Partida Rol por web

¡Cranck!

En la la Mano del Pesar las zona para 'acomodar' a los prisioneros eran celdas con paredes de acero cerradas por pesadas puertas de barrotes de hierro. El pasillo —de los mismos materiales— permanecía vigilado por un guardia armado, un hombre de casaca de cuero con su espada y  gran mosquete de chispa eléctrica colgado a su espalda. Un individuo de aspecto aburrido, que permanecía en la entrada de la zona de confinamiento leyendo alguna revista de aventuras. La Mano del PEsar estaba acostumbrada a alojar a prisioneros en su zona de aislamiento: contrabandistas, fugitivos, piratas de baja estofa. Gente fácil de manejar. Pero ¿cómo eran estos prisioneros?

El Capitán Hollas se había marchado para comprobar la matrícula del buque interceptado. Rutina... de momento. Porque cuando tuviese confirmación de radio ¡la sorpresa! Descubriría que había apresado nada más y nada menos que a Cyrus Vance, ¡el capitán pirata del Búho! Y la mujer que lo acompañaba era la fugitiva Natasha Syri, fugitiva de un matrimonio concertado escoltada por su guardaespaldas Naomi Bishop. Kale Arkam y Snargle podrían ser presas menores comparados con sus ilustres compañeros, pero no menos importantes si pretendían escapar de allí para poner en marcha el Búho y huir.

Porque eso iban a hacer ¿no? No creo que los lectores se esperen a la resignación de quienes protagonizan esta historia. Acerquémonos para saber que planean...

Habíamos sido capturados de la manera más estúpida, no pudimos huir rápido. Estábamos en un apuro enorme, en poco tiempo se enterarían que robamos la nave, !con lo que me costó engañar a media tripulación para que salieran a ver a las mujeres desnudas en el bar!, para luego hacernos con la nave y cobrar nuestra venganza. Vance lo hizo genial deshaciéndose de todos los que no hicieron caso y cuando partimos nos dimos cuenta que teníamos un buen aliado en Snargle, quien asegura que la nave es su hogar. Ni quiero pensar cuando consiga mujer y llene el lugar de montones de globlins mal hablados y gruñones.

Todo estaba muy bien, hicimos algunos negocios, y ahora simplemente teníamos que llevar a esta mujer hermosa y su más hermosa aún guardaespaldas a encontrarse con el pirata que le robo su corazón (y quien sabe que otra cosa, y no lo culpo yo también lo haría)

Lo bueno es que pagaron parte por adelantado, lo malo que gracias a esa misión estamos encerrados a punto de ser implicados con el pirata ese.

Algunos marineros dicen que tener mujeres en las naves es de mala suerte y estoy comenzando a pensarlo, aunque son lindas sí, debo decirlo, son jóvenes y agraciadas, ya quisiera yo usar mis herramientas con ellas, y Vance, mira a la prometida como si fuera carne de cordero, asunto que no quiero meterme. Nadie se mete en asuntos entre caballeros.

Todos estamos en esta prisión esperando a que vengan a buscarnos y nos metan a la cárcel donde no saldremos… ¿porqué no le cambiamos el nombre al navío?, pues porque costaba una pasta que no teníamos...

-Vaya maldita suerte, !Snargle te dije que pilotaras más rápido!

No podía dejar de recriminarle al goblin que nos cerraran el paso. Miraba los barrotes de la prisión mientras de reojo observaba todo.

-!Tenemos que salir de aquí!- miro a Vance primero y a los demás hablando muy bajo- sabes que si se enteran de quien es la nave nos van a hundir- digo alarmado tratando de ver hacia afuera para ver bien los movimientos de los guardias- es cosa de minutos que se enteren.

–¡Tragabuques! ¡Hijos de puta! ¡Malditos sacos de mierda orgullosos de vuestros pedos! –Naomi había bramado toda clase de improperios cuando fue atrapada junto al resto de los tripulantes del Búho. Decir que estaba cabreada se quedaba corto, no solo por lo atronador de su voz, sino también por las miradas asesinas que lanzaba, así como los escupitajos cada cuatro pasos. Y todo aquello, habiendo sido calmada previamente por Natasha para que disimulase y no organizase una carnicería con especialidad de carne imperial. Naomi se estaba controlando por su amiga. Y en realidad... le estaba saliendo bastante bien. Cuando las puertas se cerraron a su espalda con aquel característico golpe, los bramidos de la mujer se habían reducido a un bufido infernal. Un bufido al que el guardia tenía que estar más que acostumbrado, porque seguía leyendo la revista de marras.

Furiosa, Naomi apretó las manos la una contra la otra, para sentir como si alguien le estuviese estrechando la mano a ella, dándole apoyo. Hasta que Lady Blackbird la compró, nunca había tenido nadie en quien apoyarse, y aquella técnica siempre le había dado resultado, tardase más o menos tiempo en hacer efecto. Pero ahora ni siquiera tenían tiempo para esperar. Kale tenía razón...sería cuestión de minutos que los descubriesen

–O arranco uno de estos barrotes y se la estampo a ese mamón en la cabeza o atraemos a ese mamón, le cojo la cabeza entre los barrotes y se la arranco. Cualquiera de esas dos cosas me vale– gruñó intentando no levantar mucho la voz.

Prácticamente desde que habían sido lanzados a aquella celda el capitán pirata se había mantenido en silencio, con las piernas cruzadas en posición de loto y los ojos cerrados, pensando en qué diantres podía hacer para arreglar aquel entuerto. Podría estar dando una imagen despreocupada, pero se encontraba realmente nervioso y trataba de canalizar esos nervios en hacer que su mente ebulliera de planes, algunos (más bien todos) tan absurdamente locos que les matarían más pronto que tarde.

Al final chasqueó la lengua y abrió los ojos, crujiendo los huesos de su cuello para desentumecerlo. Ya no tenía más tiempo para hipotetizar aquello y pasó la mirada por el grupo, escuchando las inquietudes de su primer oficial.

—Si no hacemos algo, efectivamente, acabaremos en otra celda como ésta pero más pequeña y seguramente acompañados de un tal Silas que hará prácticas de fuerza con nuestra espalda. La única manera que tenemos de salir es birlarle las llaves a ese guardia, si es que las tiene, ¿no?— preguntó el capitán mientras se mesaba el mentón con la mano—. Siempre puedo fingir que me da un ataque... yo que sé, un ataque de algo y pedís que el guardia se acerque.—

Miró ahora al goblin, inclinándose un poco hacia él. —¿Recuerdas lo que hicimos cuando nos atraparon aquellos bandidos de Puertoumbrío? Podrías hacerte pequeño como entonces para colarte entre los barrotes y esconderte en otra celda hasta que se acerque, ¿no?—

El grupo estaba sopesando como salir de aquella ratonera. El guardia permanecía ajeno a sus planes, al fondo del pasillo junto a la puerta, sentado en un taburete leyendo aquella revista absurda. Los ignoraba porque no sospechaba el nivel de su desesperación, por eso quizás ni siquiera los miraba.

Kale mientras escuchaba a la guardaespaldas  hablar con palabras  tan gruesas se rió en su interior pensando en lo que le gustaban las chicas duras. Pero no era momento para hacer el idiota.  Era evidentente que ellos tenian que salir. Por tanto mira de reojo a Vance y le pica el ojo, justo cuando se toca el pelo y saca una ganzua.

Por fin había saboreado la libertad... para terminar al poco metida en una celda. Claro, que mantener a Naomi en sus cabales la había tenido bastante ocupada. Estaba rabiando interiormente y habría acompañado a Naomi en sus exabruptos de no ser por su esmerada educación para mantener sus sentimientos a raya. Aunque eso no había librado a los guardias de que les dedicara tiernos epítetos cuando la empujaron más de lo que ella consideraba aceptable. Lo más difícil fue retener la mirada gélida que sólo una noble podría dedicar a seres inferiores como aquellos, pues la habría delatado de inmediato, o al menos puesto sobre la pista a los desgraciados que se interponían entre ella y su destino.

Observaba a sus compañeros y, reteniendo un suspiró, se acercó a Naomi y Cyrus. Escuchó lo de la pantomima y no le pareció mala idea. Sólo que...

—¿Y si soy yo la que se pone enferma? Os aseguro que soy una experta en esas lides. Me he librado de muchas clases de protocolo con esas estratagemas y de alguna fiesta asquerosa también. Poseo una técnica muy depurada y, por estadística, es más probable que el guardia acuda a atenderme a mí que a ti- dijo guiñando un ojo y señalando sus muy femeninos atributos. Luego se encogió de hombros antes de añadir-. Si os parece bien, claro. Y Naomi, deja que se acerque bien antes de saltarle encima, ¿vale? 

El capitán escuchó la sugerencia de Natasha y lanzó un suspiro resignado mientras asentía. ¿Por qué le costaba tanto negarle algo a aquella mujer? Se sentía especialmente idiota. –Vale, vale... Pero dejad que Snargle salga si quiere, quizá el guardia no se acerque tanto como esperamos y necesitemos a alguien que le empuje.–

—¡Malditos desgraciados, sacos de pulgas, engendrros del imperrio!- el goblin pataleó enfurecido en el momento en el que lo metieron en aquella infecta celda. 

Estaba verdaderamente enfermo de rabia. 

—¡Podrría Snargle haber ido más rápido! —le goblin a Kale. Era una criatura curiosa, cuanto menos. Con un genio enorme y una mecha para encenderlo bastante más corta que su ya de por si corta estatura. —Perro si yo conducir más rápido, mi nave amada se hubierra ido a los infiernos. ¡Y antes me hubierra ido yo!

El mero hecho de pensar lo que podían estar haciéndole a su querida, adorada, apreciada e idolatrada nave hacía que el goblin se encendiese como una turbina. Por supuesto, los quería a todos y le tenía bastante cariño a toda la tripulación, pues trataban a su nave de maravilla. Aunque eso de su nave era muy relativo, pues el goblin no recordaba cuando había entrado en ella por primera vez. Era ya como una especie de mueble dentro de la misma. 

No pudo evitar sonreír, casi divertido, cuando aquella guardaespaldas entró en la celda a empujones. Desde el primer momento le había caído bien. Seguramente por su carácter ardiente. 

—Está bien, yo harré, ¡yo harré como siemprre! -dijo malhumorado para ponerse manos a la obra.

La decisión era clara, al igual que el plan. Hacerse pequeño, escabullirse a otra celda y aprovechar la sorpresa para empujar al guardia. Haría lo que fuese necesario por su nave. 

Mientras Snargle se preparaba para su hechizo Kale sacó la ganzúa de entre su pelo. ¿Acaso no era un grupo adorablemente predispuesto a las fugas? Probablemente esta sería una de esas historias que se contarían en los bares de islotes a la deriva, exagerando en cada vuelta las proezas de cada cual.

Kale le hace señal a los demás para que se callen,  de manera silenciosa, y tratando de ser sigiloso para que el  guardia no los pille,  usó la ganzua, metió en la cerradura  ese pedazo de metal  (que ha usado para abrir puertas en varias de sus aventuras) para tratar de manipular la puerta de la carcel .

Kale era bastante diestro en robar, y  sabía bien abrir una puerta, pero en este caso debian escapar, llegar a la nave y salir cagando leches.

Luego de unos pequeños y leves movimientos Kale sintió que la cerradura cedió a la ganzua. La puerta estaba abierta.

-Voilà

La puerta esta abierta, ahora era necesario encargarse del guardia- pensó.

Kale sonrió complacido aunque por prevención no  abre la puerta todavía. Pensó que podrían engañar al guardia, hacerlo pensar que se encontraban encerrados y dejarlo  inconsciente meterno en la propia prisión.

–Espera, renacuajo– No quedaba muy claro si aquel epíteto era para el goblin o para el ladrón, pero no cargaba mala intención. Tan solo mala uva con la situación.  La mujer apoyó un brazo en cada uno de ellos para inclinarse a mirar mejor. Sonrío. Aquello parecía complicado.– Podríamos atraerlo...o ir hacia él. Lo primero puede ser difícil. No somos importantes así que se la traerá al fresco que nos dé un ataque. Lo he vivid....visto antes.

Naomi tenía claro que opción prefería. A pesar de lo que pudiese parecer, era más que un montón de músculo y agresividad. Cuando quería, sabía deslizarse como un gato. La guardaespaldas achinó los ojos calculando la distancia. El vigilante estaba cerca, pero armado. Sin embargo, no parecía muy avispado. Sería fácil deslizarse hacia él, siempre que las puertas no hiciesen mucho ruido y dejarlo inconsciente antes de que se enterase de que pasaba. Y si lo hacía, Naomi estaba segura de poder desarmarlo antes de que llegase a tocar el mosquete. 

–Está tirado– murmuró negando la aparente realidad y dando un golpecito en los hombros a sus compañeros antes de separarse. La joven se volvió hacia Lady Blackbird– Ni se dará cuenta... Eso sí, debemos estar preparados. Si esas puertas hacen el más mínimo ruido poneros todos a pelear como locos a grito pelao para taparlo.  

Parecía que la gladiadora estaba dispuesta a tomar la iniciativa. Después de todo ¿no era su trabajo garantizar la seguridad del grupo? Claro que lo era, pero era también una excelente disculpa para ejercer la violencia a la que estaba acostumbrada. Aunque en aquel caso intentaría no ser letal.
 

Con cuidado, Naomi abrió la puerta y se dirigió hacia el guardia, que seguía leyendo aquella estúpida revistucha. Momentos después, la imponente mujer estaba frente a él, con fuego en los ojos y una sonrisa en la cara. Sin mediar palabra, le agarró la cabeza y la estampó contra la mesa con fuerza, para dejarlo atontado antes de quitarle el mosquetón. Una vez desarmado, estrelló al pobre hombre contra la pared.

–Una palabra y metó la revista hasta la garganta, escoria– gruñó antes de arrastrarlo como un saco hasta la celda, donde sus compañeros esperaban–. Será mejor que le amordacéis o algo para que no empiece a chillar. Podemos atarlo con su propia camisa. ¡Ah! Y toma. Seguro que te va bien con esto.

La mujer lanzó el mosquetón a Cyrus. Estaba segura de que, gracias a su "antiguo entrenamiento", podría usarlo a la perfección.

Mientras se planteaban cómo llevar a cabo aquel preparadísimo plan, Cyrus comenzó a ojear desde su posición cómo estaban colocadas el resto de celdas, también calculando cuál podría ser su alcance para agarrar al tipo através de los barrotes, lo que podría haberle movido Snargle con el empujón y cómo podrían cachearle con rapidez, haciendo que no gritase.

—¡Lo tengo, ya sé cómo...!— escuchó el sonoro pum del careto del guardia contra la mesa y enarcó una ceja mientras veía a Naomi arrastrarlo hacia ellos—. ¡Eh, ese no era el plan!

Chasqueando la lengua no sin cierto fastidio al haberse aguado sus intentos de ser más listo que otra persona. —No soporto a los brutos.—y entonces se puso tieso como una estaca—. ¿He dicho eso en voz alta...?

El mosquetón casi le golpea la cara al estar más ocupado en sus propias quejas internas e hizo un poco el ridículo al agarrarlo, pero sorprendentemente en cuanto lo tenía sujeto comenzó a hacer una serie de rápidas comprobaciones en el mismo: cañón, munición disponible, posibles desviaciones en el disparo y el propio equilibrio del arma. Estaba claro para cualquiera que la guardaespaldas no se equivocaba al decir que le iría bien con aquel mosquetón. —Me gusta más disparar con pistolas, son más pequeñas, versátiles y fáciles de esconder... pero esto tendrá que valer.

—Snargle, Kale, atadle las manos y las piernas a los barrotes de la celda. El resto iremos a la puerta y otearemos qué hay fuera... creo que salir de aquí a las bravas será muy peligroso, así que llevemos cuidado.

Snargle no pudo evitar sonreír cuando vio a la guardaespaldas soltar semejantes leches al guardia imperial. Aquello había sido espectacular, y no pudo mirar a su capitan y dibujar una sonrisa divertida. 

—Va a ser mejor que no la enfademos —comentó mientras afirmaba con la cabeza. 

Al goblin le gustaba actuar, bien o mal, peor actuar y rápido. Además, su amor mecánico no podía esperar demasiado, por lo que había prisa. 

—Hecho —dijo el goblin con una sonrisa pícara en el rostro mientras se ponía manos a la obra. —Por favor, tenemos que recuperrad la nave rápido. Como le hayan hecho algo juro que me cagarré en vuestrras muelas durrante toda la eternidad. 

–¿Y cómo lo harás? ¿Subiendo a una escalera?– bromeó Naomi guiñando un ojo al goblin antes de quejarse a Cyrus por su comentario–. Oh venga ya. Solo le he roto un poco la nariz. Y si luego le cuesta sumar dos más dos no será por el golpe.

Parecía que desahogarse le había sentado bien. Ahora Naomi estaba más tranquila. Incluso, dispuesta a escuchar planes que no implicasen golpear imperiales. Al fin y al cabo, escaparse sería para ellos como un puñetazo directo al plexo solar. Especialmente cuando descubriesen quienes eran.

–Vale. Lo importante es sacar a Natasha de aquí...y cuantos menos riesgos corramos, mejor. Por cierto, ¿podemos dejar a este tipo cerrado con llave además de atado y amordazado? ¿Podemos?– la mirada de la guardaespaldas se convirtió de pronto en la misma que tendría un cachorrito suplicando un trozo de pan. Solo lamentaba no poder ver las caras de quien descubriese que en lugar de aquellos presos tan importantes estaba un guardia inútil.

Las paredes eran de acero resistente por lo que, probablemente, el guardia no llegó a escuchar las amenazas de Naomi. En realidad era muy probable que ni siquiera llegase a saber que le había pasado cuando, horas más tarde, despertara totalmente inmovilizado en la celda en la que anteriormente estaban los prisioneros. ¡Y tardarían mucho en desatar los elaborados nudos que Snargle había hecho!¹

Vance sentía cierto resquemor por como se había resuelto la cosa pero al menos ahora tenía un magnífico mosquete de chispa eléctrica² imperial con el que abrirse paso. Naomi de momento se había hecho con la espada del individuo: un arma de equipamiento básico pero bien templada, como solía ser todo el equipamiento del Imperio³.

Así pertrechados, y mientras Snargle terminaba de inmovilizar a aquel pobre desgraciado, entreabrieron la puerta de la zona de contención. Unas escaleras ascendentes por las que subieron rápidamente antes de encontrar otra puerta de metal. Nuevamente entreabrieron y echaron un vistazo para encontrar uno de los conductos principales que probablemente recorrían la periferia de la Mano del Pesar. A intervalos regulares había antorchas de gas de leviatán que iluminaban el pasillo de metal. Aquel sitio sería enorme, contando con múltiples y laberínticos pasillos. A intervalos había compuertas de metal, la mayoría abiertas en tramos largos, pero que se podían cerrar si en el desagradable caso de que se produjese descompresión por un impacto de torpedo hubiera que compartimentar esa zona.

Allí estaban ellos: asomándose por la puerta que conducía a las celdas, contemplando uno de los corredores laterales de Mano del Pasar. Decenas de metros hacia la derecha y hacia la izquierda festonados cada cierto tiempo por una compuerta abierta y con pasillos laterales que se adentraban en la nave. Intentaban recordar donde estaba el hangar en el que descansaba el Búho pero les costaba recordar ¡aquello era un laberinto! Un poco más adelante, tras uno de los recodos formados por uno de los pasillos laterales, escuchaban dos veces hablando que se alejaban.

Antes de que Naomi aprovechara golpear al guardia a lo bruto, justo después de que Kale abriera la puerta esperando un magnifico plan de estrategia, en vez de agradecerle su labor, fue llamado renacuajo por la tontorrona golpea sacos de arena, y básicamente dejado ahí sin un mínimo reconocimiento. “Le mostraré que más puede hacer este renacuajo”- pensó no sin sentir algo de envidia por el botín que tenían sus compañeros. Ahora Vance tenía un arma, y Naomi una espada, y Kale tenía … su ego herido. Snargle había amarrado el guardia muy bien, y lo dejaron encerrado en la celda.

Y ahora Kale estaba tratando de recordar como demonios ir a la nave.

-Maldita sea, esto es un laberinto,¿alguien recuerda como llegamos aquí?- dijo mirando el pasillo que hay por delante- es una nave enorme, ojala podamos huir y evitar que nos sigan, lo único que se me ocurre es dañar algo, ¿qué opinas Snargle?…

Kale luego le dice a Vance

-No sé hermano, pero hay que ir con cuidado, en cualquiera de esas esquinas puede aparecer alguien, y hay que actuar con cuidado - dijo mirando a Naomi y a Lady Blackbird – no a lo bruto..

La sonrisa de satisfacción por el trabajo bien hecho de Naomi se pintaba en su cara, mostrando su orgullo por el gran trabajo de su amiga. Había preparado un conjuro para dormir al guardia si hubiera sido preciso, pero las narcóticas caricias de la guardaespaldas tendrían el mismo efecto. Se asomó y miró a ambos lados, tratando de hacer memoria, pero le costaba buscar puntos de referencia, al ser todo tan "homogéneo". Ladeó su boca en una mueca y comenzó a recitar unas palabras como si fuera un mantra:

—Si perdido estás, de vuelta atrás te llevará, al punto de partida regresarás. Si perdido estás, de vuelta atrás te llevará, al punto de partida regresarás. Si perdido estás, de vuelta atrás te llevará, al punto de partida regresarás...