Partida Rol por web

Bennings y Macready salieron a la nieve. La ventisca dificultaba el movimiento y la visibilidad, así que marcaron su camino usando un cordel¹ que iban desplegando a medida que clavaban banderines con bengalas para tener una ruta de vuelta segura. La intensidad del viento hacía necesario que casi tuvieran que golpear cabeza contra cabeza para poder escucharse.

De pronto una fuerte ráfaga hizo que Bennings cayese al suelo. Macready la ayudó a incorporarse y continuar el camino. Se habían alejado hasta el punto de que no veían las luces del refugio, aunque su camino de cuerda formaba un cordón umbilical que los mantenía unidos con el origen. La militar empezó a respirar con dificultad. No quería reconocerlo pero aquella situación le estaba sobrepasando. No sabían a lo que se enfrentaban pero, dejando eso de lado, esa mera tormenta podría acabar con ellos si perdían la conexión con la base. Por otro lado si no encontraban los perros no tendrían manera de regresar. ¿Qué sería de ellos entonces? La tensión estaba haciendo mella en ella³.

Macready conservaba la calma suficiente como para saber que los perros estaban un poco más adelante. Le pareció incluso llegar a escuchar ladridos en medio de la tormenta. Pero ¿sería prudente seguir avanzando? ¿aguantarían el hilo aquella ventisca? ¿y si había algo más en medio de la nieve que no podían ver? Pensó en el científico desquiciado. ¿Habría sobrevivido fuera de la base? ¿Dónde estaba?

George se las apañó con la ventana de manera que esa vía de frío dejó de ser un problema. Y menos mal, porque afuera la tormenta había arreciado con mayor virulencia. Echó un vistazo a través del cristal reparado para comprobar donde iban sus compañeros. Era imposible verlos: la ventisca formaba un muro impenetrable del que sólo alcanzaba a distinguir el cordel metalizado que habían ido desplegando a la par que clavaban banderines con bengalas para tener un camino de vuelta. Pero a tres bengalas de distancia ya no se veía nada.

La doctora Cooper analizaba los cuerpos y los huevos con detenimiento. Ninguno de los cadáveres era manco, y el tipo de la grabación tampoco. Claro que podría haberse amputado la mano después de grabar pero, por algún motivo, la doctora Cooper no lo creía así. Antes de partir se habían informado de que el equipo al que reemplazarían estaba formado por seis personas: dos mujeres y cuatro hombres. Por lo tanto faltaban las dos mujeres y uno de los hombres por ubicar.

Revisó nuevamente los huevos. Su estructura genética no tenía sentido. No se correspondía con ningún animal que hubiera conocido. Investigó la conexión con los cuerpos anfitriones. ¿Podrían haber muerto los huevos por la sangre de los científicos? Era lo único que tenían en común ambos: 0+.

MacReady se encontraba luchando contra aquella tormenta con dificultad, sin embargo su compañera se veía más fatigada y parecía que aquella experiencia le estaba mermando las fuerzas, preocupado por su seguridad volteó a verla gritando para que pudiera escucharlo.-

¡Keith¡ ¿Como te encuentras? ¿Puedes continua?. Creo que escucho a los perros un poco más adelante, dime si puedes seguir, si no espérame aquí sujetando la cuerda en lo que voy a buscar a los perros.

Avanzó sofocada, con aquel viento gélido que congelaba los pulmones. De buena gana se hubiera vuelto a la estación, pero Keith sabía que los perros eran su única esperanza.

—MacReady... te sigo... adelántate... yo iré a mi propio ritmo— dijo entre bocanada y bocanada de aire.

No quería comprometer la misión por su estado, pero tampoco iba a abandonarla. Después de todo, aquel era su trabajo, y Keith era una mujer orgullosa.

George terminó de arreglar el cristal y escuchó la voz de Cooper que le preguntaba sobre los cuerpos... - Tienes razón deben de haber más científicos, ¿pero dónde están?, inspeccionaré con detenimiento el edificio y veré si encuentro alguna pista... mientras te dejo que inspecciones en el laboratorio, si tienes algún problema grita... "Le comentó George y a continuación empezó a inspeccionar las habitaciones del edificio y la cocina para ver si encontraba alguna pista... 

Apenas escuchaba a Vance mientras estudiaba aquellos cuerpos y los huevos, le escuchó meterse por las habitaciones, iba a avisarle de que ya habían mirado por allí, pero pensó que igual, con la luz, podía encontrar algo que ellos no hubieran visto.

Los huevos son la clave, y no había otra forma de ir más allá en su investigación que a la antigua usanza. No había más equipo disponible, así que cogió el bisturí y, obsesionada como estaba por encontrar respuestas, ignoró cualquier precaución científica y comenzó a diseccionar el primero de los huevos. No tenía ni idea delo que esperaba encontrar, quizás una forma precoz de vida que le indicase que tipo de ser los había depositado.

Macready se adelantó mientras Keith se incorporaba e intentaba seguirle el ritmo. ¡Escuchaban los ladridos! Pero el suspiro de alivio se tornó en pánico cuando se dieron cuenta de que los ladridos se convertían en aullidos de dolor y terror, interrumpiéndose algunos de forma mortalmente brusca. ¡Algo estaba atacando a los perros!

En ese momento, en medio de la tormenta, Macready vio una enorme figura blanca y confusa que se movía entre los animales asestando zarpazos que hacían volar la sangre roja por los aires, contrastando brutalmente sobre la nieve blanca. Por un momento el biólogo pensó que se podría tratar de un enorme oso polar, pero cuando aquella cosa se alzó sobre sus patas traseras tuvo la sensación de estar viendo a un humanoide imposiblemente alto que se alzaba furioso en medio de la manada que intentaba defenderse sin lograrlo. La ventisca dificultaba identificarlo pero le daba la sensación de que bien podía medir casi dos metros y medios de altura.

Bennings, aque acababa de llegar a la altura de Macready, se dio cuenta de aquella monstruosidad parecía tener rasgos humanoides, recordándole a las leyendas del wendigo o el yeti que se contaban en historias de campamento.

Vance se afanaba en buscar información pero sus compañeros ya habían realizado aquella tarea. Aún así se dio cuenta de que faltaban cosas del almacén. Revisó los diarios de equipamiento y comprobó que lo que faltaba no estaba consignado. Probablemente se había sacado de allí después de lo sucedido en el laboratorio. Equipo de supervivencia: tienda de campaña, herramientas, cuerdas... todo parecía indicar que era el material para que una persona pudiera establecer un campamento o viajar. ¿Alguien había logrado huir? ¿El tipo del vídeo? ¿U otra persona?

Mientras tanto la doctora Cooper realizaba una incisión en aquellos extraños huevos. La superficie estaba helada, cubierta por una fina película de escarcha, que parecía haber sido provocada desde el interior del tejido como medida de defensa contra lo que, a todas luces, era una reacción de incompatibilidad con los 'anfitriones'. Eso indicaba que la criatura que ponía dichos huevos necesitaba climas helados para mantener sus funciones y transmitía dicha necesidad a su progenie. Pero la vida no puede crecer en el cero absoluto: por lo tanto necesitaba un cuerpo anfitrión que le diese el calor necesario para la eclosión. La doctora apuntaba todo eso olvidando su deseo inicial de saber a que se enfrentaban a favor únicamente de su curiosidad científica. ¡Aquel organismo era único! Nunca había visto nada igual.

Pero la sorpresa final vino cuando al final uno de los huevos cedió al corte de su bisturí.

El feto que había en su interior recordaba a un humano sin terminar de formar, con una prominente cabeza y rasgos reptilianos en parte del rostro pero poros pilosos que indicaban que era un mamífero peludo.

Aquella criatura, definitivamente, era desconocida para la ciencia. Estaban ante el mayor descubrimiento del siglo.

Casi a punto de llegar hacia donde estaban los perros Macready se detuvo en seco al ver lo que en principio pensó que eran un montículo formado por la nieve, sin embargo, una vez su visión pudo enfocar de forma mejor, se dio cuenta de que era algo que estaba vivo. Y no solo eso, aquella criatura (que para este momento sabía que no se trataba de un oso polar se encontraba atacando a los perros, los pobres animales amarrados no tenían oportunidad contra aquella monstruosidad y sintió un poco de remordimiento al no haberlos soltado como había intentado hacer Vance. Sin embargo, este sentimiento rápidamente pasó de ser preocupación por los animales a un gran terror hacia ellos, después de ver como destrozaba sin esfuerzo a uno de los perros inmediatamente pensó que si aquel ser los veía su destino sería muy similar. De esta forma usó todas sus fuerzas para emprender la retirada hacia la relativa seguridad de la base, no sin antes jalar a Bennings de la muñeca instándola a escapar en ese instante sin emitir palabra alguna para no llamar la atención de aquella bestia.

Incluso en medio de aquel agotamiento y frío mortal, y de estar envuelta en capas y capas de abrigos, Keith sintió como todo el vello de su esbelto cuerpo se erizaba. Aquello... no tenía palabras para describirlo. En un instante de locura recordó al mítico Yeti de los cuentos infantiles, pero la realidad era mucho más monstruosa.

Asintió en silencio cuando MacReady le asió de la muñeca para emprender la retirada. Por suerte lo violento de la ventisca parecía cooperar en su intento de pasar desapercibidos. La fuerte impresión que le causó la visión de aquel monstruo fue suficiente para imbuirla de renovadas energías. Apenas si se detuvo a pensar en el triste destino de los perros de trineo.

George se dió cuenta que allí faltaba algo de equipamiento es como si alguien se hubiera marchado para hacer una vida solitaria... ¿pero donde? Es lo único que le llamó la atención así que volvió al laboratorio para ver cómo iba la investigación... lo que vió no tenía parangón, la disección de uno de los huevos había dejado ver lo que había en su interior. Vance se llevó una mano a la boca mientras invocaba al creador. - Tiene forma humana y animal, no puede ser, es una mezcla entre lo humano y lo salvaje, esto es la mayor proeza y barbarie de la ciencia.

- Doctora falta equipamiento es como si alguien hubiera empaquetado su equipo de supervivencia y se hubiera ido... ¿pero hacia dónde? "Comentó Vance que no dejaba de mirar a la extraña criatura del interior."

La pareja de científicos dio vuelta de forma inmediata. No había nada que pudieran hacer por los perros y aunque Keith llevaba consigo su escopeta decidió que era mejor una retirada a un enfrentamiento con aquella cosa en medio de la tormenta¹.

Avanzaban casi a brazadas, tirando del cable y echando miradas desesperadas hacia atrás, esperando que en cualquier momento aquella criatura apareciera en medio del viento creciente para abalanzarse sobre ellos. Los aullidos de los perros al morir no hacían más que acuciar su huida. De pronto escucharon un aullido aún más aterrador cuando los perros callaron. Aquella cosa le aullaba a la tormenta.

La puerta del refugio estaba a escasos metros.

Miraron hacia atrás. La tormenta impedía ver nada.

Avanzaron hasta la puerta, fijándose en que Vance había logrado reparar la ventana.

El aullido infernal se escuchaba un poco más cerca.

Se abalanzaron hacia el interior del refugio desesperados, cerrando la puerta tras ellos. ¿Y si aquella cosa embestía contra la puerta? Era de metal pero Vance les había descrito lo que había hecho con el generador y la antena. ¿Podría tumbar aquella puerta?

Acababa de decir esto Vance cuando escucharon la puerta del refugio que se golpeaba tanto al abrir como cerrarse de forma precipitada. La doctora seguía en el laboratorio examinando su sorprendente descubrimiento, pero Vance se asomó al pasillo para ver como caían al suelo sus dos compañeros, que llegaban con el rostro totalmente desencajado por el terror. Macready se levantó apoyándose contra la puerta mientras Bennigns, en el suelo, comprobaba el cargador de su escopeta.

Cooper volvió a revisar el video, —¡aquí, aquí! — le señaló a Vance, —habla de huir a alguna parte, lo que no me explico es adónde. Puede que haya intentado llegar a la antigua estación, ¿a cuánto está de aquí?, 100 Kms creo que dijo Dyer, es una locura, una completa locura.

—¿Y el resto de la expedición? sigue faltando gente, hay un segundo almacén aquí, me pareció verlo al llegar, y Keith solo reviso el más pequeño si no me equivoco, esperemos que vengan y lo confirmamos. Si aún está sin revisar, deberíamos hacerlo.

Mientras Cooper hablaba, iba realizando algunas acciones de forma mecánica, y por alguna razón con cierto disimulo, como si no quisiera llamar la atención sobre lo que hacía, hablaba y hablaba sobre esos supervivientes y las posibilidades de huir y de llegar a la Base 31, mientras hablaba, cogió una de esas cajas térmicas para suministros médicos, la preparó con material aislante y depositó cuidadosamente dos ejemplares de los huevos con la intención de conservarlos lo mejor posible.

Ante todo, Cooper era un acientífica en una expedición científica, estaban allí para encontrar ADN, y lo que tenía entre manos podía ser el ADN más valioso que jamás ningún genetista hubiera encontrado. El Santo Grial. Y no pensaba dejarlo allí, de ningún modo.

Cuando escucho el ruido dejó asegurada la caja con los huevos y fue corriendo hacia la entrada.

—¿Qué demonios ha pasado?, ¿estáis bien, estáis heridos?

Instintivamente mientras corría hacia ellos miraba a través de la ventana por si algo venía tras ellos.

Esto esta muy jodido-. Dijo el biólogo entrecortadamente mientras hiperventilaba tratando de recuperar el aliento por el esfuerzo.

-Nosotros estamos bien, pero no puedo decir lo mismo de los perros. Allá afuera hay algo, no se que sea, pero está claro que no es humano. A menos que sea una raza no descrita por la ciencia, pero sea lo que sea es increíblemente peligroso y si logra entrar nos podemos dar por muertos. Tenemos que hacer algo para evitar que entre y ver la forma de largarnos de aquí, que no contemple el uso de los perros, claro.

Sentía puntadas en las costillas y notaba sus manos entumecidas por el frío y, tal vez, el horror. Tardó unos instantes más recuperar el aliento, sin poder responder a la doctora. Cuando por fin recobró las fuerzas, añadió.

—Tenemos que encontrar una habitación segura y bloquear todas las posibles entradas. Un sótano o algo así. Aguardamos allí hasta que pase la ventisca y luego nos piramos hacia alguna de las aldeas de inuits más cercanas¹ —no era posible volver a Sarweather a pie, sin la ayuda de los perros, y aventurarse en la ventisca con aquellas pésimas condiciones de visibilidad era un suicidio. Pero tal vez pudieran refugiarse con alguna tribu cercana tan pronto las condiciones mejoraran.

—Por cierto, doctora, ¿han descubierto algo que nos pueda ayudar a acabar o escapar de la bestia?

Cooper tardó un tiempo en reaccionar, aquella mujer que pareciera tan fría y preparada estaba aterrada, igual que Macready, no se atrevía ni a preguntar que había pasado realmente con los perros, o si habían llegado a ver algo. Daba igual, estaban en peligro, su miedo se trasmitía solo con mirarlos, y, además, estaban aislados en medio de una creciente tormenta con alguna clase de horror desconocido rondando.

—No he averiguado nada que nos diga como defendernos. Todo son especulaciones, en primer lugar, estoy segura de que no es ninguna clase de animal ni forma de vida conocido hasta ahora, tiene características humanoides, reptilianas, mamíferas y bueno, están los huevos, así que lo único que está claro es que es un ser capaz de adaptarse a estas temperaturas a la perfección, incluso los huevos parecen generar su propio frio, algo que sinceramente me resulta físicamente inexplicable, puede que utilice algún tipo de reacción química. Jamás se ha visto nada parecido.

Cooper hizo una pausa y repasó mentalmente todo lo que sabía sobre la criatura.

—Podemos presumir que el calor le afecte de algún modo, podemos adivinar que el fuego le resultará especialmente dañino, pero hasta qué punto, no lo podemos saber. y ¿cómo vamos a conseguir calor o fuego en medio del ártico?

Después recordó lo de los almacenes y le preguntó a Keith —cuando llegamos usted solo revisó el almacén más pequeño, ¿no es cierto?, queda un almacén en el que no hemos buscado, sabemos que aun falta gente por localizar y también que parece que alguien huyo de aquí llevándose material para sobrevivir algún tiempo.