Partida Rol por web

Dinit seguía viendo lo que sucedía sin poder responder a las peticiones del escudero y aprendiz de caballero con el que había estado hablando momentos antes. ¿Como podía haber pasado? Los bandidos de la ciudad cada vez se arriesgaban más, y debía ser cosa de la falta de trabajo y la situación que no parecía remontar nunca.

El bandido que había sucumbido al miedo de la situación salió corriendo por el callejón y aun lo podíais ver a toda velocidad intentando alejarse del combate. Mientras, a una distancia más corta, Asche se había lanzado contra el individuo que estaba atacando a su amo mordiéndole una pierna con terribles resultados. Diego consiguió también colarle un tajo feo que se sumó a las heridas ya sufridas, y el bandido intentó defenderse como pudo, dando espadazos al aire.

El combate del escudero era otro cantar, pues los dos sujetos seguían presionando bastante fuerte al joven mientras paraban sus ataques y se los devolvían con saña y maldad. Las espadas chocaban, describían barridos, y volvían a encontrarse. La danza de la muerte de la que alguien no saldría con vida.

El escudo estaba recibiendo gran cantidad de golpes, las defensas del escudero estaban alerta, no así su espada, que tan sólo cortaba aire o chocaba con la espada de su rival.

¿De dónde ha salido esa bestia tuya?

Las dos jovenes terminaron sus comidas y esperaron un rato en la mesa. Como desayuno no habia estado mal por ese precio. Los clientes de la posada iban y venian de sus mesas, nueva gente entraba y otra salia. La mañana avanzaba mientras los cuatro miembros del grupo esperaban.

Un buen desayuno, si señor comento dejando la cuchara en el plato podemos ir ya en dirección a la oficina naval. Y de paso agradecería que hiciéramos una parada en una tienda, tengo que comprar ciertas cosas que deje olvidadas al partir. Me levanto de la mesa y me quedo a la espera de que el resto de compañeros se levante además de que vamos contrarreloj y no me gusta llegar tarde a los sitios.

Eira no contesta a los comentarios sobre su ansiedad. Aunque tienen una misión, por lo que tienen algo entre manos. Aunque nada conseguirían siguiéndoles.

- Tienes razón, ha sido un buen desayuno. - dice levantándose. - Yo ando escasa de dinero. Pero a no ser que alguien necesite que le sane, no veo cómo poder ganar algo ahora mismo. Sino fuera por eso, también me gustaría comprar alguna cosa, como una armadura mejor que la que tengo. - se señala a si misma, a su armadura de cuero. Y sin esperar a que los caballeros se levanten de la mesa, se dirige a la puerta.

Las dos jóvenes seguidas de los dos hombres, salieron de la taberna con calma y sin aparentar urgencia de ningún tipo, nadie de los presentes realizó ningún movimiento extraño según percibieron y la mesonera les correspondió con un. !Buena suerte con ese barco! Si volvéis por esta ciudad ya sabéis que aquí se ofrecen los mejores desayunos que encontrareis. Las puertas del lugar se cerraron a vuestras espaldas.

Un nuevo lugar, la oficina naval, que sonaba a institución cargada de burocracia y pomposidad esperaba al grupo. Se pusieron en marcha de inmediato, adentrándose en las callejuelas de aquella ciudad. La ciudad ofrecía cantidad de posibilidades para los viajeros que llegaban a ella, con sus tiendas y sus mercadillos, los objetos de buena artesanía de cuero procedentes de las cabezas de ganado por las que aquel lugar era conocido... Pero todo ello estaba en el interior de la cuidad así que pusieron rumbo a él.

Cuando avanzaban por una de las calles próximas al puerto del rio, ya un poco adentrados en la intrincada red de callejuelas estrechas propias de ciudades de climas cálidos, escucháis el jaleo típico de los aceros al entrechocar, y un hombre lanzado a la carrera dobla corriendo la esquina de la calle por la que transitáis. Su capa se encuentra enrollada en torno a su cuello y mira hacia atrás con preocupación. Eso es lo que le lleva a en el último segundo mirar hacia delante y ver a la joven de la túnica gastada y el cayado, pero no a tiempo como para esquivarla, y choca con ella en un golpe aparatoso. Ambos caen al suelo. El sujeto va desarmado. !!Ugggg!! Exclama el tipo al caer al suelo.

Al escuchar el sonido de los aceros, Eira duda de cómo actuar ahora que va acompañada. Había veces que, con sólo sacar y cargar el arco, la gente encontraba poco importante seguir con la lucha y huían.
Sin embargo el hombre podía estar herido. Al igual que Umbra por la caída. Aunque si los dueños de las espadas se acercaban, podrían resultar aún más heridos. 

- Bueno, tampoco puedo evitar todas las desgracias del Viejo Mundo. - piensa agarrando a Umbra por un hombro para ayudarla a levantarse, y a continuación agacharse frente al hombre para ver si está herido.
- ¿Se encuentra usted bien?

!Ah! Grita al ver el rostro anguloso y bello de la elfa agachándose  sobre él. El tipo busca a tientas en su cinto algo que al parecer, por la cara de sorpresa que emana su rostro, no está donde debería estar. Así que con un movimiento muy rápido saca una daga de la bota y se incorpora gritando: !NO ME TOQUEIS! !NI OS ACERQUEIS! !DEJAR PASO AHORA MISMO! Cuando ve un mínimo espacio, el tipo se aleja sin daros la espalda y con la ridículamente pequeña daga por delante, para luego volverse y salir corriendo. El capitán ya ha echado mano al cinto listo para sacar su espada, al igual que el contrabandista.

Sorprendida por la rápida reacción del que ahora se da cuenta que no era un inocente, tras levantarse, Eira saca su espada, y se dirige hacia la esquina, a varios pasos de la misma, para que no pueda ser atacada justo al cruzarla, sin poder ver todo el espectáculo; esperando que sus acompañantes detengan al bandido que ha huído si lo creen necesario.

Asche,mi guardián.-Diego paró con la rodelala espada descendente de su enemigo,giró su hoja y la lanzó hacia el brazo en lo álgido del movimiento giró la muñeca e imprimió fuerzas en la estocada mientras daba un paso hacia delante para acuchillar las tripas de su enemigo.-Aguanta que voy otto.

Al inclinarte sobre la esquina de la calle lo que ves al fondo no tiene ninguna buena pinta. Diego y Otto están luchando contra unos individuos que los acosan fuertemente con sus espadas. En el suelo, a unos 4 metros de ellos, hay uno de esos asaltantes tendido en medio de un creciente charco de sangre, con el cuello totalmente desgarrado por una fuerza brutal. Diego en estos momentos, con la ayuda de su fie perro de guerra, ha logrado abatir al bandido contra el que luchaba. Mientras el perro mantenía una pierna apresada entre sus fauces, el soldado de capa y sombrero ha aprovechado un hueco en su guardia para clavarle su espada en el corazón. El bandido cae al suelo y muere en el acto.

Contra el escudero se baten dos sujetos y por ahora los mantiene a raya con bastante precisión, pero es un combate en clara inferioridad, y los dos contrincantes parecen bastante frescos pues sus movimientos son agiles.

Contra una pared se encuentra un niño de unos 10 años, muy pegado a la superficie y que mantiene la mirada puesta en todo lo que sucede con unos ojos muy grandes y abiertos. Un creciente charco de lo que probablemente sean orines se extiende a sus pies.

El fiero perro de guerra no soltó la pierna de aquel individuo que había atacado a su amo, y que ahora estaba tendido en el suelo. Con furiosas sacudidas y sus dientes clavados en su pierna, aumentó  la presión sobre el miembro atrapado de aquel bandido hasta que el hueso se oyó crujir de un modo bastante desagradable. Como Asche no había recibido ninguna orden de hacer nada, continuó con sus ataques contra el enemigo abatido, sin darse cuenta de que ya estaba muerto.

Dinit no había conseguido superar su miedo. Habia visto muchas escenas parecidas como las que se sucedían rápidamente en el callejón, pero todas habían sido presenciadas desde mucho más lejos, y nunca se había visto involucrado directamente en nada similar. Mucho menos había visto que las bandas no lograran acabar con un par de sujetos, y eso lo tenía perplejo, pues aquellos dos individuos luchaban a brazo partido y estaban obteniendo la ventaja rápidamente.

El bandido que se enfrentaba a Diego cayó al suelo muerto con sus tripas escapando entre sus manos, que rápidamente habían acudido al punto de dolor. Asche no soltaba su pierna pese a que el hombre murió en cuestión de segundos tras haber sufrido semejante herida. Otto continuaba peleando contra dos de aquellos individuos, muy concentrado en la pelea, al igual que sus oponentes. Uno de ellos no había calculado bien distancias y se sorprendió cuando su arma cortó el aire ante el escudero, pero el segundo de ellos, si estaba bien posicionado y mandó un peligroso ataque contra Otto, que mantenía una postura defensiva frente a los dos asaltantes, conteniéndolos y esperando que Diego acudiera en su ayuda.

Vais a morir.

Otto se puso a la defensiva por completo. No había necesitado atacar, los enemigos habían caído uno a uno por obra de Diego. El escudero se había limitado a sobrevivir, lo realmente importante.

Es inevitable

Al ver a sus - obligados - compañeros peleandose con un grupo de bandidos al final de la calle, Eira descarta guardandola su espada, usando el arco en su lugar, a la vez que dice a quienes han venido con ella:

- ¡Paren a ese hombre! ¡Que no llame a más de los suyos! - Ni a la guardia - piensa, desechando pronto la idea, al tampoco interesarle a él que se meta más gente en su contra.

Puede que, al estar despistada pensando en el que ha huído o... ¿el viento? sea el culpable de que la flecha que lanzó, no termine en uno de los dos hombres que pelean en superioridad de condiciones contra el escudero.

Maldita sea, ¡si eres tan estúpido como para ponerte a correr en una calle transitada al menos mira hacia adelante! le espeto al tipo que se había abalanzado sobre mi mientras Eira me ayudaba a levantarme.

Cuando me disponía a realizar una nueva imprecación que implicara acordarme de toda su ascendencia el tipo saco una daga, nos amenazo y salio corriendo como si le persiguiera alguno de los cuatro grandes demonios. Decidí pasar directamente de el, pues no parecía más que un simple ladronzuelo de poca monta y centrarme en el sonido del acero que parecía un problema más serio.

Me incline en el recodo al igual que la elfa para ver que se encontraba al otro lado de la calle, y la visión no era nada buena. Parecía que nuestros dos compañeros habían metido sus narices en algún asunto gordo y estaban manteniendo una acalorada discusión utilizando el acero como argumento. Parece ser que no todos conocen el significado de la palabra “discreción”. Deberíamos echarles una mano, ¿no cree? le pregunto al capitán.

Establezco que estais a....  40 metros de ellos.

Eria puede recorrer: 30 metros o hacer una carga de 20.
Umbra puede correr: 24 metros o hacer una carga de 16.

Las iniciativas están bien, si señor. Tirarlas las 2.

Eria: 63
Umbra: 35

La flecha no cuenta como turno, luego aclaro, ahora viene para mi lo dificil, tengo que colocaros en la escena conjunta. ¿Comprendeis? Ahora pongo un mensaje para todos. En cuanto Wulfen haga su tuno, que le toca ahora. ¿Ok? Les hago al otro grupo turno con los enemigos y entonces entrais vosotroas tambien. Lo explicaré más adelante, luego vereis.
 

El capitán vio la situación y no dudó un momento, así que con un simple: Mierda tu ven conmigo. Dirigido al contrabandista partió corriendo tras el Bandido que había chocado con Umbra. El hombre les llevaba una distancia de 20 metros, a los dos miembros del grupo, así tan solo pudieron apretar el paso e intentar darle alcance. El contrabandista sacó a su vez su espada y emprendió la carrera tras el Capitán.