Partida Rol por web

Bah - escupió al suelo una genera flema proviniente de los más profundo de su traquea - que le den, el se lo ha buscado... menos botín que repartir - los negocios son los negocios, y la lealtad otra cosa bien distinta que no siempre llevaba un camino paralelo - esperemos a que abran la ciudad, si ese desgraciado logra salir con vida es asunto suyo, pero una cosa os advierto, si trata de retrasarnos, hacer el trabajo solo o lo que sea, lo mato

Volker miró a sus compañeros y se encogió de hombros, si ambos estaban de acuerdo en esperar y entrar, así sería.

- Esperemos entonces. Lo que temo es que la Guardia torture al condenado elfo y largue nuestros nombres y descripciones. Eso podría meternos en un buen lío, solo somos tres.-

dijo muy por lo bajo a sus camaradas.

     Surga se encogió de hombros, con expresión una de diversión en la cara. - ¿De que le sirve a la guardia nuestros nombres? Nosotros no hemos cometido delito alguno aquí. Yo no había estado nunca, de hecho. Que el oscuro cargue con las consecuencias de sus fechorías que nosotros haremos lo mismo cuando nos toque... 

Podrá decir mierda, no me preocupa para nada, no somos herejes, él, a los ojos de un inquisidor si que lo es - dijo con total seguridad obviando el tema de que su contrastista sea alguien de dudosa procedencia - en fin, olvidemos esto, estamos elucubrando demasiado, quizás ni sea él 

Si ya ha entrado en la ciudad, ¿por qué no podemos entrar los demás? Preguntó en voz alta el que parecía un caballero veterano. Claramente estaba buscando incitar a la muchedumbre, pues eran palabras incendiaras en esa situación. La gente a su alrededor asentía con gesto firme, preocupada porque sabían que el exterior de una ciudad, nunca era del todo seguro en aquellos tiempos. Ya habían encendido buenas hogeras y la gente por grupos se ocupaba de especular qué sucedía ahí.

     Surga se encogió de hombros. - Parece que esto va para largo. Deberíamos hacer lo mismo que ellos. Dijo señalando a la muchedumbre que comenzaba a acampar en las inmediaciones. - Un fuego y un poco de descanso nos aclarará las ideas.

- Que le den a esta ciudad y a la Inquisición. No tenemos por qué entrar en ella, solo nos buscaríamos problemas. Si no recuerdo mal, nuestro objetivo es un templo de clausura en una pequeña comunidad al Norte de Middenheim, no tenemos que entrar en la ciudad, podríamos rodear las murallas y seguir con nuestro camino.-

dijo el mago, en voz extremadamente baja, a sus camaradas. Era una alternativa, si en el interior estaba la Inquisición y si también estaba el mamón del elfo oscuro -probable, buscaba lo mismo que ellos- a buen seguro habría problemas. Y con algo de suerte los cazadores de brujas pondrían fin a sus miserias en la plaza principal, con una buena hoguera. Mientras tanto, ellos podían dar un pequeño rodeo y llegar con premura al convento.

Estoy de acuerdo con vosotros, pero ese caballero esta dispuesto a liar un buen guirigay... habrá que estar alerta - comentó Magnus mientras observaba a la muchedumbre que parecía apoyar al caballero... si se decía a mostrarse más belicoso podría darse una situación tensa cargada de muerte y sangre

La gente se quejaba abiertamente de la clausura de la ciudad, y el caballero parecía realmente indignado de que lo dejaran fuera, tras encima haber perdido el caballo, alzando la voz se dirigió a los guardias de la ciudad:

¿Qué pretenden hacer con toda la gente que venga a Middenheim? ¿Cerrarle el paso? ¿Cuánto tiempo? Acaso creen que instalaremos un campamento a las puertas de la ciudad como si fuésemos refugiados. Cavando letrinas, bebiendo de pozos cada vez más infectados y haciendo trueque por comida. ¿Soportaremos todo eso mientras a cien pasos hay una ciudad con techos que nos protejan de la lluvia y fuegos en los que calentarnos? ¡Si hay herejes que vayan a la hoguera, los ciudadanos de bien queremos entrar en Middenheim!

La gente asentía y comenzaba a alzar sus voces también uniéndose al caballero, que claramente consideraban quizás como alguien más susceptible de ser escuchado. Lo que estaban haciendo los guardias no estaba nada bien, y comenzaban a ponerse nerviosos con todo el alboroto que se estaba armando. Uno de ellos, el que había hablado antes, alzó la voz para hacerse oír por encima de las quejas situándose tras sus hombres.

!No se alteren! La inquisición ha dicho que no se entra, y por poco que nos guste NO-SE-EN-TRA! Dijo marcando las silabas de las palabras separándolas muy bien. !Y el que intente entrar por la fuerza... lo.... lo lamentará! ¿Queda claro?

- Esto tiene toda la pinta de acabar en motín: primero los ciudadanos indignados con los guardias se los cargarán y luego saldrán más fuerzas de la ciudad para hacer una matanza. Os recomiendo que nos larguemos de aquí cuanto antes.-

dijo el mago ante el mal cariz que estaban tomando los acontecimientos. En resumen: se iba a liar una buena, si las cosas seguían por ese camino, y Volker no quería estar presente cuando los soldados imperiales empezaran con la represión de la plebe, que a buen seguro sería sangrienta.

     - Temo estar de acuedo con eso. Dijo Surga comenzando a cargarse de nuevo con su equipo. - jævla...

No dijo nada, se limitó a coger las cinchas de su yegua y se dispuso a avanzar, cuanto más lejos y menos que ver con la inquisición mejor para todos... esos desgraciados piromanos acusarían a su madre por echar sal de los mares del sur a un guiso...

- Bien, creo que deberíamos de recoger nuestros enseres y apartarnos discretamente de la puerta. Luego podríamos rodear la muralla hasta una de las salidas de la ciudad y volver al camino que vaya en la dirección que nos interesa. No tiene pérdida, es seguir el contorno de la muralla hasta llegar al camino; Berger podrá guiarnos sin mayor dificultad, dada su extensa experiencia. Probablemente luego habría que buscar una posada porque habrá que pernoctar y comer algo para reponer fuerzas. -

les propuso el mago.

     - Entonces estamos perdiendo el tiempo. Dijo Surga colocándose junto al mago cargado con su equipo y pertrechos. - Cuando antes partamos antes llegaremos a esa posada. Su mal humor no remitiría hasta que tuviese el estómago lleno, los pies sobre una silla y el fuego crepitando frente a su cara.

El grupo se puso en marcha con presteza antes de perder un solo minuto frente aquellas puertas en las que muy pronto podría producirse un derramamiento de sangre estúpido. Junto a la muralla de la ciudad había una zona desarbolada y limpia de maleza por la que se podía transitar bastante bien, así que los aventureros tomaron el sendero resguardado que ofrecía aquella posición y se pusieron en marcha para intentar localizar una posada o algo similar más al norte de la ciudad. Rápidamente dieron la vuelta a Middenheim por el exterior y tomaron el camino Norte que se alejaba de la ciudad. Quizás alguien les pudiera indicar la localización precisa de aquel lugar que buscaban.

¡ME CAGO EN TU ESTAMPA! - Grito furioso al ver que no se le hacía caso, el segundo cruce le había despistado, pero Magnus no quería ceder en su cerrazón - POR AQUÍ!

     - Acabaremos durmiendo al raso a éste paso. Este mapa es una mierda. Terció Surga con su acento norteño mas marcado que nunca por la mala leche.

- Señores... creo que nos hemos perdido.-

sentenció Hammet mientras miraba aquel puñetero mapa. Desde luego que no había sido trazado por un experto cartógrafo, aquella mierda mal pintada podía haber sido dibujada por un crío de cuatro años y el resultado habría sido el mismo: una mierda de plano.

- Sí, me da que dormiremos al raso...-

dijo tras las palabras de Surga.

El grupo caminó hacia el norte con la intención de encontrar una posada que en teoría debía haber por ahí cerca, camino a Middenheim, pero no hubo manera. Durante su viaje de búsqueda que habían comenzado al caer la noche, pasaron un par de horas hasta que dieron con una zona que parecía habitada. Muchas marcas de pisadas, zona libre de arboles, alguna pequeña empalizada... En pocos minutos llegaron a lo que parecía una especie de comunidad medio abandonada. Se podían ver unos cuantos edificios derruidos y ennegrecidos por el fuego. Pero también los había en pie y que en sus puertas tenían clavadas varias antorchas. Uno, el más grande, tenía dos plantas y un granero adosado y se veía luz en su interior.