Partida Rol por web

No no... son mis hijos. Los ojos se le llenan de lagrimas antes de llamar a sus dos hijos. Podéis salir. En ese momento un chico joven y una chica, adolescente, salen del cuarto. El joven lleva una armadura de cuero muy mellada y una espada en la mano, que ante el gesto preocupado del anciano envaina dubitativamente. La muchacha permanece tras el joven, aferrando sus hombros y escondiéndose tras él. El anciano te mira y te dice: Nos mudamos aquí tras la guerra, esto estaba abandonado, y entre los cuatro lo arreglamos un poco. Nuestra aldea desapareció entre las llamas, casi como esta -lo cierto es que parecía la única casa que había sobrevivido al fuego- y creímos que a nadie le importaría. Ahora es nuestro hogar. A la mujer del anciano le caen lagrimas a raudales por los ojos pero no dice ni una sola palabra, ni una queja, ni un sollozo. Está claro que ha sufrido demasiado para expresarlo en voz alta. Somos la familia Klait. Yo soy Arthur y ella es Mía. Señala a la esposa que agacha la cabeza. Mis hijos se llaman Drake y... Hanna. Dice señalando al joven de la armadura de cuero y a la joven del vestido blanco manchado de ceniza.

- Tú- volvió a decir el mago, esta vez señalando al joven - Pon la mano derecha en la nuca y con la izquierda, muy lentamente, quítate el cinturón en el que llevas la espada. Luego, con la misma mano, te vas a soltar los cierres de la armadura y la vas a dejar en el suelo. Aquí solo llevamos armas nosotros. ¿Está claro?-

continuó Volker.

- A nadie le va a pasar nada porque somos buena gente, pero dado que el Imperio se está yendo a la mierda raudo como el viento, cualquier precaución es poca. Ya os pediremos perdón después.-

Mejor prevenir que curar, solía pensar el mago. Si pasaban una noche tranquila y sin altercados, sería el primero en disculparse por sus "discutibles" modales.

Si hubiera problemas..., bueno, nadie sabía qué podía suceder.

     El norse escrutaba con mirada torva a los presentes. Sin darles la espalda comenzó a dejar su equipaje en el suelo. Estaba cansado y no tenía ganas de problemas así que dejó al mago hacer lo suyo a sus anchas. - Será como dice mi amigo. Dijo con su acento cerrado. - A nadie le gustan las personas que no cumplen sus promesas, así que yo siempre lo hago. Ésta noche puedo prometer que si nos dais algo de cenar y nos dejáis pasar la noche en paz sin hacer nada estúpido, mañana saldremos por esa puerta y no nos volveréis a ver. Sin embargo ninguno saldréis con vida si intentáis jodernos de alguna forma. Si alguien metía la pata lo lamentaría amargamente. Eso era un hecho.

El joven asintió cuando vio que el anciano le hacía un gesto afirmativo. Se quitó el cinto con la espada y una daga que llevaba a la espalda y luego se desabrochó la chaqueta de cuero que dejó caer al suelo. Bajo la armadura de cuero solo tenía una camisa ajustada que reveló un torso fuerte y musculado pese a su juventud. Sus ojos miraban con expectación a los recién llegados. Esperando acontecimientos. El joven había obedecido.

Bien, el joven había obedecido, lo cual era del agrado del mago. Volker volvió a dirigirse al viejo, su interrogatorio no había terminado.

- Vamos a ver, ¿Cómo se llamaba vuestra aldea?,¿Cuántos años tienen tus hijos?¿A qué os dedicabais antes?.-

le inquirió. Varias preguntas más o menos inconexas, para aturdirle y ver cuáles eran sus respuestas. A Hammet no le gustaba aquello, el sitio estaba muy a desmano y esa gente podía ser cualquiera.

Acto seguido, recogió las armas y enseres del jovenzuelo; estarían mejor guardadas en manos del mago. O eso pensaba él.

Se llamaba Ciprier, una pequeña comunidad. El tiene 16, ella tiene... 14. Trabajabamos el campo, mi hijo siempre quiso entrar en el ejercito, yo se lo impedí. Necesitabamos su fuerza y no quería esa vida para el. Te mira con unos ojos penetrantes, está claro que no hace falta la ostilidad, el mensaje había quedado bien claro. Pese a eso la tensión se masca en el ambiente.

     Surga se dejó caer pesadamente sobre una silla donde atenuar su cansancio. - Tranquilo compañero. Dijo al mago evitando dar nombres. - No harán nada estúpido. Vinieron aquí huyendo de la guerra y de los problemas. No creo que quieran causarse mas haciendo algo que luego lamenten. Comeremos, dormiremos y nos iremos por la mañana. Eso es lo correcto. Otra cosa sería mala para ellos y creo que les ha quedado claro.

Volker desenvainó la espada, algo no cuadraba en aquella situación. Claro que no cuadraba.

- Nos estás mintiendo, viejo. Seguro. Creo que te acabas de inventar todo cuanto has dicho. Has dudado del nombre de tu "hija" así como de su edad. ¿Cómo puede dudar un padre de tales obviedades?. Vamos, te doy una última oportunidad, ¿Quiénes son esos dos y qué hacéis todos aquí?.-

Esto es muy muy raro, me da que distan mucho de ser familia, que la chica esta no debería estar aquí y la protegen de algo... ¿La justicia?¿Los cazadores de brujas?

No había vuelta atrás. El mago notó cuando activó sus poderes como si se encontrara en medio de una tempestad. Su alma, fiel reflejo de su cuerpo pero translucida e invisible para quienes no controlaban este tipo de habilidades, se sumergió en un mundo reflejo del que tenían delante pero en tonos grises y translucidos, donde un huracán que partía de la joven que se refugiaba tras el chicho azotó al mago echando hacia atrás sus ropas y, de haberla tendió, su melena. Los demás no supieron nada de esto, pero si vieron como Volker entornaba los ojos como si se resguardara de un vendaval que le azotaba la cara y le impidiera ver.

El joven no pudo aguantarlo más y agachándose tomó la espada del suelo y retrocedió hacia atrás, empujando poco a poco a la muchacha tras de sí, sin perder el frente con los extraños invasores. Por su parte la joven pronunció unas palabras en voz baja que extrañamente hicieron que Volker diera un par de pasos hacia atrás como si verdaderamente se enfrentara a una ventisca en la nieve. Era extraño, y los compañeros del mercenario del mal camino no sabían que estaba pasando exactamente. ¿Que era aquello? Volker sentía que algo provenía de aquella muchacha de blancas vestiduras.

El anciano suspiró y echando mano bajo la mesa extrajo una pistola de chispa amartillada con la que apuntó a los presentes mientras que la que se suponía su mujer, extrajo una espada muy bien camuflada de entre unas ropas que había tras la mesa. El viejo os miró y calmadamente, al igual que había hablado hasta el momento dijo: ¿No podíais haberos callado no? ¿Teníais que hurgar? Hubierais pasado la noche aquí y al día siguiente hubierais partido. Solo teníais que... Sus ojos se entornaron ante aquellas palabras. ¿Quiénes sois? ¿Quién os envía? El hombre encañonaba directamente a Volker al pecho. Y la mujer de la espada con el arma en las manos se situó junto al joven, que también alzaba la suya.

- Eh, señor B, vuélale la puta cabeza al viejo.-

le sugirió Volker a Magnus mientras miraba fijamente a los jovenes. La cosa se había puesto interesante de veras, ya se había olido el mago que algo no iba bien en todo aquello, y ahora, al sentir los vientos de la magia se lo habían confirmado de veras.

La joven que tanto se afanaban el proteger tenía poderes. Bastante interesantes, la verdad.

Todo se podía ir a hacer puñetas si no actuaban con rapidez. Tenían que eliminar al chaval que la protegía y a los dos ancianos antes de que hiceran nada; al parecer, la mala suerte perseguía a los mercenarios del mal camino; aunque quizá, y solo quizá, hubieran dado el gran palo*.

- La chica controla la magia; lo acabo de percibir, compañeros. Y debe de ser alguien relevante, lo suficiente como para que estos tres se jueguen el pellejo por mantenerla con vida. Tengamos cuidado.-

comentó para informar a sus camaradas. De todos modos, sabía que Magnus y el norteño eran gente de confianza, tenía las espaldas cubiertas.

     Al ver que las cosas se precipitaban hacia un inevitable punto crítico, el norse echó rapidamente mano a su arma y la blandió frente a su cuerpo en un par de molinetes. - ¡Damn heks! Dijo en su lengua natal como si escupiera las palabras. ¿Podría ser ella o solo la casualidad hacía que lo pareciese? No valía la pena especular... ahora tocaba averigüarlo. No necesitaba girarse a mirar para saber que Berguer estaría preparándose tambien para atacar. No seguían vivos por ser unos cretinos confiados precisamente. - ¡La habeis jodido, viejo!

Berger sacó la pistola que llevaba en el cinto y la cual estaba preparada desde hacía horas para ser disparada, como una exhalación estiró el brazo apuntando directamente hacía la cabeza del viejo con toda la intención del mundo de descargar su carga de muerte sobre aquel anciano encubridor - no es nada personal... pero negocios, son negocios - espetó con voz atona y desprovista de sentimiento alguno...

Todos pusieron cara de póquer menos el joven, que estaba furioso hasta casi echar espuma por la boca. Extrañamente el anciano y su esposa mantenían una actitud calmada, casi resignada ante lo que estaba sucediendo, pero a todas luces resuelta y sin dudar un solo instante. La pistola era aferrada con aplomo y no temblaba pese a la edad, las miradas eran duras, de haber vivido casi de todo en aquellos años que ya llevaban a cuestas.

Berger, viendo que el anciano no parecía una amenaza real en comparación con el chico joven, decidió descargar, erroneamente, su arma contra el chaval... Craso error, la bala de plomo voló veloz como un jilguero directa a estamparse a dos metros de donde el guardia de caminos había pensado disparar.

Con un gruñido sacó la lanza de su sitio y se preparó para el combate cerrado, aquella maldita pistola le traía más problemas que soluciones

El joven no lo pensó dos veces, cargó directamente contra Volker con la espada por delante suya. NO iba a permitir que se le hiciera daño a la joven, eso estaba claro. La mujer mayor también se lanzó a por el grupo pero esta vez ataco al hombre que acababa de hacer uso de una pistola en la casa. El ruido había sido atronador en mitad de la calmada noche, pero no parecía que se hubiera asustado por ello. Cargó con la espada que parecía pesarle más de lo debido en las manos y la dejó caer con fuerza contra Magnus. El arma no llegó atacarlo. La joven como en una coreografía bien ensayada salió corriendo hacia la puerta, pero algo le hizo dudar. Al pasar junto al gigantón del norte extendió una mano y se la pegó a la frente con una sonora chapada. !PLAS! Sonó. Entre su mano y la del Nórdico había un plumón. Sura sintió que sus fuerzas fallaban. En ese momento Volker volvió a sentir que la tormenta que solo el percibía lo azotaba esta vez desde un lado y le hacía dar un paso a un lado para mantener el equilibrio*.

     Surga sintió como el sopor lo invadía de forma alarmante. Sus ojos se entrecerraron por la presión de la magia de aquella mujer, pero sacudió con fuerza su cabeza para sacarse la sensación de en encima. - ¡Damn tispe! Juró de nuevo en su lengua natal. El norse era duro como el hielo del glaciar y no le gustaba que una bruja de mierda intentase jugar con él. - Eso ha sido un grave error, zorra!. Quiso descargar su espada contra la mujer, mientras con la otra mano descolgaba el escudo de su espalda. Capturarla con vida no era parte del acuerdo, solo recuperar el pergamino. No debió pasarse de lista. Por desgracia, la sucia hechicería que esgrimía evitó que pudiese hacerlo. El enfado del nórdico amenazaba con hacerle perder la razón...

- Maldito hijo de...-

le dio tiempo a decir al mago cuando vio como el joven armado con una espada se avalanzaba sobre él. El chaval le lanzó un certero tajo que la hizo al mago una profunda herida en pleno rostro. Media cara había resultado cortada, desde la frente hasta la barbilla, cruzándole de lado a lado.

Una fea herida sanguinolenta.

-¡Arrrrgh!-

gritó Volker cuando el dolor le recorrió toda la cara. La sangre que bajaba desde su frente casi le nubló la vista, pero aún así, pudo percibir como la joven hechicera/bruja se desplazaba, casí haciéndole moverse como reacción a sus poderes.

La cosa se estaba yendo de madre.

Volker no iba a permitir que un desgraciado le rebanara el pescuezo por la cara, así que alzó su brazo armado con el peligroso acero y lo descargó inmisericorde contra el jovenzuelo descamisado. Un grave error por su parte haberse quitado la armadura, algo lo hubiera defendido.

La espada sajó piel, carne y hueso, causando un enorme dolor a su objetivo.

El anciano no dudó, una vez que el más cercano quedó bloqueado por el combate apunto con cuidado y apretó el gatillo. !BUMMM! La estancia volvió a quedar inundada de humo y olor a pólvora y un proyectil como un gorrión de gordo voló hasta Berguer impactándole con sonoridad. !Crack! Hizo su armadura tachonada al intentar detener el proyectil. La bala le penetró su blindaje y mordió carne. Un mal disparo que se incrustó bien a fondo en las carnes del patrulla de caminos. El viejo por su parte casi sale volando al abrir fuego con la pistola. Estaba en buena forma para su edad, pero... esas armas tenían mucho retroceso y ni con las dos manos logró detenerlo.

La situación era dificil, pero no imposible. La chica no había escapado con la tontería que habia hecho y aquello les daba a los mercenarios una buena oportunidad a fin de cuentas. Solo había que aprobecharla, o quizás no hubiera una segunda. Aquella gente parecía ir en serio, y por lo que se veía, iba a sacar a tiros y espadazos a aquellos intrusos de su "hogar".