Partida Rol por web

Miro con escepticismo a Magnus, dudo que haya tenido que mancharse alguna vez las manos ¿De que nos puede servir alguien asi? Herido como esta, solo conseguira retrasarnos. O peor aun, que le maten y nos carguen el muerto. Me tienta oponerme a que venga, pero sospecho que tardaremos mas tiempo discutiendo para ver que hacemos que cargando con el.

-Parece que tenemos una nueva mascota.

El arbites lanzó una mirada reprobatoria a su compañero, pero no dijo nada. De alguna manera, el sabio Urtzi había encontrado la mejor solución posible, que ni dejaría a Lord Wolfe desamparado, ni precisaría destacar guardianes para su protección. Lo llevarían con ellos. El noble no parecía negarse, ni tampoco incapaz de hacer el recorrido - ¡Bendito Emperador, era una idea genial! - por un momento el arbites se alegró, aunque si realmente lo hizo, no dió muestras externas de ello - por tener a su lado a algunos de aquellos acólitos en lugar de a un pelotón del arbites.

- Lord Wolfe, por favor - dijo Hieronymus con el respeto que dirigía a un superior, aun cuando considerara a Magnus un superior sólo si se demostraba su inocencia y sólo en el modo en que no se opusiera al mandato inquisitorial - vendreís con nosotros, así estareís más seguro y vuestra nieta no se asustará al vernos.

- Indicadnos el camino a seguir para subir - dijo el arbites que volvió, acto seguido a colocar al grupo en posición, manteniendo a Urtzi y a Wolfe en el centro de la formación y a sí mismo en la punta, junto a Gianna.

Magnus apenas reaccionó a vuestras últimas palabras, volvía a tener una expresión de desorientación en su rostro y se dejaba llevar casi como si fuera un maniquí.

- Hay que salvarla... mi única... _nieta... -

Continuaba hablando, pero tan bajo y con tan pocas fuerzas que no se le entendía una palabra. Sus ojos miraban entrecerrados a ninguna parte y ni siquiera podía apoyarse sobre sus propios pies solo ni hacía ningún esfuerzo para ello.

El breve momento de lucidez del señor Wolfe comenzaba a diluirse para dejarles una versión menguada del mismo. Urtzi se había echado uno de los brazos del noble por encima de sus hombros y tuvo que sujetarlo por la cintura para evitar que el noble se escurriese de nuevo hacia el suelo. -No se preocupen, puedo ocuparme de él.- Dijo para tranquilizar al arbites mientras ocupaba su lugar en el centro de la formación. No era necesario ser un genio táctico para saber que su posición era la más protegida y que el hecho de que Urtzi se ocupase del señor Wolfe no restaba efectividad de combate al grupo. Por lo que él mismo se impuso la responsabilidad de cargar con tan valiosa carga. 

No sin cierta dificultad, el adepto hacía lo imposible por no ralentizar al grupo mientras sujetaba al noble. La frente de Urtzi comenzaba a perlarse de sudor por el esfuerzo y algún que otro jadeo se escapaba de su boca cuando su cuerpo lo requería. El adepto no era ningún atleta. Pero tampoco hubiese dicho que sería capaz de aguantar mucho dentro de la Inquisición, ni seguir con vida después de haber sido rociado con armas bioquímicas y mucho menos mantener la cordura en un momento de tanta tensión. 

Orionus se acerco a Lord Wolfe y le pregunto "Señor Lord Wolfe ¿qué tipo de defensas o sistemas de seguridad tienen en esta mansión?" "¿tienen robots como vigilantes o los ha visto" "¿tenemos cerca el cuarto de vigilancia?" (me refiero si tienen un cuarto donde los vigilantes tengan varias pantallas que estén grabando continuamente y vigilando las habitaciones de la mansión).

El asesino siempre alerta y cauto menos cuando se debe de actuar rápidamente para no activar la alarma como intento hacerlo cuando en el subsuelo en la fabrica abandonada, persiguió para parar al servocraneo pero no espero ese recibimiento. Menos mal que fueron a ayudarlo sus compañeros.

Orionus en posición de combate caminaba al paso de Urzi y Lord Wolfe para escuchar las palabras del gobernador.

Urtzi se quedó perplejo, incluso con cierto aire de incredulidad, ante lo que Orionus estaba haciendo. -Señor Boulder, ¿no ve que a penas puede tenerse en pie?- Le dijo con toda la serenidad de la que pudo hacer acopio en ese mismo momento. No sabía si ya era por la acumulación de salidas de tono del asesino o por la conjunción del estrés y el esfuerzo físico, pero el adepto estaba comenzando a sentir cierta irritación ante el comportamiento de su compañero. -A no ser que el señor Wolfe acierte a responder a su pregunta entre delirio y delirio, creo que tendremos que descubrir nosotros mismos si la casa dispone de defensas automatizadas.- Le espetó finalmente con la voz entrecortada por el esfuerzo de cargar con el noble pero siempre con un tono comedido.

El adepto estaba descubriendo facetas suyas que hasta ahora desconocía e incluso, en ocasiones, le gustaría no haber descubierto. Pero estaba claro que cualquier persona puede sufrir un ligero cambio de conducta bajo circunstancias específicas. Concretamente si todo lo vivido resulta completamente opuesto al estilo de vida del individuo. En el caso de Urtzi, esta última opción se ajusta más a su situación pues, desde que salieron de la cúspide por primera vez, sus nervios no hicieron más que rozar un peligroso límite con la locura.

Boulder esta empezando a enojarme de verdad, pero decido ignorarle. No son las defensas automaticas lo que me preocupan. Yo no vi ninguna en cualquier caso, claro que yo era una invitada. Lo que me preocupan son los servidores, jamas he luchado con uno.  Estoy algo inquieta. No quiero reconocerlo, pero los servidores me dan algo de miedo. No es muy diferente a lo que le sucede a algunas personas con las arañas, los servidores son mis arañas. Preferiria morir mil veces antes que acabar siendo una de esas cosas. Si de mi dependiese, los borraba de la galaxia e impedia que se creasen mas. 

Por supuesto, me cuido mucho de decir tal cosa, un comentario equivocado delante de la persona equivocada puede ser fatal. Y tenemos a un tecnosacerdote con nosotros.

Isolda se estaba empezando a porner nerviosa. Tenían que irse y cazar al hijo Wolfe y ya, pero parecía que el grupo aún se planteaban cosas. Al final tendría que ser ella la que tomara la delantera si no hacían nada.

Estaba claro que el señor Wolfe no estaba para muchos trotes, aunque la dosis de estimulante lo habia espabilado momentaneamente, sus efectos solían ser fugaces y generaban cansancio, parecía que el estado del noble había agudizado la rapidez y la intensidad de la fatiga posterior.

Pareció indicarles el camino con un cabeceo débil, o quizás sólo fuera una cabezada somnolienta, pero fue suficiente para que el arbites pusiera en marcha al grupo, una vez más, abriendo camino junto con Gianna. La soldado, habitualmente impertérita parecía más nerviosa de la cuenta y había hecho amago en varias ocasiones un varilla de lho para llevársela a los labios y volverla a guardar antes de encenderla. ¿Qué podía preocupar a semejante mujer?

La hermana Isolda por su parte parecía impaciente, más furiosa que nerviosa, como si estuviera a punto de salírsele el corazón del pecho si no encontraban a la niña pronto, quizás quería cobrarse justa venganza por su brazo perdido. Junto a ella, Heinrich caminaba tranquilo, sonriente, como si nada pudiera acabar con su buen (y en ocasiones algo retorcido) sentido del humor, parecía haber olvidado lo único que podía hacerle perder el control, la Disformidad.

El arbites caminaba muy tieso y con paso seguro, estaba orgulloso de aquel grupo, cada vez los conocía mejor y empezaban a funcionar como una unidad, sabiendo cada uno como actuaría cada uno de los demás. Ojalá superaran todos la prueba de fuego y volvieran sanos, salvos y puros de espíritu a casa.

A falta de alguien más adecuado, Arcturus se hizo cargo de llevar a Magnus Wolfe y velar por su salud. Todos alerta, y con la mayor precaución, avanzásteis sin encontraros con nada ni nadie que os atacase u os detuviera en vuestro camino, guiados por los sentidos sobrenaturales del psíquico. Incluso el propio Taikel no podía dar una localización exacta, pero actuando como una especia de brújula os guió hasta una habitación concreta.

La habitación estaba lujosamente decorada con muebles de madera, una cama con dosel junto a un gran armario, un escritorio, y un tapiz que cubría parte de una pared del suelo al techo y mostraba un árbol genealógico miraba hacia la ventana. El escritorio tenía todos sus cajones abiertos y estaba completamente vacío.

El lugar parecia haber sido registrado en busca de documentos o algo así pues parecia que solo se habia buscado por el escritorio.

Aún siento la presencia en la habitación, por lo que al no verla por ningun lugar simplemente decidí que debia estar escondida en el armario o detrás del tapiz. No veia muchos mas escondites. Como ya habiamos tenido problemas antes con abandonar la formación, fui mas prudente. Toqué a Hyeronimus en el hombro y le susurré.

- Está aqui, estoy seguro. Puede que dentro del armario o detrás del tapiz. - Esperé ordenes para ver si me indicaba que lo investigase o lo hacia él mismo.

Orionus no obtuvo respuesta del Lord Wolfe, eso quería decir que estaba muy débil para volver a hablar como hizo en el momento de reanimarlo.

Por eso continuo el paso del grupo y al llegar a la habitación Orionus no entro en ella y prefirió quedarse a vigilar el pasillo por si se acercaba alguien a la habitación. Orionus miraba en todas la direcciones que comunicaba el pasillo con la habitación y el rifle automático preparado para disparar y asegurando se que no llevaba puesto el seguro del arma.

La visión de Urtzí esforzándose por cargar con el noble debía resultar tan lamentable que incluso llegó a remover algo en el interior de la fría y calculadora carcasa del tecnosacerdote Arcturus. -Gracias.- Dijo todavía agitado. Sin el peso del señor Wolfe, el adepto siguió el ritmo del grupo pero todavía recuperando el aliento. 

Subieron las escaleras sin encontrar la menor oposición, tanto orgánica como inorgánica. Dentro de todo el estrés sufrido, la mente curiosa de Urtzi encontró tiempo para tomar nota de las habilidades de Taikel. Sabía de sobra el trato y la reputación que marca a aquellos con mayor conexión con el inmaterium, a los cuales se les permite seguir vivos tan solo si se les encuentra alguna utilidad dentro la gigantesca maquinaria que es el Imperio de la Humanidad. Pero ello no le restaba interés por conocer sobre tan odiado pero a la vez tan imprescindible don.

La voz del mismo psíquico fue quien sacó al adepto de sus pensamientos, devolviéndolo a la fría y cruda realidad. Estaban ya en el dormitorio al que las habilidades extrasensoriales de Taikel los habían llevado. La decoración no desentonaba con la del resto de la mansión salvo por el desorden reinante en la estancia. Aunque el psíquico había comunicado sus sospechas, Urtzi se agachó para poder ver debajo de la cama. Para una niña asustada no existía mayor refugio que ese. Aunque cabía la posibilidad de que se equivocase, no perdía nada por comprobarlo.

Heinrich se queda fuera de la habitacion cubriendo el pasillo desde la puerta, aunque Taikel haya detectado a la pequeña solamente, bien pueden estar los invasores fuera del radio de percepcion del psiquico y plantearles una emboscada.

Isolda siguió al grupo hasta esa habitación perfectamente acomodada y, en ella, se dispuso a observar todo lo que pudiera, no fuera que les asaltara algún tipo de sorpresa. Al escuchar lo que decía Taikel, Isolda se acercó hacia el armario, revolver en alto.

-Abre la puerta y yo te cubro -dijo al psíquico la hermana de batalla. Si aparecía algo hostil del armario, le pegaría un tiro.

El arbites había escuchado las palabras de Taikel, pero no se había movido, esperaba que la niña, estuviera donde estuviera les hubiera visto y hubiera salido a los brazos de su abuelo - No iba a ser tan fácil - maldijo para sí. Echó un vistazo al Indicador de Salvaguarda que encendió un segundo y volvió a apagar y miró a los demás.

El veterano Urtzi daba una estampa casi cómica arrodillado junto a la cama, levantando uno de los faldones de ésta para mirar, mientras por otro lado, la hermana Isolda mantenía el revólver en alto, esperando que alguien, quizás Taikel abriera la puerta para poder mirar dentro con una mano libre. Una mano que la sororitas ya no tenía.

El asesino se había quedado fuera de la habitación y Heinrich, después de echar un vistazo dentro de ésta había decidido hacer lo mismo, quizás para vigilar junto a Orionus, quizás para vigilar a éste.

El viejo Hieronymus no sabía tratar con niños al menos no con ninguno que no perteneciera a una banda de la subcolmena y estuviera armado y dispuesto a matar a un agente del arbites para ganar méritos a ojos de sus compañeros de banda. Así que se limitó a hacer lo que había hecho centenares de veces.

- Atrella, somos agentes de seguridad, agentes del arbites.

- Sal por favor, estás a salvo. Sal con nosotros, venimos con tu abuelo - dijo en voz alta, sin gritar, empleando el tono más tranquilizador del que fue capaz - Nadie va a hacer daño. Semejantes palabras jamás habrían funcionado para hacer salir de un escondrijo con un niñato de la subcolmena y de hecho ni siquiera serían ciertas, en especial las últimas. Sin embargo eran lo más razonable a la hora de hablar con rehenes y vícitmas de secuestros así que el arbites pensó que sería lo más adecuado. A fin de cuentas él seguía siendo un miembro del arbites y los demás tenían las autorizaciones que les había proporcionado el propio Lord Wolfe... - Los dos estareís a salvo con nosotros.

Entro con el resto en la mansion, y para mi tranquilidad veo que no hay ningun servidor aunque no termino de fiarme. Al entrar en el despacho, por supuesto, la niña no aparece. Habria sido demasiado facil, aunque supongo que si fuese facil ya la habria encontrado ese tartaja tarado.

El viejo trata de hacer salir a la niña, aunque me pregunto si alguien mas acostumbrado a dar palizas que a ser sociable es la persona mas indicada para transmitirle confianza a una niña asustada. Estoy a punto de abrir la boca cuando me doy cuenta de que desde ese punto de vista yo no soy mucho mejor que el, por lo que me saco un cigarro y me limito a fumar sin decir nada. 

De pequeña a veces tambien pase miedo. Pero aunque mi infancia no fue tan dura como la de un niño de una subcolmena tampoco tuvo nada que ver con la de alguien que ha crecido en la nobleza. No tengo ni idea de que puedo hacer para que se fie de nosotros que no haya hecho el viejo.

Trato de pensar en algo que ayude, tambien yo fui una vez una niña inocente, aunque al darme cuenta de que esos tiempos estan tan lejos ya se me escapa un suspiro cargado de tristeza y nostalgia... Siento que algo se remueve en mi interior ¿Que clase de persona seria si hubiese crecido entre la nobleza? No como soy ahora, eso seguro ¿Seria una mujer florero, contenta con llevar una vida facil y comoda? ¿Una de esas zorras despiadadas que se casan por dinero y quieren que su progenie acumule todo el poder posible, a cualquier precio?  ¿Una rebelde, de esas que parecen disfrutar tocando las pelotas a todo lo que les rodea y se creen mejor que los demas por creer en ideas ridiculas? ¿Y si no hubiese tanta guerra? No hace falta ser noble para llevar una vida diferente ¿Estaria casada y tendria varios hijos? 

Desecho esos pensamientos, pensar en eso no ayuda. Ni a mi, ya que me hace sentir extraña y hace que algo se me remueva por dentro, ni desde luego a la niña. Soy quien soy, lo demas me la pela.

Los demas se reirian de mi si supiesen las cosas que pienso, o me tomarian por una loca o algo peor. Decido centrarme en mi cigarro, no me apetece seguir pensando. Me deprime.

Mientras el adepto descubría con indignación que bajo la cama no había nada más que unas apenas visibles motas de polvo, los demás se organizaron de un modo improvisado. Isolda esperaba que el psíquico abriera la puerta del armario, pero no hizo falta; tras las palabras del Arbites y con deliberada lentitud la puerta se fue abriendo sola desde el interior, primero aparecieron unos pequeños dedos en el borde y después la parte izquierda de una cara infantil, que os miraba con miedo a través del único ojo visible.

- ¿Abu...? -

Al final, la puerta se abrió completamente. La niña estaba arrodillada en el armario, bajo una pila de abrigos descolgados, y no debía de tener más de 5-6 años

Miro a la niña, o al menos lo que asoma de ella. Veo que todo el mundo esta preparado para lo peor. Justo cuando pienso que es absurda tanta precaucion ante una niñita asustada, me doy cuenta de que hasta que no se ha visto de ella algo mas que unos dedos y medio rostro no he soltado el aliento, lo estaba conteniendo.

Me acerco a la niña despacio y sin hacer movimientos bruscos, no quiero asustarla. Podria gritar y alertar de nuestra presencia a cualquier posible enemigo- Sssh, Ven aqui- digo mientras la cojo en brazos con firmeza, pero tratando de no hacerla daño- tu abuelo esta con nosotros. - Me siento completamente fuera de lugar tratando de calmar e inspirar seguridad a un niño asustado. El mio era un regimiento de choque, no solian quedar demasiados civiles (vivos) donde me desplegaban y nunca he tenido que hacer nada de esto.

Pero pienso que una mujer es mejor para esto. Si esta escondida es porque sabe que hay atacantes, no creo que haya visto a una mujer entre ellos. Ademas, de entre las mujeres de nuestro grupo soy la unica que tiene dos brazos para cogerla. Sin mediar mas palabras la llevo cerca de su abuelo y la dejo de pie en el suelo, delante de el, pero manteniendome cerca. No creo que se de el caso, pero podria tratar de salir corriendo y si Ignatius quiere a la niña, la necesitamos bajo control en todo momento hasta que alguien pueda hacerse cargo.