Partida Rol por web

— Ma che cosa facete?¹ — Preguntó indignado Marcelo. — Tutto sbagliato!² — Exclamó. — No importa... metedla en coche. Conozco un pozo cerca de aquí. Alli será complicado que la encuentren. — Dijo ayudando a portear la nueva alfombra de la famiglia. — Ire detrás con Antonella, si nadie se ofrece voluntario.

Marcelo no entendía nada. ¿Querían un souvenir? ¿Por qué no la habían dejado allí tirada? Otro caso sin resolver para la Policía. Un ajuste de cuentas o cualquier cosa. Ahora tenían más trabajo y eso no le gustaba. Por eso sabía que ellos no estaban para pensar. Les habían ordenado un asesinato, no un entierro. 

De todas formas no le quedaba otra que cooperar. En el fondo sabía que hasta el momento había aportado más bien poco. Llevaría el peso muerto de la puttana hasta el lugar donde se deshicieran de ella. Así se sentiría mejor consigo mismo. Más realizado y satisfecho por el deber cumplido.

Renzo había observado como sus otros dos compañeros bajaban a Antonella en estado fiambre rodeada por una alfombra; fue algo arriesgado que no esperaba; pero que por azar de la vida encajó como un guante con su actuación anterior de extorsionador profesional ya que era la scusa¹ perfecta por si alguien de la cafetería les observaba introducir aquello en el auto.

Y cuando Marcelo había expresado allí su parecer, por una vez sentía que estaba de acuerdo con él en algo, eso le hacía sentirse raro a la vez consigo mismo.

Después de resolver el entuerto de la manera que fuera, se dirigieron en el auto rumbo a la trastienda del Panepinto’s Bar y una vez allí Renzo observó como el propio Consiglieri los recibía amablemente interesado por la aventura grupal.

—Consiglieri... il lavoro² fue efectuado in un modo pulito; senza corpo; senza contrattempi³ di ninguna clase —razonó con toda la sinceridad posible del mundo—. Además hemos infundido rumores di che il propio Carlo Marchetti stava camminando nella⁴ zona con sua gente.

»Le felice di sapere che il barista sono brave persone⁵ leal alla nostra famiglia, tendrá preparato il dinero puntuali la settimana seguente come sempre.

Marco se encogió de hombros ante las palabras de Marcelo y no dijo nada. En completo silencio entró en el coche y en silencio siguió hasta que el cuerpo estuvo a buen recaudo en un lugar lo suficientemente perdido como para que fuese irreconocible cuando lo encontrasen. ¿Un pozo? Bueno, a él se le ocurrían un par de sitios, pero el pozo estaba bien.

Acabado el trabajo, quedaba rendir cuentas. Tras haberse asegurado de que el coche estaba limpio, Marco condujo con cuidado de vuelta. Ante las palabras de Vicenzo se sintió compungido, incluso enrojeció levemente. Es cierto que había contradicho las indicaciones de Panepinto. Había veces que si querías que el trabajo se hiciera bien, tenías que hacerlo tú mismo. La mayoría, de hecho. Y el dandy de Renzo ni siquiera se había molestado en subir a la casa. Honestamente, él no tenía culpa de nada, pero quería quitarse la amarga sensación que lo invadía por momentos. Las palabras de Renzo, no confesando su inacción, le molestaron particularmente. Aquello no podía quedar así. Por ello, carraspeó con delicadeza y educación para ver si Vicenzo le cedía la palabra. Cuando vió que asentía*, añadió:

—Me disculpe, Don Vicenzo. Por cuestiones de la situación, me vi obligado a sustituir a Renzo en dicha tarea. Asumo toda la responsabilidad por mi error —y, para reafirmar sus palabras, bajó la mirada al suelo como haría un niño compungido y avergonzado. Porque así se sentía.

Marcelo estaba decidido a delatar el extraño comportamiento de Renzo nada más llegar con noticias. Ciertamente no le había gustado su manera de actuar desde el principio. Ya frente al Don había delatado su falta de profesionalidad. Al menos a ojos de Marcelo. 

Por suerte todo hasta donde sabía, había acabado bien. Un trabajo fácil y rápido, sin contratiempos. Como a él le gustaban. La ragazza estaba en el pozo y ellos sin un rasguño. Todo había salido a pedir de boca.

Quizás por ello cambió de opinión en el ultimo momento. No le diría nada a Don Boldini de no ser estrictamente necesario. Nunca sabía uno cuando iba a necesitar de la ayuda de un "compagno". El suyo era un oficio peligroso y era importante tener más aliados que enemigos.

— Ciò che è veramente importante è che il lavoro sia fatto, signiore Boldini.¹ — Dijo al final Marcelo. — La puttana è in fondo a un pozzo.²

—Aspettare¹, aspettare por favore... —Detuvo de esa manera las explicaciones que le estaban dando aquellos soldatos. Suspiró un momento mientras intentaba procesar toda la información, entonces señaló a Marco-

—Tú mataste a la ragazza, mientras tú —dijo dirigiéndose a Renzo— ¿Te dedicabas a hacer, qué? ¿Molestar a uno de nuestros associatos difundiendo rumores? Joder... —se alejó unos pasos mirando al cielo y casi como si decidiera hablar con éste, empezó.

—¿Cómo te crees que esta familia se ha formado? ¿Cómo hemos crecido hasta ser lo que somos desde que Don Gaspare y yo llegamos en un maldito barco?—. Acabó por exclamar al aire, aquello pareció relajarlo y volvió a su posición original encarándose con el picciotti²

—Por tu bien espero que este associato no se queje, no es que sea un problema que no podamos manejar, simplemente es mejor tener las cosas de buenas. Y no, no vuelvas a hablar con el —devolvió la mirada a los cuatro y volvió a preguntar—. Entonces, ¿habéis escondido el cuerpo? No era necesario, un robo frustrado pero bueno, tampoco será un problema. Supongo entonces que salvo, eso... No ningún problema más, ni nada que deba saber. ¿No?

Detrás el humo que salía del cigarrillo de Jimmy 'Brincos' ascendía en forma de volutas que dibujaba al expulsarlas, entretenido en su propia actividad como si aquello no fuese con él.

En lo personal John hubiera preferido que enterraran el cuerpo en un despoblado o cerca de un basurero. Le gustaban los trabajos limpios, y este no lo había sido en casi nada. Pero tuvo por lo menos la prudencia de en el ultimo momento de guardar la alfombra para incinerarla en otro lugar, y amarrar con una roca las piernas de la muchacha. Una mujer desaparecida envuelta en una alfombra... y unos hombres como una alfombra similar cerca de su domicilio... Eso, podía levantar sospechas. Y John no estaba dispuesto a permitir eso.

Encima, le molestaba no entender del todo lo que los otros decían.

-Tenemos un problema, y Marco es testigo de ello. Esa chica esperaba a "Michael", y creía que habíamos sido enviados por los Marchetti. Así que o "el hombre" esta jugando con nosotros y con los Marchetti, o ella estaba involucrada con ellos. Quisimos averiguar más... pero era una mujer ruda. Una digna hija de "San Filli en Calambria". En su casa, no había evidencia de nada. Lo más un cajón de doble fondo con una buena cantidad de dinero. Tome una parte. Para saber si era nuestro "o de alguien más". Éstas -Dice sacando la foto y las cartas" -Es todo lo que podía darnos una pista, por si está relacionada  con alguna de las otras familias.

Hace una ligera pausa.

-De ser posible, me gustaría que alguno de los chicos incinerara una alfombra que traigo en la cajuela. Aunque nos deshicimos del cuerpo, quisiera terminar de eliminar las huellas. 

—¡Hijo de mala puttana! ¡Desgraciado! ¡Cómo se atreve a faltarnos el rispetto ese cabrón! —El Capo arrojó el cigarrillo a medias con ira para a continuación pisarlo con una cólera viva como si volcase sus frustraciones absurdamente en aquel cigarrillo. 

—Boldini, deme permiso y voy ahora mismo a reventarle la cabeza.

Vicenzo sonrió ante aquella repentina revelación negando. 

—No mi buen Jimmy, le vamos a hacer sólo un poco de daño. Justo el suficiente para que nos diga lo que sepa de los Marchetti. Si sabe dónde estamos tal vez sepa dónde está ese maldito ragazzo malcriado... Carlo—. Sus labios tornaron en una mueca de desagrado, casi como si pronunciar aquel nombre diese un mal sabor a su boca.

—Vamos dentro... ¿Venís?

Y sin esperar respuesta tanto Jimmy como Boldini se encaminaron al interior, al llegar a la puerta Jimmy abrió la misma cediendo el paso al consigliere de la familia con sumo respeto. Agradeciendo el más mayor de los dos aquel gesto, se encaminó al interior. A continuación prosiguió su camino en dirección a su amigo y Don de la familia y se encorvó delicadamente para susurrarle unas palabras.

Todo aquello se vislumbraba a través del recuadro que delimitaba el marco de la puerta. Brincos seguía sujetando la misma mirando con curiosidad a los rezagados para confirmar si vendrían o no.

Ante la obvia señal John guardó los papeles y avanzó como siempre, caminando sin detenerse. Lo que allí se cocinase sería importante, y probablemente ellos serían los encargados de cumplir lo que se resolviera.

Marcelo también se había fijado en unos papeles que se hallaban sobre una mesa a la que faltaba una de sus patas. Sin duda alguien había se había desecho de ese trasto viejo echandolo en aquel callejón. Aquellos papeles no eran otra cosa que publicidad de una tienda de muebles. Igual Doe pretendía cambiar el mobiliario de su piso con la recompensa por aquel trabajo. Eso a Marcelo le traía sin cuidado.

No obstante, lo que si le interesaba era contentar a sus patrones. Un patrón contento es un beneficio seguro para sus subordinados. Era algo que siempre le decía su "babo" y que había entendido no hacía demasiado. Parecía obvio que Viencenzo quería que lo siguieran al interior. No sería Marcelo quien probará de ir en contra de sus deseos.

— D'acordo... — Dijo de forma escueta antes de avanzar al interior del inmueble.

Renzo no daba crédito a la intervención de Marco, si antes era Marcelo interviniendo de por medio con el Don ahora era este con el Consiglieri, de buena se libró de otra bofetada o algo mucho peor.

De Marcelo ya había pensado antes que le parecía "un completo imbécil", aunque con lo que dijo al ver la alfombra y después apostilló aquí tras Marco ahora ya no lo tenía tan claro, tal vez la explicación mascada de Renzo anterior había brotado un desarrollo algo mejor en sus opciones a barajar. Pero Marco siempre le había parecido un tipo más reservado que hablaba solo cuando era estrictamente necesario, es por eso que le sorprendió más si cabe, Renzo se dio cuenta que debía ser más precavido de ahora en adelante pero no del modo que ellos esperaban.

Estaba claro que aquellos que consideraba sus compañeros no parecían tener los suficientes dedos de frente como para darse cuenta que aquello no se basaba solo en cumplir "trabajitos" para sacar dinero a fin de mes y quedar bien con el Don en todo, sino de algo mucho más importante... entender como funcionaban los "hilos" en el mundo de la Mafia para sobrevivir.

Tras las explicaciones pertinentes de John ahora las sospechas iniciales que tuvo Renzo se confirmaron, mira que lo había advertido a sus tres compañeros al llegar a la calle del piso: "que aquella mujer era siciliana", "que una mujer italiana no podía emigrar sola a Estados Unidos", incluso había usado el apellido "Rossi" de Marco como broma para sugerir que algo no cuadraba en el asunto y nunca fue tomado en cuenta.

Lo que no sabían esos picciotti es que Renzo había dilucidado no subir las escaleras en su momento y entrar en el local; aparte de por no entrar en sus principios matar a una mujer a sangre fría y mira que allí todos conocían el amor que sentía por su Natalè aparte de su intervención ante el Don; por otro motivo más oscuro. Por su juramento y las reglas de la Mafia era capaz de hacer cualquier cosa que involucrara mujeres, pero para él estaría por ver algunas circunstancias que las rodeaban, de hecho era sabido en ese mundillo que "Las mujeres deben ser tratadas con respeto" por lo que la ligereza en esos asuntos le hacían más hábil si cabe en los movimientos.

Ese motivo más oscuro fue intentar sacar información de Carlo y los Marchetti; algo en lo que parece Renzo no iba tan desencaminado tras las palabras de John ahora; sabía que alguna relación tenían los Marchetti que ver con una siciliana que la familia Panepinto no parecían conocer, fueron por eso aquellas palabras al barman que bien dijo "Siempre la veo sola, aunque sé que alguien la visita, alguien poderoso pero prefiero no saber nada." lo que hizo bien en comprobar.

Las palabras ahora de Boldini enunciadas "Y no, no vuelvas a hablar con el" eran papel mojado, estaba por ver a futuro con la nueva información posterior revelada por John que el propio Boldini desconocía y lo que iban a descubrir de Michael... si volvería a encontrarse con el barman, en todo caso una bala de por medio bien podría ayudar dependiendo de la información que sacase.

Hasta ahora Renzo había actuado como "una persona de perfil alto" conforme a su clase, su presencia y su inteligencia; intentando ayudar y aconsejar; pero bien es sabido que una persona puede tropezar dos veces en la misma piedra... a la tercera ya no hay más oportunidades.

Si, estaba claro Renzo debía cambiar de estrategia porque ya sabía las "cartas" de sus compañeros y era más fácil predecirlos, si querían jugar a ese juego ahora Renzo sería todo lo contrario "una persona de perfil bajo" pero no el típico obediente que esperaban en todo momento sin inteligencia ninguna. Sino el típico "hombre de perfil alto" que se disfraza de "hombre de perfil bajo", al fin y al cabo también él era experto en la habilidad de "disfrazarse". ¡Ja, ja, ja!

La última pregunta de Boldini era el paso siguiente al ábanico de la información, así que debía responder de una forma contraria al exceso de información que allí se había dado, demostrando Renzo por fin el principio de ese "perfil bajo".

—Jimmy... ¡Grazie! —elogió sin más por sujetarle la puerta mientras entraba dentro.

Sin nada más que añadir y satisfecho por haber cumplido con sus obligaciones, Marco espero a que Vicenzo y sus compañeros atravesasen la puerta y, a continuación, tras asentir con la cabeza ligeramente a Jimmy como agradecimiento por su gesto, los siguió. En el fondo de su ser, agradecía enormemente que John se hubiera encargado de la perorata.

Conforme los picciotti entraban se fueron repartiendo a lo largo de la estancia tomando las posiciones que veían más convenientes, tal vez las escogieron prefiriendo estar más cerca o más lejos de donde creían que todo iba a suceder.

—¡La hostia! ¿Lo habéis hecho? Bueno, no me lo contéis. Muchas gracias Don Gaspare —le dijo dirigiéndose a éste último que le detuvo para terminar de asentir a Boldini en señal de agradecimiento por la explicación—. Con esto supongo que debería marcharme, tendréis vuestras cosas que hacer y bueno es tarde —confirmó mirando su reloj de bolsillo mientras se incorporaba.

—Michael, no me jodas, siéntate y deja esta farsa. ¿Cuánto hace que te tienen los Marchetti en nómina? ¿Trabajas para alguien más de las otras familias—. ¡Contéstame!

—Joder Gaspar... —blasfemó un Michael que estaba empezando a sofocarse, su cara estaba tornándose en colorada y empezaba a perlarse rápidamente de múltiples gotitas de sudor—. ¿De dónde sacas eso? Sabes que yo nunca... —se aflojó la corbata un poco buscando encontrar el aire que le faltaba—. Bueno algún negocio puntual pero bueno, ya sabes que mi compromiso lo tengo contigo. Tú me apoyaste en las elecciones.

—Eso me temo, que tenías un compromiso y bueno... Aquí estamos, yo haciéndote un favore y tú...—miró a sus picciotti como interrogándoles pidiendo su opinión—. ¿Jodiéndome?

—¿Sabes dónde está Carlo Marchetti? ¿No? A eso le llamo ser desagradecido.

Golpeó la mesa un par de veces con sus nudillos como si pensara, pero el que conociera un poco a Don Gaspare sabía que la decisión la tenía tomada, únicamente creaba un falso clima de confianza con su interlocutor. Sin embargo Michael miraba en derredor humedeciéndose los labios.

—Brincos.

El nombre fue suficiente para que el capo supiera lo que debía de hacer. Éste cruzó la estancia de una única zancada y le propinó un puñetazo con ayuda de un puño de acero. Puño americano lo llamaban los yankies. 

Aquel único golpe le cruzó la cara y casi se la arrancó de cuajo, sin embargo aún estaba consciente. Escupió sangre, tal vez algún incisivo antes de hablar.

—¿Te has vuelto loco maldito siciliano? ¿Osas pegarme, a mí? ¿A un político maldito salvaje?

Si seguía así la cosa se les iba a ir de las manos demasiado pronto y debían aguantar hasta confirmar que cantaba todo lo que sabía. Y Don Gaspare lo había advertido, Jimmy estaba demasiado 'caliente' para aquel trabajo debía hacerlo otro... Miró a los otros cuatro, seguro que había alguien que sería bueno en eso.

-Tranquilo, Jimmy. No te ensucies de más con este tipo.- Dice John interponiéndome entre Jimmy y aquel intento de individuo -Deja que nosotros nos encarguemos. Después de todo lo que la dona conto en las cartas a su famig-lia, es bastante interesante. -De entre sus bolsillos, saco la foto y las cartas, colocándolas boca abajo, con un gesto de respeto hacia el Don.

Entonces John caminó y se arrodillo junto a él, ayudándolo a levantarse, mientras las sombras que producía su sombrero velaban su rostro. Cuando Michael, estaba casi de pie, colocó su brazo derecho sobre el hombro derecho de aquel individuo.

-Michael. Puedes ayudarte a ti mismo cantando, o podemos hacerte cantar. Piénsalo Michael, que así como tu chica "tomó un tren", tu también podrías tomarlo... Pero tranquilo, amico. Don Gaspere es un hombre generoso. Uno lo suficientemente generoso, como para ayudarte cuando más lo necesitabas... Y el hecho que lo traiciones, que le faltes al respeto en su propia Cassa. Me duele, y le duele también a los demás. Lo sentimos personal. ¿Sabes lo importante que es la FAMIGLIA, Michal? ¿Sabes lo que un hombre herido puede hacer por su familia?

Acto Seguido, John lo sujetó con fuerza. Listo para que empezara el trabajo. A él le gustaban los trabajos limpios y silenciosos. Pero aveces uno tenía que ensuciarse, a veces uno tenía que hablar. Y esta noche ya se había ensuciado y hablado demasiado, por culpa de aquel hombre.

Renzo no tuvo que atravesar apenas la estancia tomando la posición que veía más conveniente, la escogió prefiriendo estar más lejos de donde creía que todo iba a suceder, que era lo más cerca posible de la puerta por donde habían entrado. Esto era así porque independientemente de lo que fuera a suceder iba a intentar mantenerse en el "perfil bajo" meditado antes de entrar, quedó por tanto situado en la distancia más alejada de Michael con respecto a todos los que allí se encontraban.

Renzo observó toda la escena transcurrida mudo como las paredes y tras la "caricia" de Jimmy a Michael notó que el Don esperaba que un "reserva" entrará a "primera base" para suplir las "carencias" de Jimmy.

Es evidente que este es un trabajo más adecuado para Marco... esperemos que sea lo suficiente entrenado como para salir a batear y dar el toque preciso a la bola.

Aquel era sin duda un trabajo para Marco. Le había visto trabajar antes y estaba seguro de que podía hacer que el político cantara la traviatta, si era necesario. No obstante, la opción de John podía resultar también. Marcelo esperaba por su parte que no fuera así. Prefería ver en acción a Rossi, era todo un espectáculo.

No obstante, cuando don Gaspare sugirió a Brincos que detuviera su interrogatorio por ser demasiado directo, Marcelo se posicionó cerca del señor Scortt. No intervendría directamente, para eso estaba Marco y Doe parecía que lo tenía controlado. Pero en el momento en que cualquiera de los dos necesitara de su ayuda, allí estaría él para prestáserla con gusto.