Partida Rol por web

Mientras abrazas a Ilona, no tardas en notar cierta humedad en tu pecho. Cuando tu ropa se empapa y se vuelve más maleable, comienzas a notar como si fuesen extrañas formas alargadas y de un grosor inferior al de un bolígrafo, que, aunque duras, se comban cuando te mueves, sobre uno de sus lados.

Me intento sobreponer, abrazando fuertemente a mi amiga e intentando consolarla, a la vez que pienso en cómo podremos ayudarnos nosotros mismos

¡Por Dios! Al ver el ojo, retiro la mirada por unos segundos, a continuación junto mis manos sobre mi cara y empiezo a sollozar, sniff, ¿Qué nos está pasando? sniff ¿qué mal nos está afectando que no podemos hacer nada contra él?... ¿por quéee? ¿ehh? ¿por quéee? sniff, sniff

La voluntad de Nadia parece zozobrar por unos instantes, mientras ve vuestras malformaciones. Sin saber qué decir prolonga un leve temblequeo en las manos durante unos tensos instantes, Hasta que aprieta el gesto y dice:

-Realmente todo esto es desconcertante, y desde luego que es la primera vez que veo algo así en estos días. Y dicen que les ocurrió al hablar con esas personas? Es de locos. Creo que no emitiré juicios de valor hasta no poder examinar todo ello de cerca. Me permite, Patrick? - termina acercándose al señor Davourier.

Ver el ojo de Patrick sólo hace que piense en mi pecho. Al oir repetidas veces mi nombre y la curiosida por mi afección mis manos se cierran sobre el cuello de mi camisa:

-Será mejor que no muestre mi... afección. En el pecho comenzó a salirme la misma sustancia que de la mano de Giani, cerca del corazón. Noto como esa zona se ha endurecido. Y prefiero no deshacer los vendajes que la señora Harrison me colocó.

Tras escuchar los comentarios de las investigaciones de los demás, Gianni se aventura a añadir escuetamente:

-Yo la verdad, como ya saben, no he salido de aquí. Estos caballeros -señalando a Kurt y Patrick con su mano izquierda -me trajeron esos papeles que ven ahí amontonados sobre la cama, pero por desgracia he de decirles que no he conseguido encontrar ninguna información útil. O no es lo que ustedes esperaban, o tal vez no he sabido buscar. No me extrañaría, dado mi estado de ánimo...

Dudando un poco ante el ofrecimiento de la anciana, Vanzetti busca con la mirada la aprobación de sus compañeros, para finalmente desenvolver su mano de la toalla. Tras unos instantes, esperando la reacción de espanto de la mujer, el hombre desfigurado le tiende su miembro deforme.

-¿Así que ninguno de los otros presenta estos síntomas, señora Harrison? ¿Y por qué habría de ocurrirnos sólo a nosotros ocho, en cualquier caso...? -su tono de voz denota cierta suspicacia. Después sonríe levemente y añade: -bueno, al menos el señor Davourier también ha sufrido de algo, si no pensaría que es una maldición consanguínea.

Rápidamente se da cuenta de lo inoportuno de la broma, e intenta salir de tan embarazosa situación cambiando el tema.

Y digame... señorita Vanz... oh bueno, quiero decir, Ilona -el tener que tratar de tú a una desconocida que lleva su mismo apellido le resulta completamente desconcertante[/b] -¿cómo ocurrió lo tuyo? Es decir, ¿en qué circunstancias, qué estabas haciendo cuando empezaste a notar que se producía un cambio en tu cuerpo?[/b]

Tras un breve lapso de trabajo mecánico reprobable, la cerradura se abre limpiamente con "click" característico. La puerta se abre a una estancia gemela a las otras que ya conocéis. Todo parece impecablemente en orden, y las contraventanas están cerradas. Nadie parece haber usado esta habitación, desde hace mucho tiempo.

La puerta de la habitación 23 se abe con otro ligero "click", para mostraros una estampa muy similar a la de la habitación 19. La estancia tampoco parece haber sido usada en mucho tiempo, y aparece desangelada en la noche americana.

Mientras observáis la curiosa escena, todos podéis apreciar como algo llama la atención de Patrick en medio de la oscuridad, haciéndole girar la cabeza ostensiblemente.

Cuando todos volvéis la vista, podéis fijaros en la misma increible figura que lo ha cautivado a él. Enmarcada en la luz como una bella figura de porcelana, una impresionante mujer oriental camina hacia la puerta del dormitorio masculino oeste, en la lejanía. Viste una ajustada túnica negra y amarilla luciendo sus voluptuosas formas bajo la suave seda. Dos hipnóticos ojos verdes del color y el brillo del jade perlan sus gráciles facciones enmarcadas en un pelo de azabache, recogido elegantemente con dos agujas-pasadores de nacar. Las sugerentes pestañas de uno de sus ojos parecen cerrarse en un guiño sensual e invitador. una coqueta cadenita orlada con seis pequeñas medias lunas plateadas, en forma de hoz, recorre el nacimiento de su sensual cadera, y tintinéa con su andar sugerente. Parece mentira que la atrayente figura quede tan minuciosamente perfilada y coloreada en la oscuridad y la distancia, pero el farol de la puert la ilumina como el sol del mediodía.

Diríais que os ha mirado directamente, pero en la penumbra en que os encontráis, dudáis que sea posible. La mujer desaparece acto seguido por la puerta del colegio mayor.

Kurt se aleja de vosotros, dirigiéndose al colegio mayor oeste. La oscuridad lo envuelve mientras avanza; oscuridad que ya no tiene secretos para Patrick.

Ambos salís al jardín exterior, tratando de utilizar las sombras reinantes para pasar desapercibidos y aproximaros a la residencia del rector. Atravesáis la puerta sin llamar demasiado la atención, según parece, entre la oscuridad reinante. Gianni valiéndose de su innata capacidad para recorrer la penumbra, y Patrick atravesando por las zonas más oscuras, que a estas alturas no le suponen un desafío.

Accedéis a la recepción de la residencia, donde vivienda y despacho se dividen. La sala está totalmente vacía, como esperabais.

Parece que esta cerradura ha sido pagada con la opulenta mano del rector... no es tan sencilla como las de los cuartos, y se resiste algo. Pasáis unos largos minutos sin mucho resultado.