Partida Rol por web

Después del funeral

01. Antes del funeral

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27/09/2013, 11:29
Director

Runville, pueblucho perdido de la mano de Dios. Apenas unido a la civilización a través de una carreterilla secundaria cuyo único objetivo parecía ser partir de la única ciudad cercana en cincuenta kilómetros a la redonda para venir a morir en las escasas calles que formaban la pequeña comunidad de Runville.

¿A quién podría habérsele ocurrido fundar un pueblo en aquella colina escarpada rodeada de terrenos que en época de lluvia se transformaban en absolutos barrizales? Ni siquiera el tren llegaba al pueblo, habiendo que viajar a Arkham, la civilización más cercana, para poder tomarlo en caso de necesidad.

Runville era el hogar de apenas poco más de doscientas personas. Resultaba complicado guardar secretos en una comunidad tan pequeña, amén de que un forastero era detectado no bien posaba un pie en la aldea. Era imposible no conocer a la práctica totalidad de los miembros de tan estrecha vecindad, y por ello resultaba lógico que, dado que el fallecido era uno de los miembros más eminentes de la comunidad, casi todos los vecinos y amigos hiciesen acto de presencia en la magnífica residencia de los Ennis con el fin de dar el último adiós al difunto.

Si uno se aproximaba por la carretera en dirección al descendente pueblo inscrito en la ladera de aquella no muy pronunciada loma, lo primero que se encontraba a su llegada era la más magnífica construcción del pueblo: la residencia de los Ennis, una colosal vivienda llena de abrumadores lujos con los que muchos otros vecinos apenas podían soñar. Dicha casa se hallaba en lo alto de la colina, presidiendo el pueblo, como gritando a los cuatro vientos "Somos los Ennis. ¡Admiradnos!". Y lo peor de todo es que para colmo Henry Ennis ERA merecedor de tal admiración.

Al mismo nivel que la mansión de los Ennis se encontraba la modesta pero bella iglesia del pueblo, así como el cementerio, ocupando un espacio de tierra bastante amplio para la escasez de tumbas que reposaban en la tierra sagrada. Algunas casas más, las más lujosas, también formaban parte de las escasas viviendas que poblaban la parte superior de la aldea, aunque todas ellas palidecían ante la imponente mansión Ennis. La tienda de O'Hearne también estaba situada a esa altura, como un insecto rodeado de titanes.

Las carreteras terciarias, llenas de baches, descendían por la colina sin atender a línea recta alguna, mostrándose inusitadamente sinuosas y traicioneras. A ambos lados de la carretera se encontraban el resto de comercios del pueblo, así como las demás casitas. Los caminos bajaban hacia la costa, hacia la miseria de las chozas de los pescadores y de los negros libres, libres por fin y clamando por una igualdad de derechos que el país les había prometido y que, por desgracia, aún no habían visto aparecer. No obstante, la comunidad de Runville, principalmente gracias a la magnánima figura de Henry Ennis, podía presumir de ser una de las más tolerantes y respetuosas de todo el país.

Y no era para menos, guiados de la mano de tan revolucionario hombre de humanitarios principios. Henry Ennis, incluso cuando su corazón apenas bombeaba sangre suficiente como para que del cuerpo del hombre surgiese atisbo alguno de vida, siempre había luchado a favor de lo que él consideraba que era justo. Adalid de la lucha por los derechos humanos, Ennis peleó como un condenado por una sociedad más igualitaria, participando en proyectos de integración de hombres de color en la sociedad civilizada como miembros de pro, luchando para erradicar la pobreza del país y utilizando su figura y poder en ayuda a los más desfavorecidos. No en vano, pese a que había muchas personas en Runville que aún vivían con muy escasos medios, no había nadie tan pobre como para verse abocado a la mendicidad. Hasta el más modesto pescador y el más inculto mulato que jamás hubiese tenido acceso a la educación habían dejado de ser tratados como basura, inculcándoles Ennis la firme convicción de que eran tan válidos como cualquier otro, y por supuesto luchando para que todos ellos pudieran poner un plato a la mesa cada día delante de las otrora famélicas bocas de sus ya no tan famélicos vástagos.

Consciente de que su nivel cultural sobrepasaba el de la gran mayoría de los habitantes de Runville, Ennis no tenía prejuicios a la hora de utilizar su influencia y su apoteósico carisma en favor de toda causa que él considerase justa. Ningún pobre debía temer llamar a su puerta para solicitarle su ayuda. Henry Ennis era amigo de todo el mundo, sin importarle su condición social, su cultura o su raza. Se desgañitaba en denostar y menospreciar el Ku Kux Klan y resultaba infatigable, incluso cansino, cuando se hallaba en defensa de sus nobles causas.

Su último proyecto había sido ayudar a Charles Liberty, un negro de bajísimo nivel cultural que quería labrarse un porvenir honradamente. Lo había tomado como su pupilo y no dudaba en mostrarlo como ejemplo de la igualdad de las razas. Además el hecho de incluirlo entre sus buenos amigos, de igual a igual, había influido en muchos vecinos, incapaces de llevarle la contraria a tan ilustrado caballero, y que se habían rendido ante la perspectiva de contar con miembros de color entrando en sus casas, sus fiestas y celebraciones con los mismos derechos y el mismo trato que los demás. Hasta los más reacios, racistas y elitistas miembros de la comunidad guardaban silencio, conscientes de que Ennis era un hombre demasiado respetado como para hacerle frente a sus caprichos.

Sí, el erudito Henry Ennis era un gran hombre. ¿Cómo no rendirle homenaje el día antes de su funeral? Era inevitable. A lo largo de la jornada la práctica totalidad de los vecinos del pueblo subirían a darle el pésame a su bellísima hija Lucinda, única pariente viva del clan Ennis y, por ende, su heredera.

El pueblo lloraba a Henry Ennis. El pueblo había perdido a un gran hombre.

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30/09/2013, 19:27
Julian Dos Passos

No es que hubieses mantenido una estrecha relación con Ennis, ni mucho menos, pero no podías evitar haber caído en la misma fascinación que todos los demás habitantes parecían haber sentido por el difunto. A sus casi sesenta años Ennis había sido un hombre aún atractivo y con una personalidad arrolladora. Siempre pensando en los más desfavorecidos, siempre luchando por todas y cada una de aquellas causas que él consideraba tan justas...

Nunca habías conocido a nadie que se hubiese preocupado tanto por el bienestar de la gente de color. Entraba en sus casas como uno más, los invitaba a su espléndida mansión con la misma alegría con la que habría invitado al presidente de los Estados Unidos... Algunos lo tildaban de excéntrico idealista, y para otros muchos Ennis era un visionario, un salvador, casi un héroe. ¡Había luchado tanto por los más desfavorecidos! Se decía que si los más pobres del pueblo ya no debían penar para poder llevar un plato a la mesa, había sido gracias a él. Sí, Ennis era un gran hombre, y como tal había que honrar su memoria. Era evidente que había que dirigir los pasos hacia la mansión de los Ennis para darle el pésame a la jovencísima hija de los Ennis, aquella muchachita de rostro de porcelana y gélida mirada.

Al abrir la puerta de tu domicilio por poco no te estrellas con Julian. Tampoco te sorprendía especialmente encontrarlo allí. A fin de cuentas, el nuevo y atractivo policía del pueblo ya hacía tiempo que había mostrado cierto interés por la estrella de la localidad, algo frecuente -y posiblemente pasajero- entre los hombres de su edad. Claro que no había sido el unico en intentarlo. A fin de cuentas, el propio Henry...**

Julian Dos Passos acababa de adquirir cierto estatus en Runville, al menos entre las vecinas más jóvenes. Cuando Ruper Gallagher dejó el cuerpo de policía, jubilándose y dedicándose a vivir la vida, aquel espigado muchacho había obtenido la plaza, y con ella su sueño de trabajar como agente de policía. Aunque se había vuelto ciertamente presumido desde el mismo día en que consiguió el cargo, los más chismosos del pueblo aún se reían a sus espaldas, pues en su desenvoltura aún se le notaba más verde que una lechuga.

Ya lo habías cazado en más de una ocasión admirando tu elegante par de piernas y, en muchas ocasiones, cuando salía a hacer la ronda, era frecuente verlo rondándote a la salida de la clase de baile. Claro que tampoco es que desdeñase el coquetear abiertamente con Georgette, la profesora cuyo prometido se hallaba bien lejos del pueblo. En alguna ocasión había tanteado a la jovencísima hija de Ennis, posiblemente la muchacha más bonita de Runville, pero ésta lo había desechado sin miramientos ni delicadeza alguna.

Por eso no te sorprendió en demasía encontrártelo a la puerta de tu casa, a punto de llamar al timbre. Al verte bajó la mano y se ajustó la gabardina.

-Buenas tardes, Alice. Iba a ir a presentar mis respetos a Lucinda y me preguntaba si por un casual tú también ibas a subir hasta la casa de los Ennis, pero por tu oscura vestimenta veo que así es. ¿Te molesta si te acompaño?

Notas de juego

Henry alguna vez te tiró los tejos descaradamente, pero con elegancia. Esto te parece que no lo sabe nadie. Por otra parte, que aceptaras sus proposiciones o no ya es cosa tuya :P

Aún estás solo en tu escena, así que no marques a ningún jugador.

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30/09/2013, 23:15
Maurice Talbott

Quedaba una jornada para el funeral de Henry Ennis. Todos los vecinos del pueblo, blancos y negros, habían subido a la casa Ennis a presentar sus respetos a Lucinda, la hija del fallecido.

Te estabas vistiendo para ascender colina arriba hasta la imponente mansión de un tipo blanco, pero no de un tipo blanco cualquiera, sino de uno que era capaz a hacerte olvidar de que se trataba de un maldito tipo blanco. No era como los demás. Él era bueno. Todos los pobres de la zona, blancos y negros, lo adoraban, y entre aquellas gentes de tan precaria posición social y económica, tú habías sido el mejor amigo de entre los de tu clase que había tenido aquel gran hombre.

Un maldito tipo blanco. ¡Cómo habrías de añorarlo! Había hecho más por toda la comunidad que ninguna otra persona en el pueblo. ¿Quién habría de heredar su legado? ¿Quién seguiría peleando por los derechos de los más desfavorecidos? Nadie. Nadie lo haría. Se os había acabado la "buena vida". Sabíais a ciencia cierta que poco a poco las cosas volverían a ser como antes de Ennis.

¡Cómo odiabas a Henry en aquellos momentos! Lo odiabas porque los grandes tipos como él no debían de morir nunca. Lo odiabas porque sabías cuánto lo necesitabais los de la zona costera, los pescadores, los negros, los otrora mendigos del pueblo. ¿Por qué tuvo que morirse? El vacío que había dejado en vuestros corazones y el que dejaría en la lucha por vuestros derechos no sería fácilmente rellenado, si es que volvía a llenarse nunca.

Mientras te vestías para partir hacia la casa Ennis, tu mente se deleitaba embriagándose de aquel sufrimiento por la pérdida de un amigo y mecenas, así como de tan firme valor en pos de la justicia. Mientras lamentabas su pérdida y la de aquello que significaba para vuestro escalafón social, alguien llamó a la puerta con insistencia. Al abrir te topaste de frente con Maurice Talbott, el jefe de policía y persona muy querida en el pueblo, tanto como el propio Ennis. Su visita era cuanto menos sorprendente. Era firme seguidor de las ideas de Henry, y solía investigar los casos de los blancos con el mismo ahínco que el de los negros, sin hacer diferencias. Como él siempre decía "Yo estoy del lado de la justicia, del lado de la verdad".  Puede que fuese algo más severo con los negros que con los blancos, pero aún así era de los tipos más tolerantes del pueblo, un hombre siempre con una palabra amable para todo el mundo.

Pero tampoco erais lo que se dice amigos. Conocidos sí, e incluso se puede decir que ambos simpatizabais el uno con el otro, pero nunca se le había perdido nada en tu casa. Por eso aquella visita te sorprendió de tal modo, máxime cuando pidió permiso para poder entrar en tu humilde morada.

Ya en el salón, y ante una humeante taza de té, Maurice te habló del objetivo de su visita.

-Doy por hecho que vas a presentarte en la casa de los Ennis para darle el pésame a la hija de Ennis. Me parece lógico, es más, lo contrario me parecería intolerable tras todo lo que Henry ha hecho por ti. Y precisamente por eso estoy aquí. Verás...- parecía algo cohibido y molesto al tener que relatar lo que se proponía a contar- Julian, mi ayudante, me ha comentado que esta mañana le han llegado quejas de algunas familias de negros, los Gordon Pyme y los Berk, a los que han importunado mientras trataban de despedirse de Henry. No pienses que todos los vecinos han dado problemas al respecto, pero alguno sí lo ha hecho. Siendo tú como eres el mejor amigo de raza negra que tenía Henry, he venido con la intención de acompañarte a la casa Ennis. Supongo que sabes que, aunque no tan fervientemente como Ennis, soy defensor de sus ideales de igualdad, y me parecería intolerable que algunas mentes estrechas mancillasen el honor de nuestro amigo común importunando a sus amigos de color, que los tenía por docenas. Si yo estoy presente, y dada mi autoridad en el pueblo, dudo mucho que alguien se atreva a impedir que entres en la casa o que te acerques a Lucinda para darle el pésame. Y ante la más mínima palabra hiriente, pienso darle un severo rapapolvo al que ose perturbar tan delicado momento. Solamente quería saber si prefieres ir por tu cuenta con tu familia y que me deje caer por la casa como por accidente, o si preferirías que os acompañase directamente. Lo dejo en tus manos, compañero.

Bueno, no era Henry Ennis, desde luego, pero era un buen tipo. Lástima que no todos fuesen así. Lástima que la mayoría pensasen de otro modo...

Notas de juego

No marques a los demás de momento, que en tu intro estás solo (por ahora).

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01/10/2013, 00:57
Charles Liberty
Sólo para el director

Esperaba algo así pero no con Henry aún de cuerpo presente. Iba a decir algo pero la voz se le quebró en la garganta dejándolo mudo un instante. Volvió a hablar al instante tras un sorbo de te caliente para decir:

Tiraré en seguida, he tenido que pararme a recobrar la compostura hace un momento, sino no me hubiera encontrao ya aquí. Dijo con voz compungida No quiero que piense que soy un desagradecido ni ná de eso, pero prefiero subir con los míos por cuenta nuestra. Al señor Ennis no le hubiera gustado verme actuar con miedo en su casa, pero me sentiría mas cómodo si estuviera usted por allí y le estaría muy agradecido. Sintió la necesidad de explicarse por lo que añadió Lo último que querría sería acabar liando la el día antes del funeral del señor Ennis en su casa. El señor merecía algo mejor.

Charles apretó los labios y bajo la vista al suelo para contener su miedo, su rabia y su tristeza que le embargaban por igual. Rabia por los mal nacidos que andaban montando escándalos un día que honraban a tan gran personalidad, empañando lo que realmente contaba, despedir a un hombre tan grande, tristeza por la perdida de tan gran amigo y miedo por la rapidez que sobrevenían los cambios.

No hay derecho dijo sin preámbulos con rabia en su voz No hay derecho que la monten en su casa antes de enterrarlo siquiera... luego se dio cuenta que lo había dicho en voz alta y un poco incómodo añadió Disculpe.... no pretendía desquitarme con usted.

 

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01/10/2013, 13:37
Mary Stone

Al colocar ante ti aquel vaso de zumo de frutas recién exprimidas, Mary no pudo evitar el reírse.

-¡Quién te ha visto y quién te ve! Me imagino que los Drumm estarán deprimidos a más no poder. Ennis criando malvas y su compañero de copas dedicándose a tomar zumos y refrescos. ¡Qué ironías del destino!

El ácido humor de Stone era arhiconocido en el pueblo. La mujer había montado una posada apenas un par de meses atrás, pero aún así había logrado una veloz notoriedad en tan breve intervalo de tiempo. Era la típica mujer cincuentona ajada y de aspecto no muy agradable, compensado con creces por su cínica visión de la vida y su aura de feliz autocomplacencia, amén de aquella socarrona expresión que parecía gritar a los cuatro vientos "me importa todo un carajo". Había vecinos que no comulgaban con Mary, con aquella mujer que parecía estar de vuelta de todo y de cuyo pasado no se sabía nada, pero a su vez había logrado recolectar a un grupo de fieles seguidores que frecuentaban, no ya su posada, sino su bar, aunque éste no ofrecía nada ilegal, en contra de lo que creía la opinión popular.

Eran los Drumm, mucho mejor vistos en el pueblo -y un matrimonio de taberneros de lo más campechano, todo había que decirlo- quienes sí poseían un pequeño cuartucho en la trastienda donde uno podía deleitarse con un buen trago de bourbon o un vaso de delicioso whisky. Pocos en el pueblo conocían la existencia de ese extraordinariamente reducido speakeasy, pero Ennis y tú habíais sido dos de sus más asiduos clientes.

-No sé si lo mantendrán tras su muerte- comentaba Mary mientras encendía su quinto cigarrillo de la tarde. Mary fumaba como una carretera y su figura desprendía olor a chimenea- Ennis ya no podrá beber más, y tú te has reinsertado, respetando la ley como un señorito de la alta sociedad. ¡Al carajo el negocio de la trastienda!

Cómo había podido enterarse Mary era un misterio. Pero claro, Mary siempre parecía enterada de todo. Ni medio año en el pueblo y ya sabía más secretos que personas que llevaban en él toda la vida. ¿Quién le habría contado lo de el cuartucho de los Drumm? Imposible de saber. Mary gozaba de un gran número de asiduos masculinos a los que gustaba de entretener con su campechana y cínica visión de la vida.

-En fin, como te decía antes de servirte el zumo, me has pillado por los pelos- una calada densa y larga al cigarrillo interrumpió el caudal de palabras que salía de aquella boca de gesto despreciativo- Pensaba cerrar la posada un rato y acercarme a la casa de los Ennis. No es que tuviese mucho trato con Henry, no más allá del que proporciona una noche de feliz revolcón, pero supongo que si no me dejo caer por allí más de uno pedirá mi cabeza. ¿Tenías la intención de subir también? Creo que alguna que otra noche de copas en el speakeasy habíais compartido, así que supongo que tenías cierto grado de amistad con él. Te digo todo esto por si te hace acercarte conmigo a la casa...

No se equivocaba. ¿Amigos? No, quizás tanto como eso no, pero sí cierto aire de camaradería se había establecido entre Ennis y tú. Cuando añorabas la alocada vida de Nueva York, cuando sentías morriña por las juergas y las fiestas, siempre se podía contar con Ennis para escabullirse un rato rumbo a la taberna de los Drumm con la intención de echar un buen trago. Sí, había sido un hombre amable, comprometido con las causas más nobles... Y un tipo con el que se podía tomar una copa. ¡Lástima haber tenido que hacerlo en la clandestinidad!

No había más clientes en el bar de la posada y el silencio era total. Mary vestía de negro, pero aquel traje que en una mujer como por ejemplo Greyson, la profesora, habría parecido elegante, en Mary denotaba vulgaridad por los cuatro costados. Sí, Mary era vulgar, extraordinariamente vulgar... ¡Pero era divertida, pardiez! Una de las pocas mujeres con las uqe un hombre podía sentarse a charlar como haría con cualquier otro varón.

 

Notas de juego

Cuidado con el marcado de los destinatarios. De momento estás tú solo en tu intro :P

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02/10/2013, 14:09
Richard Ambler

De casualidad nada, escuche a uno de tus habituales quejarse, asi supe que no había nadie y que podría estar solo. -Miró a Mary con expresión cansada y ojerosa.

 

Le echaré de menos. Siempre me apoyó y estuvo a mi lado, incluso cuando otros muchos no lo hicieron, incluídos mis padres. En cierto moddo se puede decir que parte de mi éxito se lo debo a él.

 

Más que deprimidos, yo iría desesperaddos. Entre Enni y yo creo que llegamos a aportarles la mitad de sus beneficios- Dijo mientras sonreía – Tal como dices Enni ya no podrá seguir bebiendo, al menos aquí abajo, arriba es posible que siga haciéndolo, pero yo, aquí abajo dejo de hacelo- Dijo abriendo los brazos en una postura que le recordaba al Jesucristo que había en la iglesia.

 

No te rías, se que cuesta de creer, ni yo mismo me lo hubiera creeído si alguien me lo hubiera dicho, pero es cierto. El éxito te abre las puertas a un mundo donde eres coronado como un dios y, con sólo alargar la mano, tienes dinero, fiestas, alcohol, coches, casas, hasta las mujeres más hermosas caen rendidas a tus pies. Decidí dejar ese puesto antes de que acabara como Dorian Gray. Así que aquí me tienes -diciendo esto levantó el vaso que contenía su refresco- Soy un nuevo yo, abstemio, divertido- Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro-, misterioso... - alargó su vacia mano izquierda hacia Mary y un instante después había en ella una rosa roja- y algo pícaro – Dijo guiñandole un ojo.

 

-Yo también iba a acercarme a la casa. Vayamos los dos.

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02/10/2013, 22:58
Barney Drum

Ennis había muerto. Aquel ridículo progresista, el de la lucha por una sociedad igualitaria para hombres y mujeres, para blancos y negros, para ricos y pobres, había dejado este mundo terrenal. ¡Adiós a los utópicos sueños de aquel excéntrico y disparatado hombre, de aquel progresista que, en el fondo y a pesar de todo, había llegado a caerte bien!

Puede que el tipo tuviese la cabeza llena de pájaros, pero nadie podía negar el atractivo de su persona. Ennis había hechizado a todo el mundo a su alrededor, hombres y mujeres, y tú no habías sido la excepción. Hasta la gente que no podía soportarle reconocía que Ennis tenía algo mágico, enigmático, algo que emanaba de su persona y que te atraía irremediablemente hacia él. En tu caso lo había conseguido de una forma un tanto peculiar: demostrando cuán talentoso era jugando al bridge.

Y ese fue el primer pensamiento que se te vino a la mente cuando te informaron de la muerte de Ennis. "Se nos acaba de ir un magnífico jugador de Bridge. ¿Dónde podremos encontrar a otro igual que pueda ocupar el espacio vacío que nos va a dejar en la mesa?". ¿Acaso habías banalizado la muerte de Henry? ¿Acaso tan poco te importaba como para no poder extraer otra conclusión más que la de que habíais perdido a un excelente jugador de cartas? No, había algo más profundo que todo aquello, subyacente, latente. Casi te negabas a reconocerlo porque nunca habrías admitido que Ennis era fascinante, pero el caso es que aquel idealista absurdo y dicharachero había logrado caerte simpático. ¡Sí, por fin lo habías reconocido! ¡Habías simpatizado con él y le habías tomado cierto cariño, como los demás! Claro que nadie tenía que enterarse de ello...

Todos estos pensamientos fluían en tu mente mientras te arreglabas el nudo de la corbata con la intención de subir a la casa Ennis a presentarle los respetos a ese bombón quinceañero que Henry tenía por hija y a la que había dejado huérfana. Todo el pueblo había ido subiendo a lo largo de la jornada previa al funeral, y tú no ibas a ser menos.

Cerraste la puerta de casa y viraste rumbo a la comisaría. Quizás Maurice aún no hubiese subido y accediese a acompañarte. De todos modos, siempre resultaba buen momento para visitar la diminuta comisaría del pueblo, tu antiguo lugar de trabajo.

Mientras te disponías a entrar en el edificio policial, sentiste una risa a tu espalda.

-Me temo, Rupert, que no encontrarás a nadie en casa. Maurice ha ido a la costa a hablar con uno de los negros amigo de Ennis, y Julian salió hace un rato, engalanado a más no poder. Me da que lo encontrarás rondando la casa de la rubia de piernas interminables, ya sabes, la "estrella" de cine.

Barney estaba cómodamente apoyado en dos inmensas cajas con emparedados y botellas de refresco. Fumaba un cigarrillo sin mostrar prisa alguna.

-Me gustaría saber dónde demonios se ha metido ese atolondrado de Daniel. Me dijo que regresaría en un instante para ayudarme a subir estos cajones a la casa de los Ennis. Apenas quedan emparedados que ofrecer a los vecinos, y a este paso vamos a tener que ofrecerles agua del grifo. ¡Este chiquillo mío tiene menos cerebro que un arenque!

Los Drumm regentaban la taberna del pueblo. Eran un matrimonio regordete, bonachón, simpático y extraordinariamente dicharachero. Barney solía ofreceros su local para jugar al bridge e incluso alguna vez se unía a vosotros en sus ratos libres, aunque era un jugador terrible.

-¿Cómo estamos de músculo, agente?- arrojó el cigarrillo y te dio un par de palmaditas en la barriga- Iba a pedirte que me ayudaras a cargar con una de estas cajas hasta la choza Ennis, pero no sé yo si tan viejo jubilado estará ya para tales trotes- se rió a mandíbula batiente. Barney siempre estaba bromeando, incluso en las situaciones más tristes era incapaz de mantenerse taciturno. Lo mismo sucedía con Lois, su oronda esposa.

Notas de juego

**Recuerdo que me dijiste que tu PJ habría de ser algo racista, así que he escrito en consecuencia :)

Cuidado con los destinatarios, de momento estás tú solo en tu escena con un PNJ.

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02/10/2013, 23:50
Georgette Greigson

No es que hubieses mantenido una estrecha relación con Ennis, ni mucho menos. Apenas había habido tiempo para tal cosa, pero no podías evitar haber caído en la misma fascinación que todos los demás habitantes parecían haber sentido por el difunto. A sus casi sesenta años Ennis había sido un hombre aún atractivo y con una personalidad arrolladora. Siempre pensando en los más desfavorecidos, siempre luchando por todas y cada una de aquellas causas que él consideraba tan justas...

Nunca habías conocido a nadie que se hubiese preocupado tanto por el bienestar de la gente de color. Entraba en sus casas como uno más, los invitaba a su espléndida mansión con la misma alegría con la que habría invitado al presidente de los Estados Unidos... Algunos lo tildaban de excéntrico idealista, y para otros muchos Ennis era un visionario, un salvador, casi un héroe. ¡Había luchado tanto por los más desfavorecidos! Se decía que si los más pobres del pueblo ya no debían penar para poder llevar un plato a la mesa, había sido gracias a él. Sí, Ennis era un gran hombre, y como tal había que honrar su memoria. Era evidente que había que dirigir los pasos hacia la mansión de los Ennis para darle el pésame a la jovencísima hija de los Ennis, aquella muchachita de rostro de porcelana y gélida mirada.

Allá te encontrabas, en tu bella casita, frente al espejo intentando arreglarte lo mejor posible para presentarte convenientemente ante la hija del difunto, alguien llamó a la puerta. Al abrir te encontraste con el rostro de mirada siempre triste de Georgette.

-¡Oh!- dijo, al ver que aún no te habías puesto zapatos ni abrigo- Espero no llegar demasiado temprano.

Y no lo había hecho. Habíais quedado a las cuatro para subir juntas, y apenas faltaba un minuto para escuchar el repiqueteo de las campanas de la iglesia. Te apresuraste a tomar el abrigo y a calzarte un par de espléndidos zapatos nuevos y, tras tomar el bolso, cerraste la puerta, caminando rumbo a la vivienda de los Ennis junto a la tímida y extraordinariamente educada profesora de primaria.

¡Pobre Georgette! Desde que su prometido arqueólogo había partido de expedición, todo el mundo se había apresurado a colgarle el sambenito de adúltera. Apenas había una sola persona en el pueblo que no creyese que la joven maestra era una desvergonzada ligera de cascos, y en realidad no había nada más diametralmente opuesto a esa imagen que ella. Todo se debía, desde luego, a las aproximaciones a la muchacha que habían hecho tanto el difunto Ennis como el atractivo y joven policía, Dos Passos, pero bien sabías por su propia boca que ella había rechazado las atenciones de ambos, consagrada en cuerpo y alma a su ausente prometido.

-Es extraño pensar que Ennis pueda haber muerto, ¿no crees? Era tan... ¿Cómo definirlo? ¿Especial? ¿Único? En estos momentos, y por mucho que me haya entristecido su cautelosa persecución cuando mi Anthony se fue de expedición a Honduras, soy incapaz de recordar nada de Henry que no fuese positivo. El pueblo lo va a echar mucho de menos.

Resultaba curioso que lo mencionase, porque tú también eras incapaz de recordar nada malo del hombre. Incluso aquel episodio que nadie sabía, que a nadie habías contado, parecía menos serio ahora que él se había ido. Aún recordabas sus palabras, su rostro cerca del tuyo... "Vamos, Vivien, solamente cenar. No hay nada malo en ello...". Sí, aquella noche acudiste a la casa de los Ennis tras encontrar a Lucinda bajando por el sendero a buscar al doctor. Un breve vistazo al paciente te dejó claro que no se trataba más que de un ligero acceso de fatiga por una jornada maratoniana, demasiado para su delicado corazón. No hizo falta la visita del médico, tu ayuda fue más que suficiente. y cuando Lucinda se retiró, fue cuando comprobaste la faceta más seductora y desconocida de aquel hombre. "Vamos, Vivien. Solamente cenar. No hay nada malo en ello...".

-¡Mira!- Georgette te hizo regresar al presente, a la realidad inmediata- A la puerta de la casa de Alice. Allí está Dos Passos haciéndole la corte a la actriz de piernas largas. Hacen buena pareja, demasiado guapos los dos, ¿no crees? Aunque siempre pensé que Julian sería para ti. Es un buen chico, algo fatuo ahora que es agente de policía, pero se le pasará. Maurice siempre me dice que su nuevo agente es un tanto atolondrado y que está muy verde, pero seguro que con el tiempo cambia la cosa.

Notas de juego

Por supuesto, lo que sucediese aquella noche, que te quedaras o no, es cosa tuya. Si así fue, fue historia de una noche. Y si no te quedaste, ni eso ;P

Cuidado al marcar, que ahora mismo en tu escena estás tú sola con un pnj.

 

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03/10/2013, 01:38
Rupert Gallagher

Rupert asintió a las palabras del siempre jovial Tabernero, en otro tiempo, le hubiera echado una mano, pero no aquel día, no con la ropa limpia. 

Me temo que los dos sabemos que no puedo estar cargando con tus bártulos de un lado para otro. Y si Ennis está muerto, y la gente tiene que beber agua de grifo, pues que así sea. 

Yo que tú me preocuparía de encontrar a tu muchacho, antes de que se meta en algún lio

No lo decía a malas, aunque reconocía, que en ciertos momentos, como hoy, los comentarios bien intencionados del señor Drum no le caían del todo bien. 

Respiro hondo, y dispuso sus pasos calle arriba. 

Aunque su mente en realidad iba calle abajo. Hacia la costa. Preguntándose, que demonios tendría que estar haciendo su antiguo compañero preguntando en los muelles. 

Saco cuentas rápidamente de que había un protegido, un moreno, por llamarlo de manera fina, que Ennis tenia trabajando allí. Incluso creo que le enseño un poco a jugar al Bridge. Era una locura, pero así era ese rico pomposo. 

Nunca pretendía sacar conclusiones precipitadas de nada, pero había sido demasiado tiempo policía para saber, que las cosas no pasan porque si. 

Ahora la duda que tendría hasta ver el cadáver era la de siempre. Muerte natural, o asesinato. Y por su bien, ojala fuera la primera, la segunda solo podría traer desgracias a aquel pueblo.

 

Yo que tú me preocuparía de encontrar a tu muchacho, antes de que se meta en algún lio. 

No lo decía a malas, aunque reconocía, que en ciertos momentos, como hoy, los comentarios bien intencionados del señor Drum no le caían del todo bien. 

Respiro hondo, y dispuso sus pasos calle arriba. 

Aunque su mente en realidad iba calle abajo. Hacia la costa. Preguntándose, que demonios tendría que estar haciendo su antiguo compañero preguntando en los muelles. 

Saco cuentas rápidamente de que había un protegido, un moreno, por llamarlo de manera fina, que Ennis tenia trabajando allí. Incluso creo que le enseño un poco a jugar al Bridge. Era una locura, pero así era ese rico pomposo. 

Nunca pretendía sacar conclusiones precipitadas de nada, pero había sido demasiado tiempo policía para saber, que las cosas no pasan porque si. 

Ahora la duda que tendría hasta ver el cadáver era la de siempre. Muerte natural, o asesinato. Y por su bien, ojala fuera la primera, la segunda solo podría traer desgracias a aquel pueblo.

 

Notas de juego

Go!

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06/10/2013, 20:12
Vivien Hayworth

Aquel era un día triste, el pueblo había perdido a un gran ciudadano y todos lloraban su pérdida, Vivien estaba en su casa preparándose para acudir al funeral y mostrar sus respetos a la familia de Henry Ennis. Estaba un poco justa de tiempo, pero se acicaló lo más rápido posible, ya Georgette la había ido a buscar y no quería llegar tarde. 

Sabes que no es mi tipo Georgette, nunca lo fue - dijo a Georgette respondiendo a su ultimo comentario con una breve sonrisa.

Ya estoy lista, vayámonos- había tardado solo cinco minutos en terminarse de arreglar. Tras un suspiro prosiguió - Era un gran hombre, yo tampoco recuerdo nada malo de él, seguro que sus buenas obras tapaban la pocas imperfecciones que tendría. - Vivien recuerda aquella noche en la que había ido a reconocerle en lugar del doctor...seguro que a más de uno engatusaba con aquella frase...pero no a ella, que hizo su trabajo y marchó a casa. Vivien era respetuosa con esas cosas, no le gustaba mezclar el trabajo con el placer y menos con una persona tan importante y con familia.

Pero todo eso ya pasó y ahora él ya no estaba. 

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08/10/2013, 10:50
Alice Whitman

Alice examinó de arriba a abajo al policía con descaro.

-Vaya Julian que elegante. Puedes acompañarme, pero espero que Georgette no se ponga demasiado celosa.- Replicó con una pícara media sonrisa.

Volvió a mirarle disimuladamente, de reojo, satisfecha con su buena planta. Cerró la puerta de la casa, se puso unos guantes negros de algodón y esperó a que el policía le ofreciese su brazo.

 

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14/10/2013, 18:03
Julian Dos Passos

Ibais tranquilamente paseando rumbo a la casa Ennis, en un cómodo silencio rara vez interrumpido más que para las habituales preguntas de rigor: "¿Cómo está tu padre?", "¿Mucho trabajo últimamente en comisaría?", y similares.

A los escasos minutos de pausado trayecto, Dos Passos alzó su brazo y saludó a dos muchachas que ascendían el camino a poca distancia de vosotros, ambas de punta en blanco.

-Mira atrás. Ahí vienen Georgette y Vivien. Podemos subir los cuatro juntos, si te parece bien.

Georgette era la otra destinataria de las no muy discretas atenciones de Dos Passos. Siempre te preguntabas cómo una muchacha tan bonita podía ser al mismo tiempo tan sumamente aburrida. Aunque por algún extraño motivo que desconocías, parecía ejercer cierto magnetismo con los hombres, máxime ahora que su prometido, el eminente arqueólogo Anthony Baldwin, se hallaba lejos, de expedición en la Honduras Británica.

Por su parte Vivien era todo lo contrario. Fea como el demonio, pero pizpireta y muy trabajadora. Un diablillo simpático, o esa era la fama que se había ido ganando con el paso de los años. Además era una joven muy capaz, pues se ganaba la vida y además vivía sola, sin la ayuda de ningún pariente que se ocupara de ella.
 

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14/10/2013, 18:11
Georgette Greigson

Ascendíais el trayecto a cierta distancia de Dos Passos y Whitman, pero al cabo de un rato éste se percató de vuestra presencia y, ofreciendo la mejor de sus sonrisas, alzó un brazo, saludándoos enérgicamente.

Los dos se detuvieron, como esperando vuestra llegada. Parecían ir de punta en blanco, rumbo a la casa de los Ennis.

-¡Oh!- Georgette se llevó la mano a la boca en señal de sorpresa- Parece ser que están aguardando por nosotros. Podemos subir los cuatro juntos. Quizás así dé menos reparo el tener que darle el pésame a Lucinda. Es tan... Fría. Pese a lo joven que es, siempre logra que me sienta intimidada. Nunca sé qué decirle.

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14/10/2013, 18:15
Julian Dos Passos

El joven agente de la ley sonrió cuando Vivien y Georgette les dieron alcance. Sin titubear ni por un instante, tomó la mano de las dos jóvenes y las puso en línea, junto a Alice, soltándolas e incitando al pequeño grupo a avanzar junto a él.

-Hoy voy a ser la envidia de todo el pueblo- decía, tratando de romper el hielo. Acudir a darle el pésame a una huérfana siempre era una situación desagradable y Julian trató de deshacer la tensión bromeando un rato, al menos hasta llegar a la casa, donde volvería a adoptar un papel acorde a lo que se esperaba de él- Es mi deber como agente el acompañarlas a la casa, señoritas- se retiró el sombrero en señal de respeto y volvió a colocárselo mientras fingía una seriedad que su socarrón rostro desmentía al instante- Tanta belleza junta puede provocar desmayos entre nuestros lugareños. Pero que conste que lo hago expresamente por ello, y no por el placer de tan grata compañía- os guiñó un ojo, haciéndoos partícipes de su broma.

-Hoy ha subido mucha gente a la casa Ennis. En toda la mañana no cesó de pasar gente vestida de gala por delante de comisaría. Me pregunto si aún quedarán muchos vecinos por hacer la visita de rigor. Mañana es el funeral. No sé cómo vamos a caber todos en la iglesia del pueblo.

 

Notas de juego

Ahora mismo, Alice y Vivien, estáis en la misma escena.

Con vosotros están Julian Dos Passos y Georgette Greigson. Para más información sobre cada PNJ y PJ, consultad la escena de personajes, en donde hallaréis una reseña sobre cada PJ y PNJ con que os vayáis topando.

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14/10/2013, 18:46
Maurice Talbott

Maurice desdeñó la disculpa con un grácil gesto de su mano derecha.

-No es necesario disculparse, en absoluto. Lo comprendo perfectamente. Yo también me hallaría presa de ese mismo desasosiego si me encontrase en tan desagradable sensación.

Se puso en pie, colocándose su viejo sombrero sobre su canosa cabeza. En un par de lentas zancadas de sus largas y desgarbadas piernas llegó a la puerta de tu humilde hogar.

-No se preocupe, Charles. Tiene mi palabra de que me hallaré por la casa, vigilando. Voy a subir ahora mismo, con fingido disimulo, para encontrarme en situación cuando ascienda a dar el pésame.

Tras estrecharte la mano como a un igual, el bueno de Talbott salió de la casa y comenzó el largo ascenso hacia la fastuosa casa de los Ennis.

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14/10/2013, 18:50
Serena Lamb

Apareció por la puerta de la cocina, con los brazos en jarras.

-¡Valiente panda de amargaos estos del pueblo! ¿Qué les molesta que vayamos a onde nos plazca? Con to lo que nos ayudó ese blanco como pa no subí a darle el pésame a esa princesita que tiene por hija.

Pese a su evidente enfado, estaba radiante. El vestido era de segunda mano, pero estaba intacto y le iba como un guante. Si aquellos petulantes racistas tuviesen ojos en la cara, ninguno los apartaría de tan excelente ejemplar de mujer.

Llevaba un libro en la mano. Era aquel con el que Ennis la había estado enseñando a leer: Jane Eyre. Era muy complicado, demasiado, y sin embargo, pese a lo mal que aún se las apañaba para leer más de dos líneas seguidas sin trabarse, era incapaz de dejarlo. Leía y releía sus páginas una y otra vez. Con él había puesto por fin un pie en el mundo de la cultura, y ahora se negaba a apearse de él. Incluso su dicción, que aún dejaba muchísimo que desear, había mejorado con el paso de los meses, fruto de lo que se estaba aplicando para mejorar.

Posó el libro sobre el sofá y agarró bruscamente el único abrigo oscuro que tenía, ligeramente ajado.

-¿Estás listo ya? ¿Nos vamos p'allá?

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14/10/2013, 19:06
Mary Stone

Los dos salisteis de la posada, rumbo a casa de los Ennis. No había prisa alguna por llegar a la casa, el tiempo era agradable y aún podían percibirse algunos tímidos rayos de sol asomando entre las hojas de los frondosos árboles de la parte superior de la casa.

Ibais conversando con toda la tranquilidad del mundo cuando de pronto Mary elevó un dedo y comenzó a reír a carcajadas.

-Mira a ese gordo de Barney, cargando con dos pesadísimas cajas. Está allí, a unos cincuenta metros de la casa Ennis. Están encargados de proporcionar algo de picoteo y bebidas a todos aquellos que se aproximen hoy o mañana a la casa a presentar sus respetos a Lucinda. Pero me da que no va a llegar con vida a la vivienda.

Volvió a arrancar en sonoras carcajadas. A lo lejos, Barney percibió el sonido de la descarada risa de Mary y, resoplando, posó las cajas sobre el suelo, haciéndoos señas para que os aproximaseis. Mientras agilizabais el ritmo para darle alcance, el hombretón se sentó sobre una de las cajas llenas de botellas y extrajo un pañuelo del bolso, con el que comenzó a limpiarse la frente. El sudor corría a borbotones por su gordezuelo rostro. Las mejillas mostrábanse incandescentes a causa de tan tremendo esfuerzo.

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14/10/2013, 19:13
Barney Drum

-¡Maldita sea!- exclamó a modo de saludo, mientras jadeaba como quien acabara de recorrer una maratón- ¡Ese desagradecido de Rupert! El deber de un poli es ayudar a sus camaradas, ¿no? Pues heme aquí que le pedí que cargase con una de estas cajas y el muy bicharraco me desdeña para correr colina abajo a casa del amiguito negro de Ennis. ¡No llego a viejo cargando con esto! -dijo, señalando las pesadas cajas.

-¿No habréis visto a Daniel por casualidad? Ese hijo mío siempre anda escabulléndose en cuanto de trabajar se trata.

Poco a poco iba recuperando el aliento. Tomó una botella de refresco de la caja y lo apuró en apenas unos segundos. Por fin su rostro dejó de parecerse al de un bañista que hubiese pasado demasiado tiempo al sol y pasó a mostrar un color más normal. Su rostro también recuperó la sonrisa que caracterizaba su orondo rostro.

-A ver, ¿algún voluntario para ayudar a este pobre hombre a llevar una de estas pesadas cajas a la casa de la adorable huerfanita?

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14/10/2013, 19:19
Mary Stone

Una divertida Mary apuró una profunda calada de su cigarrillo antes de responder alegremente.

-A mí no me mires, que eres la competencia.

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14/10/2013, 19:33
Maurice Talbott

Tus pies ascendían rumbo a casa de los Ennis. No había prisa, pero aún así caminabas a buen ritmo, firme seguro de ti mismo.

En los alrededores se veían algunos vecinos deambulando por la zona, posiblemente rumbo a la gran casa de lo alto, todos con la misma intención: darle el pésame a la joven huérfana, la bonita pero extraña Lucinda Ennis.

Tus dispersos pensamientos se vieron sorprendidos por el sonido de grandes zancadas que se aproximaban hacia ti a ritmo de atleta. Al girarte viste a Maurice Talbott tratando de darte alcance. Por muy bien que tratase de conservarse, por mucho que se entrenase y se cuidase, aquel ritmo tan apresurado era demasiado para él, estabas seguro de ello. Te detuviste para permitirle darte alcance sin más esfuerzos por su parte. Ya no tenía edad para tales carreras.

-Me alegro de encontrarte, Maurice- no pudo evitar resoplar por el esfuerzo realizado. Sus largas y desgarbadísimas piernas adoptaron un ritmo más apropiado para ellas, algo que resultó en un visible alivio en el rostro de su agotado dueño- Vengo de casa del amigo negro de Ennis, ya sabes, Charles Liberty. Quería ponerlo sobre aviso.