Partida Rol por web

Vísteis como, tras charlar unos segundos, Abid y Bermudo entraban dentro de la que se decía casa del Tío Arrancacepas. Al entrar la puerta se cerró. A Yurem le dijeron que ese dia no había mercado en la collación.

El Justo siguió a Abid, que había entrado primero. Ninguno de los dos se fiaba lo más mínimo de aquella casa y de los que allí habitaban, y hacían bien. En breve los guardias del zaguán cerraron la puerta de entrada, y tras una mirada que echásteis a la misma entrásteis en la segunda sala, la de la izquierda.

Tendréis que esperar aquí... un rato...  -dijo uno de los hombres que os guiaban-.

Aquella era una habitación desnuda que contab tan solo con un banco corrido pegado a la pared. Parecía aquello como una sala de espera..

¿Un rato? ¿¡Sería desgraciado!? Hasta media hora pasásteis allí, pensando en qué os deparaba aquella casa, si la muerte o la vida del Bonilla... Hasta os dieron las ganas de salir de allí huyendo, más contuvísteis el aliento y la calma como pudísteis. Tras ese tiempo que creíais que se convertiría en horas, el hombre volvió, y os instó a que le siguiérais.

La habitación donde esperásteis daba acceso también al corral interior de la casa, muy típico en las estructuras de la ciudad. Estaba bastante descuidado, y se notaba que no lo usaban para cultivar nada, sino que estaba "asilvestrado", poco cuidado.  Lo atravesásteis por un caminito de piedras lateral y pronto entránsteis por un acceso que daba a la otra vivienda (que estaban comunicadas), la cual tenía su propio patio también. Hicísteis lo propio, y tras atravesar ese otro huerto llegásteis a un pasillo con varias habitaciones con sus puertas cerradas. Luego os condujeron a una de ellas.

El tipo que os guiaba abrió la puerta, sin nisiquiera llamar. Nada más entrar observásteis el único mobiliario que había, no siendo sino una mesa sobre un caballete con un sitial de madera para el dueño de la casa... y el dueño de la casa estaba allí, sentado, y a sus espaldas tenía dos guardias. El Tío Arrancacepas, el criminal más peligroso de la ciudad, que hacía temblar hasta al Concejo o las Órdenes militares, esperaba a oir vuestras razones.

El tipo os echó un vistazo de abajo a arriba antes de hablar

¿A qué habéis venido a mi casa? -su voz áspera y ronca se complementaba con sus ropas, oscuras y apretadas (por no hablar de sus "cabellos"), que le daban un aspecto temeroso; y lo que os sorprendió gratamente era eso que decían de sus manos, ¡Era cierto!, una sóla mano suya podía abarcar una cabeza entera de hombre, o u melón...

- Es nuestra hora muchachos. Demos un rodeo a la casa a ver si encontramos una ventana baja quizás por la que podamos acceder al interior. También nos vale una no muy alta -dice con una sonrisa mientras les hace un gesto para que le sigan en un rodeo por el lado derecho de la casita.

El plan de nuevo había sido improvisado, dos de nuestro ya estaban dentro, ahora nosotros teníamos que buscar una entrada para servirles de apoyo.

- Venga, cuanto antes consigamos entrar, podremos ayudar a Abid y a Bermudo.

Dicen que quien espera desespera y tras aquella media hora que a mi me parecieron más bien un par puedo afirmar que es cierto el dicho.

Aunque trataba de tranquilizarme pensando que los hombres de cierto renombre, aunque fuesen criminales como el tío Arrancacepas, tenían cientos de asuntos que tratar, que no dejaban sus asuntos de lado solo porque alguien tocaba en su puerta y que podrías considerar que tenías mucha suerte si se dignaban a concederte aunque fuesen cinco minutos, no servía para nada.

Temía lo que el Arrancacepas, pudiera estar pensando en hacer con aquellos dos desconocidos que habían entrado en su casa haciendo preguntas y que que tenía ahora mismo sentados en una habitación de su casa. Pero lo que más temía era que mis compañeros fuera de la casa empezaran a ponerse nerviosos y asaltaran la casa dejándonos al Justo y mi en una situación tan poco ventajosa.

Cuando por fin nos convocaron me fijé en los detalles de la casa. Parecía que las únicas entradas disponibles eran la puerta por la que nosotros habíamos entrado y los tejados. Si el Bonilla estaba allí dentro tendríamos que volver a pisar sobre las rebaladizas tejas de los tejados Cordobeses.

El tío Arrancacepas nos esperaba sentado con dos más de sus hombres a sus espaldas, la verdad es que sus enormes manazas eran impresionantes.

Buinos días.- Comencé con una reverencia.- Nuistro siñor disia incontrar al Bionilla. Disia agradicirli sus buinos sirvicios pirsonalmienti. Lo disía tanto qui inviar a varios di sus hombries a ribuscar por toda Cordaba. Dispues di muchas vueltas, nosotros iscuchar in San Lorienzo qui il Bionilla incontrarsie in ista casa.

Buino di Ali decirli a su siñor que todo solucionado. Su fama li pricidi siñor Arrancasipas.- una nueva reverencia.- qui si tinirlo usted, il Bionilla ya tindría los suficientis huisos rotos como para no notar como li arrancan la piel a tiras.

Me paré y miré a justo, simulando evaluar si podía o no continuar hablando. Trascurridos unos segundos continué.- Piro mi siñor sir más tirco qui una mula i no li gustan suposiciones. Así qui inviar al buino di Ali a priguntarli a iusted, mi siñor. - acabé mi exposición con una muestra de respeto a aquel hombreton.

Cuando escucho que cierran la puerta vuelvo con todos:

-¿qué les pasará? pueden estar en peligro, aun mas, están en peligro casi seguro. -un segundo de reflexión- Hemos de hacer algo.

Señalé unos edificios con la cabeza:

-Igual desde arriba de ellos podamos ver algo. Si los tienen en el patio seguro.

Zaif no estaba seguro de lo que a iban a encontrar dentro de la casa del Arrancacepas pero si de que no serían recibidos con los brazos abiertos. Aún así no había más opción que entrar por lo que les pudiera pasar a los dos compañeros que ya estaban dentro. D tal modo que comenzó a caminar tras Naceh, en busca de alguna puerta o ventana por donde colgarse sin ser vistos.

Dependiendo de la situación Bermudo podía ser muy paciente, pero en casos como aquel en los que no sabía lo que les iba a pasar y reconociendo el peligro en el que se habían metido, la espera le resultó demasiada para su temple. Pero por fin vinieron a buscarlos, y después de atravesar el patio de la casa y de la siguiente, por fin se quedaron en presencia del conocido como Arrancacepas.

Desde luego aquel hombre imponía, aunque sólo fuera al verle las manos, seguro que de un buen puñetazo era capaz de tumbar al más aguerrido de los caballeros. Bermudo, como venía haciendo hasta el momento, dejó hablar a su compañero, no sólo porque aún no sabía que pretendía el moro, sino también porque tanta mentira y tanto asesinato sin sentido le estaban poniendo de mal humor. Si salí con vida de aquella tendría que hacer penitencia durante mucho tiempo.

Con cada palabra de Abid, El Justo asentía para dar a entender que apoyaba las palabras del moro.

Las casas de aquella calle esran contiguas unas a otras, por lo que no resultó fácil trasladarse hasta su parte trasera. Para ello, tuvísteis que recorrer toda la calle del Palomar pordonde habíais venido, saltar una pequeña tapia caída y volver a caminar entre las casas, por sus partes traseras. Una vez volvísteis al punto de antes (ya teniendo la vivienda por detrás), contemplásteis que no había ventana alguna, aunque el tejado, por la parte trasera, era ligeramente más bajo que por la delantera. Seguramente, trepar resultaría más fácil* que a plena vista, en plena calle.

En un principio, el Arrancacepas creyó que Alí hablaba en pos de su señor, que no era ni otro que Bermudo; pero no podía ser, no tendría sentido. Luego quedose mirando las explicaciones del árabe. Con que tu señor ha estado buscando a ese fulano, ¿eh? -dijo el Tío-, poco he oído, nada más bien... -y arqueó su ceja en señal de extrañeza y su tono fue un poco más oscuro- No obstante... -ahora su cara pareció sonreis, ¡Pardiez!, ¡que lo hizo!-, lo tenemos aquí. Ha hecho cosas que no debía, como gastarse el dinero que no es suyo antes de devolver una deuda... Mas, ¿realmente lo queréis? De acuerdo: cuatrocientos maravedíes. Ni uno más, ni uno menos.

Y quedose el Arrancacepas con una sonrisa en su rostro, como quien a punto de cerrar un buen nogocio refiere, recorriendo con la mirada los ojos de Alí y los de Bermudo, los de Bermudo y los de Alí.

- ¡Maldita sea ! no hay ventana. Eso nos complica mucho la cosa aunque parece que se puede trepar mejor por allí -señala el punto exacto y tiende sus cosas a Zaif para que se las sujete un momento mientras trepa, una vez está a medio camino, recupera sus cosas.

- No ha sido tan difícil como parece desde abajo, pero llevad mucho cuidado.

El objetivo por el que había entrado en aquella casa estaba cumplido, el mismo Arrancacepas había afirmado que el Bonilla estaba allí, sabíamos que la ruta de entrada eran los tejados y nos habíamos hecho una idea de las fuerzas con las que contaba aquel hombre, así que, podríamos jugarnos la vida sabiendo que al menos estaba allí dentro.

Pero el último comentario del Arrancacepas me sorprendió, nos acababa de hacer oferta para entregárnoslo por 400 maravedíes, sin luchar, sin tener que trepar por los tejados ni nada.

No había visto esa cantidad de dinero junta en toda mi vida, ni tampoco esperaba tener tanto nunca en mis bolsillos, pero si alguna vez lo tenía era evidente que no los gastaría en recuperar al Bonilla. Aunque se decía que la orden de Calatrava tenía mucho dinero y tal vez no le importase gastarselo en eso.

Ser mucho diniro por il placer di romperli las piernas pirsonalmenti. - Le respondí al Arrancacepas tratando me mantener la compostura- Si istuviera in mis manos dijarli a uisted aplicar il castigo qui quisiese. Piro......mi siñor tinir gustos muy caros. Ali trasmitirli su ginirosa oferta con mucho gusto.- Con una nueva reverencia me despedí del Arrancacepas. Solo quedaba una cosa por hacer y era salir lo antes posible de aquella casa para contactar con el resto, no fuera que a nuestros compañeros les diese por poner en práctica algún plan de rescate.

Deseé que pudiesemos salir de allí con la misma facilidad con la que habíamos entrado.

Seguí a Nâzeh hasta donde nos señalaba y al llegar al lugar le sujeté sus cosas. El trepó y entonces le devolví lo suyo una vez que llegó arriba. Acto seguido intenté subir.

Ah ja ja ja -rió el Arrancacepas, como jugando lingüísticamente con Abid-. Ejem... con que "es mucho"... -parafraseaba-. Yo me refiero a cuatrocientos maravedíes por él, no por ajustarles las cuentas. El precio estipulado es por toda su persona, para que os lo llevéis y le meéis encima antes de matarle si os gusta, ¡como si quitáis los sus dientes, digo! -y entonces se metió el dedo en la boca, y lo giró, haciendo como mondadientes en aquella cueva sarnosa que se decíale "boca" tras su último almuerzo-. Ejem..., bueno, ese cabrón me debía mucho, y quiso reírse de mí... Y si tú y tu señor, sea quien sea -volvía a la cuestión que no había oído hablar de nadie que buscara al Bonilla por Córdoba- lo queréis, podéis pagar su deuda,y en paz. Creo que es fácil de entender, ¿a que sí? -sorprendemente al Arrancacepas manejaba bien eso de hacerse notar, quedando al resto por debajo-: Deuda pagada, Bonilla desatado, no hay más... -no sabía ahora a quien hablar, si al moro o al cristiano-.

Nazeh subió sin problemas por el muro un poco más bajo, aunque lo suficiemente alto como para tener que saber trepar... Sorprendentemente, el moro Nazeh ya se alzaba en el tejado y veía el hueco interior de los dos patios (recuérden vuecencias que eran dos casas conectadas en algún punto o pasillo, y cada una tenía un patio interior). Sin embargo, antes de echarle un buen vistazo a qué había en esos dos patios oyó trepar a alguien por donde él se había elevado con soltura, y en éstas que cuando quiso mirar su compañero Zaif andaba haciendo lo mismo, pero sin conseguirlo... Lo había intentado, pero parecía no estar entre sus puntos fuertes...

No podía ser tan fácil. De acuerdo que la cantidad de dinero que pedía el Arrancacepas por el fulano era una exageración, pero visto lo visto el cometido que los había hecho entrar en la boca del lobo estaba cumplido. Bermudo carraspeó para llamar la atención sobre su persona.

- Para dos pobres diablos como nosotros tal cantidad de dinero es excesiva y desde luego no la llevamos encima. Pero seguro que nuestro... señor no le importará desahecerse de esos maravedíes con tal de conseguir lo que busca. Ahora que ya sabemos lo que pide por el tal Bonilla será mejor que nos vayamos para contarle lo que hay.

Mentir no era lo suyo y sólo esperaba que no se notara en sus palabras. Hizo ademán de dar media vuelta para alejarse de allí, dando por finiquitado el asunto.

Me quedo mirando la pared de arriba a bajo. Veo como mi paisano ca y me cruzo de brazos diciéndoles:

-No pienso subir como un mono, se queme caeré,  ya he caído muchas veces por hoy.

Nazeh sube sin problemas al tejado, mientras observo como Zaif tiene dificultades y no lo consigue.

- Antes de intentar subir yo, es mejor que nos organicemos, yo si quieres me quedo abajo y os intento ayudar haciendo fuerza con mis manos. Era la única posibilidad, subir no iba a ser tan fácil, pero no podíamos dejar a los otros dos solos.