Enarco las cejas con escepticismo, "¿esta panda piensa tomar esa ciudadela?, en que barco me he subido"
Pero ahora no me van a dejar irme claro, avisar a la ciudadela de sus planes tal vez sería una buena forma de legalizar mi situación
-si estuve, aunque con lo raro que era eso de morirse y ser esclavizado no me pare a contar los guardias armados y los perros esos. Parece que las pistolas no abundan por estos lares, ¿no?-
Intento hacer memoria del número de soldados armados que he visto
-Las armas de fuego son muy raras de encontrar. Más bien, las balas. Tenemos una solamente y es mía. Pero tranquilo, sé usarla. Incluso mejor que tú. Alguien te dará un bate de béisbol o un trozo de algo que puedas usar -dijo Miguel, refiriéndose a sus compañeros-. Cuidado con los perros. Y recuerda que si te cogen, te convertirán en uno de ellos. Los perros no tienen alma, ¿sabes? No vienen a parar aquí.
¿Y qué ganamos metiéndonos en este berenjenal? ¿Qué sacamos en limpio? No queremos más lapas como Esteban ni aguantaremos a más zorras destrozavidas que es lo que parecen toda esta panda. O casi toda.
La voz tiene razón claro, me niego a pensar que es mi padre por mucho que sea su voz, pero el caso es que tiene razón. Pero no parece entender que estos no me van a dejar escapar ahora, al menos no capaz de andar, debí quedarme en casa de Esteban, o mejor aun, en mi casa
-¿entonces los perros esos también son gente? este sitio mejora a cada momento- esta gente esta peor que Clara, pero igual puedo sacar algo útil de todo esto, la cuestión es saber retirarme a tiempo
-vale, dadme ese bate y vamos a por ellos. Pero, ¿para que les atacamos? ¿para rescatar esclavos?¿robar su dinero?-
-¿No te parece que esos perros es una razón más que suficiente para quitarlos de enmedio? ¿Qué clase de monstruo convierte a una persona en eso? -inquirió Miguel-. Y espera. No estamos locos. Primero hay que vigilar y buscar un modo de entrar. Están bajos en defensas, pero no dejan de ser legionarios entrenados. ¿Alguna idea?
"hombre, eso de convertirte en perro o en ladrillo es una putada, pero pasan continuamente cosas peores en el mundo, mientras no me salpiquen..." me cuido mucho de decir esto claro, este a su modo parece tan pardillo como Clara, y en cierta forma esto si me salpica
-un modo de entrar...- intento hacer memoria de lo que vi cuando me llevaron dentro, pero encadenado y confuso no estaba muy por fijarme en los detalles
-¿capturar una patrulla y disfrazarnos como ellos?- es un cliche de película, pero yo que se
-¿Es eso viable? -preguntó el líder a sus camaradas.
Se miraron entre sí. Una de las chicas habló tras levantar la mano.
-Si los emboscamos y nos quedamos con sus armaduras, igual... Así nos quitamos de encima a una patrulla y tenemos acceso al interior.
-¿Y luego qué? -preguntó uno de los hombres-. ¿Qué hacemos dentro?
-Matar al jefe. ¿Cómo decíais que se llamaba?
-Si ni siquiera sabemos quién es...
-Ni lo que hacen dentro...
"increible ¿me he unido a la resistencia o a los Monty Python?" no solo aceptan mi plan propio de pelicula mala sino que además parecen aun mas despistados que yo, esto puede acabar fatal y me reafirmo en mi intención de largarme en cuanto pueda.
"claro que... si consigo ponerme al mando de estos inútiles, empezaré a tener cierto poder" es una idea tentadora que tendré que pensar
-la jefa del mercado es una anciana, dijo algo de un...- el nombre es bastante raro y me cuesta recordarlo -anacreonete, por como hablaba de el es el que manda aquí, siempre podemos capturar a la vieja y obligarla a llevarnos hasta el-
-Anacreonte -dijo Miguel-. Anacreonte, eso es. Mirad: si atacamos a la chusma y nos ponemos sus cascos y nos quedamos con sus espadas, podemos pasar por legionarios. Te cogemos a ti como si fueras un esclavo al que acabamos de pillar. En el mercado se venden esclavos, ¿que no? Así que vamos y hablamos con esa vieja. Y nos cargamos al Anacreonte.
El jefe parecía contento por el devenir de la situación. Ya tenían un plan.
-¿Alguna pregunta?
"¿yo voy a ser el esclavo?"
-espera, espera, ¿no puede ser algún otro? acabo de pasar por eso y aun me dan escalofríos esas cadenas- vale que el plan es bueno, tan bueno como uno puede esperar con lo que tenemos, pero no me gusta nada la idea
-A ti ni te conozco. No voy a ponerle cadenas a uno de los míos estando tú. Demuestra que vales y la próxima vez será otro -respondió Miguel, implacable-. ¿Estamos listos? Hay que seguir a la patrulla y acabar con ellos. Si los enviamos a un Tormento, tendremos algo de tiempo hasta que den la voz de alarma. Vamos a matar sin piedad. Ellos no la tendrían.
Nada puede disimular lo poco que me gusta la idea, pero es evidente que no va a hacerlo de otro modo
-vale, vale, pero dejadlas sueltas que pueda soltarme si hace falta-
Pongo las manos juntas para que me encadenen y empezar mi representación
-Todavía no. Vamos a necesitar toda la gente que podamos para vencer a los soldados -dijo Miguel con desprecio.
Hizo una señal y el grupo se movió. El polígono industrial estaba vacío pese a que acababa de amanecer hacía poco tiempo. Debía de ser un lugar abandonado. Los soldados estaban haciendo la ronda por las calles artificiales, vigilando que nada fuera de lo normal se escabullera entre las sombras. Pero, ¿qué es normal entre fantasmas? Eduardo no lo sabía todavía.
Cuando llegaron a una encrucifjada, Miguel dio la orden de asaltarlos. Los renegados sacaron sus armas improvisadas y se lanzaron sobre los soldados a voz en grito, tomándolos por sorpresa.
Tira iniciativa: 1d10 + tu astucia y destreza.
Llega la hora de la acción, y yo ni siquiera tengo un arma improvisada, de modo que dejo actuar a la mejor parte del valor y me retraso ligeramente para que sean otros los que se enfrenten a esas espadas
Motivo: iniciativa
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+5)=6
la tirada me ha ido bien para mis intenciones cobardes
Los renegados se abalanzaron sobre los legionarios y comenzaron a golpearlos como podían. Los soldados no eran tan duros como parecían en un principio: aunque llevaban armaduras, no eran muy resistentes, y de un par de golpes dos desaparecieron tragados por un agujero lleno de ruido y de viento helado. Eduardo lo había visto en la celda donde los habían encerrado. Así era como se habían salvado de la Forja.
A los que estaban sujetos les arrancaron las armaduras y las armas y les golpearon en la cabeza con las barras de hierro hasta que desaparecieron por los agujeros. Rápidamente, los renegados se pusieron las armaduras (desparejadas en la gran mayoría de los casos) y se alejaron de allí a toda prisa. Miguel se encargó de aferrar las cadenas de Eduardo y de tirar de él a toda prisa sin ningún cuidado. Entonces volvieron ante la gran puerta de la Ciudadela y llamaron varias veces.
Lo hemos hecho muy bien, quedémonos al margen, mantengámonos alejados. Que sean ellos quienes se la jueguen. De este modo no podrán descubrir que somos cobardes aunque no lo parezca. Hablemos, hablemos, pero dejemos que sean otros quienes actúen.
"si, eso será lo mejor. Que luchen ellos y yo ya tendré mi oportunidad, escapar, ganar algunos puntos o incluso traicionarlos, son una panda de idealistas perdedores y el negocio está en saber ver las oportunidades"
Me doy cuenta de que le estoy dando la razón a la voz de mi padre, la sombra creo que la llamaba Clara. Dice cosas muy sensatas, pero ya me la jugo antes, en la partida de poker donde perdí mi anillo. He de tener cuidado con ella, aunque en momentos como este tiene toda la razón
Sin abrir la boca mantengo mi papel de preso, no es que me sea muy dificil ahora mismo
Los renegados se abrieron paso hacia la Ciudadela. El asalto había tenido éxito, pero eso era lo fácil. Ahora tenían que hacer que aquel alocado y rápido plan funcionase... y no parecía que hubiese muchas probabilidades de ello. Se acercaron a la puerta, menos vigilada que antes, y llamaron. El vigía no puso objecciones y las planchas de hierro negro se movieron hacia dentro. El grupo de falsos legionarios penetró en la Ciudadela. Ahora bien, debían llevar a cabo su plan y hacerse con ella... o quedarse allí y perecer para acabar con forma de ladrillo.
-¿Dónde está esa vieja? -preguntó Miguel a Eduardo en voz baja.
La voz de Miguel me saca de mis pensamientos y señalo hacia delante
-por allí estaba el mercado, la vieja estaba allí en un escritorio recibiendo a los esclavistas cerca de la torre donde tienen a los prisioneros antes de llevarlos a la forja-
Hablar de la forja me deja curiosamente indiferente, cuando estaba prisionero y era mi destino inmediato me aterrorizaba, pero ahora es como la pesadilla de otro, si me atrapan me cortaré el cuello y tal vez pueda ajustar cuentas con "papa"
El caso es que guio a los rebeldes hacia el mercado sin titubear, mi oportunidad llegará pronto
Los falsos legionarios siguieron el camino que Eduardo les indicaba. Se presentaron ante la tarima de madera del mercado y se quedaron de pie, dubitativos. La anciana del mercado salió de entre los puestos y se acercó. Les hizo un gesto con la mano y Miguel se aproximó a ella.
-Señora. Hemos encontrado a... este maleante. Creemos que es un... renegado.