Partida Rol por web

El bosque no había cambiado desde la última vez que lo visitara, hacía de eso una eternidad.....claro que, despues de todo lo ocurrido, el concepto de tiempo se le antojaba un tanto ambiguo a Gehardine.
Al menos podía buscar algo de paz en un lugar como aquel, donde los árboles crecían y envejecían ajenos a todo cuanto sucedía a su alrededor, siendo meros espectadores poco interesados por las vidas de los hombres y mujeres que caminaban junto a sus raíces.

No tuvo dificultad alguna para encontrar el riachuelo, pudiendo refrescarse tanto ella como su montura. Le venía bien aquel silencio, alterado únicamente por los habitantes legítimos de aquellos lares.
Pequeños pájaros revoloteaban entre las ramas más altas, dejando que su piar se deslizara y entremezclara para formar una dulce sonata que envolvía a la mujer durante el tranquilo paseo que había decidido hacer para regresar junto a los demás.

Sin embargo, Gerhardine no era como cualquier otra mujer que hubiese pasado por allí. Ella se había criado en los caminos junto a soldados, así como ella misma lo era.
Había aprendido a confiar en sus sentidos y no dudaba en utilizarlos incluso de forma inconsciente, mostrándose alerta casi de forma permanente.
Ese fue el motivo por el que dirigió la mirada hacia sus pies, provocando que se detuviera incluso antes de saber lo que estaba viendo.

Justo bajo ella, el terreno se mostraba aplastado. Aquello no era producto de unas pocas pisadas, sino de muchas personas caminando por el mismo sitio una tras otra.
A su derecha se encontraba un claro, y en el medio de este se presentaban los restos de una hoguera que no tendría más de un día.
No existían restos de ningún tipo, pero en el claro podía vislumbrar los mismos rastros que había detectado junto a ella.

No todos los dioses son benévolos - respondió Arnvald desde lo alto de su montura, sin embargo sus ojos no se encontraban fijos en los hombres que ahora vestían ropas más adecuadas al lugar donde se encontraban, sino hacia el punto por el que había desaparecido Gerhardine hacía unos minutos.
Se encontraba nervioso, pues temía que algo pudiera ocurrirle a la mujer. Sabía que podía valerse por sí misma, pero no podía olvidar lo visto en Rosslyn.....y aquella era una ciudad bien pertrechada.

Existen historias de todo tipo - prosiguió lentamente - que relatan diversas actuaciones de esos Zeerath....desde lo que podría considerarse un milagro hasta verdaderas atrocidades cuando no se cumplían sus designios.

Se encogió de hombros - Supongo que todo dependerá de quién cuente la historia y para qué lo hiciera. Si se quería que un niño fuese obediente se utilizaba algo que le atemorizara, y si lo que se quería era que el sueño le venciese, qué mejor que un bonito cuento.
De todos modos, dioses o no, mucho me temo que serían tan imperfectos como nosotros y que podrían haber existidos Zeerath de todo tipo, ya fuesen benévolos o malévolos.

Se sorprendía de escucharse hablando así, como si fuese un tema común que estuviera debatiendo ante algún amigo frente a una buena jarra de cerveza.
Pero no era así.
Sin embargo, pese a encontrarse bajo la brillante luz del sol, aquel cielo rojizo y lo sucedido en las últimas horas le hacía repetirse una y otra vez que no se estaba volviendo loco, sino que los cuentos de antaño parecían haber vuelto para envolverlos en un manto de pesadilla.

En cuanto vio aparecer a la mujer arrastrando el caballo de sus cuerdas, como a un perro para que haga sus necesidades, Kane se impacientó. Tenía que llegar a algún sitio limpio y mudarse de ropa nuevamente. Pero Leonard, con aquella lengua que le caracteriza, tan larga y afilada como una serpiente, seguía sacando temas de conversación al desconocido. Estaba un poco hasta los huevos de todo aquello. Y de los Zeerath.

A mi los Zeerath me la comen. Dejarse de gilipoyes ahoramismo, tenemos un camino que andar y mientras antes lo hagamos mejor. Ya tendréis tiempo de hablar de todas esas cosas.

Y espero a que los dos hombres entraran en razón, tenían que llegar a un sitio lo antes posible y aunque Kane era un hombre de pocas palabras, aquello le estaba sacando de sus casillas.

Miró con expresión ceñuda las huellas bajo sus pies. Se puso en cuclillas y examinó el terreno, siguiendo con la mirada la dirección que las pisadas seguían.

No desperdició ni un minuto más, montó otra vez a Incitatus y regresó, todo lo rápido que el entorno le permitía, al punto donde se encontraban los demás.

De pronto la mujer reapareció entre la espesura, traía una expresión distinta. No era euforia, pero si estaba claro que había dado con algo o alguien importante y que no podía esperar para comunicárselo a los demás.

-¡Tienen que venir a ver ésto! -les dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca para que la oyeran- Ahí, junto al riachuelo -Incitatus no se quedaba quieto, parecía ansioso por emprender la carrera-... Hay huellas, muchas huellas, por ahí pasó una columna de gente, seguramente pernoctaron en el lugar, o se detuvieron a descansar porque hay restos de una hoguera que no tiene más de un día...

-¿Bernard? dije impaciente lo primero que se me pasó por la cabeza ... sin duda era la primera persona que deseaba encontrar ... solo así se acabaría toda esta historia ... aunque en parte tenía miedo de encontrarles ... y mas sabiendo de que era capaz Drumlak ... todo había cambiado tan rápido y en tan poco tiempo que apenas había tenido tiempo de asimilar lo sucedido ...

Me quedé esperando a que Arnvald que sin duda era el que llevaba el liderazgo del grupo tomara una decisión al respecto de si debíamos seguir las huellas o debíamos proseguir el camino ...

Durante ese pequeño inciso de tiempo me dirigí a Kane y le dije en un susurro ...

-Kane ... tranquilízate un poco ... ¿de acuerdo? ... si estás aquí es por que has querido venir ... nadie te ha obligado a ello ...

Cuando la mujer se acercó al grupo para informar de las huellas, Kane dejo escapar un suspiro. Necesitaba una copa de ron lo antes posible, aquel viaje, aquel lugar, parecía que aquello no era lo que esperaba él de todo el viaje. Quería terminar lo antes posible con todo aquello, y volver a su vida, aquello era realmente estresante, además, sin pinturas, no se sentía seguro y con aquella ropa, se sentía sucio, y encima de aquel animal se sentía inseguro. Y lo único que le faltaba es que alguien le pidiera tranquilidad, como acababa de hacer Leonard.

Kane no pude hacer otra cosa que cabrearse, apretó los labios hasta volverlos blancos, y su mirada desafió la de Leonard, estaba deseando gritarle un par de cosas, desde que lo había conocido, no habían empezado las cosas a ir bien por ningún lado y aún hoy en día, no confiaba en él lo suficiente. ¡Pero que coño! ¡Hasta hace unas horas era el puto traidor! Tenía huevos la situación.

Aún así, logró contener sus palabras en voz alta, pero no su cólera, y le contestó a Leonard.

Me tranquilizaré cuando vista ropa límpia y me pinte. Y recuerda, yo no he querido venir aquí. Si he venido es porque no tengo más huevos, si me quedaba allí no fuese vuelto a la libertad en siglos, asi que pasa de mi. Estamos juntos porque no tenemos más huevos, pero no me los toques.

Estoy hasta los cojones. Y necesito una copa.

Gerhardine lanzó una dura mirada a Kane, no le gustaba para nada él y le gustaba menos cada vez que abría la boca.

-Espero que sepas hacer algo más que quejarte, porque como eso sea lo único te amordazo.

Miró a los otros soldados y enarcó una ceja. Se preguntaba si a ellos la actitud del tal Kane les exasperaba tanto como a ella.

-¿Y bien? ¿Qué hacemos? -miró a los jinetes, en especial a Arnvald de hecho a él dirigió las siguientes palabras- No se tú, pero creo que debemos rastrearlas, son muchas.

Tanto Arnvald, como el resto de los hombres procedentes de Rosslyn, fijaron su mirada en el lugar de donde acababa de surgir Gerhardine con su descubrimiento.
Sus rostros se mostraban muy tensos, tanto por tener que escuchar el encadenamiento de exabruptos que surgía de la boca de Kane, como por lo que podría significar la presencia de tantas huellas en aquel lugar.

Al gesto serio de Arnvald le acompañaba tambien el brillo de la esperanza en sus ojos, pues teniendo en cuenta la cantidad de desaparecidos de su ciudad natal, cabía la posibilidad de que aquel rastro fuese el de ellos.
¿Tenía lógica que todos hubiesen huído y que ahora avanzaran conjuntamente en otra dirección? No, no tenía ninguna, sobretodo porque conocía a muchos de los desaparecidos y sabía que hubiesen preferido morir allí a huir con el rabo entre las piernas.
Allí pasaba algo más.

¿Dónde las has visto? - preguntó sin necesidad, pues la respuesta ya la había dado la propia Gerhardine - ¿Hacia dónde se dirigían?

En su dirección estaba claro que no, pues hubiesen visto a cualquiera que marchara en dirección a Rosslyn.
Antes de poder escuchar respuesta alguna, espoleó al caballo en dirección a la que había indicado la mujer, introduciéndose entre los árboles sin pensárselo dos veces.
Sus hombres hicieron lo mismo, importándoles bien poco el que dos de ellos compartieran montura con los recién llegados, aunque tardaron un poco más en llegar junto al río.

Cuando hicieron acto de presencia, Arnvald ya había desmontado y se encontraba con una rodilla en tierra, comprobando el rastro - Se dirigen a Ródennos. - dijo finalmente, mirando a todos, uno tras otro, hasta llegar al rostro de Gerhardine, la cual sin duda hubiese podido responder a su pregunta y ahorrarse el pequeño galope que habían tenido que realizar. - No sé si será nuestra gente o no, pero debemos descubrirlo cuanto antes. No me da buena espina que exista un ejército dirigiéndose hacia allí.

No quería decirlo, pero era muy posible que cuando llegaran a su destino, sólo encontraran lo mismo que ya habían visto con anterioridad, lo que les llevaría a no tener una respuesta de lo sucedido.
Se levantó y montó nuevamente sobre su caballo - A partir de ahora deberemos tener más cuidado, pues no sabemos qué ojos pueden estar observando nuestros movimientos ni qué sorpresas nos aguardan más adelante. Todos los ojos bien abierto.

Volvió grupas y comenzó a trotar para intentar salir del bosque cuanto antes. Se había planteado continuar por entre los árboles, pero eso retrasaría demasiado su marcha.....era mejor volver al camino.

Continuaron rumbo por el camino principal hacia Ródennos, ya les faltaba poco, llevaban más de la mitad del camino andado y pese a que era consciente de ello, las ansias y el deseo por saber lo ocurrido a su gente la hacía tener la sensación de que en lugar de avanzar retrocedían o si se prefiere Ródennos se alejaba.

La mujer no hablaba, se mantenía concentrada en el camino, en las huellas de éste. Cuando se sabía observar podía descubrirse que la tierra era capaz de hablar. Cada muesca en el camino, cada pisada, cada rama partida era capaz de contar una historia si se la sabía mirar e interpretar.

De pronto aminoró el paso y situó su montura a la par de la que transportaba a Leonard. Pudo haberlo hecho del otro lado, pero habría quedado junto a Kane y él le producía rechazo, no por cómo vistiera o el maquillaje que traía, mejor dicho lo que le quedaba de maquillaje, sino por su actitud y ese mirarlos con cara de asco como si ellos le resultasen repulsivos en circunstancias que el repulsivo era él con esa actitud.

-¿Cómo es que un hijo decide enfrentar al padre al punto de querer acabar con él? ¿Qué es lo que ese hombre, Bernard, ha hecho para que su propia sangre lo considere enemigo? -preguntó a Leonard- ¿Puedes decírnoslo?

No tenía idea de donde estaba Rodennos ... pero no cabía duda que ahora nos dirigíamos hacía allí ... después de haber investigado las huellas ...

Después de reprender el camino con la nueva vestimenta no hacía otra cosa que preguntarme si entre esas huellas se encontraban las de Bernard ... o si el tenía algo que ver con todo aquello que tanto parecía preocupar a Arnvald ...

Por otro lado Kane no había dicho nada después del ligero cambio de impresiones que habíamos tenido ... y yo tampoco me había dirigido a el ... no quería tensar mas la situación ...

Entonces se me acercó la chica y me hizo la pregunta que seguro que se hacía todo el mundo ...

-La ambición Gerhardine ... la ambición de Bernard es la que tengo que detener ... el quiere dominar todos los mundos ... y le da igual como tenga que hacerlo ... aunque tenga acabar con mi vida ... el sería capaz de esto y mucho mas ...

Siempre pasaba igual. La puta le había mandado callar, y bueno, no es que le agradara mucho la situación y por supuesto callarse porque una zorra se lo había mandado. Pero no tenía más huevos que callarse. Si. Además, ya no tenía nada que decir, todo aquello era una mierda y cada minuto se arrepentía de no haberse quedado en la cárcel y dejarse de tanta gilipoyes. Además, si no era él quien iba detrás de Bernard, podría ser cualquiera, por lo que no tendría que preocuparse.

Suspira.

En fin. No tenía otra cosa que hacer que seguir adelante. Y siguió agarrado a su chofer con las dos manos. Fuertemente para no caerse, pero no demasiado, para no demostrar el pánico que estaba sintiendo. Aunque todo hay que decirlo, cada minuto que pasaba, le estaba perdiendo el miedo y le estaba cogiendo el gustillo a correr a lomos de ese animal. Era gracioso.

La mujer, nuevamente se acercó a Leonard y comenzaron a hablar entre los dos, mientras Kane, que siguió con la vista a ella hasta que se acercó a él, la desvió, perdiendo su atención en sus pensamientos. Se acordaba de Janika... aquella zorra si que tenía un buen polvo. Una pena que se haya quedado allí, ¿porque no vino? Ella tendía que ser la primera en acompañarnos...

-¿Todos los mundos? ¿Cuántos mundos hay? Por como hablas parece que hubieran más de dos... ¿Cómo es ese mundo del que vienen?

La mujer comenzó a formular una pregunta tras otra. Eran muchas las interrogantes y aunque en realidad mucho no le importaban esos detalles, ni mucho menos terminaba de tragarse la historia de los otros mundos, hablar le ayudaba a mantener la mente ocupada y dejar de pensar un poco.

-Tu amigo es bastante raro -dijo tras mirar a Kane por encima del hombro-... Me inspira desconfianza, no se, me mira como si me odiara. ¿Es de fiar?

-Mi mundo es muy diferente al vuestro ... no sabría como explicártelo ... son muy diferentes ... aunque supongo que no conozco bien el vuestro como para poder hacer comparaciones ... le dije con una sonrisa mientras seguíamos el camino ...

Cuando Gerhardine hizo el comentario sobre Kane le eché una mirada al susodicho ... una mirada sin ningún tipo de expresión en mi rostro ... como buscando una respuesta por su parte ...

-La verdad es que le conozco de hace poco ... es mas ... días antes el quería matarme ... y yo a el ... pero todo resultó una farsa montada por Bernard ... y ahora resulta ... que somos hermanos ...

-¿Hermanos? -lo miró sorprendida- ¿Quieres decir que tú y él son...? -no terminó la frase pero estaba claro a lo que se refería- Vaya, quién lo diría, son tan... diferentes -miró a Kane y luego a él-. Supongo que tú saliste a la madre y él al padre -bromeó, pese a que las cosas no estaban para bromas.

Continuó galopando a la par del caballo que conducía Serhjan conversando tanto con él como con Leonard. Entre ambos fueron explicando a Roster cómo eran las cosas en esas tierras, sus creencias, costumbres, haciendo especial énfasis en lo mortal que sería el que sobre cualquiera cayera la acusación de brujería.

El camino que recorrían era sencillo para los caballos, pero por desgracia no realizaba el trayecto hacia Ródennos buscando la distancia más corta.
Siempre tenían la posibilidad de atravesar los campos para así reducir los kilómetros, pero corrían el peligro de encontrar un terreno tan complicado que alguno de los caballos pudiera llegar a lesionarse, lo que les retrasaría aún más.

Arnvald marchaba al frente, con la mirada perdida en el horizonte y en el punto siguiente del camino que podía vislumbrar antes de la siguiente curva, pero no por ello perdía detalle de las palabras que se cruzaban entre Gehardine y el tal Leonard.
No le molestaba que ella intentara mostrarles a qué clase de mundo tenían que enfrentarse, ya que eso, posiblemente, consiguiera librarles de algún que otro aprieto en el futuro.
No les convendría, en absoluto, que aquellos dos llamaran demasiado la atención, pues viajando junto con ellos, sufrirían las consecuencias de sus actos.......peligroso, inevitable, pero peligroso.

Quizá cuando pasaran unas horas y pudieran detenerse a descansar, los recién llegados hubiesen alcanzado un punto en el cual pudieran hablar sin ser tan crípticos, explicando con más detalle lo que realmente sucedía.
Sí, sabían que eran hermanos y perseguían a su padre. Pero aparte de eso y de un montón de comentarios que señalaban en dirección a antiguas e improbables leyendas, poco más había conseguido captar el hombre de la situación.

De pronto, Arnvald se apartó del camino para internarse un poco en el campo que se encontraba a su derecha, deteniéndose un instante para descabalgar y observar fíjamente el suelo.
No era la primera vez que lo hacía y siempre volvía con la misma respuesta......al parecer el rastro, que había encontrado la mujer en el bosque, aún seguía paralelo al camino, pero no por ello les proporcionaba una pista de a quienes pertenecían las pisadas.
Esta vez no fue diferente, por lo que prosiguieron la marcha.

Aún, perdido en lo que estaba pensando, cabalgando ya más relajado y dejandose llebar por la fuerza del animal y la maestría del jinete, Kane sintió la mirada de Leonard, indiferente como siempre. Aquel hombre le producía siempre un escalofrío y sus palabras le molestaban más que un puñal clavado en el costado o un disparo en la pierna. Aún así, tenía que aprender a seguirle y ayudarlo. Ayudarlo. Por un momento  pensó en si sería capaz de dar su vida por ayudarlo, lo mismo que fuese sido capaz de entregarla por los que habían caido, por Bruiser por ejemplo. No lo sabía, pero estaba casi seguro que no lo haría. Por él no.

La mujer le  miro también y Kane le devolvió una mirada lasciva. Sí, aquella zorra estaba tratando de tirarse a Leonard. Eso era normal, puesto que era apuesto, inteligente y charlatan. Pero seguro que no tenía el sentido del humor que tenía Kane, pero siempre pasaba igual, las tías prefieren a los tíos con corbata y chaqueta y no a un pringao maquillado y caótico, que a lo único que aspira es a no morir en la siguiente esquina.

En fin.

Volvió la cabeza hacia adelante, sin prestar atención a lo que el jefe de la espedición realizaba para seguir las huellas, aquello le parecía absurdo y no entendía una mierda, ¿para que quebrarse la cabeza? Se relajó y volvió a sus pensamientos. ¿Cuando era la última vez que folló?

El camino proseguía y yo iba poniendo al día a Gerhardine sobre cosas de nuestro mundo ... sin duda tan diferente al que nos encontrábamos ahora ... hasta los mismos colores se veían diferente en este mundo ... no lo recordaba así desde la última vez que vine ...

Kane seguía distante a la conversación ... parecía aún enfadado por el pequeño intercambio de palabras anteriores ... sin duda era un tipo rencoroso ... muy suyo y poco dispuestos a socializarse ...

Entonces recordé unas palabras justo antes de cruzar los espejos ... unas palabras de Drumlak ...

Digamos que lo que él me ofrece es justamente lo que yo quiero. Además, me servirá para vengarme de aquellos que me expulsaron por....uhmmmm, no mantener las costumbres y querer divertirme un poco. Por eso quiero recuperar las partes del objeto que ellos disgregaron, y entonces volveré, y les haré ver cuan equivocados estaban.

-Ahora recuerdo unas palabras del Zeerath que conozco ... Drumlak ... el que os he hablado antes ... creo que el fue expulsado por el resto de Zeerath ... ¿no os suena ninguno que tuviera una actuación ... digamos que fuera de lo normal?

Arnvald, comprendiendo que a ese ritmo terminarían por agotarse caballos y jinetes, redujo un poco la marcha. No le gustaba en absoluto hacerlo, pero de poco serviría que consiguiesen encontrar alguna pista o a aquellos que habían dejado aquel rastro, para que no tuvieran las fuerzas de proseguir.....o combatir si eran los causantes de lo sucedido en Rosslyn.
Si esto último era así, pocas posibilidades tendrían de sobrevivir, puesto que les superaban ampliamente en número. Lo que sí era seguro es que se llevaría a unos cuantos por delante, y esperaba al menos recibir una respuesta.

Al reducir la velocidad, el guerrero pudo ponerse a la par de quien cabalgaba justamente detrás, poniendo especial atención a lo que refería el hombre de aquel mundo tan extraño y distante del que decía proceder.
Dos días atrás, él mismo habría preparado la hoguera para quemar a quien profiriese tal sarta de mentiras, pero a día de hoy no se veía capacitado para juzgar qué era real o qué fantasía.
Por el momento tendría que aceptar sus palabras como verdaderas. Quizá en el futuro cambiase su forma de verlo, pero debía reconocer que los sucesos extraños habían entrado a formar parte de sus vidas.

No olvidemos que estamos hablando de mitos y leyendas. - se resistía a mostrar sus dudas frente a los desconocidos, pero sobretodo se resistía a hacerlo frente a Gerhardine - Nunca se sabe hasta dónde se han adornado los relatos. Y eso si alguna vez acaeciron tales hechos.
¿Fuera de lo normal? Las historias son referentes a dioses, y por ello todo es fuera de lo normal. ¿Guerras internas entre ellos? Por supuesto. Se dice que fueron esas luchas las que provocaron que los Zeerath se apartasen de los hombres para no dañarlos, pero los actos cometidos por alguno de ellos llevaron a la prohibición de religión alguna, e incluso se quiso borrar su existencia de la historia. Es por ese motivo por lo que sólo los cuentos, transmitidos de boca en boca, hablan de ellos. No encontrarás un solo libro que los mencione.....al menos no uno que yo conozca.

-En eso Arnvald tiene razón -añadió ella-, hay que tener en cuenta que muchas de esas historias no habían sido oídas por nosotros hasta ahora y por cómo están las cosas tampoco tenemos ancianos a los que acudir en busca de más detalles...

Gerhardine tuvo que sujetar las riendas con más fuerza de la normal puesto que el caballo se mostró inquieto y temió que se encabritara. Por fortuna aquello no ocurrió aunque la bestia continuó actuando como si algo la inquietase y su jinete se inclinó hacia delante para acariciarlo y susurrarle algunas palabras con el fin de tranquilizarlo.

Conseguido su objetivo recobró pues la posición erguida en la montura y a prestar atención a todo cuanto los rodeaba. Se sentía cansada, hambrienta. En cuanto a lo primero hizo todo lo que estuvo a su alcance para ocultarlo, movió el cuello de un lado a otro consiguiendo con ésto que los huesos le sonaran y para lo segundo corrió con suerte pues habían unos manzanos en el camino con frutos lo suficientemente jugosos y apetecibles como para dar cuenta de ellos. Consultó a sus compañeros, incluídos Kane y Leonard, a quién le apetecía una y al que respondió con un sí lo obsequió con una. Quizás no fuese un banquete pero de algo les iba a servir.

-... Hay que tener en cuenta -continuó diciendo como si acabara de recordar aquello que había dejado a medias- que cuando las historias, ciertas o no, pasan de boca en boca mucho de lo que se dice o bien ha sido magnificado o sencillamente ha caído en el olvido y está claro que con toda esa historia de los Zeerath estamos enfrentándonos a lo segundo.