Partida Rol por web

Die Glocke

Un mundo nuevo (Capítulo I)

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22/02/2017, 22:11
Hagall Wirth

El desembalaje de su moto aún llevaría horas, puesto que había otros vehículos apilados que impedían la extracción del suyo. Pidió que la avisaran cuando fuera posible. En ese intervalo Krieg requirió de su atención para comunicarle que habían fallecido dos científicos, así que tenía que ponerse manos a la obra con los preparativos funerarios. Primero atender a los familiares -Ahora está en un lugar mejor, disfrutando del banquete de los antepasados (…) Nos han guiado a través de la oscuridad y nos han brindado una nueva vida, su sacrificio no ha sido en vano (…) Ahora ellos velarán por nosotros como “alfs”*…- En fin, las típicas frases de consuelo (que no consuelan una mierda porque hasta que no se supera el proceso de luto nada sirve de nada). Las esposas se ofrecieron a ayudarla en las tareas de purificación, es decir, limpiar los cadáveres y vestirlos adecuadamente. Eso llevó bastantes horas, principalmente por el desconsuelo de las mujeres, la visión no es que fuera precisamente agradable… esas situaciones brindaban a Hagall la oportunidad de fortalecer los lazos con la comunidad y especialmente con el sector femenino –Es en estos momentos de dolor cuando se demuestra la verdadera fortaleza de la mujer. Los hombres vienen y van, es su destino pero nosotras permanecemos juntas, apoyándonos las unas a las otras-
Limpios y envueltos en sus mortajas, los bendijo asperjando un poco de agua. De vuelta con los familiares rezaron conjuntamente y brindaron en honor a los difuntos. Los hombres fueron los encargados de cavar las fosas, los cuerpos permanecerían  enterrados hasta que pudieran levantar una pira donde cremarlos –Siento que de momento haya que esperar, pero pronto espero disponer de un lugar donde venerarles apropiadamente. En cuanto todo esté dispuesto celebraremos una bonita ceremonia y recordad que estais vivos gracias a ellos, vuestras vidas son muy valiosas, no desfallezcáis-
Ciertamente cada vida que componía la colonia era increíblemente preciosa. Sabía que se habían traído congelados semen y óvulos para ampliar el acervo genético de la comunidad pero eso no quitaba que se necesitara a la gente viva y coleando. Cuantos más sobrevivieran y se reprodujeran mejor.
Pensó en su propia muerte, en lo poco que le importaba lo que hicieran con su cuerpo. Nadie dependía de ella así que nadie necesitaría de todos esos rituales y parafernalia para digerir su muerte. Que se la comieran las alimañas y se fundiera con el fango no le parecía nada horrible si no completamente natural y hermoso. Desaparecer… que cada molecula suya se desintegrara y con ellas toda la negrura que llevaba dentro. Había nacido en el Tibet, donde a los muertos los desmembran para que se las aves carroñeras limpien los huesos, y se notaba…

Se estaba lavando las manos cuando la avisaron de que ya podía pasar por su moto. Era una preciosidad y todos se quedaron boquiabiertos al verla. Era la mejor del mercado, resistente y además customizada, lacada con los colores del Reich y su runa en el morro del sidecar. Se montó en ella de forma espectacular, de un solo movimiento, desplegando el dorado abanico de su cabello y la sonrisa más sincera que le habían visto hasta el momento. La imagen de esa amazona moderna, con la camisa medio desabrochada y sudor perlado sobre su piel de porcelana iba directa a la pajoteca de los presentes. El motor sonó a música celestial y salió montada en aquella preciosidad dando una vuelta al ruedo de la colonia. Esa moto era la niña de sus ojos y lo único que le gustaba tener entre las piernas, juntas habían recorrido medio mundo y ahora explorarían ¡Otro planeta! OTRO PUÑETERO PLANETA! Estaba excitada por ello, nada le hacía más feliz que eso, viajar, ver, descubrir, nunca detenerse ni mirar atrás, siempre adelante sin importar hacia donde.
Después de aparcarla junto al módulo donde tenía su equipaje básico (y supuestamente iban a dormir) dirigió sus pasos al salón donde se había dispuesto el comedor. Allí de nuevo hubo de ejercer como sacerdotisa dirigiendo una primera oración de acción de gracias y un brindis por el Reich y los primeros caídos. La comida iba a ser un problema hasta que terminaran de instalarse, era sumamente estricta con su dieta ayurvédica lo cual hacía prácticamente imposible que nadie diera en la clave de lo que podía comer o no (el recetario alemán era todo lo opuesto a lo que ella comía), así que se limitó a comerse las verduras y no preguntar sobre cómo estaban hechas. Pero eso fue secundario, lo malo fue tener que cenar rodeada de la plana mayor de la misión y concretamente el coronel. Esos hombres, esos uniformes que tan bien conocía y que tanto le revolvían las tripas. Tarde o temprano tendría que encamarse con ellos y volver a jugar el complicado juego de la diplomacia y el teatro trascendental. Solo de pensarlo le entraban ganas de vomitar. Sin embargo nadie dominaba el arte de la máscara mejor que ella y mantuvo su habitual actitud aristocrática y correcta.
Por suerte todos tenían mucho que hacer, así que cenaron rápido y la dejaron tranquila. Ya que comió como un pajarito terminó pronto y víctima de una repentina molicie vagabundeó aburrida procurando pasar desapercibida, observando, escuchando, pensando…

Vio a una chica con una bandeja que le llamó la atención ¿A dónde iría? Al seguirla con la vista divisó la tienda de campaña y dedujo que se trataba de Bernstein. Caminó hacia allí curiosa mirando ella misma hacia el cielo. Se quedó a unos pasos atenta al interior de la tienda a la par que absorta en el azul profundo casi negro que les rodeaba salpicado de titilantes estrellas. Un cielo familiar y a la vez diferente, que sensación tan extraña, que paz…
Su pensamiento voló a Berlín, a la violenta y descarnada orgía que estaría recorriendo sus calles, a los huesos carbonizados de su padre en el centro de lo que una vez fue su casa (que no hogar). Sopló una brisa cálida, se sentía tan bien… no dejaba de asombrarla lo tranquila que estaba después de lo que había hecho ¿Era un monstruo? No lo dudó ni por un segundo, pero… ¿Por qué cadavez que miraba la luna sentía una honda pena? ¿Qué le pasaba?
De repente el doctor salió como un loco gritando -¡VENUS! ¡VENUS! Estamos en Venus!- no se dio ni cuenta de que ella estaba allí, simplemente corrió al salón generando un enorme revuelo.
¿Venus? No la sorprendió, de hecho sonrió, era bello haber ido a parar al astro al que la humanidad llevaba mirando desde sus albores. Siempre fue su favorito, resplandeciente sobre el horizonte rosa, misterioso, bello, mágico, femenino… se agachó y acarició la tierra. Una gota cayó junto a su mano y de inmediato se tocó la cara. Por primera vez en 15 años estaba llorando.

Notas de juego

*Los "alfs" o elfos eran seres sobrenaturales silvanos relacionados con los antepasados. Era muy importante tenerles contentos y era trabajo de las amas de casa rendirles culto para que mantuvieran el hogar protegido

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22/02/2017, 22:33
Helmut Bernstein

Parpadea confuso ante las inquietudes del ingeniero. Su mente racional no puede pensar de forma lateral. El mundo que exploraron era un mundo extraño. Un mundo con características como el que habían visitado. Sólo coincidía con Krieg en los desajustes ocasionados por el obús. Aquello podía no ser bueno. Quizás el lugar era el correcto, pero el momento no tanto. Algo en su interior temía que las cosas no habían salido tan redondas. Temía algo. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando el coronel saca el tema de la rotación. Era algo en lo que había estado pensando, pero no creía que fueran las razones que argumentaba el oficial.

Lo que dice es correcto, pero no es factible. Sabemos que había una luna. O que la tenía hasta fechas muy recientes. Un astro esquivo, al parecer. Muchos lo buscaban y pocos lo podían encontrar. la última vez que alguien la vió fue en 1892. Eso, por supuesto, deja fuera de la ecuación que la causa del cambio de rotación fuera la colisión con la luna. Debió de ser otra causa la que cambiara la rotación... O deberá ser otra la causa.

Se rasca el mentón unos momentos, antes de continuar.

Es bonito pensar que estamos en un pasado geológico, pero también podría ser un futuro. El sol ha perdido fuerza y se ha enfriado. Eso ha hecho posible que vuelva a crecer la vida en Venus. La Tierra no es más que una bola de hielo, como he podido ver en mi telescopio. Eso pudo ser en un pasado, como en un futuro. Los científicos llevan décadas diciendo que Venus no tiene luna, pero quien sabe si en un futuro podría darse esa circunstáncia. O quien sabe si esta luna ha estado siempre aquí, pero no cualquiera puede verla.

Aunque eso es lo de menos. En un futuro o en un pasado nuestra misión es la misma. Lo único es tener en cuenta que si es un futuro, no sabemos si pudo llegar alguien antes que nosotros... Aunque eso es un poco chocante pues venimos de 1945, si lo piensan... Bromas de viajes en el tiempo. Disculpen.

La idea de una colonia americana, rusa o inglesa en el planeta le creaba alarma. Su Edén mancillado. Que terrible.

Por el agua no se preocupen. Hay agua. Eso es seguro. El agua de esta bahía no es potable debido a los estromatolitos. Es un hecho, casual. Cosa que por otra parte tampoco es algo malo por si mismo.  Si esta agua fuera potable vendrían toda clase de animales a beber. Y no sé que animales pueden haber aquí. Seguramente no nos atacarían, al no ser sus presas naturales, pero a veces la curiosidad depredadora puede ser caprichosa.

Se daba cuenta que se dispersaba y la gente empezaba a perder interés. Siempre pasaba ante mentes inferiores. Era la incomprensión del genio.

Está bien. Mañana nos espera un día largo.

Y se retiró, con las manos en los bolsillos. pensando en volver a su telescopio a seguir observando el cielo, en busca de confirmaciones para saber si estaban en un pasado o un futuro remoto de 1945.

 

 

 

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22/02/2017, 23:37
Ilse Dietrich

La intervención fue larga y requería una gran concentración, sobre todo por parte del doctor, pero el esfuerzo y el tiempo empleado dio por fin resultados. Y fueron unos buenos resultados. Cansada pero feliz, Ilse se alegró porque a aquel joven soldado aún le quedaba mucho por vivir, y más se alegró al comprobar cómo el otro soldado, el mismo que había llevado a su amigo herido a la enfermería, respiraba por fin aliviado al escuchar las buenas noticias.

Mientras se quitaba los guantes y se limpiaba el sudor de su frente, pues no sólo la operación en sí sino también el calor que hacía, habían conseguido que su rostro se humedeciera por la transpiración. Miró al doctor, sonrojándose al escuchar las palabras de halago que le dirigía.

Gracias doctor, pero yo sólo he seguido sus indicaciones.

Por fortuna no había habido más heridos y, aparte de los dos muertos y el soldado que acababan de arrancar de la muerte, el trabajo por el momento se podía dar por finalizado. Fue, pasadas esas horas de actividad centrada en su trabajo, cuando Ilse se permitió recorrer el lugar, lo que a partir de ese mismo instante sería su nuevo hogar.

Después del esfuerzo realizado y de los momentos de tranquilidad que pudo tener después de la operación, Ilse se dio cuenta que tenía hambre, la noche ya había llegado y los turnos para la cena ya se estaban produciendo, pero antes de darse el pequeño placer de apaciguar su estómago, le llevó la cena al doctor Bernstein que, como solía ocurrir con todos los científicos a los que había tratado, solía perderse en sus propias ensoñaciones olvidándose del mundo real.

Le encontró ocupado con su telescopio observando el inmenso cielo y, después de avisarle de que tenía la cena allí, prefirió dejarle tranquilo ya que a Ilse le dio la sensación que el hombre ni siquiera se había enterado de su presencia.

Cuando salió al exterior no pudo evitar mirar con sus propios ojos el mismo cielo que observaba Bernstein. Era impresionante, no recordaba en toda su vida haber visto tantas estrellas iluminando la bóveda celeste de aquella forma. Se quedó extasiado unos instantes pensando en todas las maravillas con las que se podrían encontrar, investigar y examinar, pero también disfrutar.

Pero no podía entretenerse más si no quería perder el último turno para la cena. Mientras comía, escuchó las voces del científico y, sin poder evitar la curiosidad, se dispuso a prestar atención a todo lo que pudiera llegar a sus oídos.

Venus… No estamos en Himmel sino en Venus.

No sabía si ese descubrimiento les podía afectar en algo. Hasta el momento parecía que la vida en ese lugar iba a ser factible aunque, al escuchar al coronel, no pudo más que fruncir el ceño con preocupación. Las noticias no eran nada halagüeñas ya que, sin agua, la vida no iba a ser posible.

No, no podemos fracasar nada más llegar. Seguro que encontramos una solución.

La derrota, sobre todo si era sin haber luchado, no entraba dentro de sus planes.

Siguió prestando atención aunque se perdió en diversos momentos en que la jerga geológica y astronómica hizo acto de presencia, pero de lo que sí se enteró fue de la seguridad que mostraba Bernstein al afirmar que en aquel planeta sí había agua.

Lo sabía. Era impensable imaginarse que nos enviaran tan lejos para fracasar. Lo conseguiremos, poblaremos este lugar, nos organizaremos y prepararemos nuestro regreso triunfal. Quizás yo no lo veo, pero las semillas que plantemos seguro que sí.

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23/02/2017, 00:22
Director

La noche pasó, calurosa e indolente. Se fueron a dormir, a diferentes horas y según el cansancio de cada cual. Los que lo hicieron primero, despertaron en un lento amanecer, que se prolongó durante dos horas. Definitivamente, el sol circulaba allí algo más despacio que en la Tierra, pero eso les daría más horas de luz para sus actividades. Los soldados montaron guardia por la noche, y hubo murmullos y alguna alarma. De noche, otras criaturas deambulaban por la campiña, depredadores y presas que vivían a la luz de las estrellas. De momento, ninguna de se acercó a la ciudad. Las luces de los reflectores les disuadían, pero no así a los insectos que, cual mosquitos, se precipitaban sobre las luces. Algunos de los soldados recibieron picaduras, pero aparte de la comezón habitual no parecieron sufrir ningún efecto secundario. Era pronto, sin embargo, para hablar de enfermedades contagiadas por aquel nuevo mundo.

Al final de aquel largo amanecer, Hagall ofició el entierro de los dos científicos muertos en el día de su llegada. Hubo un momento para un discurso emotivo del coronel, sobre el futuro, la colonia y los sacrificios que debían afrontar en aquel lugar extraño. Se inhumó a Klein, pues al parecer así lo había dejado escrito en su testamento. De momento, se colocó una placa sencilla con su nombre tallado, a falta de hacer una lápida más elaborada. En cuanto a Hausser, se le quemó según el rito pagano, recogiéndose sus cenizas para erigir un túmulo funerario, que sería decorado por una lápida similar.

Tras enterrar a sus muertos, la actividad de la colonia recobró todo su movimiento. El montaje de los módulos ocuparía varios días de trabajo, así como la construcción de la empalizada perimetral. Los científicos ya estaban debatiendo sobre la posibilidad de construir una canalización hacia el lago y depurar las aguas con ayuda de tamices a presión, un método utilizado para el tratamiento industrial de las aguas duras. Ese agua, tal cual, podría servir para el riego de los campos, pero posiblemente necesitara de tratamientos químicos adicionales para su consumo.

Los que iban a explorar más allá eran un pequeño grupo formado por científicos y militares, guiados por la señorita Wirth. El ala militar quedaba al mando del sargento Topf, y la formaban tres soldados, incluyendo a Oldenkamp (prefería salir ahí fuera que quedarse en la colonia moviendo paletadas de tierra con agua potable racionada). Los científicos eran otros tres: el señor Krieg y los doctores Bernstein y Bachmann (un geólogo). Además, les acompañaría la enfermera Dietrich para ayudarles en temas de biología (el biólogo de la colonia estaba muy ocupado analizando todos los bichos que caían en su red) y para tratar de identificar posibles plantas autóctonas con propiedades medicinales).

Se habían reunido a las afueras del campamento para decidir en qué dirección iban a avanzar, o tratar de establecer algún tipo de directrices para el viaje. Habían hecho acopio de víveres y material necesario, científico y de acampada, en los vehículos que les acompañarían por aquellos terrenos donde fuera posible operar con ellos. Nada sofisticado ni grande, eran dos motocicletas con sidecar y un coche kubelwagen que serviría además como "mula de carga". Sin embargo, sabían que algunos tramos, dependiendo de la orografía, deberían hacerlos a pie.

Como ingeniero y hombre más ducho en planimetría, Krieg se había propuesto realizar un mapa de la zona circundante. Se ayudaría de la cámara de fotos para documentar los diferentes paisajes, regiones, fauna y flora que se fueran encontrando. Los hombres estaban animados, pues creían que aquello iba a ser algo parecido a una excursión dominical, o algo parecido a un safari africano.

A ambos lados del lago se abrían dos paisajes muy diferentes. Al norte, o donde la brújula indicaba que era el norte, había una selva espesa, que se prolongaba hacia el oeste pero moría junto a lo que parecía una depresión en el terreno. Al sur, una campiña abierta tapizada por árboles dispersos, parecida a una sabana terrestre, que es de donde procedían aquellos grandes herbívoros.

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23/02/2017, 02:31
Damien Krieg

Krieg como era de costumbre, portaba una indumentaria dicho de alguna manera, extraña, bien podía ser militar, pero tenia su toque tan característico de buena presencia.No le importaba ensuciarse, trabajar o disparar como un soldado diestro, no era algo nuevo para él.

- Buenos Caballeros y señoritas.. - dice de una manera mas calmada que el día anterior y educadamente.

- Me he permitido coger este equipo, nos vendrá bien para ir documentando todo, de la misma manera, poco a poco, puedo ir cartografiando este planeta, para futuras generaciones - se explica Krieg.

Lo llamativo de la ropa que tenia era un cuchillo militar que tenia en el chaleco, además de dos pistolas, una por la zona izquierda del pecho y otra al lado derecho de la cintura.

Bien los que pudieron permitirse , ver alguna película antes de la Guerra, le recordaría alguna película de aventuras*

Notas de juego

Bien los que pudieron permitirse , ver alguna película antes de la Guerra, le recordaría alguna película de aventuras* - Siempre y cuando existieran por aquella época, claro, sino, directamente ignorar esta frase

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23/02/2017, 06:33
Hans Topf

El montañero había permanecido cerca del equipo toda la noche. Incluso había dormido allí, junto a su equipo personal. Dejaría en su alojamiento asignado el petate con la mayoría de la ropa, y solo portaba el material que sería ... "de campaña". Incluso su moderno fusil con el visor Zeiss reposó allí. Tras despertarse dejó al cargo del material al cabo que le había estado ayudando a recopilarlo y revisó los diferentes puestos de vigilancia y las patrullas. Sustitos por la fauna local, picaduras, que mandó a los afectados a la enfermería para inspeccionar (Temía enfermedades contagiosas) y las demás minucias de una noche tensa. - Nada, lo de siempre. Ni que fuera Grecia.

El Sargento Hans había preparado todo para una marcha a pie, así que el disponer de un vehículo ligero, que portase la inmensa mayoría del equipo era todo un alivio. Permaneció en silencio, al frente de los pocos soldados que acompañarían a la "excursión" de científicos y demás curiosos de la zona.

 

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23/02/2017, 08:48
Helmut Bernstein

A pesar de haber intentado mostrar entereza ante las feas palabras de Wirth la tarde anterior, sobre gérmenes y otros organismos, sentía miedo. Más miedo después de ver los fieros insectos de aquel vergel. No quería que unas fiebres arruinaran su intelecto.

Se presenta a la expedición cansado, después de haber pasado parte de la noche escrutando el cielo en busca de más respuestas. En la mano lleva un manoseado libro, que ha estado buscando entre sus numerosos volúmenes, durante la noche. Last and First Men, de Olaf Stapledon. La había seleccionado como novela inspiradora, pero empieza a pensar que quizás sea algo más.

Va vestido con las ropas que han traído de la desaparecida Afrika Korps, aunque el previsor profesor ha pergeñado un apaño para evitar que los mosquitos le piquen en la cara o el cuello.

Le da un aspecto ridículo pero le da igual. Ni siquiera es muy consciente de ello. Es útil. O eso le parece. Por supuesto, va desarmado. Tan rodeado de gente armada competente le hace sentirse seguro.

Asiente a las palabras de Krieg. Un hombre previsor. Él no añade nada. ya ha dado instrucciones para que carguen el material científico en el coche. Recogida de pruebas, medidores...

Eso me recuerda que he de comprobar que los chicos no se hayan dejado nada.

Y va a la parte trasera, para ver que está todo lo que debería de estar.

¿Todo? Está todo?

Palpa el zurrón de tela que lleva colgando y sí, lleva los struddels de manzana. No son suficientes. Deberá de racionar.

Un día o dos sin ellos. Supongo que podré aguantar.

Tras pensar eso coloca la novela junto a sus golosinas.

 

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23/02/2017, 12:23
Fritz Oldenkamp

Fritz se había librado de la guardia nocturna al apuntarse a la expedición. A pesar de que no era su primera vez en una misión de este estilo estaba tan nervioso como en su primer día en el frente, o puede que incluso mas.
Tardó en vestirse y tomar todo su equipo, ya que carecia de instrucciones específicas sobre que llevar y que no, por lo que optó por cargar con todo lo posible. Llegó junto al grupo expedicionario en un estruendoso trote, era consciente de que le era tarde. Llevaba hasta el equipamiento mas básico de campaña, como un recluta recién llegado al ejercito.
Portaba la gorra de cuartelillo y tenía el casco colgado del cinturón.

Se encontraba forcejeando con su rifle Kar 98k, el cual se resistia ante los intentos de Fritz de introducirle la munición. Algún que otro soldado hizo burla de su torpeza por lo bajo hasta que este tras una serie de intentos e intentos logró cargar el fusil.

Tratando de dar por finalizada entonces esa vergonzosa escena, se colgó el rifle al hombro derecho con tan mala suerte que el poco equilibrio que tanto equipamiento le permitía conservar se vino abajo y por poco estuvo a punto de tirar todos los recursos que estaban a la espera de ser empacados.

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23/02/2017, 12:40
Hans Topf

Firmes ¡Mar!.

El Sargento Topf revisó arma a arma, zarandeó con puntual fuerza los correajes de todos los soldados que les acompañarían en la comitiva. E incluso a más de uno le ordenó dejar trastos. La "Bolsa de Pan" y los correajes de combate. Los efectos personales como ropa extra y otras cosas fuera de lo operativo necesario se les ordenó dejarlo. Marmitas y demás irían en el coche.

Tras eso regresó al teniente y le dio la novedad. - Listos para Salir Herr Teniente. ¿Quién va a ser el líder de la expedición? ¿Estarán las tropas bajo subordinación civil? Todo en posición de firmes y en primer tiempo de saludo, mientras esperaba órdenes e instrucciones.

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23/02/2017, 20:34
Hagall Wirth

No entendía que le estaba pasando y, queriendo creer que era cansancio, prefirió realizar una tarea repetitiva antes de dormir para no darle vueltas a la cabeza. Recorrió el perímetro de la colonia clavando “kilas”*. Supuestamente eran una suerte de hechizo/amuleto protector, la realidad es que lo hacía para hacerse omnipresente. Hagall no daba puntada sin hilo.
Agotada se fue a la cama y durmió profunda y plácidamente.
A las 6 horas se levantó con energías renovadas justo a tiempo del amanecer y saludar al sol con su habitual sesión de yoga. Los más madrugadores pudieron verla en la linde del campamento, con ropa deportiva* practicando las más elásticas e inverosímiles posturas sobre una esterilla. Su cuerpo era enteramente el óptimo ario exigido a una mujer, con la particularidad de estar cubierto de tatuajes rúnicos y sánscritos que asomaban por todas sus extremidades.
Confiaba en que pronto más mujeres se le unieran.
Cuando estaba terminando se dio cuenta de que Fegelein esperaba a unos pasos de distancia y parecía algo apurado aunque intentaba parecer serio y marcial -¿Si teniente?- preguntó mientras curvaba su atlético cuerpo de un modo más que sugerente, él carraspeó –Le comunico que todo está listo para el funeral de Hausser y Klein, el coronel pregunta si será posible oficiarlo después del desayuno- lo observó cabeza abajo, objetivamente era atractivo, –Por supuesto, es lo más adecuado- sonrió hirguiendose, sudorosa, para hacer el saludo final.

Dicho y hecho terminó, fue a asearse y se vistió con las galas propias de su rango. Parecía enteramente un ser de otro mundo con aquel etéreo vestido blanco* que ondulaba a la mas leve brisa.
Después de la ceremonia cada cual regresó a los quehaceres que tenía pendientes. En su caso prepararse para la expedición. Como era una mujer precavida tuvo el acierto de preparar el petate de “aventura” antes de efectuar el viaje a Venus, nunca se sabe lo que puedes encontrarte, de modo que la mitad del trabajo ya estaba hecho. Solo hubo de montar las alforjas en la moto, preparar algunas mudas (por lo que pudiera pasar)y revisar que llevaba todo lo que necesitaba. Desde cosas tan básicas como agua o comida energética hasta cuchillos especiales para despiezar, cuadernos de viaje, lápices y carretes de fotos.
Cuando se unió al contingente parecía enteramente una valkiria del siglo XX. Embutida en una ropa de viaje que se notaba curtida, cómoda y resistente. Pese al calor dejaba poca piel a la vista, detalles como esos evidenciaban el nivel de experiencia en esas lides. A la espalda llevaba un enorme panga*, a la cintura una Walter P-38* y al muslo un impresionante cuchillo tibetano*.
Casi le da la risa al ver al doctor y sopesó seriamente llevarlo en el sidecar para tenerlo controlado. Se acercó al kubelwaben –Bernstein, usted viene conmigo. Cuatro ojos ven más que dos- se acercó entonces a Topf –Sargento, en cuestiones militares no entro, pero si le parece bien voy yo en cabeza con Bernstein, ya que tenemos el ojo más hecho a lo que estamos buscando y les vamos haciendo indicaciones ¿Está de acuerdo?-

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23/02/2017, 22:20
Helmut Bernstein

Haber visto el cuerpo escultural de la señorita Wirth ya había sido suficiente impacto. Anatomicamente hablando era perfecta, pero ver su cuerpo cubierto de tatuajes hizo que su mente viera más allá de sus formas redondeadas y firmes.

¿Pero qué hace? Esta mujer es un verdadero monumento a la magia muerta. Todo su cuerpo cubierto de símbolos de poder rúnicos y sánscritos. Lleva la piel cubierta de mensajes en una botella. Palabras que eran poderosas antaño pero que ahora son fósiles. Fascinante. Es tan terca como solo lo puede ser un germano de pura raza. Igual con su perseverancia hasta consigue vivificar algo de sus creencias marchitas. 

Aún le estaba dando vueltas a esos pensamientos cuando apareció con su equipo de expedición. Hacían buena pareja ella y Krieg. Ambos rubios, gélidos, apuestos, con excelente gusto por la ropa y las armas. Gente violenta. Guerreros.

Se quedó perplejo y sus ensoñaciones cesaron de golpe.

¿Eh? Ir con usted? En... En eso? Es seguro? Tengo entendido que estas máquinas endiabladas vuelcan con sorprendente facilidad. Ese sidecar parece un ataud con ruedas, fräulein...

Pero tampoco podía aguantar esa mirada gélida de desaprobación que se le podía dibujar si se negaba, así que al poco se rectificó. Hasta él tenía algo de hombría.

De todas maneras, si necesita un segundo par de ojos, iré con usted.

Pero no añade nada más, con la esperanza que el buen sargento se niegue a las locuras de esa valquiria que, con aquel machete, parecía más una recolectora de cabezas.

 

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23/02/2017, 23:30
Ilse Dietrich

Saber que tenía que acompañar a los miembros de la expedición sólo consiguió hacerle perder el sueño. Dio vueltas en el catre pensando en toda clase de peligros, alimañas y cosas raras que podrían encontrar. No es que no se hubiera mentalizado para algo parecido cuando estaban en la Tierra, pero creía que estaría siempre rodeada de las suficientes personas para sentirse protegida. En cambio esa expedición iba a ser tan poco numerosa, que se sentía expuesta igual que si estuviera desnuda.

Fue con ese último pensamiento que, a mitad de la noche, se levantó obsesionada con la ropa más apropiada que debería llevar. Ropa cómoda, eso por supuesto, pero ella no usaba pantalones, así que lo mejor para una excursión que podía tener eran los uniformes que solía usar cuando estaba en la BDM, camisas blancas y amplias faldas hasta la pantorrilla.

Una vez solucionado su problema de vestuario se volvió a acostar pero, apenas llevaba media hora en duermevela cuando una nueva preocupación la asaltó. ¿Habría preparado bien el maletín con todo su material? Una vez más se puso en pie nerviosa, comprobando por enésima vez que hubiera metido todo lo que consideraba necesario, no sólo para una posible recogida de muestras sino por si había algún accidente o lesión que requiriera sus conocimientos médicos.

Por tercera vez se volvió a echar intentando dormirse de una vez y, en esta ocasión pareció conseguirlo aunque su sueño fue más agitado que reparador y, cuando por fin llegó la hora de levantarse, le dio la sensación que hacía tan solo unos minutos que acababa de posar la cabeza en la almohada.

De todas formas, a pesar del cansancio por no haber dormido y por cierto temor ante lo desconocido, Ilse se sentía animada ante una misión que podía ayudar mucho al asentamiento de la colonia. Se dirigió hacia donde la esperaban el resto y se sintió algo intimidada ante la presencia de científicos, soldados y… esa mujer.

Sin saber muy bien qué debía hacer con sus cosas, si cargar con ellas o dejarlas en el coche, y sintiéndose más un estorbo que una ayuda en esos momentos, Ilse se quedó en un segundo plano, siendo consciente que nadie se fijaría en ella hasta que no se apagara el brillo cegador de la aventurera, la cual parecía ser una mujer tan perfecta en todo que, a su lado, Ilse se consideraba un fastidio en aquella misión.

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24/02/2017, 00:41
Damien Krieg

Krieg no pudo contener la sonrisa, ante el nerviosismo de Bernstein con la señorita Wirth, estaba mas que claro, que era de esas mujeres de armas tomar.

Ante la duda del doctor, Krieg se acercò a Bernstein para darle unas palmaditas en la espalda.

jajaja..deberia de estar agradecido, de ir al lado de Hagall Wirth, yo de usted no lo dudaria. - con paso firme y una extraña sonrisa, ayuda al doctor a subir al Sidecar.

Una vez hecho y ver a la enfermera Dietrich, se acerca al coronel.

Dietrich deberia de ir en el vehículo, debemos de cuidar bien de quien nos ha de curar, en situaciones de ser atacados - el rostro de Krieg, habia desaparecido aquella sonrisa, su rostro habia vuelto adquirir esa seriedad de siempre.

Notas de juego

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24/02/2017, 00:59
Rudolph Fegelein

Había acudido a despedir a la comitiva, así como tener una idea aproximada de cual iba a ser su recorrido. En teoría, podían contactar por radio si no se separaban excesivamente de la colonia, o si el terreno no era demasiado accidentado. Saludó al sargento y le respondió.

-La columna tendrá tres jefes. El jefe de exploración, que será la señorita Wirth, decidirá las cosas relativas al rumbo a seguir, donde se acampa y ese tipo de cosas. Usted será el jefe militar, como le dije, y el jefe científico será el señor Krieg. Consensúen entre los tres las decisiones importantes y, en caso de problemas, suban a una cota más alta y contacten con radio con la base.

Revisó los componentes del grupo. Dos BMW con sidecar, una kettenkrad tirando del contenedor del equipaje y el kubelwagen, que estaba preparado para operar con madera si hiciera falta utilizando el motor secundario de combustión. Tenían víveres y combustible suficientes para cubrir más de 200 km a campo traviesa y regresar. Así que no tendrían por que tener problemas para salvar la distancia requerida.

Pasó al lado de la señorita Dietrich, a la que abrió la puerta trasera del coche para que entrara, galante.

-No se apure, cuidarán bien de usted.

A su lado se sentó Krieg, algo ausente en sus pensamientos, mientras él caminaba hacia la cabeza de la columna, donde estaba Hagall con Bernstein. Hacían una extraña, extrañísima y casi entrañable pareja de viaje. El doctor se subió al sidecar con reparo, no acostumbrado a sentar sus posaderas en nada que no fuera el eficiente transporte público alemán o los BMW utilitarios. Apoyó una mano en el hombro de la mujer de cabellos plateados, solo un momento, para reclamar su atención.

-Cuide de ellos, y tengan cuidado. No sabemos muy bien lo que hay ahí fuera. Dígame. ¿Que ruta había planeado? Creo que el sur parece un terreno más propicio para los vehículos. Podrían cubrir más distancia por ahí.

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24/02/2017, 04:45
Hagall Wirth

“¿Ataud con ruedas? Lo que hay que oir!” La BMW R75 es el mejor ciclomotor del mercado, sumamente estable y resistente. Juntas habían recorrido medio planeta, desierto, montaña, bosque… en fin, no se lo tendría en cuenta. El doctor era todo un personaje y pintaba ser el típico ratón de biblioteca (amén de otras cosas que sospechaba, pero esa era otra historia)osea que experiencia de campo poca y por eso prefería tenerlo lo más cerca posible. Además… hay que tener amigos hasta en el infierno, nunca se sabe…
Ver a Krieg divertido por la situación fue una novedad que no le pasó desapercibida, y que decir del piropo!Ese hombre parecía atormentado, siempre con la mente en otra parte –Gracias ingeniero- dijo al ver que animaba y acompañaba a Bernstein.
La expedición auguraba estar plena de descubrimientos tanto científicos como personales, iba a ser de lo más instructiva.
-Doctor, si va a llevar eso en la cabeza… será mejor que se lo anude o lo meta por el cuello, no le vaya a pasar como a Isadora Duncan*- el hombre se puso blanco –No se preocupe tanto, disfrute de la experiencia-. A la vez que reorganiza algunas cosas para que Bernstein esté más cómodo atiende a lo que hablan Kopf y Fegelein, por si había algún cambio de última hora. Entonces le vino un perfume… -¿Qué es ese olor? Huele como a… manzana?- respiraba buscando seguir el rastro cuando alguien tocó su hombro (no estaba acostumbrada a que la tocaran así porque sí) se giró con la ceja arqueada, parpadeó al ver que era el teniente. Tenía el extraño don de aparecer de repente tras ella, hmmm… eso era peligroso –Por supuesto teniente, soy tan responsable de ellos como usted-miró en dirección al grupo mientras se abrochaba el gorro –Coincido, es lo más prudente. Hasta que no estemos más familiarizados con el lugar no me gustaría aventurarme al bosque o la montaña. Peinaremos la pradera y luego me gustaría acercarme hacia esa zona- señaló con el brazo en la lontananza –sospecho que por allí puede haber un acuífero- encontrar agua potable era prioritario –además creo que es una buena zona de acampada. Dependiendo de eso planificaremos la ruta de mañana- sonrió pensando en ese mundo nuevo esperando que desentrañen sus misterios –si lo desea al anochecer podemos efectuar una comunicación- se cerró la chaqueta y apoyó la mano en el manillar -Lamento que no venga con nosotros, cuídese usted también y no enfaden mucho a los dioses en mi ausencia- Esa frase viniendo de ella era un derroche de afectividad. Sonrió, montó y quitó las patas a la moto haciéndola estremecer. Bernstein apretó su bolso contra el pecho. Hagall volvió a arrugar la nariz –En serio, no huele a strudel?-

Notas de juego

*Isadora Duncan murió estrangulada por su chal, el cual se enganchó a la rueda del coche en el que viajaba https://es.wikipedia.org/wiki/Isadora_Duncan

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24/02/2017, 10:22
Helmut Bernstein

Entre unos y otros se las habían ingeniado para colocarlo en aquel artefacto. Lanzó una última mirada suplicante hacia la enfermera Dietrich, la única persona con algo de juicio entre aquella panda de locos, pero fue inútil. Sonrió con nerviosismo al comentario de Krieg y se acomodó como pudo en aquella cosa. Era fácil bromear con el pobre doctor cuando él no iba a ir en aquella caja de huevos. Era bien claro que esa energúmena debía conducir como el mismísimo Diablo.

Ante el comentario de que podía morir estrangulado como aquella pobre mujer se quedó lívido. Eso sólo confirmaba sus resquemores con aquellos aparatos.

Para nada iba a quitarse su protector, por lo que anudó el gorro con fuerza. Sonrié con sorna a los ataques de la mujer tatuada.

¿Huele a manzana?

La mujer comentó lo del acuífero y Bernstein asintió a lo que decía la mujer.

Sí. Es una buena zona para mirar. En ese terreno despejado será fácil detectar alguna zona con vegetación más verde y frondosa. Lugar donde hay un acuífero subterraneo. Sea como sea encontraremos agua, por supuesto. Esos herbívoros tan grandes necesitan cantidades ingentes de agua.

Acaba de despedirse del coronel y entonces lanza su acusación.

¿A strudel?

Y aprieta más su bolsa contra el pecho.

No. No creo.

Debía cambiar el tema de la conversación.

¿Usted piensa conducir así? Así con... Y con sus brazos hace un extraño ademán como de incomprensión hacia sus piernas. A horcajadas.

Claro, no hay otra forma de conducir una moto.

Es usted una salvaje, señorita. Una auténtica salvaje. Se lo puede tomar como un cumplido, si lo desea.

Y tras decir eso se agarra a la parte delantera del sidecar, con su brazo libre, a la vez que se le dibuja una sonrisa traviesa en la cara, como si esperara a que la valquiria pusiera en marcha su artefacto.

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24/02/2017, 10:48
Damien Krieg

Krieg tenia de nuevo esa extraña sonrisa, al ver como hablaban Bernstein y Wirth.

- Al final esos dos acabaran juntos, ya lo verá... - dice mirando a la enfermera Dietrich, señalando con la cabeza a la arqueóloga y al doctor.

Cruza sus brazos en espera de partir, la verdad que no podía negar que tenía muchas ganas de saber de aquel extraño sitio, su rostro volvió a volverse serio. Empezó a pensar en su mujer.

- Si no fuera por lo del accidente, ella estaría aquí conmigo, con esa alma aventurera e ingeniosa que la caracterizaba -una leve sonrisa se dibujo en su rostro, al recordarla.

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26/02/2017, 21:43
Director

Los motores rugieron. El coronel les deseó buena suerte y les despidieron con un saludo romano. Iniciaron su andadura hacia el sur, en dirección a la gran sabana alienígena tapizada por grupos de árboles y helechos. El sol calentaba con fuerza, y a medida que el día avanzaba lo haría más, hasta llegar a una temperatura similar a la que se pudiera alcanzar en un lugar tropical de la tierra, en un día especialmente cálido.

Aquello era una sabana clásica. Con pequeños lagos generados por la lluvia, donde abrevaban los herbívoros bajo el ojo vigilante de los carnívoros cazadores. Aves carroñeras, pequeños animales que se escondían en madrigueras, insectos y demás bichos que cubrían todos los nichos ecológicos. Los científicos tomaban notas, fotos y dibujaban perfiles.

Había llegado la hora de la pausa para comer. Bernstein se había empeñado en que tenían que intentar sedar a algún animal o tomar al menos datos sobre sus medidas o similar. Los militares consideraban peligrosa la maniobra, habida cuenta de que no tenían fusiles con dardos tranquilizantes, y tampoco parecía demasiado ético ponerse a matar a la mitad de los bichos de aquel ecosistema para sacar simples medidas de su fisonomía. Hagall lo desaconsejó, y la enfermera la secundó: se aprende mucho más sobre la fauna cuando está viva que cuando ha muerto.

Se sentaron con los vehículos formando un círculo protector, como hicieron los colonos holandeses en su avance por las praderas de Namibia, montando una carpa improvisada con unos ponchos para protegerse del inclemente sol. Las raciones alemanas eran en casi todos los casos ingredientes sueltos que uno podía consumir solos o usarlos para cocinar otro plato. De momento, no querían hacer un fuego, así que gastaron parte del pan de molde que traían para comer pescado enlatado, queso, carne de ternera con maíz y cosas así. Tenían agua y vino francés para empujarlo.

Topf había dejado a un par de hombres de guardia, vigilando los 360 grados de la visual. Él terminó el primero y salió a dar un paseo para estirar las piernas y encontrar un buen sitio donde hacer de vientre. Entonces, vió a un grupo de aves carroñeras concentradas en un cadáver junto a una charca malsana. Se acercó, por mera curiosidad, imaginando que podía intentar cazar a una de las aves. Pegó un tiro, pero no acertó o hirió de levedad. Los carroñeros levantaron el vuelo.

Se acercó al cadáver, decepcionado. No quería meter más tiros y espantar a todos los animales a varios kilómetros a la redonda. De hecho, los científicos se levantaron para mirar desde los coches, molestos por el asunto del disparo. Sin embargo, Topf se acercó al cadáver y parpadeó, incrédulo. Les hizo gestos desde la lejanía para que se acercaran, quitándose la gorra. Era... era imposible.

Parte de la comitiva se acercó, aunque algunos se quedaron junto a los coches, especialmente los soldados. Hagall fue la primera en dar un salto por encima del capó del coche y caminar hacia allí con decisión. Lo que encontró fue a Topf en cuclillas, apoyado en su fusil, con un pañuelo en la boca para aliviar la peste del cuerpo que comenzaba a dar signos de putrefacción y espantar a los pequeños coleópteros que zangeaban allí.

-Creí que querrían ver ésto -dijo.

-Eso es... -dijo Krieg.
-Es una vaca, si. Como la de nuestros primeros experimentos.
-Una vaca Abondance francesa
-dijo la señorita Dietrich, pues sabía la especie concreta usada en los primeros experimentos.

Krieg se acordaba. Después del gran fracaso y la muerte de su mujer, comenzaron a hacer pruebas con animales. Una de ellas, había consistido en mandar dos vacas y un buey al "otro lado". Pero no se pudo confirmar si lo habían logrado. Al parecer, si.

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27/02/2017, 09:02
Damien Krieg

- No soy forense, no podría decir si murió por beber de aquella charca, atacada por algún animal o se murió de cualquier cosa, creo recordar que iba con otra vaca y un buey - dice mirando al inerte animal, poniéndose también un pañuelo en la boca.

Estaba acostumbrado a los olores fuertes, el óxido, el hierro siendo soldado, las grasas  y aceites que se metían en las maquinas, para lubricarlas, pero el olor a muerte y putrefacción, era un olor único y penetrante.

- Deberían de tomar unas muestras los científicos, para determinar la muerte, no sea que tengamos sorpresas no deseadas en este planeta, en un futuro...- dice mirando a la enfermera Dietrich y a la señorita Wirth.

- ¿ Sería aconsejable tapar el cuerpo con tierra, para evitar extienda alguna enfermedad de la tierra ? - dice mirando a la enfermera.

Luego se queda meditativo pensando, recordando lo que vio, en cuando llegaron...

 

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27/02/2017, 09:56
Helmut Bernstein

Se sentía indignado por la negativa de todos por cazar unos animales. Eran incapaces de entender el valor de los datos fisiológicos de uno de esos bichos. Cosas que van mucho más allá de sus datos volumétricos. Saber si contienen parásitos, gérmenes... Conocer su dieta. El grosor de su piel y su grasa. Qué órganos internos tienen. Mil cosas. Cosas necesarias si iba a ser necesario cazar esos animales para alimentarse mientras la colonia no estuviera a pleno rendimiento. Debían conocer los puntos fuertes y débiles de su competencia directa en ese hábitat.

Estaba enfurruñado. Comía en silencio sus raciones. La primera media hora en moto lo había pasado fatal, agarrándose el sombrero, temiendo salir disparado en cada bache... Hasta que se familiarizó con aquel trasto y la experiencia empezó a ser agradable. El viento iba muy bien para aquel día tan caluroso. Mucho mejor que ir recalentado dentro del coche. El ruido de la moto también impedía hablar. Eso era bueno. No le gustaba el parloteo social. Un cacaraqueo hueco. Ahora, mientras comía, rememoraba su paseo en moto con una íntima sonrisa.

Entonces escuchó el disparo. Debía ser Topf que había salido. Con suerte tendría un especímen para estudiarlo. Se encaminó, junto al resto hacia el sargento. Allí había una vaca muerta. El hecho no le pareció alarmante por si mismo.

Kireg comentó ciertas cosas juiciosas. Bernstein se sacó el sombrero un momento, para enjuagarse el sudor de la frente con un pañuelo antes de volver a encasquetarse su mosquitera portátil.

Puede haber muerto por muchas razones. La principal, si me lo permite, es que está en un hábitat distinto al suyo. No todos los animales tienen nuestra capacidad de adaptación. De todas maneras sí, será mejor mirar si su cuerpo contiene toxinas. El cuerpo está muy deteriorado y las bacterias ya han degradado mucho los tejidos, pero a saber. Nos faltan los tejidos blandos que es donde se acumulan las toxinas, pero podemos probar. 

Con un gesto envía a un ayudante a por el material científico del coche. Se acerca un poco a observar el animal, en busca de marcas de ataques, manchas o marcas que indiquen una causa de la muerte.

Podría tratarse del efecto de una bacteria mortal, por supuesto. Hemos de ser precavidos.

Y recordó las proféticas palabras de Wirth en la ribera. Todos los microorganismos que citó... Y los que podía haber allí, totalmente desconocidos.

No. No me puede haber pasado nada. No me mojé los ojos, ni la nariz, ni el ano ni la boc... Chupé el agua, pero un contacto tan leve es poco probable... Por no hablar del agua tan dura. En esa agua insalubre no habrían sobrevivido bacterias que necesiten de un anfitrión, pues nadie bebe de esa agua... Tranquilo, Bernstein.

Aunque puede ser el agua, una hierba tóxica, una pulga... mil cosas. O ninguna de ellas. No caigamos en la paranoia, caballeros. Es una vaca muerta en un entorno hostil. No saquemos conclusiones precipitadas. Como dijo Freud, "A veces un puro es solamente un puro".

Miró un poco más la vaca y su entorno, en busca de más pistas. A pesar de que Krieg se ha dirigido a la enfermera, no puede evitar contestar, en uno de sus arrebatos narcisistas.

Ah! Y sobre lo de enterrar el animal... No vale la pena. Si teme contaminar el planeta con gérmenes terrestres, ya es tarde. Nuestras ropas, nuestra comida... nosotros mismos. Cuando llegamos a América exportamos la viruela que hizo estragos entre los nativos. Aquí no será distinto. O sí. Si somos especies muy distintas es posible que ellos sean inmunes a nuestras dolencias y nosotros a ellas. Pero el tiempo dirá. El tiempo dirá...

Y aunque intenta parecer seguro de si mismo, está cagado de miedo.

 

 

 

 

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Por si hace falta Observar detalles de la escena: 8+6=14