Partida Rol por web

Mientras el grupo hablaba, el gran saco de esparto que se encontraba atado a la parte trasera del caballo de Berger comenzó a moverse y a emitir sonidos. Algo... en verdad se veía que alguien, estaba dentro de ese saco atado y amordazado. Las miradas de todos los presentes se desviaron un segundo hacia aquella distracción y luego volvieron a centrarse en los presentes. El reducido grupo de los dos heridos estaban hablando con los mercenarios, contestando a sus preguntas a la luz de la hoguera, que seguía ardiendo. Al parecer estaban colaborando. Diego, el soldado herido en el pecho, con la poca voz que lograba sacar respondió extendidamente.

Berger masculló algo que ni el mismo fue capaz de oír, se había girado para mirar al que acababa de hablar... volvió a clavar la espada en el embarrado suelo y comenzó con gesto tranquilo y parsimonioso a recargar una de la pistolas. Sacó el saquito con la pólvora, lo prensó - Háblame de esa monja... pero dime, ¿quién os contrató? cuéntame más de eso - una vez prensada la pólvora inicial colocó la bala de plomó y la empujó bien adentro, después comenzó a repetir el proceso con la otra pistola

No se quien es.-Admitió sinceramente Diego, pues mientras los liberaban de su sentencia para darles la misión el se había dedicado a dejar su mente volar en los derroteros de la libertad.-Nadie nos contrató, nadie nos pagó nada...fuimos obligados a buscar a esa mujer como pago de nuestra libertad.-Miró al hombre y como cargaba sus armas con parsimonía y entonces un claro pensamiento se hizo claro en su mente.-¿Vas a dispararme tras obtener información?.-Preguntó el soldado seriamente, sin pena ni súplica en su voz, si no como si buscase la confirmación a sus sospechas.-Alguna forma de hacerte cambiar de opinión y dejarme unirme a ustedes?.-Dijo sin tapujos ni vergüenza, cuando te encontrabas tirado en el suelo ante los pies de un hombre que había matado a otros sin necesidad de razones para ello, la sinceridad y el hablar sin tonterías era la mejor medicina para seguir con vida.

     El norse dio un par de pasos adelantándose al patrulla de caminos, al que puso una mano sobre el hombro mientras le dedicaba una torva sonrisa. Parecía querer decir "espera". - Pareces un hombre directo y un superviviente nato... comenzó a decir a Diego con un marcado acento del norte. - Como verás... continuó mientras señalaba al desmembrado elfo oscuro. ...hemos tenido una baja reciente en nuestro grupo de mercenarios. Después abarcó con los brazos a sus dos compañeros, el patrulla de caminos y el mago oscuro con la media sonrisa aun en la cara. - Nuestra organización es ahora pequeña pero ofrece muchas posibilidades. Podríamos aumentar nuestro número pero claro... tendríamos que hacer una criba... empezaba a estar claro lo que quería decir. - Para evitar que nos ocurra como con el oscuro, claro está.

     La espada del norse aun en su mano goteaba la sangre de los enemigos caídos sobre la tierra reseca por la guerra. Su aspecto era temible y no dejaba duda de que estaba dispuesto a todo y no aceptaría de buen grado un intento de engaño. - Acaba con el sufrimiento de tu compañera con tus propias manos. Demuestra así que estás dispuesto a lo que sea por unirte a nuestra causa. Solo así conservarás la vida y te ganarás un hueco entre nosotros. Con éstas palabras daba la elección a aquel hombre de salvar la vida, aunque no su alma. ¿Valoraría mas la primera para entregar de buen grado la segunda?

Diego parpadeó y miró al hombre dese su posición tumbada.-No soy como esa basura elfa.-Sentenció el humano mientras lentamente se incorporaba a una posición sentada y miraba al nórdico a los ojos.-Os era útil ese cadáver?.-Pregunta en referencia al elfo muerto.-Ambos trabajamos en equipo, ella es batidora y una sanadora decente, yo por mi parte soy un envidiable tirador y recabador de información además de que conozco el terreno¿Deseáis a los dos o a uno?sea pues.-Dijo diego mientras se intentaba incorporar como podía y se llevaba el mosquete al hombro-Una ultima voluntad?.-Preguntó mientras se tensaba su cuerpo y apuntaba a la elfa.

- No os hemos hecho ningún mal, lo contrario, os hemos ayudado con vuestro enemigo, ¿y así nos lo agradecéis? Podríais dejarnos ir sin más, ¿o acaso creéis que iríamos tras vosotros? Simplemente lameríamos nuestras heridas y nos iríamos por nuestro lado. De nada sirve ir con el cuento a nadie, ni aunque tengáis a la monja en el saco. - nada más que desprecio pasa por la cara de Eira. - Diego, de tí no me lo esperaba. Y probablemente debería, de alguien que se alegra y se jacta del crimen que cometió, por el que estuvo encerrado en prisión, ¿qué cabe esperar?

Una solitaria lagrima cae por su rostro, pero se la seca con furia. - No, no lloraré al llegar mi final, ni suplicaré a un grupo de humanos. Al final tiene razón mi familia, tengo lo que merezco, por las compañías que frecuento. Diego, haz lo que tengas que hacer. Pero hazlo rápido. Y recuerda vigilar tus espaldas. Siempre. ¿O crees que pese a que me mates, te aceptarán fácilmente? - sonríe cínica. Y se tumba, mirando al bosque. Añorando su bosque, del que ahora más que nunca, se arrepiente haber salido, por curiosidad, por intentar hacer el bien... por nada útil.

Berger se giró, recogió la espada y la lanza que había dejado caer por sus heridas - Acaba con ella de una vez, no me interesan sus lamentos - dijo con desprecio y frialdad mientras pateaba tierra sobre la hoguera para apagarla para luego ir a ver el "fardo" que llevaba en la grupa de su caballo

Volker sonrió, una mueca aviesa y torcida se dibujó en su cara. Indudablemente, el mago estaba disfrutando con aquella escena.

- Enternecedor- comentó en voz alta tras oír las palabras de la elfa herida -pero tenemos algo de prisa. Ahora, si no te importa, vuélale la puta cabeza de una vez, por favor- le dijo al mostachudo armado con el arcabúz usando un lenguaje soez bastante impropio de un hombre letrado y culto como él.

Sería el rumbo de los acontecimientos y la corrupción irreversible de su alma que estaban haciendo mella en su carácter.

- Venga, venga...-

le azuzó al tipo con avidez y sin modificar su sonrisa.

Diego se cargó el mosquete al hombro, respiró hondo y apuntó al corazón de la elfa, esa mujer no merecía que destrozase su rostro con una bala.-Hmm.-Parpadeó con la oscuridad insondable de las sombras del fuego danzando por sus ojos acuosos, cayeron solitarias lágrimas que no fueron acompañadas por ningún llanto.-Nunca me arrepentí de aquel asesinato...lo siento mucho.-Dijo mientras apretaba el gatillo que arrancó un sonido ensordecedor a su arma, la pólvora se quemó impregnando el aire mientras el proyectil salía despedido y con violencia se hundía en el pecho de la elfa sesgando su vida con una precisión digna de aquel avezado tirador.-Ella no lo merecía...-Susurró a nadie en particular mientras en un acto mecánico y reflejo cargaba de nuevo su rifle.

Berger, que estaba comprobando las ataduras del fardo que llevaba el caballo no pudo evitar el impulso que le vino al escuchar las palabras, ultimas, que pronuncio Diego. Dio unos cortos pasos y se quitó el sombrero dejando al aire su rostro... se le veía cansado, sucio y tenía en la mejilla una fea cicatriz rosada, indicativo de que era muy reciente... una flema le sobrevino y escupió a los restos humeantes de la hoguera con cierto desprecio...

 - No, nadie se lo merece, nadie se merece ni nacer en este mundo infecto y pútrido... nadie se merece vivir en esta era de oscuridad; que me rio yo de Sigmar y de sus tiempos de supuesta oscuridad... una mierda, la pesadilla es esta, Sigmar no nos salvó de nada, es más, me rio yo tres veces sobre su supuesta tumba y escupiría a su calavera - hablaba con rabia e ira, estaba al borde de perder los nervios, o de algo peor... - Nadie se merece nada en este puto mundo, estamos solos, ¿comprendes eso? SOLOS, sin esperanza, sin sueños, sin futuro... la jodida muerte con su rostro sarcástico nos espera a cada esquina dispuesta a recoger nuestras almas como si fuéramos espigas de trigo de un puto cultivo hacendado por un viejo lleno de pústulas... no somos NADA, ni elfos, ni enanos, ni humanos, ni poseídos ni NADA... SOMOS mierda, mierda macilenta tirada sobre el fango sin valor alguno - soltaba de vez en cuando salivazos conforme hablaba, llevado por el frenesí del momento, un cabreo que le sobrevino a él solo y a él mismo... era tal la situación que daba la impresión de que eran los últimos coletazos de su lado "bueno" - no existe el bien ni el mal, no existe nada de eso... eso es un puto nombre que nos inventamos para hacernos sentir bien cuando matábamos a alguien, una justificación... ¡MENTIRAS! ¡TODO MENTIRAS! ¡NO HAY NI BIEN NI MAL! ¡SOLO DECISIONES! ¡SOLO SUPERVIVENCIA! ¡ASÍ QUE ATIÉNDEME! ¡AQUÍ SOLO PREVALECERÁN LOS MÁS FUERTES! ¡LOS ASTUTOS! ¡TU GRUPO TUVO MALA SUERTE! ¡Y TÚ... TÚ HAS ELEGIDO TU PROPIO DESTINO! - apretó la mandíbula, rechinó los dientes y parpadeó cogiendo aire - da gracias por seguir vivo un jodido minuto de esta pesadilla de vida y sigue demostrando tu valía y fortaleza... - se acercó y le tendió la mano para que le diera el arcabuz - no necesitas eso, al menos de momento... tendrás que ganártelo, no podemos confiar el cien por cien de ti y me da igual que no lo comprendas, dame tu arma y da gracias - sonrió sarcásticamente - por seguir vivo, ahora... tu vida, sera tu condena... como la nuestra... y ni la propia muerte te podrá librar de ella... a partir de ahora se nos conocerá como los hijos de la maldición - sentenció

     Surga golpeó el dorso de la espada contra su escudo varias veces a modo de aplauso. - Bien hecho. Ahora eres un aprendiz de los Mercenarios del Mal Camino. Con tu acción has demostrado que no estás con ellos, pero ahora deberás demostrar que estás con nosotros. Con seguridad en sí mismo se da la vuelta y camina hacia uno de los caídos. Da la espalda a Diego sin miedo alguno. Quizás seguro de que el hombre no le atacará por la espalda o quizás seguro de que no sería una amenaza para él aunque lo hiciese. - Tus futuras acciones decidirán si te conviertes en miembro de pleno derecho o no das la talla. Añadió mientras comenzaba a registrar el cuerpo aun caliente del guerrero caído al que Magnus había dado muerte. - Volker, creo que los bolsillos de la bruja son tuyos. Dijo al aire haciendo una seña con la cabeza hacia la mujer de ropajes oscuros a la que momentos antes partió en pedazos.

El Zombie seguía donde había acabado el combate. Su ultima orden quedó cumplida el Elfo Oscuro fue brutalmente segado por Surga y por tanto desapareció como amenaza. Ahora el no-muerto seguí ahí, con los restos del Elfo Oscuro por partes a sus pies. Miraba hacia delante, con la vista perdida en la nada y con un pie pisando la culata de la ballesta de repetición del elfo. En su mano el acero descansaba casi colgando de su mano. Aferrado sin fuerza. La mandibula abierta y la tremenda herida del cuello al descubierto. Su carne habia sido cortada en muchos puntos, y se mantenía en pie a duras penas.

Volker no perdió la sonrisa de su rostro mientras escuchaba el monólogo de Magnus. Había resumido con claridad y concisión lo que el mago pensaba de la cruel y dura existencia en el Viejo Mundo.

- Joder Magnus, eres un tipo cojonudo...-

le dijo al ex-patrulla de caminos dándole una palmada en el hombro.

Los Hijos de la Maldición, un nuevo nombre para un grupo renacido; les venía al pelo.

El mago se acercó al nuevo

- Ni te muevas.-

le ordenó con gesto serio. Luego le cacheó a conciencia para ver qué llevaba, no es que le estuviera robando ni mucho menos, solo quería ver qué armas y objetos portaba. A Volker no le gustaban las sorpresas de última hora.

Cuando terminó, le entregó una espada de los caídos.

- En principio has sido aceptado entre nosotros, de momento estás "a prueba" así que más te vale cumplir con nuestras expectativas ¿estamos?. Que te conste, no me fío ni un pelo de tí así que te tendré vigilado en todo momento. Puede que yo sea un ser vil y egoísta, pero en mi puta vida habría matado a uno de mis camaradas para salvar el pellejo.-

le comentó a Diego.

Luego, tras escuchar las palabras de Surga, se acercó a cachear el cadáver de la difunta maga. Cuando requisó todos sus enseres, sacó su afilada daga, atravesó el esternón de un golpe y abrió un agujero en su torso, para, acto seguido, extraer su corazón.

El mago lo alzó con gesto triunfante y seguidamente, lo estrujó para que su sangre cayera directamente a su boca y así, mediante las artes oscuras que había aprendido, revitalizarse.

Diego miró largamente al jinete herido y mientras este hablaba le miró la mano herida.-Bien, antes de acabar tan mal parado fui tirador en el ejercito.-Le dijo al alterado pistolero mientras le tendía el rifle por la correa de cuero aunque en sus palabras se notaba el claro aviso de que sin su herramienta su trabajo como acero de alquiler entre aquellos mercenarios sería mucho menos efectivo.-Todo hombre es dueño de su destino....-Se encogió de hombros mientras en un gesto parsimonioso y paciente limpiaba de polvo su sombrero de ala ancha y se lo ajustaba a la cabeza.-Comprendo tus dudas sobre mi lealtad, son justificadas mas solo ese buen señor tiene actualmente las escrituras de mi vida.-Dijo con un vago gesto de la cabeza hacia el Nórdico que le daba la espalda.-Gracias por darme esta oportunidad buen señor.-Dijo educado diego mientras alzaba ambos brazos para permitirle al hechicero del caos registrarle.

Su mirada permaneció perdida en un punto indiferente en el campamento.-Porto una espada y un escudo propios...nada mas.-Le dijo al hechicero que lo cacheaba.-Algunas provisiones para el camino,vino, ropas y esas cosas.-Le indicó con un lento movimiento de la muñeca hacia el fardo que representaba sus pertenencias.-No era mi camarada, fuimos forzosos compañeros de viaje, nada más.-Atajó en un tono de voz siniestro y carrasposo debido a las heridas de su pecho que le impedían respirar con regularidad.-Magnus?.-Dijo Diego con cierta duda, nuevamente su mano se desplazó un poco.-Tengo conocimientos de sanación...puedo examinar vuestra herida si lo deseáis.-Comenta paciente el soldado mientras Volker registra los bolsillos de su capa y sus amplias ropas estalianas.-aunque sería menester que nos alejaramos de aquí, disparos y gritos habrán alertado a gente que no tardará en acercarse a curiosear...además...-Guardó silencio una vez mas por prudencia puesto que su situación aún era precaria.-Disculpad señores, pero...puedo reclamar las pertenencias de la elfa?algunas de ellas me serán útiles a vuestro servicio y así mientras nos marchamos a otro lugar os informaré el porqué es mejor que nos alejemos de esta ciudad...y de ellos.-Dijo señalando a los zombis que visualmente chocaban a diego, pero había visto ya tanta muerte y corrupción en sus años de servicio militar que aquello era tan solo el leve pinchazo del recuerdo, mas tras tanto hablar Diego seguía quieto y desarmado pues sus armas descansaban junto a su bolsa y por suerte esperaba que el hechicero no metiera la mano en el zurrón donde guardaba la polvora y las balas...no le agradaría que le requisaran su seguro de vida que tantas veces le había salvado el pellejo desde la salida de la prisión y que tan poco le quedaba ya.

Si, coge todo lo que necesites, la espada y el escudo lo conservaras, gracias por colaborar - le dijo poniendo bien el arcabuz después de haberlo comprobado - buena arma, si señor... seras útil... y no hace falta que nos trates como a esa escoria de la nobleza, por desgracia para ti, somos practicamente, hermanos de maldición. Soy Magnus Berger, antiguo patrulla de caminos... ahora... ya no se ni quien soy - dijo sonriendo sin ninguna clase de humor. Trató de no mirar a lo que hacía Volker, no tenía demasiadas ganas de ver aquello, le resultaba asqueroso y nauseabundo.

- En fin... dijiste que eras bueno orientándote... por algún casual no tendrás un mapa, ¿no? - debían acabar la misión de una vez por todas, y cuanto antes, mejor

 al verse liberado de las ataduras sociales relajó la postura y asintió.-Si me permitís, la maga que el mató.-Dijo señalando al Vikingo.-Tenía un mapa bien detallado entre sus pertenencias.-sonrió al hombre de medio lado con cierto dolor tiñiendo sus facciones.-Me llamo Diego Wolffham, ex-soldado de la 4º división de arcabuceros imperiales, ajusticiado por alta traición, sublevación y asesinato de un superior.-Dijo Diego de carrerilla.

Sí, desde luego, en este grupo está lo mejor de cada casa...

pensó el mago tras escuchar las palabras de Diego Wolffham.

Volker se hallaba arrodillado ante el cadáver descorazonado de la maga y estaba revisando uno a uno los bolsillos de sus ropas, buscando posibles dobles fondos y compartimentos ocultos. Suponía que la tipa aquella tendría algún ingrediente interesante para sus hechizos que quizá pudiera venirle bien a Volker, si bien es cierto que no se dedicaban a los mismos asuntos mágicos pues los de Hammet eran bastante más turbios.

Siguió registrando a la tipa, a la que cacheó concienzudamente, para ver si salía el mapa con el que pudieran orientarse en caso de necesidad. Aún así, contando con Berger y la nueva adquisición, podrían llegar a su destino sin muchas complicaciones, en opinión de Volker.

Habiendo encontrado alguna que otra cosa de interés, Volker se levantó y se dirigió a sus compañeros.

- La diligencia en la que vinimos tiene que estar ahí cerca, solo tenemos que pasarnos y hablar con el cochero.-

les dijo. Aquél medio de locomoción sería el más rápido y seguro para llegar a su destino, si aún estaba ahí, claro.

-Gracias por darme esta oportunidad buen señor.

     - No me las des. Dijo el norse con voz algo risueña. - Tal vez después de un mes con nosotros te arrepientas de haber conservado la vida. No todo el mundo tiene estómago para vivir a nuestra manera. Por cierto, me llamo Surga, Surga el Rojo*

     Surga se dedicó a saquear los pertrechos y armas del imponente guerrero caído. Todo lo que les pudiese ser útil o fuera susceptible de ser vendido por un precio era de valor. Registró cuidadosamente los bolsillos de aquel desafortunado en busca de alguna bolsa con monedas o quien sabe que mas cosas interesantes. Después repitió la misma operación en las pertenencias de su antiguo compañero oscuro. Estaba seguro de que un cabrón traicionero y oportunista habría acumulado gran cantidad de cosas brillantes, cual urraca, robadas de los bolsillos de los mas débiles. - Oscuro y ladrón como una urraca... ¿verdad, Kalith?... susurro para si mismo con una sonrisa en la cara mientras se afanaba en la tarea.

El mago se puso manos a la obra. De entre lo que tenía la maga sacó algo oscuro y carnoso, el corazón de Umbra, que guardó en una bolsa de cuero para ingredientes. Luego comenzó a registrar el cadáver en busca de algo más material que obtener de todo aquel brutal combate. El Báculo que todo mago solía portar estaba ahí tirado, junto a un libro impreso y la mochila de viaje. En ella Volker encontró ropa ordinaria femenina, un pinchel de madera, unos cubiertos del mismo material, una reliquia en forma de paloma de Shallya, un par de pociones curativas y aceite y mantequilla para 5 hechizos. No encontró por ningún lado dinero u otros objetos de valor. Todo era bastante corriente.

Surga tambien vio que de ahí podia obtener algo importante y comenzó a registrar los otros dos cadáveres. Cuando se acercó al del escudero llamado Otto descubrió que no podría obtener nada de valor de el. Quizás lo hubiera tenido antes del combate, lo más probable es que así fuera, pero ya nada se podía rescatar. El ácido había corroído hasta la carne del hombre, y por tanto todo lo que llevaba encima se había perdido. Sus armas se habían doblado, las armadura se había fudido, la ropa se había disuelto, y nada que decir de aquellos objetos que llevara encima como monedas o similares. Todo fundido por el ácido. Una lastima para los saqueadores.

El cadáver del Elfo Oscuro era otra cosa. Su armadura, una interesante pieza completa de cuero tachonado estaba destrozada por los golpes y de ella nada se podía obtener. Pero pese a estar a trozos, los objetos que portaban sus diferentes pedazos si eran interesantes. Entre sus pertenencias se encontraba la Ballesta de repetición y tres cargadores circulares extra. Por el aspecto de las flechas, debían estar impregnados de loto negro. En verdad el Elfo Oscuro era como una urraca... Entre sus pertenencias Surga encontró un juego de ropa común y otro de ropa de buena calidad, una rodela, una espada corta envenenada, una capucha y una mascara de tela negra con el dibujo de una calavera en color hueso, 20 metros de cuerda junto a un gancho de escalada, perfume, un vial de Loto Negro y un monedero con 50 coronas en diferentes monedas que estaban ocultas en la caña de su bota alta.

El Elfo no tenía tanto dinero cuando se separó del grupo, es más, estaba casi en la ruina. Solo los Dioses sabían cómo había conseguido tanto dinero aquel ser. ¿Que atrocidades habría hecho hasta llegar allí? Era fácil de adivinar. En su mochila había una saco con falanges de dedos, todas diferentes. Pequeños trofeos obtenidos por aquel sujeto.

Diego bajo la atenta mirada de surga, volker y Berger se acercó a la elfa, se arrodilló junto a ella y comenzó a registrar su bolsa, ropas, bolsillos, botas, prendas e incluso a cachear en zonas personales en busca de dinero u objetos útiles para Diego.-Hmmm...hacia años que no hacía esto.-Dice con un tono neutro y una extraña expresión en el rostro y la mirada perdida en el recuerdo de algún pasado lejano.

Cuando acabó cerró los ojos de la elfa, sacó lentamente su espada y le cortó un largo mechón de pelo que anudó sobre si mismo y guardó en su zurrón.-Descansa, pues tu guardia ha acabado.-Recitó con solemnidad al cadáver de la mujer, nuevamente un viejo recuerdo de sus años de servicio le asaltaron.