Partida Rol por web

Por supuesto, otro cadáver. Todo se podría haber solucionado si Maevis se hubiera limitado a actuar como una asesina y no como una ilusionista, pero de nada servía lamentarse ahora. Dejó el cuerpo del Decano inconsciente en el suelo con suavidad, lo revisó para ver si podía sacar algo útil y siguió a sus compañeros escaleras arriba. Al menos Elian se estaba comportando como un profesional y había corrido para situarse el primero y asegurarse de mantener la pamtomima. Era un buen compañero de batalla.

Palmeó el brazo de Matka para felicitarle por el buen tiro, pero era evidente que su compatriota no estaba contento. Aunque había una idea que le rondaba la mente y se tendría que asegurar de ponerla en práctica cuando se marcharan. Sus pequeñas harían un trabajo magnífico con los cadáveres. Y con los que no habían muerto... ya pensarían qué hacer.

Matka se sentía orgullosa de su suerte, que esta vez sí la había acompañado. Con un gesto silencioso de cabeza agradeció la felicitación, y no le dio más importancia. Una muesca más en su currículum de asesinatos.

El cadáver de su enemigo estaba siendo revisado por Vladko, así que ella, aunque sabía que él se podía valer mejor que nadie por sí imsmo, caminó lenta en pos de los demás, con intención de no dejar completamente solo a Vladko*.

Aseguró su ballesta, y vigilaba con mil ojos el entorno mientras avanzaba despacio.

Mientras Vladko se queda algo más atrasado saqueando los bolsillos, primero del decano inconsciente y más tarde del cadáver que había dejado Matka, el resto subís. Todos menos Maevis que se queda algo más rezagada al igual que Vladko, pero parece ser por otro motivo. Quizá el haber delatado su posición cuando todos, en silencio sepulcral, habíais tomado posiciones, le hace replantearse sus forma de proceder. Por suerte no habían tenido tiempo de dar la alarma... 

Elian que se apresura para tomar una posición desde la que controlar la penúltima planta, se precipita. Ni el ni los compañeros que tiene por detrás sois conscientes de que hay un cable trampa tendido oculto justo en el penúltimo escalón. El cable salta y se retrae rápidamente para activar lo que hay justo frente a la escalera.

Apoyado sobre una silla hay una ballesta mecanizada lista para disparar en cuanto el cable se retraiga. El mecanismo tarda una fracción de segundo en activarse y disparar un virote directo a Elian que sube desprevenido y recibe el impacto. No sabe como ha salido de esta con tal fortuna que el proyectil impacta justo en la hebilla del cinturón. Justo en ese símbolo de la Abadía de Quidam que ahora porta. El ex-decano cae de rodillas y sin aliento. El golpe en el abdomen ha sido tremendo, pero por suerte nada grave. Sientes como si te hubiesen dado un buen puñetazo y ahora estas algo mareado.

El resto miráis alrededor pero no sabéis si puede haber más trampas o alguien haya podido oir lo que acaba de suceder...

Las primeras experiencias de Vladko en el mundo de lo sórdido y lo ilegal fue desvalijando carteras y cortando bolsas en los suburbios de las grandes ciudades de Tyvia. Eso fue al principio, cuando necesitaba comer y no había trabajo honrado al que pudiera aspirar. Luego llegaría el descubrimiento de ser un dotado asesino, claro, pero las viejas costumbres no se perdían. En un abrir y cerrar de ojos, había desvalijado todo lo que esos Decanos tenían de valor, incluyendo una pluma de aspecto exótico y una caja de rapé que disfrutaría en la tranquilidad de su camastro.

Tomó su espada y comenzó a ascender las escaleras justo cuando escuchó el característico sonido del disparador de una ballesta liberando su mortal carga. ¿Una trampa? ¿Un Decano oculto? Con los ojos abiertos como platos tras la máscara de ballenero, Vladko ascendió las escaleras de dos en dos, amortiguando el sonido con su calzado debidamente preparado, sólo para encontrarse a sus compañeros amontonados en torno a un Elian doblado en dos. Al menos no había sangre.

—Держи хвост пистолетом* —dijo a su compañero en su idioma natal, tomándolo del brazo para ayudarle a incorporarse —Arriba, amigo. Tenemos un trabajo que hacer.

Se puso los dedos en la máscara y luego señaló alrededor a sus compañeros para indicarles que prestaran atención a posibles atacantes. Él se inclinó para intentar ver otros posibles disparadores.

¿Quién narices colocaba cables trampa en la puñetera Academia?

Justo antes de verse rodeado y arropado por sus compañeros, Elian al igual que Vladko, escuchó ese característico "clac" del disparador de una ballesta ya algo vieja y no revisada en bastante tiempo. Luego, por solo una fracción de segundo, sintió como la viruta sesgaba al aire sin darle opción a saber bien de donde venía y, por lo tanto, a esquivar o protegerse de alguna manera. Sintió el impacto, la tremenda punzada en el estómago. Un golpe que le hizo tambalear y doblarse sobre si mismo. El dolor era agudo e intenso. Partía del centro del estómago y recorría todo su cuerpo como un rayo cargado de electricidad. Trató de respirar profundamente y con calma. Apartó las dos manos, que por instinto había llevado al lugar del golpe, para observar que por suerte, no había sangre. Quien iba a decirle que una hebilla de sus odiados Decanos iba a salvarle de un trago aún más amargo del que estaba teniendo. Volvió a concentrarse en su respiración. Escuchaba como si fueran susurros de fondo en su embotada cabeza las palabras que le decían sus compañeros. Seguía concentrado en su respiración. Y la sensación de dolor fue desapareciendo. Se fue incorporando poco a poco.

- Gracias - dijo casi como un susurro - Ya me encuentro mejor - se incorporó del todo - Debemos seguir. Y abrir bien los ojos. Parece que algún mal nacido quería asegurarse que nuestra clienta muriera de una forma u otra. Y por lo tanto es posible que tengamos algún susto mas.

Miró a sus compañeros y luego a su alrededor tratando de localizar nuevos peligros. La misión no iba a ser tan sencilla como había pensado en un principio. Caminó erguido hasta colocarse en mitad del pasillo. Miró a un lado y a otro. ¿De donde vendría el peligro la próxima vez? Tras el terrible golpe de la ballesta los pensamientos de Elian se habían acelerado. Notaba alerta cada poro de su piel. Sentía, sin necesidad de mirar, como sus compañeros se movían tras él buscando una mejor ubicación para seguir avanzando.

Un ballestazo a una altura muy concreta, ¿lo habrían hecho así por si ellos mismos se descuidaban? Tendría que ser más precabida, ni siquiera había intuido la posibilidad de ese tipo de mecanismos.

Prefirió no añadir nada, atosigar en exceso a alguien que intentaba recuperarse podría ponerle nervioso o crear un escándalo que era mejor no provocar, su sigilo era lo mejor que podía aportar, por lo que buscó acercarse a las sombras de ese lugar ya de por si oscuro. Deberían rearmar la ballesta? Ella no desde luego, si buscaban hacerse pasar por ladrones, lo mejor era no hacer demasiado.

El disparo de la trampa pilló a la asesina por sorpresa. Ella estaba atenta a Decanos escondiéndose, pero no intuyó que una trampa así podría interponerse en su camino. Aún en su rudeza, temió por Elian. 

Si había dioses, Matka no creía en ellos. Pero sí en la "puta suerte", y estaba claro que su compañero había tenido mucha. 

Viéndolo a salvo a pesar de todo, Matka vigiló los alrededores por si algún otro disparo inesperado les aguaba la fiesta ahora. Elian había vuelto a nacer, no quería ella arriesgar demasiado a la fortuna.

Música

Mientras Elian se toma unos segundos para recobrar el aliento, vais subiendo a la tercera planta. Vladko parece haber vaciado los bolsillos de alguno de ellos, calderilla que no compensa el esfuerzo y el riesgo en si mismo. En cuanto llega a lo más alto se fija en esa baja sobre la silla...

Por fin llegáis a lo que parece ser vuestro objetivo. Frente a vosotros hay un pequeño cartel que indica que las salas de la serie 400 se encuentran en esa planta. Los despachos del profesorado recordáis que están en el ala izquierda, mientras que la biblioteca puede encontrarse en el ala derecha.

Justo bajo el cartelito hay una silla sobre la que descansa una caja con un mecanismo bastante rudimentario. Tiene un orificio y en el interior una serie de cables y poleas para disparar un proyectil previamente cargado. Vladko inspecciona la caja, esperando encontrar más trampas y al abrir la tapa superior, puede observar como hay un par de proyectiles más de reserva que os podéis agenciar.

Por último veis como sube Maevis que os hace una señal de que por abajo está todo despejado y podéis seguir avanzando. Al parecer nadie se ha percatado del incidente y si lo han hecho estarán bien escondidos y e silencio para emboscaros.

Tenéis que tomar una decisión, adentraros en ese pasillo que va hacia la izquierda o asegurar primero el ala derecha. ¿Quizá lo mejor sea separarse? Quien sabe...

Lo que sí tenéis claro es que el último decano ha hecho algo de ruido, que vuestra clienta no tiene todo el tiempo del mundo consigo y que su adversario en la academia, el profesor Gustav Kalmer, puede estar por la zona a demás de los decanos. 

Premio. Aquel rudimentario artefacto, que habría acabado con la vida de cualquiera que no fuera un Ballenero, había resultado tener algo de valor, después de todo. Asintiendo para sí, guardó uno de los virotes para reemplazar al que había usado escaleras abajo, y le dio el otro a Matka. Al fin y al cabo, había sido su disparo el que había impedido que les descubrieran, merecía recuperar un proyectil.

Última planta. Donde estaba su objetivo y donde tendrían que encargarse de hacer su trabajo a la perfección —Debemos asegurarnos de, aparte de acabar con la vida de ese tipo, introducir pruebas falsas en su despacho. Seguramente esas puñeteras pruebas estén en el despacho de la mujer, y allí estarán los Decanos.

Normalmente sugeriría que se separaran en dos grupos: dos irían a por la víctima y los otros tres acabarían con los Decanos del despacho de la clienta. Pero no estaba seguro de que saliera bien. Afortunadamente tenían su propio Decano, y eso abría muchas posibilidades.

—Elian, ve al despacho de Kalmer, confirma si está allí, y si está solo, acaba con él. El resto vamos al 417, el de Miranda. Si allí hay Decanos, nos encargaremos de ellos.

Poco convencida con el plan Sara añadió - ¿sin asegurar nuestras espaldas? - señaló el camino opuesto, empezaba a no comprender nada de lo que decía su supuesto mentor, ¿jugaba con ellos? ¿Le ponía a prueba a ver si estaba atenta? Sin duda no le hacía gracia arriesgarse a que le emboscaran por todos lados...

—Pues ve a la Biblioteca —espetó, tras un leve suspiro de exasperación, señalando al pasillo de la derecha. Luego giró la hoja que sujetaba en su muñeca —No olvides que es mejor que no los mates. No son objetivos.

Matka aceptó el virote extra que Vladko le daba. Nunca estaba de más tener armas extra, y visto lo visto las necesitarían. 

-Gracias - le dijo escuetamente, y lo guardó donde llevaba los otros. Eran fáciles de transportar y letales. Como asesina a sueldo, no podía pedir un arma mejor.

Ahora la duda era decidirse por qué hacer y qué dirección seguir. La asesina lo tenía claro.

-No estaremos a salvo hasta que nos carguemos a esos cabrones -comentó, refiriéndose a los Decanos-, pero si podemos cumplir el encargo sin meternos en líos, mejor. Maevis vigila la retaguardia, así que yo iré a los despachos. Si hay decanos allí y no podemos evitarlos, procuraré darle buen uso al virote extra que me has dado, Vladko.

Parecía que se iban a separar en 3 grupos, despachos, biblioteca y otro a la 417... Por su parte procuraría confirmar que la biblioteca fuera segura antes de dirigirse a la 417...

Recuperado el aliento, Elian erguido en medio del pasillo, escuchó atentamente los susurros en los que Vladko repartía las indicaciones debidas a los miembros del grupo. Estaba claro que, debido a su apariencia, el despacho de Kalmer era su mejor objetivo. Dio un vistazo rápido a sus compañeros, que ya tomaban cada uno su camino entre las sombras, y se dispuso a adentrarse con paso firme hacia el ala izquierda tratando de no perder detalle de todo cuanto le rodeaba e ir siguiendo con el rabillo del ojo la numeración de los despachos que, poco a poco, iba dejando atrás. En su mente sólo un pensamiento: Kalmer debía caer.
 

Música

Te despides de tus compañeros y sigilosa como un gato, abres la puerta que da acceso a un largo pasillo. Es de noche y por las ventanas puedes ver desde esta planta como aún quedan algunas luces encendidas en algunas casas o tabernas. La Academia está situada al norte cerca de los límites de lo que se considera la propia ciudad de Dunwall, más allí sólo hay un paraje agreste.

Centras de nuevo tu atención en tus pasos que te llevan finalmente a toparte con otra puerta. Esta por suerte también se abre pero a diferencia de la anterior, parece que ya estaba entreabierta. Sospechando que haya alguien dentro, extremas las precauciones y te detienes unos segundos antes de abrir. Miras a través de ese pequeño espacio y parece haber algo de luz en sus interior. 

Con esa capacidad de colarte sin ser detectada te adentras una vez estás segura de que no hay peligro en esa sala. Es una biblioteca repleta de estanterías, un lugar ideal para ocultarse. En un lugar así hasta el más torpe podría esconderse y no ser detectado. Te asomas para ver como en una mesa hay alguien trabajando o estudiando...

Lo primero que descartas es que se trate de un decano. Es un hombre que ronda los cuarenta años. El poco pelo que aún conserva tiene bastantes canas. Parece absorto en sus quehaceres y no repara ni por asomo en tu presencia. Le ves tomando de una taza café, ya frío pues no desprende vapor, para mantenerse despierto.

Mientras Sara va hacia y la biblioteca intentando asegurar vuestras espaldas y Maevis se queda vigilando que nadie baje de la planta superior, Elian se adelanta ataviado con su atuendo de decano y toma la delantera. Haber robado el traje a esos malnacidos había sido una buena jugada y si ya os había sido de utilidad en una primera ocasión ¿porque no iba a serlo de nuevo? También era cierto que no iba a ser lo mismo engañar a dos guardias de seguridad mal pagados que a los propios decanos.

Por esa misma razón Elian entra por las buenas si no que opta por ser sigiloso en primera instancia. Siempre habría tiempo de usar la baza del disfraz. Con ese plan en mente y la idea de que Kalmer era su objetivo abrió la puerta con sumo cuidado...

Al otro lado se abría un largo pasillo con 3 puertas a la derecha y ventanas a la izquierda. Las puertas están numeradas por lo que no es difícil encontrar la que buscáis. Empiezan por la 406 pero desgracia acaban en la 409. Al fondo veis otra puerta que al parecer da a los despachos del profesorado. Suponéis que ahí tienen que estar las puertas que os faltan, así que Elian abre con muchísimo cuidado.

Nada más abrir una pequeña rendija puede observar como hay un pasillo central rodeado de puertas a derecha e izquierda. Calcula que puede haber 4 a cada lado. Pero eso no es lo que lo detiene, sino ver que hay un decano montando guardia que todavía no se ha percatado de vuestra presencia.    

Con rapidez, pero sin descuidar su sigilo se acercó al hombre, no le importaba que no fuera un decano, la realidad era que si escuchaba algo podría dar la alarma exactamente igual que cualquier otro. Para suerte de aquel tipo, lo que si evitaba el no ser decano era el ira acabar con los sesos esparramadod.

Con precaución se colocó lo suficientemente cerca como para asestar su golpe, con su cimitarra del revés y la guarda de su estilete*, en realidad le golpearía igual, fuera detectada o no, pero preferiría sonreír en su pensamiento regocijándose por su impecable trabajo.

Un dulce silbido era lo menos sigiloso de su actuación, un sonido que fácilmente podía confundirse con el sonido del viento exterior. Preparada con la guarda del estilete en alto por si creía necesario el segundo golpe, aguantó su respiración, en busca de precisión y cautela digna de la sombra que pretendía simular ser... Su máscara quebrada se asomaba con tétrica solemnidad sobre su objetivo.

Si es que había algún dios, se había puesto de su parte. Tras todo lo ocurrido, llegar sin apenas problemas cerca de su objetivo a Matka se le antojó un milagro.

Pero como todo en su vida, no duró demasiado. Un guardián les impedía el paso.

"Hay que joderse", pensó. 

Elián iba disfrazado. Una gran ventaja a favor del grupo. Llevaban ballestas, otra ventaja. Matka calculó el ángulo de tiro, si era factible, y con un gesto le señaló a Vladko el arma, por si le parecía bien usarla. 

Usando dos ballestas sería menos probable fallar, además de sigiloso, y los virotes podrían ser recuperados.