Partida Rol por web

La bibliotecaria se encuentra en el interior del auto un tanto impaciente, pensando que tal vez no había sido buena idea dejar a la hermana de Herman a cargo de la situación debido a que no le veía pericia en la materia.

Es que incluso dentro de la paradoja que puede existir con Lucy misma, tampoco era la adecuada, pero había demostrado a base de hechos que detrás de una mujer que vive entre libros se encuentra una capaz de encontrar respuesta a sus interrogantes. 

Al punto tal de estar allí, en el lugar donde Larry Cotton se encuentra. Y mientras tamborilea con los dedos sobre el volante del coche, le dedica alguna que otra mirada al hijo de Crane. No quería dilatar tanto el tiempo, Daniel y Tom eran capaces de hacerse cargo.

Tom se levantó enfurecido debido a la forma tan sencilla, humillante incluso, con la que el viejo había conseguido evitarle. 

-¡Maldito viejo!

Furioso se levantó del suelo y comenzó a correr hacia él, que se dirigía hacia las escaleras.

Vaya mala bestia aquella que estaba acabando con todos uno a uno como si fueran chiquillos a los que estaba enseñando un poco de artes marciales. Se sabía inferior pues aunque había dado algunas clases de artes marciales no era un rival digno para aquel hombre de aspecto engañoso.

Se parapetó a un lado de la entrada donde buscaba ocultarse y pasar desapercibida. Entonces al cabo de varios muebles rotos empezó a escuchar los pasos frenéticos de quién corría por su vida.

—A ver si así...— fue todo lo que alcanzó a pensar, un pensamiento simplista que la empujó a asomar el pie con la intención de poner la zancadilla.

Quizás fue el aspecto engañoso de Shanon lo que pilló desprevenido al sorprendente Cotton, una jugada del karma nada sútil, pero aquella simple zancadilla puesta en el último momento tuvo el efecto buscado. El hombre tropezó y cayó rodando la primera parte de las escaleras. En ese mismo instante Tom se asomaba por la puerta hecho un basilisco. ¡Aquel viejo lo había dejado en ridículo!

Daniel, por su parte, se estaba incorporando con una sensación parecida aunque el ex-agente se las apañaba para mantener intacto su flemático gesto.

Pero no había tiempo que perder: Cotton, pese al golpe, estaba también intentando ponerse de pie. La mirada de Tom se fijó en la ventana lateral del descansillo cercana al viejo ¡que daba a la escalera de incendios! Si el viejo la alcanzaba podía ser un problema.

Viendo a Cotton a su alcance, escaleras hacia abajo, Tom se abalanzó sobre él sin pensárselo dos veces, dispuesto a caerle encima con todo su peso, así lo aplastase contra el suelo allí mismo. 

Daniel no era un tipo de barrio, donde el orgullo era igual de importante que la fuerza, donde no se permitían las faltas de respeto y la caridad cristiana de poner la otra mejilla era algo que se cambiaba por actos más propios del Antiguo Testamento.

En cambio, él tenía entrenamiento y había aprendido a trabajar en equipo, a desenvolverse en situaciones similares y coordinarse, por lo que sacó el teléfono nada más ponerse en pie y marcó el número de Lucy mientras echaba a correr tras aquel maldito viejo.

- ¡Está huyendo! - exclamó tan pronto notó que la llamada era tomada. - Posible huida por escalera de incendios, estate atenta.

El móvil de Lucy suena de repente irrumpiendo con aquel silencio que genera una incertidumbre atronadora, pero al atender la llamada, sus ojos se abren de par en par mientras un improperio sale de sus labios. Para su desgracia era consciente de que no podía hacer aquello, que no era la forma y también le sorprendía que tanto Tom como Daniel no pudieran con él. Al margen de ello. 

¿Shanon qué diantres estaba haciendo? Ya sobrepasa el límite de la fantasía.

Así que impulsada por la necesidad de no dejar escapar a este hombre, que al fin de cuentas le ha seguido el rastro durante todo el día y parte de la noche anterior, decide obrar desde su potestad. - ¡Herman! Cotton se está escapando. Discúlpame, pero que inútil es tu hermana. No puede ser que ahora tengamos que atraparlo nosotros. - bufa visiblemente ofuscada al salir del coche.

- Me acaba de llamar Daniel. ¡Saca el arma y cuando lo veas dispara! Este viejo no se va a ningún lado. - termina por decir irradiando una voluntad de hierro. No piensa rendirse, menos aún cuando ya lista para darle un empujón si es necesario a Larry, por si escapa de la intervención de Herman cuando intente huir del lugar. 

Todos habían salido escopetados con la intención de dar caza a su presa pero Shanon no iba apropiada para la situación: sus louboutin eran preciosos y nada baratos, pero estaban pensados para estilizarla y convertir sus pies en dos armas muy eróticas, no para salir de caza. Al final cabo ella era la presa, no la cazadora en aquel encuentro.

Así que en lugar de salir por la salida de emergencias, se decidió a ir por el camino más largo: por las mismas escaleras por las que había subido. Debía darse prisa para no quedarse atrás... Diablos, puede que aquel cabrón esperaba que nadie hiciera lo que hacía ella y se le ocurría huir en aquella dirección.

Por un momento todo apuntaba a que Cotton se lanzaría a la huida. Pero no fue así.

Tom cogió carrerilla y sin pensar en su propia integridad física se lanzó saltando el pasamano mientras volaba por encima del hueco de las escaleras. Cotton, por su parte, parecía dispuesto a atravesar la cristalera que daba a la escalera de incendios. Pero en su lugar se vio aplastado contra la pared cuando el enorme matón cayó sobre él como un león enfurecido. Shanon todavía estaba bajando el primer tramo de escalera mientras Daniel sostenía su móvil en la mano.

Acabo, Herman había recibido el aviso de Lucy y estaba ya preparando su arma mientras que la bibliotecaria había abandonado el coche para ir corriendo hacia la escalera de incendios para evitar la huida del objetivo a través de ella. Pero esto no fue necesario: Tom se alzaba ahora sobre el anciano que, inconsciente y desmadejado en el suelo, ya no parecía tan peligroso. De hecho si no lo acabaran de ver nadie se creería que aquel viejo los había puesto en jaque en cuestión de minutos.

Daniel se dio cuenta de que la vecina de enfrente había abierto su puerta para asomarse al escuchar el escándalo y contemplaba ahora aterrada la escena: un enorme negro de casi dos metros aplastaba inmisericórdemente a un anciano contra el suelo con una violencia inusitada.
 

No era momento de ponerse a discutir. Y claramente, este era el terreno de Tom, que no era la primera vez que hacía algo de este calibre. Lo más importante, salír de allí cagando leches, evitando que los vieran en la medida de lo posible y que quien los viese lo hiciese por un lapso de tiempo tan corto, que apenas pudiese recordar sus caras. 

Así que cargándose al viejo al hombro, se dirigió escaleras abajo para salir hacia el callejón, buscando el amparo de las sombras. 

-Venga, vamos. Que alguien acerque el puto coche. Tenemos que salir de aquí cuanto antes. Y si antes puede tomarse la molestia de echar un ojo en el piso por si hubiese algo de interés mientras que el coche no llega, mejor que mejor. 

Shanon se detuvo en cuanto escuchó el estruendo. Parecía que el edificio estaba a punto de caerse tras aquel embate, pero entonces vino el silencio. Las cosas se habían calmado, o al menos todo lo que se pueden calmar tras aquel jaleo que habían armado.

—Voy a avisar abajo para que preparen el coche. Tened cuidado —les dijo antes de volver a retomar su camino rumbo a la salida. Al menos todo parecía haberse solucionado.

Todo había sido tan rápido que Herman no había tenido tiempo de meter baza pero, a fin de cuentas, ¿para qué estaban los empleados? Su plan, con las complicaciones que uno no puede adivinar pero si prever, había dado resultado, Cotton estaba ahora en sus manos. Lo único que le fastidiaba era haber ocupado esa posición tan pasiva: si Cotton hubiera logrado huir, el protagonismo tampoco habría estado centrado en Herman.

Herman se planteó si era necesario neutralizar o silenciar a la vecina, pero rápidamente decidió que no tenía tiempo para eso. No se iban a quedar de todas formas y tampoco tenía forma de explicarle por qué Tom estaba retorciendo el brazo a su vecino. Así que, tras encogerse de hombros, decidió que lo mejor que podía hacer era entrar en el piso de Cotton y probar suerte. Quizá encontrasen algo de información. Y, quizá, con mucha suerte, sería algo menos críptica que su tesis y el resto de información con la que se habían topado. Así que, sin pensarlo dos veces, pero con precaución (no tenían forma de estar seguros de que Cotton estaba solo, aunque era lo que parecía por su reacción) entro en el piso del viejo dispuesto a registrarlo. Lo tenía claro: primero, ver de qué habitaciones constaba. Después, salvo que encontrase algo de importancia a primera vista, registraría estudio, dormitorio, salón, otras habitaciones y cocina, en ese orden y con profundidad decreciese: ese era hoy su caballo ganador.

Atenta con su mirada puesta en la callejuela por si Cotton se dignaba a salir por ahí, huyendo como la rata que era. Pero lejos de contar los minutos que pasan sin más, regresa hacia la puerta en donde Herman ya no está. 

Encogiéndose de hombros, toma asiento en el auto mientras coge el móvil y llama a Daniel. - Soy Lucy. ¿Qué ha pasado? ¿Lo tienen? - pregunta mientras aguarda una respuesta si su compañero ha cogido la llamada. 

- FBI. - Daniel metio la mano en la chaqueta, sacó la cartera, la extendio hacia la mujer y la volvió a guardar rápidamente. - Por favor, cierre la puerta por su seguridad.

Era un gesto teatral, visto en cientos de películas, pero que había tenido que hacer en realidad en su vida cuando había tenido que trabajar con algún detective de mayor rango .Esperaba que la pose, el tono y su aspecto reforzase sus palabras.

- Sujeto neutralizado, equipo alfa en movimiento, Central. - respondió a Lucy mientras comenzaba a bajar las escaleras, sin esperar a comprobar si la vecina obedecía y tratando de dar mayor peso a la charada que estaba realizando.

La vecina tenía los ojos como platos. Miraba a Daniel como si estuviera sopesando todavía lo que estaba sucediendo¹.

Tom no perdía el tiempo: cargando con Cotton al hombro bajó las escaleras a toda velocidad seguido por Shannon. En el portal veían como Lucy ya se dirigía al coche y metieron al viejo en la parte de atrás con celeridad, sentándose luego a ambos lados del mismo mientras la bibliotecaria ponía el motor en marcha².

Herman mientras tanto había subido los cinco pisos y sin hacer caso a la vecina ni a Daniel entró en el apartamento de Cotton. Parecía dispuesto a examinar todo el piso de forma sistemática³.

- ¡Señora, es por su seguridad! - gritó a la mujer mirandola fijamente. - Salvo que sea usted complice del terrorista...

Dio un par de pasos hacia ella, esperando que aquello bastara para que la mujer entrase y atrancase su puerta ante la posibilidad de terminar detenida por terrorismo en este país.

Esperó a ver si le obedecía para comenzar a bajar las escaleras y seguir a sus compañeros.

Ya en el automóvil, Lucy pone los ojos en blanco al ver como traen a Cotton con la intención de meterlo en el maletero, pero en esta ecuación hay asuntos que no cuadran. Uno de ellos, es la ausencia de Herman que sigue sin entender la Bibliotecaria el motivo de su retraso. 

- ¿Ha pasado algo? ¿Por qué no está aquí? - pregunta a sus compañeros, en especial a su hermana que de momento y desde la óptica de la mujer, no había conseguido nada durante el lapsus de la investigación. - No podemos irnos sin él, en teoría lo interroga conmigo, pero... - bufa por lo bajo, no puede creer lo que está sucediendo. 

Tras un primer vistazo superficial al piso, Herman se dio cuenta de que aquello iba a llevarle un buen rato. Un buen rato del que quizá no disponían y que, probablemente, era más adecuado que llevasen a cabo subalternos designados especialmente a tal efecto. Quizá, si Cotton hablaba, ni siquiera fuese necesario aunque, por otra parte, quizá fuera vital. Herman se encogió de hombros ante tal enigma y se detuvo únicamente para ver si las llaves del piso se encontraban en la puerta o en la entrada, lo que les facilitaría el trabajo en un futuro cercano*.

Acto seguido, se arregló la camisa, se peinó (o despeinó, según a quien preguntases) el flequillo frente al espejo de la entrada y, componiendo un gesto adusto, bajó las escaleras con dignidad. Miró de hito en hito a la vecina y a Daniel y, con voz rutinaria, comentó:

—Agente, nos marchamos

Tras lo cual se quedó mirando a la mujer un segundo más y siguió bajando las escaleras hasta el coche como si aquello no fuera con él.

Tom esperaba con impaciencia a que el resto del grupo se uniese a ellos. Aprovechó para asegurarse de que Cotton estaba vivo. Lo cierto es que se había llevado un buen golpe. No tanto como para matar a una persona normal y esperaba que tampoco para matar a una persona tan excepcional como aquella.

—Quiso revisar algo en la casa —indicó Shanon mientras veía cómo Tom depositaba el cuerpo. Entonces aprovechó para bajar el capó.

—Espero que baje pronto porque tenemos que irnos que este paquete que tenemos atrás ha levantado bastante ruido— agregó mientras tomaba sitio en uno de los asientos traseros, en en el lateral—. Convendría que lo tengas arrancado para cuando esté aquí.