Partida Rol por web

El día siguiente se presenta lluvioso. No se trata de una tormenta que dará inicio al diluvio, sino de una llovizna constante en un cielo gris. Un clima digno de un drama cinematográfico.

Cuando aparcáis delante del cementerio, este tiene las puertas abiertas pues es horario de visitas. Un modesto utilitario de color verde está aparcado un poco más allá. Intuís que no hay nadie en su interior.

Si jugar a los cazafantasmas podía ser tedioso, el cielo lúgubre inundaba las ganas del ya desfallecido Daniel. En su mano derecha sostenía un ramo de margaritas cubierto con un velo de plástico decorado. Con la lluvia, el olor característico de las flores penetraba más hondo aliviando la sensación de pesadumbre. Fue fácil comprar las flores el día de todos los santos, pero bastante más caras de lo normal. No le importó pagarlas si eso servía para solucionar el problema.

—Bueno, ya tenemos las margaritas, nos falta la Margarita principal —Daniel se fijó que había un coche a unos metros—, ¿es ella? —por otro lado, no había ningún sola alma a sus alrededores—. Lo que no me explico es por qué estamos solo nosotros aquí, debería estar llenísimo en este día.

Sarah se ocultaba bajo el paraguas de tela estampada con ositos que había pillado a su hermana pequeña. Gafas negras, ocultando ojeras, restos del maquillaje del día anterior y ganas de pirarse y dejar atrás esta pesadilla de Halloween. Confiaba en que a Luisa le hubiese caído una buena pasta y se estirase con los beneficios a repartir.

-Seguramente estará ya en la tumba de su madre. –consultó su reloj- Va, vamos, terminemos con esto de una vez.

Avanzáis entre las tumbas. Muchas tienen ramos de flores que se pusieron esa misma mañana. Ya no tiene la misma apariencia que cuando salieron de la floristería, pues la lluvia comienza a hacer estragos lentamente sobre sus pétalos.

A lo lejos podéis ver pequeños grupos de personas junto a las lápidas de sus familiares y amigos.

Bastante cerca de donde hicisteis vuestra sesión de ouija hay una mujer, de pie, junto a dos lápidas. Es joven, lleva un vestido largo de color oscuro y su cabello largo recogido en un moño. Se protege de la lluvia con una chaqueta larga y un paraguas. Sin duda es margarita.

En una de sus manos lleva un pequeño ramo de dalias: una roja, una anaranjada, una blanca y otra amarilla. Son flores típicas de Mexico.

Alberto se bajó del coche y siguió al resto sin decir nada. No había pegado ojo en toda la noche y aunque consiguió dormirse cuando ya se teñía el cielo con su habitual despliegue de colores cálidos aquella sombra de humo lo había atormentado en sueños.

Caminando a paso lento observó a las personas sin realmente fijarse en ninguna hasta que se encontró con Margarita. Su pulso se aceleró de repente por lo que ella representaba; Todo había sido real.

- ¿Margarita? - preguntó tras carraspear para alertar a la mujer de que se aproximaban por detrás. 

La incertidumbre y el dolor de cabeza había hecho que Luisa no hubiera hablado mucho durante el trayecto al cementerio. Había agradecido la compra de las flores a Daniel con una sonrisa, eso sí. Pero a cada momento que se acercaban al lugar donde se encontrarían con Margarita, la YouTuber se ponía un poco más nerviosa.

El aspecto del lugar era el esperado, pero la ligera llovizna había teñido más triste si cabía la situación. Luisa miraba de acá para allá, hasta que llegaron al lugar donde realizaron la ouija la noche anterior. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero sus pensamientos se disiparon cuando Alberto preguntó a la única mujer que había en aquella tumba.

Luisa se quedó quita, un poco cabizbaja, esperando a mirarse una a la otra para encontrar aquel parecido que Guadalupe le había dicho en su momento. Notaba como sus puños se apretaban con fuerza dentro de los bolsillos de su chaqueta.

-Hola... No sé como decir esto, pero ¿Qué queréis contarme?

Margarita estaba allí. Cumplió su palabra, seguramente algo de todo este misterio no le sería ajeno o extraño. Porque la verdad, reunirse con unos youtubers que le contaban una historia de fantasmas, ella, Sara, no se lo tragaría.

Miró a sus amigos. No quería hablar y meter la pata. Se quitó las gafas, la resaca seguía parente y zumbando en su cabeza un nido de avispas.

-Hola. Gracias por haber venido. Ella es Luisa. Daniel. Alberto.

Miró al suelo, a la tumba, al cielo. Se encendió un cigarrillo.

-Verás, anoche, con lo de Halloween vinimos aquí y montamos un directo con una sesión de Ouija. Funcionó. Nos cagamos de miedo. Para resumir, Guadalupe o su espíritu nos siguió hasta casa. Insistía en que le ayudásemos. Que Luisa se parece a ti, y eso. No se. Parece que quiere… verte. Suena raro, pero te juro que es verdad. Muy chungo todo.

Luisa no tenía valor, firmeza... o lo que fuera para empezar la conversación, así que dentro de sí misma, agradeció que Sara lo hiciera. La youtuber permanecía allí parada, expectante. No se veían ningún parecido o, al menos, a simple vista. Las palabras de Guadalupe la habían dejado un poco confundida y ahora sentía como un "vínculo" con aquella mujer, con Margarita, sin tener nada que ver.

— Te echa de menos, Guadalupe te echa de menos — intervino Luisa —. Sara dice la verdad, no te haríamos perder el tiempo, ni a ti ni a nosotros. Guadalupe nos dijo que nos parecíamos y que te echaba de menos... Te parecerá una locura esto, pero tienes que hacer la Ouija con nosotros y cerrar el vínculo para que tú y todos podamos descansar — dijo Luisa armándose de valor.

No sabía si se había precipitado, pero un miedo se apoderó de ella en ese momento y solo quería salir de allí corriendo.

— Lo... Lo siento — dijo tocándose la barbilla mientras miraba al suelo —. No quería ser tan brusca ni que pareciera una exigencia... es que estamos muy asustados y sé que es la única manera de que acabe esto.

- Aunque os suene raro, os creo. Llevo días soñando con ellos, con el accidente que tuvieron. Si no fuese así, no estaría con unos desconocidos.

Los nombres que aparecen en las tumbas son: Francisco Posada y Guadalupe Posada.

- ¿Qué creéis que debo hacer ahora?

El cementerio se veía diferente que la noche anterior. Las luces que se colaban por las rendijas de las nubes conseguían iluminar las pálidas piedras de los entierros y las flores rodeaban muchos altares. La gente se mantenía en silencio en respeto a sus antepasados. Daniel se mantuvo también en silencio la mayor parte del tiempo, en el fondo pensaba que había gato encerrado en todo este asunto, aunque todo encajase a la perfección.

—Francisco y Guadalupe Posada. Entonces Francisco fue la sombra incorpórea que nos amenazó, imagino —el chico necesitaba atar hilos de alguna manera, entonces se dirigió a la más guapa en persona que en cámara, Margarita—. Oye, ¿te llevabas mal con tu padre en especial o había algún conflicto familiar con alguien?

- La verdad es que no. Pero me sentí muy mal cuando me enteré de que era adoptada y ellos no me habían dicho nada.

Alberto meneó la cabeza ante la impulsividad de Luisa pero agradeció que Margarita no se lo tomáse mal.

- Algo muy común en el ser humano es creer que tiene toda una vida por delante para decir o enmendar algo. Quizás tus padres estaban buscando el momento oportuno y nunca llegó, quizá no querían decirtelo. Creo que es momento de descubrirlo - una tímida sonrisa se asomó en la comisura de sus labios cuando su mirada se cruzó con la de la chica. Colocándo el tablero sobre la tumba de piedra, tal y como hiceron ellos la noche anterior, le señaló con la barbilla para que Margarita se apróximase - Vamos a preguntárselo. 

- ¿Cómo piensas ponerte en contacto con ellos? - su mirada está llena de desconfianza.

-Luisa tiene razón, lo sentimos, de verdad. Se nos fue de las manos.

Mira a sus amigos, apesadumbrada y con una pizca de esperanza en que el asunto se solucione.

-Estoy de acuerdo con Alberto, hay que mirar hacia adelante. El rencor oscurece tu corazón. -parezco un libro de autoayuda, pero la verdad es que creo en lo que digo. 

-Tenemos la Ouija. Luisa y Alberto son los expertos, mira, la ponemos sobre la lápida, nos sentamos alrededor, con el dedo -el nerviosismo atenazó su cuerpo, alzó los ojos hacia los demás, rogando ayuda.

Daniel se estremeció al escuchar a Sara.

—Espera, espera, ¿ahora? Ahora no, ¿verdad? —miró nervioso a todos los lados, comprobando si había alguien cerca—. Estamos de día, tías. Nos van a ver y ya nos dijo el guardia que llamaría a la poli. Además, Alberto, ¿esto no funciona solo a las 12 de la noche?

El cementerio no podía ser un lugar idóneo para realizar el contacto, en cuestión de legalidad, aunque ahí estaban enterrados y se suponía que sería lo mejor. Daniel prefería jugar a los fantasmas en un lugar seguro.

—¿Y si lo hacemos ahí fuera, tras las verjas? Estaremos cerca y no nos molestarán.

Luisa no sabía si ahora era el mejor momento o de noche como decía Daniel, pero al menos estaba tranquila ya que Margarita quería colaborar, y eso era un paso.

— Hagámoslo ahora, no creo que tenga todo el día — comentó refiriéndose a Margarita —. Siéntate, Margarita, por favor.

Luisa dio un pequeño rodeo para ver si el guardia estaba cerca, sino, tendrían que darse prisa.

La lluvia se hace más intensa. El aire más frío. La poca gente que hay en el camposanto se apresura a abandonar el lugar.
No veis al vigilante por ningún sitio.

-Joder, ahora con la lluvia. -Maldijo Sara. Aunque, al fijarme que la gente se largaba, nos iba bien.

-La gente se marcha. Va, aprovechemos, venga, todos, los dedos, tú también Margarita.

Miró a los ojos a la chica -No tengas miedo. O, bueno, sí, pero piensa que ya lo hemos hecho, que puedes.

Se dio cuenta de que mejor callaba. -Va, comencemos.

Quería irse a casa. Meterse en la cama y a dormir otra vez. Estaba agotada. 

Luisa sintió la lluvia en los hombros y miró hacia arriba haciendo visera con la mano para evitar la claridad. Parecía que era una señal para comenzar con lo que tenían previsto.

— Confía en nosotros y lo que te dice Sara, será solo un momento, no tengas miedo. Quizás te sorprenda como funciona todo y no creas lo que ves... solo dale un poco de tiempo. Verás como cuando finalice el ritual todos nos sentiremos un poco mejor con nosotros mismos y tendremos las respuestas que buscábamos.