Partida Rol por web

La chata torre rematada en la cúpula de cristal se alza como un recuerdo absurdo de lo que una vez fue Platte. Su principal funcion es hacer de centralita telefónica, apenas se recibe un vuelo al mes.

Agachado bajo la consola de control, Cornelius observaba el lío de cables y circuitos que había bajo ella, con cuidado. Dándose tiempo para estudiar el funcionamiento de estos. No es que la electrónica fuese su area, pero era tarde y estaba de guardia, así que cuando empezaron a leerse señales fantasmas le ordenaron que echase un vistazo. Y Cornelius era un hombre que siempre cumplía con sus órdenes.

Estiró la mano para dar la vuelta de un manojo de cables. Uno amarillo parecía desgastado. Podía ser eso. Acercó sus alicates. Lo cortaría y sustituiría, pero a ver si así se arreglaba. Pero no iva a hacer daño. Se impulsó con las manos en la consola y sacó el torso de debajo de la consola. Luego se limpió las manos con un trapo, mientra hurgaba en su caja de herramientas buscando lo que necesitaba.

- ¿Otra rata muerta, Chapelle?

Dio dos golpecitos en la pantalla. La mancha verde brillante seguía ocupando el cuadrante sur.

- Parece eléctrico. Seguro, vamos...

Así es, Sargento. El servicio de limpieza vuelve a hacer de las suyas... Cornelius terminó de limpiarse las manos. No tardaré mucho. Espero que sea el único problema. luego echó un vistazo a su alrededor. ¿Noche tranquila?

Johnson se quitó los auriculares. Las ojeras indicaban que llevaba ya seguramente tres turnos sin descansar. Cosa de Donnelly, seguramente: Le encantaba ir jodiendo a la gente sólo por joder.

- Como siempre, Soldado. Sólo ruido y oscuridad. Y esa maldita mancha en el radar...

Ramírez volvió a levantar la consola del radar y comprobó, por enésima vez, las conexiones.

- Nada de nada. Otro pequeño "fantasma" parado en el cielo de Nebraska. Que frío hace, la madre de Dios...

Ramírez sacó un tester del bolsillo y comenzó, otra vez, a comprobar la corriente de casa una de las 135 conexiones del panel de control. Sparky entró en la sala de control, meneando la cola.

- ¡Wuff!

Cornelius vio al perro acercarse y olisquearle. Le pasó una mano por el lomo, sin mirarle a los ojos, mientras rebuscaba en su maletín de herramientas el cable que necesitaba. Cuando lo encontró, se volvió a meter debajo de la consola, mientras Sparky le olisqueaba los pies.

Le gustaban los perros. Eran simples y leales. Tal vez fuesen porque eran un poco como él. Seguían instrucciones, no hacían preguntas y le querían incondicionalmente.

- Oh, mierda...

Estéban se lanza sobre los auriculares y comienza a dar vueltas al dial.

- Aquí base aérea de Platte. Aquí Base aérea de Platte. Aborte maniobra. Repito: Aborten maniobra. ¡Va demasiado bajo! ¡¡Elévese!! ¡¡ELEVESE POR DIOS!!

Los gritos llaman la atención de Chappelle, que saca la cabeza de debajo de la consola de mandos. ¿Pero que coño...?

Esteban sigue pegado como un loco a la radio. El Capitán Johnson se acerca a la consola de radar que estás reparando para mirar las pantallas.

- ¡Chappelle! ¿Ya has terminado? ¡No veo nada en la pantalla! - Se gira hacia Ramírez - ¡Esteban, qué demonios pasa!

- ¿Pero es que no lo ves? - Vuelve a la radio - ¡¡Vuelo 354, remonte, no tiene suficiente longitud de pista!! ¡¡NO PUEDE ATERRIZAR UN 737 AQUÍ CON ESTE VIENTO!! ¡¡REMONTE!! ¡¡ELÉVESE, MALDITA SEA!!

Johnson se lanza hacia las ventanas en cuento escucha a Ramírez. Agarra unos prismáticos y trata de localizar el avión en la oscuridad. entonces escuchas unas palabras que te hielan la sangre en las venas:

- Madre de Dios... viene directo hacia nosotros.

Chappelle salió de debajo de la consola, claramente asustado. Sin embargo, se debía a la cadena de mando. Había sido entrenado para cumplir ordenes sin pensar en momentos de estrés, y a eso se disponía.

Si algo era Chappelle, era un buen soldado.

Más allá de las ventanas puedes ver claramente las luces de aterrizaje de un gran avión, aproximándose a toda velocidad hacia la pista. Un avión demasiado grande y demasiado elevado como para poder tomar tierra en Platte sin convertir los edificios de mantenimiento en una ruina humeante. Escuchas un fuerte zumbido, como un cable girando a gran velocidad o un generador eléctrico de gran potencia funcionando justo sobre tu cráneo.

Y te das cuenta de que puedes ver perfectamente a través del avión, como si en realidad fuera un holograma de una película barata de ciencia-ficción.

Con un ruido ensordecedor, el boeing se desvanece en cuanto toca el suelo, dejando sólo las luces fluctuantes de la pista en medio de la negrura.

Jhonson y Ramírez se miran anonadados cuando un rayo surge del suelo, justo frente a la ventana, y queda suspendido en el aire, como un filamento de una lámpara, cegándoos.

Se escucha un ruido infernal que se clava en el cráneo. El sonido de un millón de motores retorciéndose de agonía, el rugido del viento entre cables de alta tensión.

Y entonces el rayo impacta contra el cielo.

Contra algo que no estaba ahí hace un segundo.

Contra algo que no puede estar ahí.

El arco eléctrico traza la forma de una aeronave sin alas, geométrica, imposible. Como si estuviera hecha de hielo transparente, la aeronave pulsa con una luz alienígena mientras se ladea y parece cambiar de tamaño. La perspectiva es enloquecedora, surrealista.

El rayo cesa de repente, dejándote una mancha purpura en la retina. La aeronave desconocida, parpadeando y lanzando destellos incomprensibles, se desliza por el aire hacia el este, perdiendo altura de forma visible. En menos de un minuto, impacta contra las colinas, a unas millas de la base.

Las luces se apagan de golpe, y solo queda el silencio.

Cornelius mantuvo la calma. Confiaba ciegamente en la cadena de mando, el solo hacía lo que le decían y todo salía bien. ¿Señor...? ¿Qué ha sido eso señor?