Partida Rol por web

Los únicos digimons que fueron capaces de reaccionar al encuentro fueron Totodile y Trapinch. El primero lanzó un potente chorro de agua que envió por los aires varios de los spinaraks que les estaban atacando. Trapinch, por su parte, dio un mordisco muy fuerte a otro de los insectos y lo hizo huir.

Flabébé, gracias a la ayuda de su compañera y a la pistola de agua de Totodile, logró liberar su enredadera para poder así actuar libremente.

Pero tal y como esperaban, los digimons enemigos volvieron a actuar, y como si de un solo digimon se trataran, o como si estuvieran terriblemente bien organizados, los nuevos chorros de seda fueron a parar a cada uno de los humanos que había presentes. Sus digimon esta vez no fueron capaces de ayudarles y cuando se quisieron dar cuenta allí había un total de diez capullos de seda. Aquel día, los digimons insectos se iban a dar un buen festín a no ser que alguien hiciera algo para remediarlo.

Fennekin se había quedado asombrado por todo lo que estaba pasando a su alrededor, en un momento había pasado de la felicidad de saber qué era un átomo a saber que estaban siendo atacados por decenas de Spinaraks. Y peor aún, habían atrapado a su compañera, aquello ya sí que era insoportable, se había enfadado, y mucho.

Pero aún así, no era el tipo de criatura que destruye las cosas a la primera, así que decidió hacer un ataque de advertencia, de exhibición.

¡Nitrocarga!

Gritó mientras corría hacia alguno de ellos, el más grande que viese, tratando de impregnarse a sí mismo en llamas e impulsarse con ese fuego. Si con eso no bastaba, iba a tener que tomar medidas mucho más serias en el asunto.

Magnemite se encontraba cansado, muy cansado. Y falto de energías, tanto que pese a su velocidad innata, tardó en reaccionar. Y se maldijo a sí mismo, ahora su compañero estaba atrapado... a no ser que pudiese evitar algo peor. El equipo enemigo estaba muy bien organizado, así que en su brillantez se preguntó que si ya había funcionado una vez ¿por qué no iba a hacerlo una segunda?

Se puso a vibrar, a zumbar, mientras un sonido se acrecentaba, cada vez más insoportable.

¡Zzuperzzónico!

Zumbó con fuerza, entornando con cierta rabia su propio ojo.

No podía ni creérselo. Flabébé no sólo se había quedado atascada con sus enredaderas cogidas de a saber qué, sino que, además, aquellos digimons malvados los tenían totalmente rodeados, y amenazaban con hacer un gran mal a los humanos.

-Ah, pues no— dijo con determinación, mirando a Elen, y prometiéndose a sí misma que la iba a cuidar costara lo que costara.

Siguió tirando, cerrando los ojos, y gimiendo, de su enredadera para sacarla de aquel lugar, y casi se cayó de espaldas, dejando su flor a la deriva cuando la enredadera finalmente cedió, y Flabébé apenas logró conseguir estabilizarse.

—¡Ajá!— exclamó, triunfal, mirando a aquellos digimons horribles—. Ahora os vais a…

Pero, se cortó a mitad de frase, muriendo en su pequeña garganta al ver lo que acababa de pasar.

Todos los humanos, incluida su querida Elen, estaban atrapados dentro de unos capullos blancos de seda, sin poder moverse, asustados, e indefensos. No había conseguido proteger a su humana, y Flabébé miró con rabia a todos aquellos asquerosos insectos.

—¡Ahhhh!— gritó, furiosa, con un sentimiento de venganza impropio de ella, y con la sola idea de terminar aquello lo más rápido posible para poder sacar a Elen de ese capullo.

Pensó en extender de nuevo sus enredaderas, y atizar a todo el que pudiera, sin miramientos, sin sentimentalismos. Aquello era una guerra digimon. 

Impotente vio como su compañero Bran fue atacado y convertido en un capullo de seda. No pudo protegerlo, y si pronto no hacía nada, mejor que no pensase en ello. El pequeño Shpemon no podía hacer otra cosa que saltar y lanzarse hacia los Spinarakas, valor no le faltaba, pero eso no implicaba que poseyese la fuerza necesaria.

¡Soltalde!, ¡soltaldlos! – Alzó su voz mientras con su esférico y azulado cuerpo chocaba contra una de esos bichos de varias patas.

Aquel mordisco a ese Spinarak lleno de placer a Trapinch, esa jugosa sensación de los fluidos de su victima siendo drenados y paraban en su mandibulas era un nectar suculento del cual el excavador disfrutaba queriendo gozar mas-Oh Arceus, mil gracias por haberme traido a este mundo como un Trapinch, Tambien me diste a mi querida Elhen, doblemente gracias, esta vida sin duda es la mejor-. La mordida fue tan fuerte que la presumida arañas roja a la cual mordio huyo despavorida buscando salvación, Trapinch sabia que aquello era inutil, la mordio tan fuerte que seguramente se desangraria y su huida pararia cuando se le acabaran sus fluidos vitales, cuando eso pasara el se aseguraria de estar ahi y ahorrarle la verguenza de morir así comiendosela, pero eso seria hasta que acabaran con las demas. Hasta ahora el dia se iba poniendo mejor y mejor.

Eso pensaba hasta que vio la contraofensiva de la colonia de arañas ataco a los humanos con sus hilos encerrandolos en capullos.

-¡¡ELHEN!! ¡¡¡NO!!!-Grito Trapinch con desesperación.

NO, no debia desesperarse, este era un modo normal de los digimon's insecto para conseguir comida para sus colonias, no debia frustarse o sino sus ataques coordinados gracias a la mente colmena los acabarian como neutralizaron a sus humanos. Controlando su furia alzo la voz a sus compañeros Digimon y les dijo en un intento de coordinarlos:

-Mantengan la calma, nuestros humanos estan bien. Estos Spinarak pelean coordinando sus ataques, como la Digi-colmena que son, si queremos vencerlos debemos atacarlos con ataques que los afecten a todos ellos, ninguno debe quedar sano o huiran por refuerzos de colonias cercanas.

Dicho esto Trapinch empezo a concentrarse, hasta ahora habia hecho cosas que no requirieran demasíada energia para así mantenerse fuerte pero esta vez debia darlo todo, poner todas las victimas al fuego, no sabia si este ataque funcionaria al 100% pero si sabia una cosa: este sin duda afectaria a todos los enemigos a consecuencia de perder mucha de su energia. Se concentro mas y finalmente salto en el aire, esos segundos los uso para decirle a sus compañeros que no podian levitar esta valiosa advertencia:

-¡¡¡Todos los que no vuelen salten rapido, sino les va a llegar esto!!!-Haciendo uso de la ira que le habia provocado el ver a su querida Elhen encapullada Trapinch regreso a suelo como bala y lo golpeo con fuerza usando sus mandibulas, el resultado fue un bestial movimiento sismico que azoto toda el area, aprovechandose de que todos habian dicho el nombre de sus ataques(quizás para coordinar una estrategia) Trapinch dijo:

-¡¡¡¡Terratemblor!!!!

 Esperaba que sus compañeros le hicieran caso, este ataque no conocia lealtades y por eso era raramente usado entre los suyos por el miedo a lastimarse entre si, pero esta era una situación de emergencia y habia que debilitar a cuantas arañas fueran posible.

Fletchmon solo puedo ver como todos los humanos eran envueltos en un capullo, esto lo enojo mucho rápidamente ubico al digimon responsable de dicho ataque, su enemigo estaba elegido y este poco podía hacer para salvarse.

Volo rápidamente hasta este y lo ataco directamente con su pico...

Toma!!!

Desde las mas altas ramas pudo avistar todo lo que acontecía, si bien su primer impulso había sido ir en busca de los frutos, ahora desde su posición sin delatarse pudo espiar a los insectos.
Los Spinaraks coordinaban sus ataques,  fue obvio cuando de pronto en un instante centraron sus hilos sobre los humanos dejándoles aprisionados, muchos de los digimons compañeros comenzaban a percatar de este echo y ellos mismos a coordinar la improvisada defensa. Ese golpe de tierra protagonizado por el excavador prometía ser eficaz, y Treecko aunque sentía el impulso de salir corriendo hasta donde Miguel prefirió no obstaculizar en ese momento, en el suelo.
Treecko como uno mas, y aprovechando que precisamente estaba en su hábitat natural, los arboles, salto como una ardilla entre las hojas usando el camuflaje natural de su piel, buscando en la colmena al líder o la forma de interrumpir la perfecta formación de los atacantes de estuvieran en los arboles golpeando con la cola en un giro justo antes de desaparecer rumbo a otro.

Si algo había aprendido Larvitar del dia anterior es que desde cualquier punto podían ser atacados sin que ellos tuviesen la menos idea de desde donde les iba a llegar.

Aunque estaban avisados, no se espero que esa cantidad de Spinaraks apareciese de repente y atacara a Sylveon pero aún menos  que después  atacasen a sus humanos. Cuando al darse la vuelta vio a Iván totalmente envuelto, un fuego interior apareció dentro de él, deseando venganza.

Esto no va a quedar así.

Roca Afilada.

Posteriormente intentó hacer caso a Trapinch y saltar aunque iba a resultar difícil por lo pesado de su cuerpo.

Totodile estaba furioso. Quizá su ataque había sido algo efectivo, pero esos digimion eran muchos para los poco que eran ellos, y además habían encerrado a su Nagisa en un capullo. Quiso ir corriendo a liberarla, morder la seda hasta que su humana quedara libre. Pero al ver que todos los demás se unían para atacar, supo que lo primero era acabar con los spinarak.

Se giró lentamente y saltó. No se sabía si había sido por el consejo de Trapinch o simplemente para coger mejor impulso con el ataque. Fuera como fuera, lo hizo. Seleccionó la zona con más pokemon araña y respiró hondo. Ahí tenía que lanzar su ataque, ahí podría golpear a más y evitar que siguieran lanzando su seda.

Al ver a todos sus compañeros humanos en peligro, los digimons se pusieron en alerta y decidieron actuar. ¡Ya iba siendo hora de protegerles de aquellas sabandijas! ¡Nadie podría hacer nada a sus compañeros! El primero en reaccionar fue el digimon de Fénix, que comenzó a golpear el suelo con sus pequeñas patas, de ellas comenzó a brotar una gran cantidad de fuego que tras golpear a una pareja de Spinaraks los hizo arder. Ambos digimons araña escaparon de allí al momento.

El supersónico de Magnemite actuó sobre gran cantidad de enemigos. Muchos de los insectos comenzaron a dar vueltas sobre sí mismos sin saber qué hacer, así que, aunque no habían huido, al menos estarían suficientemente distraídos como para que no resultaran una amenaza.

Fletchmon y Sphemon vieron a sus compañeros envueltos en los capullos y juntos golpearon a una de las arañas más grandes, no le hicieron mucho daño, pero al menos consiguieron que huyera.

Treecko buscó al líder de los digimons, y comprendió que tal y como había indicado Trapinch, actuaban en forma de colmena y todos ellos eran los líderes, pues sabían lo que tenían que hacer en cada momento. A pesar de ello, había algunos Spinaraks más grandes, que seguramente fueran más poderosos que el resto, pues su nivel evolutivo, así como su tamaño eran mucho mayores.

Entonces Trapinch comenzó a saltar en el lugar en el que se encontraba, y con cada golpe que daba al suelo, se iban formando más y más grietas. Todos, a excepción de Fletchmon, Treecko y Flabébé quedaron muy cansados por los golpes y la energía que habían aplicado en sus ataques. El golpe había arrasado con la mayor parte de los arácnidos, pero también con sus compañeros. Efectivamente era un movimiento brutal. Por suerte, antes de que eso sucediera, Totodile y Larvitar habían combinado sus potentes movimientos para eliminar a una de las arañas gigantes que había.

La mayoría de los digimons estaban agotados, pues ninguno había logrado comer nada durante todo el viaje, a excepción de Flabébé que logró probar alguno de esos frutos del árbol y de Trapinch que durante el viaje había logrado comer unas cuantas piedras, alimento suficiente para mantenerle en forma.

Tras aquel duro combate, un par de digimons aún quedaban en pie, y volvieron a lanzar sus telarañas para tomar los capullos de los humanos y llevárselos consigo.

¡Iban a huir si no hacían nada! Y entonces, algo sucedió, de dos de los capullos brotó un par de haces de luz muy potentes:

Trapinch y Flabébé se recargaron de energía, y al notar su estómago lleno y repleto de fuerza, pudieron sentir como la luz recorría su cuerpo haciéndoles mucho más poderosos. ¡Debían proteger a sus dos compañeros! ¡A todos sus compañeros!

Vibrava es un digimon de color amarillo, y tiene dos alas con forma de rombo, que vagamente recuerdan a una especie de paneles solares de color verde. Su cola termina en dos pequeños rombos del mismo color. Tiene cuatro patas, ojos verdes y dos pequeñas antenas. Puede agitar sus alas increíblemente rápido, generando ondas ultrasónicas. Estas ondas son lo suficientemente potentes como para debilitar a sus enemigos. Además los Vibrava pueden orientarse en las tormentas de arena gracias a sus antenas.

A pesar de parecer ser de tipo bicho, en realidad, es un dragón desértico. Sin embargo su parecido con los tipo bicho podría ser un problema para este, ya que sería el blanco perfecto para los tipo volador que no se han percatado de esto, posee unos ácidos en el estómago, que a la vez expulsa por sus laterales para pulir sus alas y hacerlas así mucho más veloces de lo normal, éste mecanismo se fue desarollando al paso de los años.

Devoran a su presa esparciendo ácido sobre ellas para descomponer su cuerpo y permitir una digestión más fácil. Sus ondas ultrasónicas también pueden causar jaquecas en los seres humanos.

Si bien sus alas no están totalmente desarrolladas, pueden utilizarlas con el objetivo de aturdir a sus enemigos o a su presa. Además, pese a todo, pueden volar distancias cortas.

Este Pokémon hace referencia a las Pixies (hadas pequeñas que revolotean por las flores del folclore británico descritas por Shakespeare) por su apariencia y comportamiento, o a las alseides.

Floette, al igual que Flabébé se aferra a una flor desde muy temprana edad y la cuida durante toda su vida. Por eso puede verseles llevando flores de distintos colores.

Golpeando con todas sus fuerzas Trapinch azoto sus mandibulas contra el suelo, el resultado, un bestial movimiento sismico que abrio grietas por todos lados. El temblor no tardo en derrotar a la mayoria de las arañas que los rodeaban, unas siendo aplastadas por las piedras, otras siendo tragadas por el suelo hacia el vacio de la muerte y las que tuvieron suerte apenas si alcanzaron a salir a una ilesa zona donde la sacudida las tenia demasiado debilitadas.

Trapinch miró este espectaculo de muerte y destrucción con sorpresa y admiración para si mismo, no sabia que tuviera tanto poder escondido, iba a presumir su obra a sus compañeros cuando al voltearse vió la horrible verdad, su ataque no solo afecto a las arañas tambien paso factura sobre sus camaradas dejandolos muy debiles y cansados, solo se habian salvado Fletchmon, Treecko y Flabébé. Horrorizado Trapinch fue corriendo con sus compañeros y les dijo visiblemente asustado:

-¡¡¡Por Arceus, ¿Que he hecho?!!!, Chicos ¡¡¿Estan bien?!!. Lo siento mucho, no queria que esto pasara.

Por el horror de su crimen Trapinch tenia los ojos al borde de las lagrimas, el solo queria proteger a su querida Elhen, a sus camaradas Digimon y sus humanos, ahora la mayoria de sus camaradas se encontraban debiles y no queria pensar que daño le habia a Elhen, que le habia hecho a los demas. Toda esta angustia provoco que Trapinch se tirara al suelo y rompiera en llanto, ahora mismo se sentia el digimon mas despreciable de toda la creación y no queria que nadie lo viera, menos su querida Elhen que si lo viera vomitaria de estar en frente de un sucio monstruo destructor.

En medio de su angustia Trapinch no notaba que la pelea no habia terminado, 2 arañas que sobrevivieron al sismo se levantaron y no tenian intenciones de rendirse. Usando su seda capturaron 2 capullos donde estaban humanos todavia cautivos para llevarselos, en ese momento Trapinch sintió un pulsada que alerto sus sentidos- ¡¡¡ELHEN!!!-El excavador volteo la vista y vió a los artropodos correr con dos capullos, solo sabia que en uno de ellos se encontraba su querida Elhen. Intento correr pero le flaqueaban las patas, habia gastado mucha energia, todavia tenia energia por que se comio unos ricos esquistos antes de salir rumbo al arbol pero ahora las patas le fallaban, eso no lo iba a detener, usando toda su rabia se puso de pie como pudo, iba a correr y a detener a esas arañas, no le iba a fallar a Elhen, no le iba a fallar como antes, no fallaria nunca, nunca mas...............

Entonces como un acto venido de la gracia de Arceus el Digivice de Elhen reacciono, Trapinch pudo sentir esa poderosa energia recorrer su cuerpo otra vez recuperando toda su fuerza pero ademas de todo dandole un nuevo poder. Podia sentir como su cuerpo crecia y cambiaba de forma a una mas grande y fuerte, podia sentir sus nuevas patas que eran mas largas y poderosas, su nueva coraza que era mas ligera y fuerte que la anterior, podia sentir como sus sentidos se intensificaban con mejores ojos y unas antenas que le permitian percibirlo todo en la inmensidad del desierto, tambien como de su espalda brotaban agiles y potentes alas que le permitian ir donde quisiera. Ahora era el cazador del desierto definitivo, Trapinch habia digievolucionado en un Vibrava

Terminada su metamorfosis Vibrava miró a sus objetivos con precisión como si fueran una presa mas, rapidamente extendio sus alas que en segundos se impregnaron de un potente acido que lubrico sus nuevas articulaciones haciendo que saliera volando hacia sus presas. Volando a toda prisa Vibrava gritó furioso:

-¡¡¡NO SE ATREVAN A LLEVARSE A MI QUERIDA ELHEN MALDITAS ARAÑAS!!!

Dicho esto apunto sus esfuerzos primero hacia la araña amarilla, hacia la Galvantura que arrastraba el capullo donde podia estar su querida Elhen, usando sus nuevas alas las agitó muy rapido para despues lanzar un ponente pulso sonico hacia su enemiga mientras le decia:

-A ver si te gusta araña corriente, ¡¡¡Zumbido!!!

Vibrava no tenia mucho control de su nuevo cuerpo, solo el fuerte deseo de exterminar a esas arañas y enseñarles de una vez por todas quien era el cazador y quien la presa.

Había que hacer algo, y había que hacerlo rápido. Elen y los demás humanos estaban atrapados, encerrados en aquellos capullos que aquellos digimons habían creado con el fin de… ¿acabar con ellos?

Cuando Flabébé pensó en ello, sintió que algo dentro de ella se rompía, como un cristal: se resquebrajó, y sintió cómo toda la fuerza se unía en un solo punto de su interior. No era que estuviera furiosa, pero sí que había algo dentro de ella que le obligaba a ayudar de cualquier modo a Elen, y a los demás humanos. Como fuera.

—¡Ahhhh!— gritó con su vocecita aguda, cerrando los ojos, agitando su flor al viento, y agarrándose fuerte—. ¡Se acabó!

Golpeó, arañó, gritó, se movió de un lado a otro, y todo para ayudar a su querida Elen, y para proteger al resto de los humanos. Muchos compañeros digimons estaban cansados, y Flabébé lo entendía: había pasado mucho tiempo desde que habían comido, la noche no había sido del todo fructífera, y no habían apenas desayunado. El cansancio, el viaje, y todo lo que les había pasado desde que se encontraron no había hecho sino consumir las energías y fuerzas de todos ellos. Y, además, estaba el seísmo provocado por Trapinch.

—¡No, no te preocupes!— gritó Flabébé desde su flor al viento, tratando de animar al grupo de compañeros de digimons—. ¡No podemos fallar! ¡Arriba, Trapinch, no llores, sé valiente, piensa en Elhen! ¡Los salvaremos!

Iban a perder.

—¡No, no!— gritó cuando vio que, después de echar un vistazo a su alrededor y observó que apenas quedaban enemigos que vencer, dos de aquellos enemigos trataban de llevarse a los humanos consigo.

Primero, vio a Trapinch siendo envuelto por una luz incandescente que le hizo a Flabébé entrecerrar los ojos, y luego lo sintió ella. Una luz cálida, apacible, incluso cómoda, dándole fuerzas, una infinita, y valor. Sentía mucho valor en el centro de ella, donde creía que residía lo mejor de sí misma.

—¡Oh!— dijo, y la luz la sucumbió, notando fuerzas renovadas.

Cuando cambió, y volvió todo a ser como antes, sonrió para sí misma, llenándose de orgullo, poder, y fuerza.

—¡A por ellos!— gritó al mismo tiempo que el nuevo Tranpinch, y lanzó su látigo cepa con fuerza a uno de ellos para evitar que se llevara el capullo hacia donde fuera. 

Fletchmon algo cansado de la batalla, sabía que no podía abandonar a sus compañeros o quedarse atrás, una vez que vio las fuerzas renovadas de ahora Vibraba y como este atacaba con su zumbido y como Floette liberaba con sus latigos a uno de los compañeros capturados queria asegurarse de que al menos uno no atacará más y por ello se lanzo en picada , desde el aire contra el más cercano para neutralizarlo de una sola vez. 

Se sentía cansado, muy cansado para seguir. Ayer había gastado casi todas sus reservas y aquel último supersónico lo había dejado fuera de combate. No obstante zumbaba en un vano intento por ayudar a su compañero.

Todo daba vueltas en un vano intento por ponerse en pie. Había conseguido hacer algo, pero era insuficiente, se sentía mal. Muy mal. Los átomos no se separan. Eso decía su compañera. Sin embargo, tan sólo podía mirar con rabia e impotencia.

El movimiento de Trapinch había dejado a los digimon que no podían volar o levitar fuera de combate. Totodile sintió sus energías desfallecer, y no pudo mantenerse mucho más tiempo en pie. Miró, con vista cansada, a Nagisa, que estaba encerrada en uno de los capullos, junto a los demás.

Lo siento dijo el pequeño cocodrilo, sabiendo que no podría hacer más por ella, y se dejó llevar por el cansacio, sin darse cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor.

Vibrava y Floette se sentían con las energías puramente renovadas. Donde el resto de sus compañeros estaban cansados y debilitados, ellos sentían como si hubieran vuelto a nacer. Ver a sus compañeros en peligro, así como tener el estómago lleno hizo que pudieran digievolucionar para hacer frente a los dos últimos insectos que quedaban en pie.

Cargados de optimismo, ambos digimons de tamaño superior lanzaron sendos ataques contra sus rivales. Pero lo que sucedió a continuación no lo esperaba ninguno de ellos. Creían que con ese nuevo poder y nuevos movimientos podrían hacerse cargo, pero sus rivales también eran mucho más poderosos. El látigo cepa de Floette fue bloqueado por un montón de seda que salió de uno de ellos. Y el zumbido de Vibrava fue bloqueado por un rayo que expulsó el insecto de color amarillo.

Fletchmon y Magnemite no se rindieron, aún seguían luchando para hacer frente a ambos digimons arácnidos, pero sus fuerzas empezaban a flaquear y tenían tanta hambre que por muchas ganas que le ponían, no eran capaces de hacer nada por ayudar.

Sorprendidos por no haber logrado detenerles, pudieron ver como una vez más arrastraban los cuerpos de sus compañeros para llevárselo de allí y... ¡comérselos!