja la abertura despejada tanto de endemoniados como de cualquier resto de cobertura aunque solo era cuestion de tiempo que asi fuera.

Pese a la tremenda defensa de vuestro fuego las municiones ya han descendido a menos de la mitad y parece que el empuje de las criaturas esta cediendo, quiza a una velocidad mucho menor que la de vuestros disparos... algo es algo...