Partida Rol por web

Isolda se estaba poniendo nerviosa a cada momento, y más cuando los servidores salieron y entraron con ese maldito arcón. Quería entrar disparando y acabar con todos esos traidores al Emperador, pero no podía hacerlo, debía de permanecer y "templar" su carácter- Esto es una prueba de fe en el Emperador, y debo de superarla -rezaba mentalmente mientras seguía estando atenta a lo que pasara.

Heinrich ya tenia preaparado su fusil, si tuviera que ofrecer apoyo en la huida del grupo podria hacerlo inmediatamente. La salida de los servidores no le habia sobresaltado, era un almacen, se suponia que habria actividad de carga y descarga. Y el viejo no habia dado orden de retirada ni voz de aviso.

Una reaccion refleja, un movimiento brusco, y podria haber rebelado su posicion. Por suerte su entrenamiento y experiencia habian templado sus nervios.

No tenia muy claro que era lo que ocurria pero traté de manifestar mi poder psiquico para detectar vida. Me tomé unos instantes para que la cantidad de informacion que recibia mentalmente no me sofocara y me centré en comparar lo que sentia con lo que sabia y veia, y averiguar si habia mas gente de la que esperaba, para informar a mis compañeros.

Tambien empuñé mi rifle, por si habia combate. Al levantar la vista vi que el supervisor y los servidores se iban por otro lado. Me acerqué a Hieronymus y le susurré. 

- Parece que se largan. ¿Los seguimos? - No estaba demasiado seguro del protocolo de actuación pero me parecia que teniamos que seguirlos. 

Evitando romper el silencio el tecnosacerdote sacó de entre su túnica carmesí el servocráneo, que había mantenido junto a él durante la infiltración en el almacén.

Con una breves palabras susurradas que para los demás no tenían ningún significado el siniestro cráneo se mantuvo flotando junto a vosotros, emitiendo no más ruido que una leve corriente de aguas tranquilas, apenas perceptible.

- La unidad puede seguirles desde el aire y registrar sus movimientos para ser analizados más tarde - dijo con convicción - pero una vez enviada no podremos saber que ha sido de ella hasta que vuelva. Su forma de actuar mientras persigue a los servidores dependerá tan solo de si es descubierta o no... y de la orden exacta que le introduzca -

dicho esto, miró de forma inquisitiva al resto del grupo, esperando una respuesta

Cuando el supervisor y sus servidores se marcharon del almacén el arbites maldijo en voz baja. Esperó a que se hubieran alejado un poco y se levantó de su escondite. Habló con Isolda y Heinrich por el microcomunicador informándoles de la salida del supervisor.

Seguirles sería difícil o al menos no sin que les descubrieran*. El arbites reaccionó a lo que le dijo el adepto - Arcturus, enviad vuestra Unidad a seguirles, que memorice sus pasos en casos de que no podamos seguirles o les perdamos, que mantenga la distancia, es prioritario que no la descubran, si lo hacen que se aleje, se oculte y vuelva a seguirles más tarde - que pase desapercibida a los ojos muertos de los servidores - oró el arbites al Emperador.

Pero, lo primero es lo primero, el viejo quería saber qué era lo que el supervisor había traído en la caja para dejar en el almacén en el lugar de la que se había llevado. No creía que contuviera una trampa o el almacén ya habría volado en uno de los robos anteriores, así que probablemente fuera seguro abrirla. El arbites esperaba que contuviera alguna pista más, además hacerlo apenas les llevaría tiempo y podrían intentar seguir al supervisor en menos de medio minuto si hacía falta

- Hotel India, aqui Jerom, Hotel India - esperó un instante por si había confirmación de los adeptos ocultos en el exterior.

- El supervisor sale del almacén, sale por la puerta contraria a la que entró, le acompañan media docena de servidores de carga y 3 servidores de combate bien armados. Tened cuidado.

- Se llevan una de las cajas del almacén. Han dejado otra en su lugar, veremos que hay en ella y los seguiremos desde lejos - dijo el viejo expresando su plan más inmediato - Seguidles si podeís desde calles laterales o al menos estableced en qué dirección se van. Que no os vean. Arcturus enviará su servocráneo, objetivo secundario, echadle un ojo si es posible.

- Nosotros también les seguiremos en un minuto. Repito nosotros desde atrás, vosotros desde uno o los dos lados si es posible - dijo el arbites. En caso de que las cosas se pusieran feas y los servidores de combate dotados con armas pesadas empezaran a machacarles quería tener un cierto plan de combate aunque fuera uno tan viejo y simple como flanquear al enemigo y atacar desde más de una sola dirección.

- Hotel India, informad de lo que veaís. Jerom cambio.

-Aqui Hotel, recibido, alto y claro. Procedo.

Heinrich contesta en un susurro, sin salir de las sombras que ocupa. Vigilara la puerta que ha indicado el viejo arbite y si puede avanzara por la calle paralela a la que esten yendo los servidores y el supervisor, vigilara el avance de los mismos a cada calle que las cruce y comunique, y en caso de perderles correra hasta el siguiente cruce y entrara en la calle del supervisor y correra hasta la ultima posicion donde les vio.

-Aquí India, recibido. Procedo a seguimiento.

E intentando pasar desapercibida todo lo posible y sin alertar a nadie más, la sororita procedió a seguirlos, intentando percatarse de hacia donde se podían dirigir. Bolter bien firme y la determinación puesta en esa acción, musitó una ligera plegaria al Emperador para que la ayudara en su misión.

Heinrich sale de las sombras silbando, tranquilamente y se mete por la calle paralela a la que van el supervisor y los servidores. No es que trate de ocultar su presencia, precisamente, simplemente pasea como si fuera un habitante mas del lugar.

 Con un rifle laser y armadura de la guardia imperial, pero la ciudad estaba llena de mercenarios, uno mas no tenia por que llamar la atencion...

Ambos rodeáis el edificio para continuar tras la pista de los servidores, y llegáis a tiempo para ver como se están alejando en una dirección, cargando con un arcón. Sin embargo, tras apenas seguirles unos metros, el grupo se detiene unos segundos para después seguir avanzando, aunque 3 de los servidores se habían dado la vuelta y retrocedían de vuelta al almacén.

La providencia y la cautela había hecho que rodeaseis el edificio por lados opuestos, y tal vez de otro modo os hubieran descubierto a ambos. Los 3 servidores (uno de ellos, de los que iban armados*) se dirigieron sin dudar directamente hacia Heinrich, que tan solo se comportaba como un transeunte descuidado.

Con los otros dos servidores a ambos lados como perros guardiantes, el que iba armado avanzó hasta unos metros del soldado y levantó una de las armas en actitud amenazadora, luego habló con una voz metalica que recordaba más a una grabación preprogramada. - EstA zoNa es de ACceso reStrIngIdo TemPoralMEnTe. AbaNdOneLa de InMeDiatO o sE emPleAra fUerZa lEtaL. No hAbrA SeGUndO aVisO. -

Mientras los servidores se dirigían a la puerta el servocraneo, completamente silencioso, partió tras ellos flotando cerca del techo del almacén. No necesitó de seguirles antes de que cerraran las puertas, pues aprovechó un pequeño ventanuco de ventilación entreabierto para salir al exterior.

Después de aquello el lugar permaneció silencioso, una vez ahogados los ruidos del natural movimiento de los servidores, salvo por vuestra propia respiración.

El supervisor y los servidores se estaban alejando y pronto estarían fuera de mi alcance. Hieronymus había dado instrucciones para el guardia y la hermana, y nosotros nos habíamos quedado atrás. Me sentia un poco perdido pues ni el tema de las armas modificadas, no el espionaje iban demasiado conmigo pero, de todos modos habia que avanzar, por lo que me dirigí a Arcturus.

- La tecnologia y las armas son asunto tuyo... Porque no miras que hay en la caja que han dejado mientras nosotros vigilamos? - Empuñé mi fusil y me levanté a echar un vistazo a ver si podiamos salir seguros. (también traté de sentir si haya alguien mas cerca o moviendose.

No tiene sentido liarse a tiros con el ser lobotomizado y, aunque le preguntara bajo qué autoridad estaban restringiendo el acceso a la zona, Heinrich sabia que los servidores obedecían ordenes simples y no razonaban los margenes difusos de las mismas.

Por lo que asiente al servidor y sigue su "paseo" en la dirección que el servidor le permite intentando evitar el conflicto. Ha atraído la atención sobre si mismo e aisolda tiene vía libre para seguir al objetivo.

El arbites estaba ansioso por salir del almacén y echarse en pos de la comitiva de servidores, si tenían la mala fortuna de entrar en combate, Isolda y Heinrich no serían rivales para una docena de enemigos, por muy servidores de carga que fueran en su mayoría, además los servidores armados estaban programados para el combate y quizás fueran estúpidos por lo general, pero estaban muy preparados para su labor específica.

Pensando esto, el viejo se acercó a la caja que el supervisor había dejado, extrajo su multillave del cinturón y se dispuso a abrirla, echarían un rápido vistazo y la volverían a cerrar, si fuera posible sin que se notara que la habían tocado, ni dejar huellas. En cuanto lo hicieran saldrían por la puerta detrás del supervisor y los seguirían.

Al haber visto donde habían dejado el arcón os fue muy facil de distinguir entre el resto de los que había en el almacén. Tras unos veinte segundos de esfuerzo, el arbitrador consiguió que el cierre cediera y permitiera ver el contenido. En su interior había colocados de forma ordenada rifles y pistolas láser regulares del imperio, con el símbolo de la guardia imperial a un lado, acompañados por una caja de cuchillos de combate.

Sin perder tiempo, el tecnosacerdote sacó del arcón uno de los rifles y comenzó a examinarlo. A pesar de su falta aparente de emociones pudísteis apreciar un tono de fastidio en sus palabras cuando dijo

- No percibo nada extraño, parecen armas normales, sin modificar. -

A mi todas las armas me parecian iguales, por lo que ni tan siquiera traté de averiguar nada. Me fijé en los cuchillos y me gustaron. Agarré uno y me lo guardé. 

- ¿Que? Siempre va bien tener un cuchillo de estos. - Dije a nadie en particular como disculpando mi conducta. 

Era cierto que me gustaban los cuchillos. En las naves negras, mas de una vez me habia salvado tener uno a mano.

El arbites miró con ojo crítico las armas del cajón, en efecto parecían rifles de la guardia y cuchillos de la guardia. Quizás se trataba de piezas defectuosas o incompletas, quizás se tratara de que faltaban armas en número en comparación con el resto de cajas y ahí se encontraba el beneficio del supervisor, pero aquello sonaba demasiado simple, si fuera así, no traerían una caja nueva, arriesgándose a que alguien les viera antes de llegar al almacén, sino que se limitarían a abrir una caja y extraer parte de su contenido y quedarían expuestos sólo en el viaje de vuelta.

Fuera lo que fuera el viejo arbites lo descubriría. En ese momento Taikel metió la mano en la caja y extrajo uno de los largos cuchillos, casi un machete. El arbites chasqueó la lengua con desagrado, a fin de cuentas eso era robar, robarle al Imperio, robar a una ciudad colmena que parecía precisar cada una de aquellas armas para su mera supervivencia. No obstante el arbites no dijo nada al psíquico y se limitó a fruncir el ceño, a fin de cuentas los verdaderos ladrones, los que vampirizaban al Imperio eran los que se habían llevado la caja original y dejado esta en su lugar. Hablando de esta caja...

Tus sospechas estaban bien fundadas. En efecto, tras una inspección detallada de una de las armas y una prueba de tiro sin munición te quedó claro que aquellas armas estaban descompuestas. En el mejor de los casos no llegarían a vaciar un cargador antes de encasquillarse, o algo peor.

La única excepción eran los cuchillos que parecían en buen estado, y las baterías láser, de las cuales solo había una en cada arma.